La Fuerza Aérea de Estados Unidos, USAF, trabaja en distintos conceptos de sistemas aéreos, con los que busca mantener el liderazgo de los cielos en el futuro. La gestión de la batalla aérea, en la que participarán plataformas pilotadas y autónomas, requerirá sofisticados aparatos que sean capaces de detectar e identificar las amenazas y dar indicaciones y coordinar a las fuerzas propias para neutralizarlas, todo ello en un contexto en el que deberán apoyar acciones en entornos terrestres y navales y captar determinadas emisiones que puedan serles de interés.
Esa ingente labor la va a desarrollar el novedoso avión Boeing 737 AEW&C (Airborne Early Warning & Control) de alerta temprana y control, en el que se han integrado avances tecnológicos tan importantes como una antena fija de escaneo electrónico AESA (Airborne Electronically Scanned Array) con sensores que emiten pulsos digitales y son capaces de focalizar su interés en zonas más amplias o en áreas concretas, buscando así la mayor eficacia en la ejecución de los cometidos de búsqueda de la amenaza.
El aparato en cuestión, que ya presta servicio en la RAAF (Royal Australian Air Force) con la designación de E-7A Wedgetail, que no tenemos claro si la USAF la mantendrá o cambiará, figura entre las prioridades de obtención de medios aéreos de Estados Unidos a corto plazo. Se ha rubricado ya un contrato con Boeing para concebir y diseñar una versión del mismo que, en función de las capacidades que se soliciten, será específica y deberá estar lista para iniciar sus validaciones en un par de años, para poco después entrar en producción en serie y ser entregada al nuevo cliente.
Localizar, identificar y concretar cual es la amenaza es una necesidad determinante a la hora de conseguir el mejor control del espacio aéreo próximo y de aquel en el que se tenga interés en operar. A sistemas de radar terrestre avanzados o a determinados tipos de satélites se añaden lo que en términos genéricos se denominan como radares volantes.
El concepto, que algunos identifican con las conocidas siglas AWACS (Airborne Early Warning and Control System)m que identifican a sistemas de alerta temprana y control aerotransportados, no es nuevo en el seno de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
Fue en los últimos años de la II Guerra mundial cuando surgieron los primeros conceptos y, coincidiendo con la mitad del siglo pasado, llegó el Lockheed EC-121 Warning Star, basado en el histórico tetramotor comercial Lockheed L-1049 Super Constellation que también operó con la US Navy y voló en apoyo de las operaciones que se llevaron a cabo con ocasión del conflicto vietnamita.
Su reemplazo, en un proceso en el que incluso se llegó a valorar el uso de dirigibles con sensores aéreos, se consolidó con la llegada, a mediados de la década de los setenta del E-3 Sentry, que emplea la plataforma del tetrarreactor civil Boeing 707.
El E-7 AEW&C incluye sistemas electrónicos y lanzadores de bengalas para ayudar a la autoprotección propia ante diferentes tipos de misiles buscadores (foto Boeing).
Heredero del “Sentry”
Surgió modificando un 707-320, que recibió sobre la parte trasera de su fuselaje una antena giratoria de grandes dimensiones, que acogía un radar de Westinghouse al que se estima un alcance efectivo de unos 500 km. en condiciones óptimas. Sus pruebas oficiales se iniciaron en 1975, en marzo de 1977 se recibió el primer ejemplar en el 552nd Airborne Warning and Control Wing (Ala de Alerta y Control Aeroportado) de la Base Aérea, o AFB (Air Force Base) de Tinker, en Oklahoma, y en abril de 1978 se obtuvo la capacidad operativa inicial o IOC (Initial Operating Capability), recibiendo otros 33 más hasta 1984.
Se fabricaron otros tantos para la OTAN y las fuerzas aéreas de países como Francia, Reino Unido o Arabia Saudita. Su precio oficial, en dinero constante del año fiscal 1998, es de 270 millones de dólares la unidad.
Los Sentry se han especializado en cometidos de gestión del control de la batalla aérea BM (Battle Management), vigilancia de amplios espacios WAS (Wide Area Surveillance) y en acciones conjuntas de mando y control JCC (Joint Command and Control), unas misiones en las que es vital el trabajo de sus 4 tripulantes y de los especialistas que, en función de la misión, son un núcleo de entre 13 y 19 militares.
Los E-3 han jugado un papel importantísimo en todo tipo de conflictos durante las últimas cuatro décadas, proceso en el que se han mejorado sus capacidades y equipos con distintos cambios. Lo más reciente es el programa de modernización al Block 40/45, que se ha completado en los últimos años de la pasada década y es revolucionario, al incorporar nuevos procesadores de misión y pantallas de presentación, que sustituyen a los originales con un sistema de arquitectura abierta con elementos de hardware y software basados en elementos comerciales COTS (Commercial Off The Shelf).
Tras esa actualización, Estados Unidos mantiene en activo, y los seguirá volando por lo menos hasta contar con su sustituto, una flota de 31 ejemplares, que incluyen 10 E-3B y 21 E-3G, que se caracterizan por una media de edad que, según datos oficiales, superaría los 43 años en el primer modelo y 41 en el segundo. El Mando Aéreo de Combate, o ACC (Air Combat Command), vuela 27 de ellos desde la AFB de Tinker y las Fuerzas Aéreas del Pacífico, o PAF (Pacific Air Forces), tienen asignados 4, que se despliegan tanto en la AFB de Kadena (Japón) como en la de Elmendorf (Alaska).
Pese a modernizarlos y mejorarlos, su edad, las cualidades de la plataforma aérea y determinadas obsolescencias técnicas y tecnológicas de sus sistemas han aconsejado obtener pronto un nuevo concepto con el que reemplazarlos.
Desde finales de la pasada década se han estado haciendo validaciones al respecto y, de las mismas, en abril de 2022 conocimos ya la voluntad de la USAF de avanzar hacia su sustitución con el nuevo E-7, del que señaló que era la única plataforma que cumplía los requisitos del Departamento de Defensa para el control táctico de la batalla, la indicación de objetivos moviéndose en su zona de vigilancia y el mando y control.
Dentro del presupuesto de 2023 se solicitaron 227 millones de dólares para iniciar las investigaciones, desarrollos y pruebas de un proceso que podría llevar asociado el próximo retiro de alguno de los actuales AWACS. Ya se han concretado los primeros pasos del proceso por el que la USAF obtendría no menos de 24 ejemplares nuevos del E-7A, número que podría ascender a 26 para poder, a partir de 2027 y hasta 2032, iniciar y completar el reemplazo de los actuales E-3 y obtener con ello más capacidad, a la vez que se incide en unos menores costes de mantenimiento y operación.
Se ha aprobado, para tener operativo en 2025 un ejemplar de pruebas, mediante la contratación FA8730-23-C-0025, que se hizo pública el pasado 28 de febrero y que contempla que Boeing realice una serie de trabajos, liderados desde su planta de Seattle (Estado de Washington), para poner a punto los 6 prototipos de validación. El pedido, rubricado por el Air Force Life Cycle Management Centrer, localizado en la AFB de Hanscom, es por nada menos que 1.200 millones de dolares.
El proceso inicial debería estar finalizado en fecha tan cercana como agosto de 2024, para así poder realizar durante 2025 todo tipo de pruebas y validaciones que permitan determinar sus capacidades reales e introducir aquellas modificaciones que sean pertinentes. La reducción de costes operativos en la amplia flota de la USAF parece que derivará en que alguno de los E-3 actuales se dé de baja de forma paralela a la validación de los E-7, aunque ya se ha manifestado con claridad que en ningún momento del proceso se van a perder las capacidades que aportan este tipo de sofisticados aparatos militares.
Los E-7A en profundidad
Este modelo realizó su primer vuelo en 2004 y en 2009 se inició su comercialización. Lo seleccionó la RAAF, que recibió sus 6 Wedgetail entre 2009 y 2012, aparatos que han operado en Siria, coordinando la actuación de hasta 80 aviones en la misma misión y realizando despliegues record, que llegaron a las 17,3 horas de duración al recibir combustible en vuelo. A esas entregas le siguieron otras que incluyeron la llegada en 2014 del primero de los 4 obtenidos por Turquía dentro del proyecto Peace Eagle.
Corea del Sur invirtió 1.600 millones dólares en 6 ejemplares, que, modificados parcialmente por Korea Aerospace Industries (KAI) y obtenidos como resultado del programa Peace Eye, se entregaron entre 2011 y 2012. El cuarto cliente fue el Gobierno británico, que solicitó 5 E-7A Mk1 en marzo de 2019, dentro de un pedido primero reducido y luego ampliado, lo cual ha generado retrasos y que el primero les sea entregado previsiblemente en 2024. Por lo que se sabe en todos los países que se usa, ha demostrado ser una plataforma de alto nivel operacional.
No conocemos aún ningún detalle preciso de la versión del E-7A por la que apostarían los estadounidenses, aunque ya han señalado que el aparato en cuestión va a ser el resultado de un proceso en el que valorarán los primeros prototipos para ahondar en la consecución de un producto avanzado, que les pueda dar lo que pretenden y yendo a por un concepto de evolución continuada de capacidades durante un periodo temporal de al menos tres o cuatro décadas.
Los E-7 “Wedgetail” son caros y un objetivo claro de diferentes amenazas, por lo que deben protegerse en tierra y en vuelo (foto David Said/Ministerio de Defensa de Australia)
Como punto de partida tomarán el E-7 AEW&C, que ha sido concebido por su fabricante como una plataforma avanzada que facilitará la respuesta a las amenazas futuras que se puedan presentar en el desarrollo de la batalla aérea.
Lo hará empleando una serie de tecnologías, que ya han sido probadas y están en uso por varios clientes de este modelo, optimizadas en el sentido de generar un sistema de armas capaz de proveer una capacidad de vigilancia especialmente potente y multidominio, que se beneficiará de avanzados equipos de comunicaciones y de un entorno y capacidades focalizadas en el control de medios para que, con efectos multiplicadores, aporten interoperabilidad en un determinado espacio y misión.
Boeing asegura que con su avión AEW&C se puede ver más lejos, realizar enlaces de comunicaciones más efectivos y, lo que aún es más relevante, tomar decisiones de forma más rápida y así asegurar el éxito buscado. Desde el E-7 se controlarán capacidades aportadas por cazabombarderos, satélites de comunicaciones multibanda, aviones de distinto tipo, aparatos de reabastecimiento en vuelo, sistemas autónomos tipo UAV (Unmmaned Aerial Vehicle)…, enlazando también con recursos terrestres, marítimos y de defensa aérea.
La gestión de tantos medios operando en beneficio del mismo objetivo es una tarea compleja para la que los E-7 de la USAF estarán especialmente preparados, seguramente con capacidades superiores a los suministrados hasta ahora a otros países. Serán parecidos a estos últimos, pues parece ser que se mantendrá como punto de partida el fuselaje del 737-300. del que, con un tamaño medio y una propulsión basada en turbinas CFM-56-7B eficientes de consumo contenido, que le confieren una velocidad de crucero de unos 850 km/h., es bastante probable se adquieran ejemplares usados para emplear sus células y actualizarlas y transformarlas convenientemente a la variante de nueva generación NG (Next Generation).
Se trataría de emplear el mismo avión que ya se usa en plataformas como el P-8 Poseidon de guerra antisubmarina y naval de la US Navy. Incluiría la capacidad de recibir combustible en vuelo para ampliar su radio de acción normal de unos 6.500 KM., en beneficio de misiones de mayor duración. Contaría con recursos internos para acomodar a sus 2 tripulantes y a los 10 operadores de los distintos sistemas con una suficiente comodidad; y volaría a una altura máxima de 41.000 pies, unos 12,5 km.
Los sensores
Lo más importante en los futuros E-7A Wedgetail serán sus sensores activos y pasivos, que le capacitarán para discernir entre amigos y enemigos, o IFF (Identification Friend or Foe) a distancias superiores a los 550 km. Lo harán gracias al uso combinado de las capacidades aportadas por el subsistema radar que está basado en una antena fija MESA (Multi-role Electronically Scanned Array) de grandes dimensiones sobre el fuselaje, desarrollada por Northrop Grumman para generar una cobertura instantánea de escaneo de 360º alrededor de la zona por la que se vuela, conjunto característico en este diseño AEW&C que acoge en su interior cientos de sensores digitales,
Ofrece una avanzada capacidad para determinar la localización de objetivos moviéndose AMTI (Advanced airborne Moving Target Indicator). Su vital trabajo lo hace en relación directa con el de otros equipos, que incluyen avanzados sistemas de autoprotección electrónica EWSP (Electronic Warfare Self-Protection) y de apoyo electrónico ESM (Electronic Support Measures), radios multiservicio VHF/UHF (Very High Frequency/Ultra High Frequency) especializadas en enlaces de voz y datos cifrados, un enlace de datos tácticos con capacidad de muy largo alcance BLOS (Beyond Line Of Sigh), o un sofisticado subsistema de proceso que gestiona los datos obtenidos para presentarlos de la forma que sean más útiles a los operadores.
La famosa “seta” de los E-3 dejará de ser clásica en los cielos, al decidirse la USAF por sustituirlo y estar pendiente también que la OTAN actúe de forma similar con los suyos (foto USAF).
Sus capacidades le permiten vigilar un espacio de 4 millones de km2. en las 10 h. que duraría un turno normal de trabajo sin recibir más combustible en vuelo, localizando y siguiendo en su periplo de forma simultánea posibles blancos aéreos o marítimos. Todo el conjunto se beneficiará de pruebas, como las realizadas en 2020 por Boeing para validar un sistema de misión de arquitectura abierta OMS (Open Mission System), concebido para trabajar en un entorno de mando BMC2 (Battle Management Command and Control), ventaja sustancial a la hora de afrontar que, a futuro, las capacidades puedan crecer.
Otras ventajas del E-7A Wedgetail son que, gracias a su concepción JADC2 (Joint All Domain Command and Control) puede compartir fácilmente la visión que obtienen sus sensores con aparatos de combate y con otras plataformas o intercambiar datos con ellas, lo que le hace especialmente flexible en un concepto tan actual como el de guerra en red. Complementariamente, hay que tener en cuenta que, al haberse fabricado más de 9.000 737, haynumerosos lugares en todo el mundo para repararlos o apoyarlos, lo que incide en menores costos asociados a la logística.
Para acabar, y partiendo del potencial identificado por la Royal Air Force (RAF) británica en relación a los E-7A Mk1 con los que espera dotarse, este modelo de avión AEW&C sería capaz de producir y difundir una precisa presentación de la situación aérea, facilitar la interoperabilidad entre plataformas de cuarta generación y posteriores, proporcionar capacidades de mando y control y de gestión de la batalla aérea, generar coordinación dinámica de la planificación de los repostajes aire-aire, asistir a los procesos de coordinación de búsqueda y rescate de combate CSAR (Combat Search And Rescue) y cooperar con otras naciones u organizaciones aliadas que cuenten con medios AEW.
La USAF a partir de la próxima década consolidará el cambio de la actual plataforma, el E-3 Sentry, por la nueva, el E-7A Wedgetail, y evolucionará de forma positiva para liderar el dominio del espectro aéreo en un entorno futuro en el que las sinergias de distintos conceptos de sistemas serán determinantes para llevar a cabo las misiones con las mayores garantías de éxito. (Octavio Díez Cámara)