¿Desea recibir notificaciones de www.defensa.com?
X
Sábado, 6 de diciembre de 2025 Iniciar Sesión Suscríbase

Tercer aniversario de una guerra que tiene que acabar: Ucrania se está quedando sin ucranianos

Fuerzas ucranianas se mueven hacia el Kursk a bordo de un BMP2 armado con cañón automático 2A42 de 30 mm.
Fuerzas ucranianas se mueven hacia el Kursk a bordo de un BMP2 armado con cañón automático 2A42 de 30 mm.

Cuando Marco Rubio, secretario de Estado de la Administración Trump y máximo responsable en política exterior, fue preguntado en el Senado sobre la continuidad del apoyo financiero y militar a Ucrania, su respuesta fue tan clara como contundente: «Esta guerra tiene que llegar a su fin. El problema al que se enfrenta Ucrania no es que se esté quedando sin dinero, es que se está quedando sin ucranianos».

Se ha cumplido el tercer aniversario de la guerra ruso-ucraniana y toca hacer el correspondiente balance anual. Por razones de extensión no volveremos a contar -ni en modo sinopsis- lo acontecido en los dos primeros años. No obstante, para una mejor comprensión de esta tercera entrega, o para aquellos que simplemente quieran refrescar memoria, puede resultar útil echar un vistazo a los dos primeros artículos de la trilogía, documentos que ahora se encuentran disponibles en los enlaces que para cada uno de ellos se indican: Un año de guerra en Ucrania, causas, operaciones: posverdad o posmentira(1) y Balance del segundo año de guerra en Ucrania, ¿jaque mate o tablas?(2)

Una vez establecida la delimitación temporal del relato y señaladas las fuentes donde consultar los antecedentes, veamos los asuntos a tratar. Dedicaremos el primer epígrafe al desarrollo de las operaciones militares; en el segundo analizaremos algunos elementos clave en la evolución de la contienda (aeronaves no tripuladas y misiles); seguidamente daremos cuenta de la situación presente; a continuación, realizaremos algunas reflexiones prospectivas para, finalmente, exponer las conclusiones.  Comenzamos con un breve relato de los principales acontecimientos registrados en el campo de batalla en el último año.

Antes de entrar en la crónica de este tercer asalto conviene recordar que el primero habría que anotárselo a Ucrania: las tropas de Kiev consiguieron parar el golpe del enemigo ruso e incluso le hicieron retroceder y ceder una buena parte del terreno conquistado. Así como el primer asalto cayó del lado ucraniano, el segundo fue para Rusia: en el verano de 2023, las fuerzas enviadas por Moscú frustraron la excesivamente triunfalista y muy temerariamente anunciada ofensiva ucraniana y, a partir de ahí, los avances rusos fueron lentos pero continuos.

El tercer año de guerra comenzó tras una importante victoria para el Kremlin: la conquista de Avdiivka, población situada unos 8 km. al Norte de Donetsk, capital de la oblast (provincia) del mismo nombre. Allá por el año 2014, las fuerzas ucranianas, tras fracasados intentos de tomar Donetsk, se hicieron fuertes en Avdiivka, convirtiéndola en un fortín que se consideraba prácticamente inexpugnable (como así fue durante casi diez años). Sin embargo, a principios de 2024 las perspectivas eran poco halagüeñas, los rusos estaban cada vez más cerca y amenazaban con cercar el enclave.

El entonces jefe supremo de las Fuerzas Armadas ucranianas, general Valerii Zaluzhny, que no quería repetir la sangría de Bajmut, propuso una prudente retirada. Sin embargo, el presidente Volodomir Zelensky, al igual que en Bajmut, ordenó resistir a toda costa. El diferendo entre ambos se resolvió el 8 de febrero con la destitución de Zaluzhny, quien fue reemplazado por el general Oleksander Sirsky, que, según viene demostrándose, es más dócil a la hora de acatar las órdenes presidenciales.

Malas decisiones

Unos días más tarde, el 17 de febrero, la evolución de los acontecimientos dio la razón a Zaluzhny y, cuando ya no quedaba casi nada que salvar, el propio Zelensky dio una tardía, pero ya inú­til, orden de repliegue. El presidente justificó su cambio de decisión afirmando que la vida de los ucranianos es una prioridad absoluta, pero la realidad es que lo que pudo ser una retirada a tiempo se había convertido en una ratonera de la que muy pocos pudieron escapar. A pesar de la derrota, el impenitente Zelensky añadió: Ucrania ha demostrado que puede obligar a Rusia a retirarse. Podemos recuperar nuestra tierra.

Por cierto, que el defenestrado Zaluzhny acabó de embajador en Londres, cuestión sobre la que volveremos más adelante pues puede tener su importancia de cara al inmediato futuro. El desenlace de la batalla de Avdiivka, justo al cumplirse el segundo aniversario, marcó el desarrollo de las operaciones durante el tercer año. No puede decirse que la localidad en sí tuviese una trascendental importancia estratégica, pero lo cierto es que con su ocupación se alivió definitivamente la presión que Donetsk había soportado durante casi diez años. Ahora la ciudad y su aeropuerto quedaban fuera del alcance de la artillería ucraniana.

Pero, sobre todo, la conquista del fortificado enclave tuvo un importante efecto moral sobre las tropas rusas que a diario lograban pequeños, pero constantes, avances en todos los sectores. Las fuerzas enviadas por el Kremlin emprendieron operaciones ofensivas de mayor o menor intensidad en todo el frente, aunque el esfuerzo principal viene desarrollándose en la oblast de Donetsk. A principios del año 2024, Kiev todavía controlaba alrededor del 50 por ciento de esta provincia, razón por la cual Moscú ha priorizado este sector para ocupar todo el territorio que sea posible, de cara al probable inicio de negociaciones.

El mando ruso se marcó como objetivo la conquista de algunas de las más importantes ciudades, entre ellas Vuhledar, Selidovo, Kurakhovo, Velyka-Novosilka, Torestk, Chásiv-Yar o Pokrovsk. A principios del verano, Zelensky era consciente de que las operaciones no iban nada bien. Su nuevo comandante en jefe, el general Sirsky, propuso abrir otro frente, como mejor solución para aliviar la presión en el sector de Donetsk. Además, se pensó que, si los combates se llevaban a territorio ruso, Putin daría prioridad absoluta a defender el suelo patrio y retiraría fuerzas del Dombas. 

Así, el 6 de agosto de 2024, Kiev dio la orden atravesar la frontera rusa para penetrar en la oblast de Kursk. Inicialmente la sorpresiva y audaz ofensiva fue un éxito, pues los atacantes apenas encontraron resistencia en un área defendida por un puñado de guardias de frontera. Una semana después las fuerzas ucranianas habían ocupado alrededor de 1.000 km2. de territorio ruso, incluyendo la importante ciudad y nudo de comunicaciones de Sudhza.

Kiev había constituido una potente organización operativa con tropas de algunas de sus mejores unidades: 7 brigadas mecanizadas, las 21, 22, 47, 61, 88, 115 y 116; 3 de asalto aéreo, las 80, 82 y 95; la Acorazada 17; la de Infantería de Marina 36; la Ligera 92; 2 unidades de UAV (Unmanned Aerial Vehicle), el Regimiento 14 y el Batallón 413; varias de operaciones especiales, el Regimiento 8 y los grupos Alfa y Omega; así como contingentes con voluntarios extranjeros, como la Agrupación Getica de rumanos y las legiones, georgiana y Por la Libertad de Rusia (rusos renegados).

El déficit de nuevos reclutas está afectando muy negativamente a la operatividad de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

La reacción calmada de Moscú

Sin embargo, a pesar del alcance y significado de la incursión, Moscú reaccionó con calmada respuesta y no efectúo movimientos apresurados; unas semanas después, a principios de septiembre, había logrado parar la ofensiva ucraniana y, sin mover tropas del Dombás, reunir un contingente de alrededor de 60.000 efectivos (incluidos unos 10.000 norcoreanos). A partir de entonces los rusos recuperaron la iniciativa, de tal forma que en febrero de 2025 ya habían reconquistado alrededor del 50 por ciento del terreno ocupado.

Los ucranianos, no obstante, siguen peleando por cada metro de tierra. El caso es que la arriesgada maniobra de Zelensky no tuvo los efectos deseados (el adversario no llegó a morder el anzuelo), incluso algunos analistas consideran que la aventura del Kursk fue una mala jugada. Aunque es cierto que las fuerzas rusas han sufrido un gran desgaste, también lo es que muchas de las más aguerridas unidades ucranianas se desangran en Kursk, mientras los rusos siguen avanzando en el sector de Donetsk.

Así, en el último trimestre del 2024 Kiev perdió algunas importantes ciudades: Vuhledar, un bastión parecido a Avdiivka, cayó en manos rusas a principios de octubre; y Selidovo a finales; en diciembre Kurakhovo corrió la misma suerte, en enero del 2025 llegó el turno de Velyka-Novosilka y, en el momento de escribir estas líneas (febrero 2025), Torestk acaba de caer, Chásiv-Yar resiste a duras penas y las fuerzas rusas se encuentran a las puertas Pokrovsk.

En abril del año 2023 publicamos un artículo titulado King Dron, el rey de la batalla en Ucrania. El UAV como arma determinante(3) en el cual no hacíamos sino dejar constancia de lo evidente: En la guerra ruso-ucraniana los “drones” están desem­peñando un papel determinante y hay quien afirma que se están convirtiendo en los reyes de la batalla. Los distintos modelos ocupan todo el espectro de las operaciones y se emplean tanto a nivel operacional como táctico.

A nivel operacional, los “drones” se han convertido en sustitutivo o, más bien, complemento, de los tradicionales misiles –balísticos o de crucero– para batir objetivos de alto valor ubicados en la retaguardia a grandes distancias del frente de combate. A nivel táctico, las denominadas municiones merodeadoras, más popularmente conocidos como “drones suicida” o “kamikaze”, se han convertido en un arma decisiva en el campo de batalla.

UAV y misiles

Pues la evolución, por no decir revolución, continúa con una cada vez más amplia panoplia de vehículos aéreos no tripulados, o drones. En el nivel táctico están los omnipresentes y omnímodos FPV (First Person View) de visión en primera persona, que permiten al operador pilotar como si realmente fuese a bordo del aparato. En realidad, se trata de UAV comerciales de ala rotatoria (baratos, manejables y muy ágiles) originalmente diseñados para aplicaciones de fotografía y cinematografía.

Los más empleados por uno y otro bando son los chinos DJI de la serie Mavic. Los combatientes, de un modo un tanto artesanal, adhieren cargas de diverso tipo (huecas, fragmentación, termobáricas...), según el objetivo a batir, y ni los vehículos acorazados ni las obras de fortificación escapan al poder destructivo de estos insidiosos artefactos. En lo que se refiere a los medios acorazados, se ha desarrollado un procedimiento al que sucumben incluso los más avanzados y protegidos carros de combate.

El operador (piloto FPV) estrella el aparato en la cámara motor, normalmente se produce un incendio y la tripulación abandona el vehículo, que queda detenido, el fuego se propaga y el carro acaba estallando o totalmente calcinado (si el incendio no se extiende a la primera otros UAV acabarán el trabajo). En lo que concierne a las fortificaciones, los FPV, por su reducido tamaño y gran maniobrabilidad, pueden aprovechar cualquier pequeña abertura (portillos, troneras, aspilleras, u otra oquedad) para introducirse a su través y explosionar en el interior de búnkeres, fortines, trincheras, pozos de tirador, nidos de ametralladoras… 

Otro aspecto digno de mención en la evolución de estos artefactos es la aparición de filo-dirigidos. La experiencia acumulada durante estos tres años viene demostrando que la guerra electrónica ha sido el medio más eficaz para neutralizar los UAV. Los emisores de interferencias pueden interrumpir (aunque sea intermitentemente) el enlace de radio entre el operador y el aparato y entonces el drone queda fuera de control y acaba estrellándose. Según datos obtenidos del campo de batalla, solo 1 de cada 4 drones consigue alcanzar su objetivo y, en la mayoría de los casos, los emisores de interferencias son los responsables.

Desde hace meses se ha detectado el vuelo de UAV filo-dirigidos que, por razones obvias, son inmunes a la perturbación electrónica. Pero no ha sido hasta la operación de Kursk cuando estos artefactos han empezado a emplearse de forma masiva. En realidad, su manufactura vuelve a tener carácter artesanal, pues se trata de los mismos UAV comerciales a los que ahora, además de la carga explosiva, se les añade una bobina de fibra óptica que permite la conexión física con el terminal de control. Aunque el cable perjudica su maniobrabilidad, se han mostrado muy eficaces en las distancias cortas (hasta 500 m.) y en terrenos despejados se han conseguido alcances muy superiores (hasta 10 km.).

Respecto a los misiles, hay que destacar que han sido los protagonistas de una escalada con puntos de muy álgida tensión. En algunas ocasiones se ha llegado a especular con la posibilidad de emplear cabezas nucleares. Uno de los momentos más críticos se produjo el 18 de noviembre cuando Estados Unidos autorizó el uso de ATACMS de largo alcance (unos 300 km.) para batir objetivos en profundidad dentro de territorio ruso y Reino Unido hizo lo propio respecto a los Storm Shadow (550 km.).

Rusia, por su parte, ya venía empleando misiles para golpear las infraestructuras en toda Ucrania con Iskander (400 km.) y Kaliber (2.600 km.), pero, además, el 21 de noviembre, y a modo de advertencia, Moscú empleó por primera vez su nuevo misil Oreshnik (5.500 km.) de cabeza múltiple, que alcanzó objetivos en la ciudad de Dnipro. A partir de entonces los intercambios de golpes en profundidad (UAV/misiles) se han sucedido casi a diario, pero, a pesar de algunos malos augurios, siempre se han empleado cabezas de guerra convencionales.

La escasez de munición fue uno de los mayores problemas para los defensores de Avdiivka.

Realismo o cruda realidad

Durante su campaña electoral Donald Trump había prometido acabar con la guerra en Ucrania en 24 horas. Por razones obvias (exiguo límite temporal), cumplir esa promesa, como tantas otras, resultaba imposible. Sin embargo, desde el pasado 20 de enero, fecha del relevo presidencial en Estados Unidos, la política de Washington respecto al conflicto ruso-ucraniano ha cambiado radicalmente. Comenzamos con las declaraciones del nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, quien afirmaba que la guerra tenía que acabar, sobre todo porque Ucrania se estaba quedando sin ucranianos.

Más recientemente, el 12 de febrero, el nuevo secretario de Defensa, Peter Hegseth, aprovechando una reunión en Bruselas del denominado Grupo de Contacto para Ucrania, lo dejó muy claro en un comunicado, que parcialmente reproducimos: El baño de sangre debe finalizar. Esta guerra tiene que llegar a su fin. Sólo acabaremos con esta guerra devastadora y estableceremos una paz duradera) compaginando la fuerza de la alianza con un análisis realista del campo de batalla. Queremos una Ucrania soberana y próspera. Pero debemos empezar por reconocer que regresar a las fronteras de Ucrania anteriores a 2014 es un objetivo poco realista. Perseguir este objetivo ilusorio sólo prolongará la guerra y causará más sufrimiento.

Y prosiguió: Dicho esto, Estados Unidos cree que la membresía de Ucrania en la OTAN no es una opción realista para llegar a un acuerdo negociado. En cambio, cualquier garantía de seguridad debe estar respaldada por la presencia de tropas europeas y no europeas. Si eventualmente estas tropas se despliegan como fuerzas de paz en Ucrania, deberían hacerlo como una misión no OTAN. Para ser claros, no se desplegarán tropas estadounidenses en Ucrania. Y lo más importante, hay que concienciar a los ciudadanos sobre la amenaza a la que se enfrenta Europa, a la que sólo puede hacerse frente mediante un incremento del gasto en defensa. El 2 por ciento no es suficiente; el presidente Trump ha pedido un 5 y yo estoy de acuerdo.

Realismo

Tras tres años de guerra, ahora sí, el secretario de Defensa de Estados Unidos nos da un baño de realismo repleto de radicales rectificaciones, que parecen hacer buena aquella popular expresión que dice donde dije digo, digo Diego. Hegseth afirma que hay que hacer un análisis realista del campo de batalla porque, por mucho que se esfuercen en general los medios de comunicación en decir lo contrario, Ucrania no está ganando la guerra y, además, según Marco Rubio, se está quedando sin ucranianos.

En segundo lugar, ahora se descubre que regresar a las fronteras de Ucrania anteriores a 2014 es un objetivo poco realista; cuestión que, a nuestro juicio, parecía evidente teniendo en cuenta la distribución e idiosincrasia de la población. Finalmente, a pesar de las expectativas e incluso promesas dadas al respecto, ahora resulta que la membresía de Ucrania en la OTAN no es una opción realista. La cuestión es que estas realidades siempre estuvieron ahí, pero muy pocos se atrevían siquiera a mencionarlas. Autoridades, medios de comunicación y, a la postre, ciudadanos preferían el enfoque triunfalista que llevaría a una renovada versión de la gesta David-Goliat (en este caso la pequeña Ucrania derrotaría al gigante ruso).

Para tratar de acreditar que estas cuestiones no eran tan difíciles de ver, transcribimos algunos párrafos aparecidos en anteriores artículos de nuestra revista. Allá por el año 2015, se publicó un premonitorio artículo, cuya lectura recomendamos, titulado El conflicto de Ucrania: Guerra Mundial o Guerra Fría(4). En él se decía: Los ucranianos rusos -con el apoyo encubierto pero evidente de Rusia- van a seguir luchando por mantener un statu quo hacia una independencia que probablemente no tarde en consolidarse en Donetsk y Lugansk y que posteriormente pudiera acabar extendiéndose a otros territorios de la antigua Nueva Rusia (desde el Dombass a Transnistria). 

En el artículo del primer balance anual, Un año de guerra en Ucrania, causas, operaciones: posverdad o posmentira (marzo de 2023), ya hacíamos referencia a los puntos débiles de Ucrania: Por una parte, su potencia demográfica es limitada y, por ende, su capacidad de movilización, y, por otra, controlar las zonas radicalmente prorrusas -Dombás y Crimea- se antoja imposible. En el trabajo del segundo aniversario, Balance del segundo año de guerra en Ucrania ¿Jaque mate o tablas? (marzo de 2024), insistíamos en los mismos temas: Las zonas bajo control de los respectivos contendientes coinciden -con alguna reserva y matización- con las regiones donde la población es afín, lo que facilita enormemente su control y defensa.

Esta realidad no puede ni debe pasar desapercibida y va a resultar determinante, tanto en el desa­rrollo de las operaciones militares, como en el de las, cuando las haya, conversaciones de paz. Ucrania depende para sobrevivir de la ayuda (financiera y militar) que le proporciona Occidente (ayuda que hace meses inició una senda descendente), pero su verdadero talón de Aquiles se encuentra en su demografía, que limita las posibilidades de reclutamiento; las sucesivas olas movilizadoras son cada vez más ineficientes (los reclutas por edad y condiciones psicofísicas no resultan aptos para el combate) e impopulares (la opinión pública es contraria a una movilización general al estilo del Volkssturm alemán que, dicho sea de paso, de poco sirvió).

Imagen cenital de un carro de combate M-1A1 SA “Abrams” estadounidense con el motor incendiado tras el ataque de un “drone”.  

Reflexiones

Para finalizar el presente balance enunciaremos en modo telegráfico algunas reflexiones con cierta carga prospectiva.

Guerra proxy: El 28 de noviembre, el ex primer ministro británico Boris Johnson concedía una entrevista al Daily Telegraph, en la cual se mostraba así de tajante: Estamos librando una guerra “proxy”(5), pero no estamos dando a nuestros “proxies” las capacidades necesarias para hacer el trabajo. Durante años, les hemos obligado a luchar con una mano atada a la espalda y eso ha sido cruel(6). Por si quedaba alguna duda sobre el carácter de la contienda, Zelensky (proxy-presidente) ha sido excluido de las negociaciones de paz. Ucrania ha puesto el escenario y ha sido la protagonista de la guerra (por ello ha quedado destruida), pero da la impresión de que ha participado poco o nada en el guion de esta obra que, según parece, no tiene final feliz.

Presidente Zelensky: El presidente ucraniano llegó al poder de una forma un tanto atípica. Recordemos que originalmente era un simple actor, que entre 2015 y 2018 protagonizó -no por azar- la serie Servidor del pueblo donde hacía el papel de ejemplar presidente de la República. La serie le sirvió de larga y subliminal campaña electoral, pues tras la fundación de un partido con el mismo nombre del serial televisivo, arrasó en las elecciones del 2019 (la ficción se hizo realidad). Al principio de la invasión, Zelensky, con o sin influencia exterior, creyó que la guerra estaba ganada y no quiso entrar en negociaciones.

Tan solo cuatro días después de la invasión, el 28 de febrero, se celebraron varias rondas de conversaciones, que acabaron con un borrador de acuerdo que Zelensky, con o sin influencia exterior, no aceptó y que, posiblemente, ahora firmaría de mil amores. El actor-presidente fue elevado a los altares por su determinación, asumiendo y creyéndose el papel de héroe nacional y paladín de Occidente. El caso es que, tras el último giro argumental, parece que el final se acerca y Zelensky comienza a aparecer como incomodo personaje (de momento Trump le ha llamado dictador y le responsabiliza de llevar su país al desastre). No queremos ser agoreros, pero el actor que llegó a presidente (tanto en la ficción como en la realidad) podría no acabar del todo bien.

Parece que su sucesor, en caso de que las negociaciones lleguen a buen puerto, podría ser su rival Zaluzhny, quien, como embajador en Londres, ha tenido tiempo y ocasión de medrar y labrar su futuro. En estas circunstancias, el futuro de Zelensky se presenta incierto y oscuro, pues no le van a faltar enemigos, ni dentro ni fuera de Ucrania, y si este árbol cae no faltará quién lo quiera hacer leña.

Europa: El relevo presidencial en Estados Unidos ha afectado directamente a los países europeos y muy en particular a los miembros de la UE, que no acaban de encajar lo que ya empieza a constituir un amargo final de la aventura ucraniana. La ruta del calvario comenzó el 2 de febrero en Bruselas, cuando el secretario de Defensa Peter Hegseth puso las cosas meridianamente claras y, de paso, abroncó a los socios europeos, entre otros motivos por no gastar suficiente en defensa.

Un par de días después, en la Conferencia de Seguridad de Munich, el vicepresidente estadounidense James Vance lanzaba una mayor reprimenda: La amenaza que más me preocupa en lo que respecta a Europa no es ni Rusia, ni China, ni ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza interna. Mientras, Trump contactaba directamente con Putin para organizar una primera reunión, que se ha celebrado en Riad (Arabia Saudí) el 18 de febrero (la fecha de cierre del presente artículo). Sólo asistieron representantes estadounidenses y rusos y sirvió, que no es poco, para escenificar el comienzo de las negociaciones.

Macron, que parece ser el único dirigente europeo con cierto afán de liderazgo, convocó una reunión de urgencia en Paris, que se celebró el 17 de febrero, para pulsar la opinión y explorar las intenciones de sus colegas europeos. Sirvió para casi nada, pues la UE, a pesar de su nombre, viene mostrando poca unidad y las posturas fueron muy diversas y, en muchos casos, incompatibles.

Conclusiones

Después de tres años de guerra, parece que el final está cerca. La opinión mayoritaria (al menos en Europa) asevera que la invasión de Ucrania se explica exclusivamente como la unilateral e imperial decisión del inefable Vladimir Putin. Sin embargo, también hay voces díscolas que mantienen que el conflicto fue provocado por mor de inconfesables intereses. Por último, los hay que defienden que la cuestión es mucho más compleja y optan por un enfoque ecléctico que contemplaría una combinación de múltiples factores. La realidad es que Ucrania ha quedado devastada, su territorio mermado, su población diezmada y sus recursos (en particular los agrícolas y mineros) hipotecados durante varias generaciones; Zelensky tendrá que rendir unas cuentas que, a día de hoy, parecen muy difíciles de cuadrar. (Eva de Lezo)

  1. https://www.defensa.com/en-abierto/ano-guerra-ucrania-causas-operaciones-posverdad-posmentira.
  2. https://www.defensa.com/en-abierto/balance-segundo-ano-guerra-ucrania-jaque-mate-tablas.
  3. https://www.defensa.com/guerra-de-ucrania-otro-foco/king-dron-rey-batalla-ucrania-uav-como-arma-determinante.
  4. https://www.defensa.com/en-abierto/conflicto-ucrania-tercera-guerra-mundial-guerra-fria.
  5. La guerra proxy (también conocida como guerra por delegación) es aquella en la que los estados, particularmente las grandes potencias, se disputan la hegemonía o dirimen sus intereses a través de terceros países con la finalidad de evitar los enfrentamientos directos entre sí.

https://www.telegraph.co.uk/news/2024/11/28/uk-troops-should-help-defend-ukraine-border-in-ceasefire/

 


Copyright © Grupo Edefa S.A. defensa.com ISSN: 3045-5170. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.