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Jueves, 25 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La apuesta de Defensa y la industria española por el Eurofighter y el FCAS

Eurofighter Typhoon del Ala 11 (Eurofighter)

Con la presentación de los Presupuestos de Defensa para el año 2023, muchos han dado por hecha la inclusión de partidas para la adquisición del F-35. Pero esta cuestión no está tan clara como en algún medio se ha dado a entender.

Para empezar, a falta de un importante cambio de rumbo, el Gobierno y el Ministerio de Defensa, salvo la Armada, no han mostrado públicamente de manera manifiesta su apoyo al F-35 de Lockheed Martin. Sin embargo, las especulaciones se han disparado a raíz de dos partidas incluidas en el Anexo de inversiones reales y programación plurianual del Ministerio de Defensa.

Dos partidas que se establece comiencen a recibir financiación en 2023: la de “avión sustituto del C.15M” (EF-18 Hornet) dotada de 4.500 millones de euros, y la otra es “avión sustituto del AV-8B (los Harrier de la Armada española) y C.15M – 2ª Fase” con 6.250 millones de euros.

En ninguna se especifica ni el modelo ni las cantidades y han sido interpretadas automáticamente como destinadas, al menos en parte, para la adquisición del F-35, al incluirse la mención en la segunda partida a los Harrier de la Flotilla de Aeronaves de la Armada españolaavión que solo puede ser sustituido actualmente por el F-35B.

Recordemos que el programa Halcón del Ejército del Aire se puso en marcha para la sustitución de los F-18 de Canarias, con una asignación de 2.043 millones de euros para adquirir 20 Eurofighter Typhoon en la versión más avanzada disponible, la denominada Quadriga, que equivaldría a un Trancha 4, similar a la encargada por Alemania.

A partir de los precios de mercado disponibles (que no coinciden con los resultados de las negociaciones que incluyen sostenimiento y equipos) no pocos se han aventurado a calcular el número de hipotéticos F-35A que se encargarían para el Ejército del Aire y del Espacio y de F-35B para la Armada, una vez que a partir de 2029 el Harrier deje de estar operativo como elemento de ala fija embarcado en el LHD “Juan Carlos I”.

Apuesta por el Eurofighter

Sin embargo, como veremos, estas predicciones pueden resultar aventuradas cuando no directamente erróneas por diferentes motivos.

En primer lugar, el Gobierno siempre ha negado cualquier interés por el avión estadounidense, apostando por la continuidad con los socios políticos e industriales europeos, apuesta materializada con el encargo de nuevos Eurofighter o la entrada de España en el FCAS, con Indra como interlocutor nacional.

En segundo lugar, cualquier programa de adquisición de equipamiento de defensa pasa por la presentación de un plan industrial a cargo del fabricante, algo que no ha sucedido por parte de Lockheed Martin hasta la fecha, si bien no existía un programa formal de adquisición.

La base industrial de defensa y en especial la aeroespacial en nuestro país, están en gran medida orientadas a la fabricación del Eurofighter Typhoon, lo que facilitaría la fabricación de nuevos aparatos más allá de los de Halcón/Quadriga, sin tener que empezar de cero a calcular retornos o buscar instalaciones fabriles.

Entre estas están, además de los proveedores de aeroestructuras y demás tier de Airbus, sistemistas como la propia Indra, Tecnobit, GMV o Sener, empresas que ya han comprometido su participación en algunos de los pilares del FCAS como analizamos en 2020. Una apuesta por el F-35, cuyo retorno industrial en España es cero, que no incluyera adicionalmente la compra de más Eurofighter, y no hablamos de los 20 ya incluidos en el programa Halcón para Canarias, sería un duro varapalo para la industria española a la espera de que el FCAS empiece a generar contratos. Ese no parece pues un escenario factible.

Eurofighter-Typhoon LTE (Eurofighter)

Las opciones del F-35

Entre los aspectos que juegan a favor del F-35 son la idoneidad de emplear sistemas de armas de varios proveedores para no depender de uno exclusivamente. Sin embargo, no conviene olvidar que las dos ocasiones recientes en que España ha visto afectada su seguridad por factores exógenos fueron la Marcha Verde y la crisis de Perejil, donde quedó palpable la falta del apoyo estadounidense.

Otro importante factor es la necesidad de cumplir ciertos requerimientos operativos del Ejército del Aire, derivados de mantenimiento y mejora de capacidades aire-superficie (incluyendo antibuque) que el Eurofighter ahora mismo no garantiza, lo que podría derivar en la compra de una cantidad limitada de estos aviones, que bien podría rondar los 30 aparatos.

Este, no hay que olvidarlo,  es el motivo que ha llevado a Alemania a adquirir el F-35A, el compromiso con la OTAN de operar armamento aire-superficie nuclear, al tener integrado el avión estadounidense la bomba atómica B-61, como reemplazo del Panavia Tornado en la Luftwaffe, característica que tendrán también los aviones belgas.

Otro factor a su favor es la predilección de la Armada española por sistemas de diseño estadounidense, máxime si la única opción para mantener la capacidad de una aeronave de ala fija embarcada es el citado F-35B. Sin embargo, el pequeño pedido de este, en torno a una docena, no justificaría un programa por sí mismo si no se suma al Ejército del Aire como operador y socio repartiendo los costes asociados al sostenimiento.

Hay que recordar, sin embargo, que los tres aviones resultantes del programa Joint Strike Fighter , del que surgió el F-35, comparten una pequeña parte de características técnicas, con lo que las ventajas derivadas del sostenimiento no serían tantas.

Sin embargo hay que tener en cuenta que la defensa a ultranza del F-35B por parte de la Armada choca con el elevado coste de mantener esa opción, en torno a 100 millones de euros por avión, sin incluir sostenimiento ni operación. Por el contrario, una parte de las misiones que actualmente desempeña el Harrier podrían realizarse con helicópteros embarcados (de los que ciertamente no se dispone), más aún cuando nuestros principales intereses y focos de preocupación están a distancias muy cortas de nuestras costas y de la península, lo que difícilmente justifica los altos costes de adquisición de un caza embarcado.

Otra cuestión es que, para sacar el máximo partido del F-35B, la Armada debería plantearse la adquisición de un nuevo buque, más capaz que el “Juan Carlos I”, que debería ser modificado para operar el F-35B (Australia desestimó en 2015 hacerlo con sus HMAS “Camberra” y “Adelaide” basados en el diseño español).

Recordemos que el F-35 es el resultado del programa Joint Strike Fighter (JSF) que dio sus primeros pasos a comienzos de los años noventa con una serie de socios internacionales de primer nivel que mostraron su interés desde el primer momento por un avión destinado a sustituir a un gran número de aviones distintos.

Más allá de esta apuesta temprana, en la que nunca estuvo España, el avión ha sido exportado mediante el programa Foreign Military Sales (FMS) a Bélgica, Finlandia, Polonia, Japón, Corea del Sur y Alemania. Al estar disponible como producto de mercado (fabricado principalmente en Estados Unidos), sí podría tener su opción, a largo plazo, si se prevén retrasos en la llegada del FCAS, algo habitual en los programas de defensa de nuevo desarrollo y componente multinacional.

El F-35B, deseado por la Armada (Lockheed Martin)

Eurofighter como parte del camino hacia el FCAS

Hace poco analizábamos la importancia del programa FCAS para la industria aeronáutica y de defensa en España. Como recordábamos entonces, el FCAS supone la principal apuesta de la industria aeronáutica española para los próximos años. La transición del actual Eurofighter hasta el FCAS podría materializarse en evoluciones del actual avión de combate, como argumentó el fabricante.

Estas se encontrarían ya maduras para la plataforma tripulada NGWS del programa FCAS. Si bien, como explicábamos entonces, dos de las patas de Eurofighter, como son BAE Systems y Leonardo, están ahora en otro programa industrial de desarrollo de avión de combate de sexta generación, el Tempest.

El Eurofighter se concibió desde un principio con una capacidad de crecimiento (en forma de tranchas y versiones) que aunque suele generar cierta confusión, garantiza su evolución en el futuro y que le permitirá recibir sistemas cada vez más capaces en forma de radares, comunicaciones, guerra electrónica o armas de todo tipo.

El fabricante es consciente de que actualmente el F-35 es un duro competidor con capacidades en muchos casos superiores, pero la apuesta por el programa Long Term Evolution (LTE) permitirá al Eurofighter incrementar sus capacidades en la mayoría de áreas hasta la llegada del FCAS/NGWS.

De hecho, como afirma el propio Ministerio de Defensa al referirse al FCAS según consta en la Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID) de 2020, “el concepto nacional de FCAS contempla, fundamentalmente, el NGWS como elemento principal, junto con el avión tripulado sustituto del EF-18MLU y la evolución de los Eurofighter (EF Long Term Evolution)”.

Recordemos que Alemania y Francia formalizaron su colaboración en el FCAS en 2017 para sustituir en torno a 2040 sus Eurofighter y Rafale, firmando al año siguiente un documento de requisitos operativos comunes de alto nivel para el NGWS, el nuevo avión de combate del FCAS. Un año después España confirmaba su participación y se confirmaba también la elección de Indra como coordinador nacional industrial.

Con un valor estimado de entre 50.000 y 80.000 millones de euros incluyendo aviones, UAVs y sostenimiento, el FCAS/NGWS es el mayor programa conjunto de Defensa en Europa y el más ambicioso tecnológicamente. España deberá afrontar una tercera parte de este coste y esperar a cambio también una tercera parte de los retornos industriales.

Sin embargo, a diferencia de nuestros socios alemanes y franceses, no disponemos de una potente industria aeronáutica propia, por lo que la participación industrial española se vertebrará en torno a los sistemas, con Indra como líder nacional en este sector y habitual eje de la participación de empresas sistemistas españolas en programas multinacionales, como hemos visto entre las empresas que participan en los pilares del programa.

El FCAS se concibe como un “sistema de sistemas”, más allá del rol principal de la aeronave tripulada de sexta generación (NGWS), incluyendo aeronaves no tripuladas, efectores, comunicaciones y operación conjunta en red. De ahí que se incida en los siete llamados “pilares tecnológicos”.

Estos incluyen además del avión de combate futuro y los operadores remotos, nuevos sensores, nubes de combate, simulación, propulsión y baja observablidad. Muchas tecnologías, dada su complejidad, se desarrollarán en programas multinacionales, financiados con herramientas europeas como la Cooperación Estructurada Permanente (Permanent Structured Cooperation o PESCO) O el Fondo Europeo de Defensa ( European Defence Fund o EDF). (José Mª Navarro García)

 


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