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Lunes, 29 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

El FCAS o la nada. España ante el F-35

España participa con el mismo peso que Alemania y Francia en el mayor programa conjunto de defensa en Europa y el más ambicioso tecnológicamente: el FCAS/NGWS (Future Combat Air System/New Generation Weapons System).

A diferencia de sus socios, que tienen una potente industria aeronáutica propia, España carece ya de capacidad de liderazgo en aeroestructuras, que giran en torno a la pequeña participación en Airbus.

Este es uno de los factores que explica que se eligiera como coordinador nacional a Indra, especializada en sistemas, perfil también de la mayoría de empresas españolas participantes en el programa.

El otro fue la negativa de Dassault a que Airbus liderara también el programa en España, lo que le supondría un peso de dos tercios en el FCAS.

El programa es clave para el futuro de la industria aeronáutica nacional y una oportunidad para asegurar su futuro, ya que los principales programas en los que participa tienen fecha de finalización: el A400M, que se ensambla en Sevilla, y el Eurofighter, en Madrid.

Sus polos industriales tienen un importante efecto tractor en sus regiones, dado el número de subcontratistas y proveedores, así como el nivel de cualificación de sus operarios.

Sin embargo, el FCAS no está solo en el mercado. Existe otro programa similar que aglutina otro eje industrial aeronáutico en Europa: el Tempest, formado por Italia, Reino Unido y Suecia, en torno a Leonardo, BAE Systems y Saab, que recientemente podría incorporar a Japón, que tiene su propio programa F-X de futuro avión de combate.

Preocupa que Dassault y Airbus no hayan colaborado anteriormente y que dos socios de Airbus en Eurofighter, como son BAE Systems y Leonardo, estén ahora en el Tempest.

Aglutinar en un solo programa ambos proyectos sería una más que interesante opción que a futuro no habría que descartar. La competencia es alta y los recursos limitados, a pesar del escenario de incremento de presupuestos de defensa derivado de la crisis de Ucrania y cada vez se encargan menos aviones que tardan más en sustituirse.

De ahí que resulte clave saber si el apoyo del Gobierno español al FCAS se formalizará en un pedido de aviones en consonancia con su peso y con el previsible incremento del presupuesto de Defensa (el compromiso de alcanzar el 2 por ciento del PIB en 2024 seguramente se incumplirá y trasladará a 2029).

El Ejército del Aire y del Espacio, mientras tanto, se abraza ya a la opción del F-35 ante la imperiosa necesidad de sustituir, más pronto que tarde, parte de las funciones que las veteranas flotas  de F-18 de la península no pueden ser cubiertas por el Eurofighter.

Los de Canarias, en el marco del Programa Halcón, serán reemplazados por Eurofighter. Los más que posibles retrasos del FCAS, en buena medida muy habituales en los programas de defensa de nuevo desarrollo, especialmente en Europa cuando se tratan de aunar los intereses de varios países e industrias, y la suma de capacidades para la institución de contar con un avión de quinta generación han terminado por aunar los intereses con la Armada, que lleva años defendiendo esta apuesta para reemplazar a sus Harrier: el F-35 está ahora en ambos puntos de mira. 


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