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Las Armas No secretas de Putin

Las tradicionalmente tensas relaciones entre Rusia y occidente saltaron por los aires el pasado 24 de febrero cuando Putin dio la orden de lanzar una operación especial militar en Ucrania.  Para intentar comprender lo que está ocurriendo, no queda más remedio que echar la vista atrás e indagar en la turbulenta historia de estas tierras.

Para ello, nos apoyaremos en un artículo publicado en esta misma revista hace ahora siete años, documento que se anunciaba con este fatídico titular: El conflicto de Ucrania: guerra mundial o guerra fría(1). En este premonitorio trabajo se hacían algunas interesantes consideraciones y aciagos pero acertados vaticinios. Al analizar el factor histórico, se decía lo siguiente: Ucrania […] ha sido siempre territorio de frontera. Históricamente han existido dos comunidades (pro-europeos y pro-rusos) no muy afines –sino todo lo contrario– que se han enfrentado en no pocas ocasiones.

Más adelante se realizaba el siguiente pronóstico: En el ámbito de la política internacional, si la enemistad con occidente va a más, Rusia se aproximará a oriente, donde podría formar una formidable alianza con China. El documento finalizaba con esta apostilla: El oso ruso económicamente acosado y políticamente aislado puede ser altamente peligroso.

Pues bien, parece que todo aquello, que algunos ya intuían en 2015, se ha hecho realidad en 2022 (para ampliar información remitimos la lectura del ya citado artículo). En este punto resulta necesario mencionar algunos hechos no muy lejanos que han determinado el devenir de los últimos acontecimientos y, muy en concreto, la mal gestionada herencia de la Guerra Fría, periodo que podemos acotar entre 1945 (final de la II Guerra Mundial) y 1991 (disolución de la URSS).

Esta etapa se caracterizó por una descarnada y persistente confrontación entre los bloques occidental (Alianza Atlántica) y oriental (Pacto de Varsovia). Durante la Guerra Fría los países europeos al Este del telón de acero habían sufrido un sinfín de injerencias e imposiciones dictadas desde el Kremlim, incluyendo la cuasi forzada constitución del Pacto de Varsovia.

La mayor parte de estos países(2)  e incluso algunas antiguas repúblicas soviéticas(3) aprovecharon la implosión de la URSS para aproximarse a Occidente, pasando del difunto Pacto de Varsovia a la briosa Alianza Atlántica. Así, en la década de los noventa del siglo pasado, la OTAN comenzó una expansión hacia el Este que rápidamente le llevaría hasta los mismísimos límites de la Federación Rusa (ver Mapa 1).

El misil balístico intercontinental ruso RS-28 “Sarmat”

En 1999, con la incorporación de Hungría, República Checa y Polonia, la OTAN tocaba por primera vez la frontera rusa en el enclave de Kaliningrado. Cinco años después, en 2004 se incorporaron Eslovenia, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Lituania, Letonia y Estonia. La adhesión de las tres repúblicas bálticas fue especialmente significativa por ser desavenidos vecinos y tradicionales adversarios de Rusia: Lituania tiene 227 km. de frontera común con el ya citado enclave de Kaliningrado, mientras que Letonia y Estonia, cuentan, respectivamente, 217 y 294 km que lindan con la frontera occidental de Rusia.

Para el Kremlin, con la incorporación de los estados bálticos, la Alianza Atlántica ponía cerco a Kaliningrado (el enclave quedaba rodeado por Polonia y Lituania) y, quizás lo más relevante, las fuerzas de la OTAN se personaban a las puertas de San Petersburgo (la segunda ciudad más poblada de Rusia se encuentra a tan solo 150 km. de la frontera estonia). La expansión de la Alianza Atlántica hacia el Este viene siendo el principal argumento de Moscú tanto para plantear sus reivindicaciones, como para justificar sus acciones más agresivas. Con la desaparición de la URSS, la Guerra Fría se dio por concluida, pero la tensión, desconfianza y recelos, lejos de desaparecer, han ido en imparable aumento.

El que avisa…

Entre los días 2 y 4 de abril de 2008, se celebró en Bucarest la XX cumbre de la OTAN. En esta reunión se dio luz verde a una nueva ampliación, aprobándose las que hasta hoy han sido últimas adhesiones: Albania y Croacia (incorporaciones esperadas y no excesivamente polémicas). Sin embargo, además el Consejo Atlántico emitió un comunicado según el cual se abrían las puertas para que Ucrania y Georgia pudieran iniciar el proceso para integrarse en la Alianza Atlántica.

El presidente Putin –que curiosamente había sido invitado a la cumbre– reaccionó de inmediato con una muy explícita advertencia afirmando que cualquier nuevo intento de ampliación que incluyese a estos últimos países sería considerado casus belli (recordemos que Ucrania y Georgia tienen frontera con Rusia y –lo que es más importante– constantes fricciones e históricas disputas).

En esa ocasión, las advertencias o amenazas de Putin serían acompañadas de expeditivas acciones –encubiertas o muy abiertas– sobre sus vecinos: en Georgia (2008) la intervención a favor de los secesionistas de Osetia del Sur y en Ucrania (2014) la anexión de Crimea y el apoyo político-militar a las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk en la antaño desconocida y ahora muy famosa, región de Dombass. Pero, además, de las advertencias y acciones, el aviso más importante –que sin embargo parece haber sido relativamente ignorado– fue el impulso a un ambicioso programa armamentístico.

RS-24 “Yars”.

Hace cuatro años, el 1 de marzo de 2018, el presidente ruso, en el debate del estado de la Federación, anunciaba triunfalmente los resultados de unos programas que venían desarrollándose desde hacía años. Con una ampulosa puesta en escena, un exultante Putin presentó seis novedosos sistemas de armas: el misil balístico intercontinental Sarmat (sármata); el misil de crucero de propulsión nuclear Burevestnik (petrel gigante); el vehículo de planeo hipersónico Avangard (vanguardia); el misil hipersónico Kinzhal (daga); el sistema oceánico multipropósito Poseidon y el de laser Peresvet (ultraluz).

A continuación, haremos algunas consideraciones sobre las características y posibilidades de empleo de esta novedosa panoplia de armas. Hemos de decir que los datos disponibles son pocos y sesgados y las armas no consta que hayan sido empleadas en situaciones reales de combate y el rendimiento en las pruebas a veces difiere notablemente del que se obtiene frente a un adversario, que en algunos campos puede ser tecnológicamente superior. Antes de entrar en materia, debemos dejar constancia de que las fuentes rusas (sirva de muestra la presentación de Putin) se muestran muy optimistas y extremadamente triunfalistas. Sin embargo, un buen número de analistas occidentales ponen en duda que los nuevos desarrollos sean tan extraordinarios y funcionen tan eficientemente como vienen afirmando.

  • RS28 Sarmat (denominación OTAN SS-30 Satan-2): Misil de clase ICBM (Intercontinental Ballistic Missile) con motor cohete PDU99 de 4 propulsores de combustible líquido. Tiene un alcance de 17.000 km. siguiendo trayectorias balísticas suborbitales y orbitales y una velocidad máxima de 20 mach. Cuenta con una cabeza de guerra MIRV (Multiple Independently Targetable Reentry Vehicle) con capacidad para entre 10 y 15 ojivas termonucleares y equipos de contramedidas que, según fuentes rusas, pueden interferir con éxito en los sistemas antimisiles actuales. Es un desarrollo a partir de los RS-24 Yars y RS-26 Razeh. El sistema MIRV de su cabeza de guerra permite dispersar hasta 15 ojivas en una zona de una extensión equivalente a Ucrania. Aunque su trayectoria balística sigue siendo predecible y por tanto interceptable, fue reforzado con paquetes de contramedidas para disminuir la eficacia de los escudos antimisiles. Puede servir como plataforma de transporte y lanzamiento de los nuevos planeadores hipersónicos Yu-71/Yu-74 Avangard.
  • 9M730 Burevestnik (SSC-X-9 Skyfall): Misil de crucero, o CM (Cruise Missile) de propulsión nuclear, equipado con los tradicionales sistemas de guiado INS/GPS(4)/TERCOM para este tipo de armas, que permiten un control redundante de la trayectoria. Vuela a velocidades subsónicas y transporta cabezas de guerra termonucleares. Según la propaganda rusa, su principal característica es su particular capacidad para penetrar en las defensas antimisiles. Vuela a baja cota dificultando su detección, pero, además, y esto es lo verdaderamente relevante, resulta que, gracias a su propulsión nuclear, tiene una autonomía de vuelo descomunal y, por ende, un alcance casi ilimitado, ampliando enormemente el tiempo de vuelo, lo que le permitiría seguir cambiantes y erráticas trayectorias durante largos periodos, así como efectuar aproximaciones indirectas empleando aquellas rutas que, por ser las más largas, son las menos esperadas. Todo ello podría conferirle notables posibilidades para penetrar los escudos antimisiles, cuyos medios de detección suelen estar orientados hacía las vías de aproximación más cortas y directas.
  • Yu-71-Yu-74 Avangard: Vehículo de planeo hipersónico que puede transportar cabezas de guerra nucleares o convencionales y ser lanzado desde distintas plataformas ICBM (RT-2PM2 Topol, R-30 Bulava, R-36 Voivoda, RS-24 Yars, RS-28 Sarmat…). El diseño se ha desa­rrollado como una atrevida combinación hipersónica de ICMB y CM, que busca aunar en una sola arma las ventajas de ambas clases de misiles. Se trata de un sistema mixto de dos fases, la primera en todo coincide con un ICBM, pero en la de reentrada (durante la trayectoria descendente, precisamente cuando el ICBM es más vulnerable a la interceptación) el vehículo de planeo se desprende de su plataforma balística y comienza a velocidad hipersónica (teóricamente hasta 27 Mach) una trayectoria de aproximación con navegación de crucero –sistema de guiado astro inercial– que le permite efectuar maniobras evasivas. En teoría, su alta velocidad y su elevada capacidad de maniobra le habilitarían para alcanzar su objetivo, haciendo inútiles las defensas antimisiles.
    • Kh-47M2 Kinzhal: Misil hipersónico con motor cohete de combustible sólido, equipado con un sistema mixto de guiado INS/GPS/óptico. Armado con ojivas nucleares o convencionales, puede ser lanzado desde varios tipos de aeronaves de combate: MiG-31K, Tupolev Tu-22M o Sukhoi Su-58 y, dependiendo de la plataforma, su alcance oscilaría entre los 2.000 km. con el primero y 3.000 con los otros. El lanzamiento desde plataformas aéreas facilita la aproximación hacia los objetivos terrestres o marítimos. Según el Kremlin tiene capacidad para realizar maniobras rápidas y abruptas, lo que, junto a su vuelo hipersónico teóricamente hasta 12 Mach), le permitiría sortear las defensas antimisiles.
    • Status-6 Poseidon (Kanyon): Vehículo submarino no tripulado de propulsión nuclear diseñado para transportar cabezas de guerra termonucleares, que podrían ser empleadas para la destrucción de bases navales y ciudades costeras o para atacar escuadras navales o buques de gran porte (como los portaaviones).Su secreto reside en la combinación de velocidades: muy baja en la fase de aproximación y muy alta en la de ataque. Está concebido para recorrer grandes distancias a velocidad reducida (podría tardar varias semanas en aproximarse a su objetivo). El sigilo durante la lenta aproximación le haría prácticamente indetectable a los tradicionales sistemas acústicos. Sin embargo, en la fase de ataque –que se iniciaría a 2 o 3 km. del objetivo– la velocidad sería muy alta, alrededor de 100 km/h. Se especula si podría alcanzar una velocidad aún mayor por supercavitación (técnica empleada en los torpedos VA-111 Shkval. que alcanzan los 380 Km /hora).
    • Peresvet: Sistema láser para defensa antiaérea, en principio diseñado para el derribo o inutilización de ingenios aeronáuticos de todo tipo: aeronaves no tripuladas de diverso tamaño, aviones de combate, helicópteros, misiles... Se especula sobre los efectos del láser con dos posibilidades: la destrucción física o grave deterioro de componentes esenciales o el cegamiento de los sistemas de navegación y control (en ambos casos provocaría que la aeronave quedase neutralizada). Este sistema es del que menos se sabe y sobre el cual simplemente se dijo que había significativos avances. Por tal motivo se considera que, o bien no está del todo operativo, o la investigación no ha dado los resultados esperados.
    • Sistema láser de combate móvil “Peresvet” (foto Ministerio de Defensa de Rusia).

Conclusiones

Volvemos a insistir en que todas las anteriores consideraciones han de ser tomadas con las debidas reservas pues, como ya quedó dicho, los datos son pocos y, en muchos casos, tendenciosos. Sin embargo, independientemente de que los nuevos ingenios puedan ser revolucionarios o simple fanfarria, lo que es innegable es que el esfuerzo armamentístico ruso de los últimos años ha sido descomunal. En este contexto, si analizamos el conjunto de estos nuevos desarrollos podemos enunciar algunas interesantes conclusiones.

El escudo antimisiles: La carrera armamentística rusa comenzó en 2003 como respuesta al despliegue del escudo antimisiles en algunos países del Este de Europa. Casi todos los esfuerzos han ido dirigidos a crear armas que, de una u otra forma, puedan penetrar las defensas antimisiles desarrolladas por Occidente.

Para eludir los sistemas antiaéreos terrestres (NASAMS, Arrow o Patriot) el esfuerzo se ha dirigido a aumentar el alcance, velocidad, maniobrabilidad y potencia de una amplia gama de misiles (nucleares y convencionales), mejorando tanto los modelos balísticos como los cruceros, e incluso tratando de materializar un nuevo tipo que aspira a, en cierto modo, combinar ambas técnicas. Los nuevos diseños han sido desarrollados bajo dos premisas: aumentar el alcance para batir cualquier tipo de objetivo en cualquier lugar del orbe y proporcionar capacidades para eludir los sistemas antimisiles occidentales.

Para romper las defensas antimisiles en la mar (Aegis) las ya mencionadas innovaciones en misiles han sido complementadas con el desarrollo del vehículo submarino no tripulado Poseidon, de forma que los navíos de guerra del adversario deban hacer frente a dos insidiosas amenazas simultáneamente: aérea y submarina.

El poder naval y el dominio de la mar: Parece que otra de las finalidades de estos nuevos desarrollos es hacer frente a la superior entidad y capacidad de combate de las armadas occidentales. La superioridad naval de la Alianza Atlántica -al menos en lo que a buques de superficie de refiere– es palmaria y abrumante.

Para hacernos una idea, basta comparar el poderío de la US Navy con el de la Federación Rusa. En tal parangón solo haremos referencia a los buques de medio y gran porte (ver Cuadro 1). En principio, podemos constatar la inmensa superioridad en portaviones, 20 de Estados Unidos y 1 ruso (el Almirante Kuznetsov, que no se encuentra operativo y parece que prácticamente se mantiene como simbólico buque insignia de su Armada).

También resulta abrumadora la superioridad en cruceros y destructores: 94 frente a 18, respectivamente. Pero al disminuir el tonelaje la situación da un drástico y sorprendente vuelco y en fragatas y corbetas nos encontramos con el balance de 22 contra 94. El apartado dedicado a submarinos está bastante más equilibrado: Estados Unidos 69 y Rusia 59. Las cifras son elocuentes: la US Navy, mucho más potente, está pensada para constituir grandes formaciones navales para ejercer el dominio de mares y océanos y proyectar el poder militar con capacidades y apoyos para intervenciones terrestres.

La Federación Rusa –con un potencial económico muy limitado en comparación con los Estados Unidos– no está en condiciones de acometer la construcción y mantenimiento de una gran Armada de superficie que pudiera disputar el dominio del mar a las mucho más potentes flotas de sus tradicionales adversarios.

Por ello, en lugar de invertir en grandes buques convencionales, Moscú parece haber apostado por plataformas navales (tanto barcos ligeros y rápidos como sigilosos y furtivos submarinos) desde las que poder lanzar las armas de nueva generación que han sido específicamente diseñadas para amenazar y neutralizar formaciones navales de gran entidad. Según el Kremlin, algunos de los ya citados misiles y el misterioso Poseidon tendrían capacidad para eludir los sistemas defensivos (antimisiles o antisubmarinos) y hundir cualquier navío de guerra en cualquier mar u océano.

La amenaza disuasoria: En su discurso del 8 de marzo de 2018, el presidente ruso aseguraba que, con las últimas innovaciones, los nuevos desarrollos rusos –convencionales y nucleares– estaban en condiciones de alcanzar cualquier objetivo terrestre y marítimo en cualquier punto del orbe.

Aunque muchos expertos ponen en duda que estos sistemas sean realmente operativos y tan eficientes como Moscú pretende hacer creer, el mensaje sembró la duda y la preocupación (sobre todo teniendo en cuenta las apocalípticas capacidades del arsenal nuclear ruso). Putin, que a esas alturas ya debía estar barajando la intervención en Ucrania, finalizó su triunfal presentación con un explícito, arrogante y amenazante aviso a navegantes: Con las nuevas armas rusas las defensas tradicionales han quedado obsoletas y si alguien encontrase una solución alternativa, nuestros chicos pensarán en algo nuevo.

 

portada: Vladimir Putin centró su discurso en el debate del estado de la Federación de 2018 en las nuevas y potentes armas rusas.

  1. Eva de Lezo (2015): El conflicto de Ucrania: Guerra Mundial o Guerra Fría; disponible en https://www.defensa.com/en-abierto/conflicto-ucrania-tercera-guerra-mundial-guerra-fria.
  2. Países del extinto Pacto de Varsovia actualmente en la OTAN: Albania, Bulgaria, Checoslovaquia (hoy dividido en República Checa y Eslovaquia), Hungría, Polonia, República Democrática de Alemania (hoy unificada en una sola Alemania) y Rumania.
  3. Países que en su día fueron Repúblicas Soviéticas actualmente en la OTAN: Estonia, Letonia y Lituania.
  4. El equivalente ruso al GPS se denomina GLONASS.

 


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