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Viernes, 29 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Las armas hipersónicas de Rusia, ¿más mortíferas y peligrosas o cuestión de “marketing”?

Los interceptores MiG-31K son óptimos como vectores para transportar los misiles hiperveloces Kh-47M2 fijados bajo su fuselaje (foto Octavio Díez Cámara).

Rusia tiene unas Fuerzas Armadas y unas capacidades militares que son impresionantes. En 2018, el presidente Vladimir Putin hizo pública, en un agresivo y mediático discurso, la llegada de varias armas futuristas, que les iban a brindar novedosas capacidades que harían temblar a los ejércitos occidentales.

El tsunami mediático sí se produjo y algunos analistas comenzaron a validar esos conceptos y diseños para intentar saber algo más de ellos. Llamó la atención que entre las novedades había misiles hipersónicos que, conceptualmente hablando, serían casi invulnerables ante los sistemas defensivos desplegados por países como Estados Unidos, una amenaza que parecía cambiar la situación respecto de las capacidades militares de las naciones más poderosas.

Las armas hipersónicas son una realidad conceptual y por ello han llamado la atención de naciones como China, Israel, Reno Unido, la India, Francia o Estados Unidos, que tienen en marcha programas propios para su rápida obtención. Algunos de esos países ya han mostrado públicamente su poderío al respecto y otros avanzan en sus pruebas. Rusia, por su parte, y teniendo en cuenta que el esfuerzo derivado de la invasión de Ucrania está generando un coste elevado en equipos[1] y dinero, sigue apostando por el concepto de los misiles hipersónicos para intentar mantener un liderazgo militar internacional.

El proyecto Kh-90 GELA buscaba un avión experimental supersónico, que sirvió para evaluar tecnologías científicas relacionadas con el vuelo a alta altitud (foto Octavio Díez Cámara).

Las armas hipersónicas ahora promocionadas son vectores de largo alcance que vuelan a velocidades superiores a Mach 5 y que consiguen puntas de 10.000 a 12.000 km/h., envolvente de vuelo que hace que tanto su detección como su intercepción por otros misiles sea una tarea muy compleja y difícil. Ello les provee, desde el punto de vista teórico y práctico, de unas capacidades que rozarían casi la invulnerabilidad, aunque esta, como tal, no existe y hay actuaciones que se pueden llevar a cabo para disminuir sus efectos letales.

Rusia, lleva muchas décadas trabajando en nuevos sistemas de armas y algunas de sus empresas de misiles tienen una dilatada experiencia en conceptos y propuestas que se aprecian en algunas de las imágenes que acompañan estas páginas. Putin ha hecho hincapié, en declaraciones y en presentaciones, en ese potencial y sigue haciéndolo. Por lo que hemos podido conocer, el desarrollo de las tecnologías en las que parecen sustentarse esos equipos hipersónicos no son para nada nuevas y se remontarían en algunos casos a proyectos surgidos, durante la llamada Guerra Fría, en los años setenta y ochenta del siglo pasado.

Sí, hay tecnologías con casi medio siglo de vida, que unidas a otras más recientes han permitido que Rusia pueda desplegar ejemplares de sus misiles aire-suelo Kinzhal, los de crucero Zircon y los planeadores Avangard en un número indeterminado, pero que, aparentemente y sobre todo en el caso de los dos primeros, parece ser algo más que meros lotes de preserie o de producción limitada.

El “Kinzhal” es un arma hipersónica poderosa que puede ser usada para batir objetivos terrestres o navales, que lo tendrán difícil para zafarse de él (foto Octavio Díez Cámara).

El concepto hipersónico

Volviendo a la evolución del concepto hipersónico en Rusia, la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se lanzó hacia varias apuestas conceptuales. Una fue el hipersónico antibuque Kh-45 Moinija para dotar a aviones Tu-160, aunque fue cancelado en 1977. Otro, el Kholod, fue un proyecto de misil hipersónico surgido, tomando como punto de partida el antiaéreo SA-5 Gammon transformado con un motor tipo scramjet que, como respuesta a la introducción de sistemas antimisiles en el ámbito de la OTAN, permitió obtener en pruebas velocidades del orden de 6,5 Mach[2].

Después llegaría el Kh-90 GELA, al que se le asociaba una velocidad de Mach 5 y un alcance de más de 3.000 km., aunque fue un concepto experimental que sirvió para validar la base científica asociada a aviones hipersónicos desplazándose a grandes alturas. Según fuentes públicas, pjetivos, aunque oficialmente se , aunque fue cancelado en 1977. Otro, co r.m contra distintos objetivos, aunque oficialmente se or esas fechas podrían haberse acometido proyectos de cooperación con Francia en diversas materias relacionadas con propulsiones y aeronaves capaces de volar a un número de Mach especialmente alto, aunque con escasos recursos económicos dedicados a esas tecnologías y temáticas.

La llegada de Putin cambió bastante esa línea y se ha incidido en el desarrollo de empresas de carácter estatal militar y aeroespacial, aprovechando sus esfuerzos e inversiones más cuantiosas para obtener determinadas capacidades de los programas de armas nucleares o de aquellos destinados a la defensa antimisiles balísticos. En esa línea de trabajo han surgido diseños como el planeador Yu-70 y su evolución Yu-71, que, dentro del concepto HGV (Hipersonic Glide Vehicle) del Proyecto 4202, probaron a mediados de la pasada década lanzándolo desde un misil balístico intercontinental ICBM (Intercontinental Ballistic Missile) RS-18.

Los resultados primero no fueron exitosos y en 2016 parece que sí cubrieron las expectativas iniciales y los Yu-71 eran impulsados para que en su reentrada a la atmósfera alcanzasen velocidades cercanas a Mach 10 y demostraron muy buenas cualidades de maniobra para evadirse de interceptores. Se siguió trabajando en su evolución como Yu-74, para dar lugar al ahora conocido como HGV Avangard, que parece destinado a conjugarse con el más reciente ICBM ruso, el RS-28 Sarmat, al que la OTAN llama Satan 2 en referencia a su manifiesta letalidad.

Puede transportar, a una velocidad de unos 24.500 km/h. y con un alcance de 10.000 km, una carga ofensiva configurada entre 10 ojivas pesadas o 16 ligeras, que sumarían hasta 60 kilotones, con los que un solo misil puede devastar países de la superficie de Francia. Sus ojivas podrían incluir a los planeadores hipersónicos Avangard en la última configuración surgida de la Votkinsk Machine Building Plant. Sus características estiman una longitud de 5,4 m. y una masa de 2 ton. que, tras abandonar el ICBM portador, se impulsaría hasta alcanzar velocidades superiores a Mach 20.

Le conferirían una gran agilidad para evadirse de interceptores y un notable potencial destructivo, por la gran energía cinética proyectada con su impacto en un determinado objetivo. La llegada del Avangard no es la única baza que los responsables rusos exhiben dentro de su última voluntad hipersónica. A ese planeador, que no hay que olvidar requiere de un ICBM para su transporte y lanzamiento, hay que añadir otros 2 sistemas basados en conceptos de misiles. que incluyen su propia propulsión para lograr la altísima velocidad que caracteriza a las armas de las que aquí les hablamos.

El desarrollo de las actuales armas hipersónicas se ha impulsado con soluciones como el misil de crucero supersónico “Yahont”, que evolucionó hacia el actual “Brahmos” (foto Octavio Díez Cámara).

Más recursos

La Fuerza Aérea de Rusia proporcionaría sus interceptores MiG-31K Foxhound como vectores para transportar[3] los misiles Kh-47M2, que reciben el apelativo Kinzhal (daga). Se trataría de armas balísticas de lanzamiento aéreo ALBM (Air Launched Ballistic Missile) transportadas bajo el fuselaje del reactor hasta el punto de lanzamiento. Previsiblemente, también podrán ser disparados desde los bombarderos Tu-22M3 tras su reciente modernización.

Los Kh-47M2, que estarían en servicio desde finales de 2017 y de los cuáles alguno ya habría sido disparado contra objetivos en Ucrania, son armas con similitudes a los misiles 9K720 Iskander de lanzamiento tierra-tierra, por lo que se estima que puedan ser derivados de ellos. Se ha difundido que pueden transportar una masa de media ton. de explosivos convencionales o nucleares a una velocidad que podría superar Mach 10 y que en su recorrido mantendría la necesaria agilidad que buscaría su invulnerabilidad.

Las cifras de alcance que se conocen hablan de entre 2.000 y 3.000 km., dependiendo de la plataforma lanzadora, distancia que podría ser exagerada si la comparamos con la propia del Iskander, que es 5 veces inferior. Datos proporcionados en abril de 2018 por la agencia Tass[4] hablan de detalles como el que los Kinzhal podrían usarse tanto contra objetivos terrestres como contra navales, que tras ser lanzados alcanzarían una altura de 25 km. para caer hacia su objetivo e ir consiguiendo cada vez más velocidad; o que se trata de un arma diseñada también con una baja firma radar para hacer más compleja su detección.

El misil balístico tierra-tierra “Iskander” ha sido aprovechado para dar lugar al “Kinhzal” hipersónico, lanzado desde plataformas aéreas (foto Octavio Díez Cámara).

No acaba ahí el esfuerzo de Rusia en torno a las armas hipersónicas definitivas y también ha puesto en servicio, tras completar en menos de una década un programa de desarrollo que se inició en 2011, los misiles de crucero HCM (Hypersonic Cruise Missile) 3M22 Zircon, que ya se encontrarían desplegados en varios navíos de superficie y submarinos de su Marina. En esos buques portadores se ha integrado este nuevo misil, que se habría obtenido tras evaluar conceptos como el HELA (Hypersonic Experimental Flying Vehicle) de NPO Mashinostroyeniya. La entrada oficial en servicio se sitúa en 2017 y desde 2020 se habría ido incorporando el novedoso 3M22 a distintos navíos de la flota, por lo cual desde pequeñas fragatas hasta los submarinos podrían dispararlos.

Varias pruebas, que han incluido alguna en el Ártico, han permitido validar alcances de unos 400 km. contra distintos blancos, aunque varias fuentes hablan de que serían unos 1.500 los que podría recorrer en la búsqueda de objetivos de alto valor, que incluirían activos tan poderosos como los portaaviones estadounidenses y occidentales. Volaría a Mach 9 y en trayectorias, primero muy alta y luego semi rasante, que harían que su interceptación fuese una tarea especialmente compleja, máxime cuando lo más operativo sería lanzar una salva de varios de ellos contra aquel blanco que se buscase neutralizar.

Con esos 3 sistemas, aparentemente ya operativos y en disposición de ser usados, Rusia se sitúa, por lo menos de forma mediática, a la cabeza de las naciones en disponer de armas de tecnología ofensiva hipersónica. Otras están en ello… o a lo mejor ya las poseen y no han hecho profusión informativa pública de sus logros reales. (Octavio Díez Cámara)


[1] Habrían adaptado misiles de crucero subsónicos Kh-55 eliminando su ojiva nuclear para emplearlos en cometidos convencionales y como señuelos para la defensa antiaérea ucraniana.

[2] Mach 1 equivale a 1.225 km/h.

[3] Han operado en Siria junto a bombarderos Tu-22M3 Backfire.

[4] Órgano casi oficial de difusión gubernamental rusa.


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