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Viernes, 29 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La revolucionaria munición de vaina telescópica

No queda nadie vivo para recordar lo que supuso hace 135 años la introducción del cartucho 8x50 mm. Lebel. La introducción de nuevos propelentes forzó el empleo del encamisado de cuproníquel, y ambos combinados provocaron un salto de siglos en alcance, precisión, cadencia de tiro, balística terminal y un buen etcétera.

En cierto sentido, el más que probable ganador del concurso Next Generation Weapon System (NGWS) es menos revolucionario en comparación. El latón es sustituido por un polímero altamente termorresistente. El propelente previo deja paso a un propelente más eficaz y comprimido, pero que tampoco supone un salto como el que tuvo lugar entre la pólvora negra y la nitrocelulosa.

Hasta se podría dudar de la necesidad de una inversión económica e industrial tan cuantiosa como la que va a suponer un cambio no sólo del cartucho de infantería, sino también de su línea de fabricación, por completo incompatible con todos los procesos anteriores. Si finalmente el Departamento de Defensa estadounidense da el paso, será por buenos motivos. Veámoslos.

Qué es la munición de vaina telescópica

La vaina de un cartucho CT (por Cased-Telescoped, literalmente revestido-telescópico, también denominada embutido sin vaina) rodea por completo a la bala, de manera que ésta no entra en contacto con la recámara cuando el cartucho entra en el cierre. El motivo para este cambio profundo es evitar la extracción hacia atrás de la vaina tras el disparo y sustituirla por una extracción hacia delante, donde el siguiente cartucho actúa como un ariete que empuja hacia fuera la vaina vacía para ocupar su lugar.

Hay que tener en cuenta que la extracción de toda la munición de fusil o ametralladora desde la creación del cartucho moderno se lleva a cabo mediante una uña extractora que engancha el cartucho vacío de su reborde (y de su ranura en los cartuchos modernos), tirando de ella hacia atrás conforme el cierre y el portacierre retroceden. A su vez, la razón de este cambio radical se debe a que, por encima de 65.000 libras por pulgada cuadrada (PSI) (448 megapascales), la presión provoca que el latón entre en un estado plástico que deforma y hasta elimina la ranura de extracción de la vaina, e incluso llega a griparse con el cierre, dejando el arma fuera de servicio.

No sólo se elimina esa limitación. El propio diseño de un cierre de extracción adelantada, como veremos, elimina la posibilidad de una detonación catastrófica en la dirección del tirador. Además, una subida de hasta 100.000 PSI de presión posibilita alcanzar más energía en menos distancia de ánima recorrida que la actual, lo que permite que con cañones de carabina se alcancen energías muy destacables (se está hablando de energías comparables a las del .270 Winchester Short Magnum (algo más de 4.000 julios para puntas de 136 grains). Finalmente, el nuevo propelente comprimido deflagra mucho más rápidamente, produciendo menos llamarada de lo que producirían fórmulas anteriores en circunstancias comparables.

Esta longitud contenida permitirá el empleo generalizado de supresores, lo que no sólo reducirá el impacto acústico de municiones tan energéticas, sino también el retroceso al reducir decisivamente la velocidad de los gases de escape (que a estas velocidades suponen un porcentaje no despreciable del retroceso).

La energía en boca se suma a una bala ya definida, la XM1186, una punta con un excelente comportamiento aerodinámico (se asume un coeficiente balístico G1 de entre 0,400 y 0,500, comparado con los 0,250 del cartucho 7,62x51 M80). Esto implica perder menos energía por metro recorrido, mantener velocidad supersónica durante más distancia y un comportamiento comparable al de cartuchos de precisión como el MK316 o aún mejor, pero desde cañones mucho más cortos que los empleados en armas de tirador de precisión. Lo que se pretende poner con el futuro M1186 en manos de los infantes es un cartucho superior a cualquier cartucho posible en 7,62x51 mm., con más energía y velocidad en boca y que la pierda más despacio.

Esto no sólo tiene como objetivo un alcance efectivo superior a los 700 m., innecesario para armas anteriores desprovistas de lo que va a ser el sistema de control de tiro (Fire Control System o FCS) del sustituto del M4. Tan importante como eso va a ser la posibilidad de penetrar los blindajes avanzados que puedan emplear los futuros infantes adversarios de grandes potencias. Está por ver si esto se podrá lograr con un núcleo que emplee cierta cantidad de tungsteno o si, por el contrario, a ciertas distancias bastará con un núcleo de acero de alta dureza.

Las ventajas no acaban aquí. Por una parte, tenemos coste, peso y volumen. Una vez se alcance la fabricación en masa, se ha afirmado que el polímero con el que se va a sustituir al latón es sensiblemente más económico que éste, y con toda seguridad mucho más ligero. Se está hablando de una reducción del peso del cartucho completo de más de un 30 %, lo que lo haría no mucho más pesado que nuestros cartuchos SS190 actuales en 5,56x45 mm. Para el caso del arma de escuadra, el peso se reduciría aún más respecto a su equivalente en 7,62x51 mm. al estar fabricados los eslabones en plástico. El volumen también se reduce al emplearse propelente comprimido.  Finalmente, la forma puramente cilíndrica del cartucho permite no sólo acortar la longitud comparada con un cartucho convencional equivalente, sino ahorrar un espacio logístico sensible al poderse apilar los cartuchos en las cajas en las que se transporten. Y cuando hablamos de millones de cartuchos, el ahorro logístico acabará siendo sensible.

Por otra parte, tenemos la capacidad termoaislante del polímero que se va a emplear. Vamos a pasar de un material termoconductivo como es el latón a uno que va a aislar del calor la recámara. Esto no implica sólo acumular menos calor por transmisión del calor de la deflagración cuando todavía está contenida en el cartucho sino que, además, el hecho de que el diseño obliga a emplear una recámara oscilante y no solidaria al cañón ahorra a la recámara parte del contacto con el cañón y, por lo tanto, parte de la transmisión de calor. El resultado: una recámara que se calienta más lentamente y que, además, su calor se transmite con más dificultad al propelente debido al aislamiento térmico del polímero, lo que dificulta y atrasa el temido momento del cook-off (auto encendido o detonación por calor del cartucho), sin necesidad de que el percutor golpee el pistón. (Juan Luis Chulilla Cano)

Fotografía: Propuesta de Textron Systems en torno a su munición CT (Textron Systems)

Munición 6,8 mm. CT de Textron Systems (Textron Systems)

Maqueta del proyectil CTSAS (Cased Telescoped Small Arms Systems) de 6.5 mm de Textron en un cartucho telescópico con carcasa. La bala tiene un diámetro de 1 mm más grueso que los 5,56 mm de la OTAN, pero es mucho más larga y aerodinámica. El núcleo está descubierto en su versión final, correspondiente a la arquitectura de la M855A1 y la M80A1, con excelentes capacidades de fragmentación y detonación aunque la doctrina europea de interpretación de la Convención de Ginebra rechazaría a día de hoy. (Nicholas Drummond)


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