Los trabajos fueron encargados a la empresa Alenia North America, que los entregó entre 2009 y finales de 2012. Sin embargo la USAF afirmó estar disconforme con el mantenimiento que realizaba la empresa y a finales de 2013 canceló el contrato por considerar que no se realizaba de manera adecuada, lo que impedía completar las horas de formación ni las misiones recogidas por contrato por la USAF. Esto supuso que fueran estacionados en el aeropuerto internacional de Kabul donde han languidecido sin uso hasta este fatal desenlace.
Esta rocambolesca situación se ha conocido tras la carta que envió John Sopko, el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (Special Inspector General for Afghanistan Reconstruction o SIGAR) a la Secretaria de la USAF, Deborah James del pasado 3 de octubre. En esa carta Sopko informaba de su preocupación ante las averiguaciones que había hecho después de ver el estado de los aviones y en la que solicitaba aclaraciones sobre el proceso que se había seguido hasta esta decisión. De esta manera pretende averiguar si se han malgastado los impuestos de los ciudadanos estadounidenses por lo que solicitaba la información correspondiente sobre el procedimiento y la toma de decisiones. Sopko averiguó que los otros cuatro aviones restantes están en la base aérea de Ramstein, en Alemania, a la espera de decidir qué se hacía con ellos. La carta oficial que incluye las fotos de los aviones está disponible en pdf. (J.N.G.)