En menos de una semana Rusia ha realizado pruebas con dos de las seis armas estratégicas que presentó Vladimir Putin el 1 de marzo de 2018. Las respuestas por parte de Estados Unidos no se han hecho esperar, lo que augura un nuevo episodio de tensión nuclear entre dos de las principales potencias militares.
El pasado domingo se realizaron pruebas del misil de crucero Burevestnik que el presidente ruso Vladimir Putin definió como “un arma única que ningún otro país posee”, con “un alcance ilimitado” y para el que ha pedido que las Fuerzas Armadas preparen la infraestructura necesaria para ponerlo en servicio.
El 9M730 Burevestnik (código OTAN SSC-X-9 Skyfall) es un misil de crucero de propulsión nuclear, equipado con sistemas de guiado INS/GPS/TERCOM. Vuela a velocidades subsónicas y transporta cabezas de guerra termonucleares. Según la propaganda rusa, su principal característica es su particular capacidad para penetrar en las defensas antimisiles. Vuela a baja cota dificultando su detección, pero lo más destacado es que gracias a su propulsión nuclear, tiene una autonomía de vuelo y un alcance teóricamente ilimitado.
Esto, además de permitir alcances inimaginables, posibilita realizar aproximaciones indirectas a sus objetivos o cambiarlos en vuelo. Todo ello podría conferirle notables posibilidades para penetrar los escudos antimisiles, cuyos medios de detección suelen estar orientados hacía las vías de aproximación más cortas y directas. La respuesta del presidente estadounidense Donald Trump no se hizo esperar, recordando a Putin que “debería poner fin a la guerra de Ucrania en lugar de probar misiles”
Sin embargo, la respuesta de Putin fue a mayores, anunciando el miércoles que se había realizado una prueba con otra de las armas estratégicas, el torpedo nuclear Poseidon. Putin, durante una visita a un hospital militar donde se atiende a heridos rusos en la guerra de Ucrania, anunció la prueba de “un sistema prometedor” para el que “no hay forma de interceptación”.
Se trata de un sistema que analizamos en detalle en 2022 y 2023 con motivo de su integración en el submarino “Belgorov”, que combina características de torpedo y de vehículo submarino no tripulado (UUV) y que igual que el misil Burevestnik, utiliza propulsión nuclear para poder, desplegar armamento también nuclear.
El 16 de enero de 2023 la agencia rusa Tass informaba de la fabricación del primer lote de “drones con armamento nuclear Poseidon” para el submarino “Belgorod”, al que se refieren con el apelativo de submarino de “propósito especial” o proyecto 09852. Tass se hacía eco de fuentes militares y de la industria de defensa rusas sin precisar más detalles.
Este primer lote estará pronto listo para la entrega al submarino según rezaba la nota en la que se afirmaba que ya se han llevado pruebas de los diferentes sistemas que componen el Poseidon, incluyendo su planta de propulsión nuclear. Escasamente una semana antes, el 10 de enero, otra nota de Tass informaba de que el “Belgorod” había completado una serie de pruebas para comprobar la capacidad de lanzamiento del Poseidon a distintas profundidades, empleando para ello una maqueta a escala real del torpedo, citando de nuevo fuentes del Ministerio de Defensa ruso.
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Una prueba del Burevestnik de 2019 (Ministerio de Defensa de Rusia)
El UUV nuclear Poseidon
El principal argumento del “Belgorod” es el sistema inicialmente denominado Status-6, pero conocido como Poseidon (código OTAN Kanyon), que tiene un tamaño de 20 metros de largo, está propulsado por un reactor nuclear y carga a su vez una cabeza nuclear de 100 megatones, aunque también puede portar cargas convencionales. Publicitado como un arma de ataque a costa, diseñado para dejar fuera de combate ciudades occidentales y negar el uso de las instalaciones militares y económicas, provocando “tsunamis nucleares”, también puede ser empleado como un torpedo contra portaviones y sus grupos de combate.
Es por sí mismo un submarino con capacidad para navegar a 1.000 metros de profundidad y con un alcance en teoría ilimitado gracias a su propulsión nuclear. El “Belgorod” puede portar nada menos que seis de estos ingenios, no es de extrañar que semejante combinación haya sido catalogada como “arma del juicio final” (doomsday) en Occidente.
El Poseidon, fue desvelado en noviembre de 2015, denominado entonces “sistema oceánico multipropósito Status-6” durante una ceremonia televisiva en la que se pudo ver un informe sobre el torpedo y el submarino, rápidamente recogida por los medios occidentales. Entre la descripción del Status-6 se afirmaba que “está diseñado para destruir importantes instalaciones económicas del enemigo en áreas costeras y causar daños devastadores creando áreas contaminadas con radiactividad, dejándolas inutilizables para usos militares o económicos durante mucho tiempo”. Muy tranquilizador.
El Poseidon es una de las seis armas estratégica que el presidente Vladimir Putin anunció el 1 de marzo de 2018. Sería por tanto una suerte de arma nuclear disuasoria, más discreta si cabe que los misiles balísticos intercontinentales y que aseguraría una capacidad de segunda respuesta en caso de guerra nuclear, dada la imposibilidad de detectarlo a tiempo.
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Una de las pocas imágenes del Burevestnik tomada de un vídeo de 2018 (Ministerio de Defensa de Rusia)
El anuncio de Trump
Tras la prueba del Poseidon, Donald Trump, que se encontraba en Corea del Sur, volvió a usar las redes sociales para anunciar que ordenaba al Departamento de Guerra volver a realizar pruebas nucleares. En clara respuesta a Rusia, Trump afirmaba que “debido a los programas de otros países, he ordenado al Departamento de Guerra que comiencen los test de nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones. Este proceso comenzará de inmediato”.
Se desconoce por ahora si la intención es realizar pruebas con armas nucleares, incluyendo detonaciones de cabezas nucleares, o con los vectores para estas armas, como los submarinos nucleares de tipo SSBN, los bombarderos estratégicos o los misiles balísticos de largo alcance.
Supone en cualquier caso una ruptura con la moratoria que se habían autoimpuesto hace treinta años Estados Unidos, Rusia y China. Precisamente el anuncio de Trump tuvo lugar justo antes de la reunión que mantuvo con el presidente de China Xi Jinping. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino afirmó que Espera que Estados Unidos “tome acciones que contribuyan a la paz regional, no al contrario”. A su vuelta de China, a preguntas de periodistas, Trump afirmó que “nosotros dejamos de hacer test hace muchos años. Pero otros los están haciendo, creo que es apropiado que nosotros también las hagamos”.
La reunión que sin embargo no tiene fecha es la que iba a volver a reunir a Trump y Putin, prevista para este mes de octubre en Budapest, como continuación de la que tuvo lugar en agosto en Alaska en la que se transmitieron expectativas de paz en Ucrania que sin embargo no se han materializado. (José Mª Navarro García)





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