Por Josep Baqués*
En los últimos tiempos ha sido noticia la modernización de la marina de guerra del Reino de Marruecos. Es hora de hacer un balance, debidamente interpretado. Aunque la primera sensación que uno tiene es que la cosa va en serio pues, al margen de cuáles sean los estándares alcanzados, el salto cuantitativo y cualitativo realizado en el último lustro es más que evidente.En efecto, si hasta hace pocos años la marina de guerra de nuestro vecino era, resumiendo un poco, una corbeta de la clase Descubierta (ligeramente modificada) y unos pocos patrulleros de la clase Lazaga (adaptación española del tipo Lurssen de 57 metros), en la actualidad podemos comprobar la presencia de una retahíla de buques con una vocación más claramente oceánica que la de cualquiera de los antes citados que, al menos en alguno de los casos, equivale a los últimos diseños que están entrando en servicio con algunas de las marinas de guerra más importantes de Europa y del mundo.
Hacia una flota de alta mar…
En realidad, la primera señal de este proceso la tuvimos con la adquisición de dos “fragatas” de diseño francés del tipo Floréal. Lo entrecomillo porque, en realidad, este tipo de buque suele ser considerado por algunos expertos como un buque patrulla de alta mar más (Offshore Patrol Vessel, OPV). Por mi parte, creo que para definirlo deberíamos recuperar un viejo concepto: el que se halla tras la sigla PF (Patrol Frigate o Fragata de patrulla) que, no hace tantos años, lucían en sus amuras algunos buques de guerra de la US Navy. Se trata de buques de casi 3.000 toneladas a plena carga (94 m de eslora y 14 de manga), no especialmente veloces (18 nudos) pero con una gran autonomía (10.000 millas a 15 nudos) que vienen a ser un anticipo de nuestros buques de acción marítima (BAM, a los que, por cierto, también se las debería considerar como PF), con la salvedad de que incorporan un par de misiles anti-buque (Exocet, si bien de la versión “antigua”: MM-38). Como curiosidad, añadir que los dos buques marroquís sustituyen el cañón de 100/55mm C/L por un OTO Melara de 76/62 y el radar de exploración aérea DRBV-21 por una DT WM-22, ambos de procedencia española.
Pero, en realidad, las capacidades de combate de las PF son limitadas. Propias de escenarios de baja intensidad. De hecho, esta primera oleada modernizadora no causó especial sensación. En cambio las (auténticas) fragatas incorporadas en los últimos tiempos sí marcan un claro punto de inflexión. Las de menor porte son las tres SIGMA. Dos de 2.100 toneladas a plena carga (98x13 metros) y la restante de 2.400 tpc (105x13 metros), en ambos casos dotadas de sistemas electrónicos y armamento de última generación: radares de exploración aérea, direcciones de tiro radáricas, cañones de 76/62 super-rapid (120 dpm); misiles antiaéreos MICA con sistema de lanzamiento vertical, misiles anti-buque Exocet (pero esta vez los más poderosos MM-40); torpedos antisubmarinos A244 y hangar para un helicóptero. Es decir, cubren la trilogía propia de un buen buque de combate (misiles antiaéreos y antibuque, más un sistema antisubmarino constituido alrededor de un sonar de casco e integrado por tubos lanzatorpedos y helicóptero). Pero las tres SIGMA no son más que los fieles escuderos de la mayor de las fragatas recientemente incorporadas.
La de mayor capacidad es, de facto, el buque insignia de la nueva marina de guerra. Se trata, nada menos, que de una flamante FREMM. Un buque de porte similar a nuestras F-100, ligeramente más cortas de casco, pero también algo más “mangudas” (6.000 tpc, 142x20 metros). Estamos ante un diseño franco-italiano que también está entrando en servicio en dichos países, en diferentes versiones (11 buques en servicio o previstos en Francia y 10 en Italia). La unidad marroquí, por su parte, incorpora un cañón de 76/62 super-rapid; misiles antiaéreos Aster-15 en con sistema de lanzamiento vertical; misiles anti-buque Exocet MM-40; torpedos antisubmarinos MU-90 y un helicóptero. Esta vez con radar multifunción Herakles y con sonares tanto de casco como remolcado.
Este hecho, unido a la modernización de sus fuerzas de patrulleros de altura mediante la incorporación de hasta cuatro OPV-70 (1 OTO Melara de 76/62mm y “spot” para un helicóptero) unidades menores al margen, significa que la marina de guerra del país vecino ha multiplicado por varias cifras su capacidad de combate en alta mar en relación con lo que había sido habitual hasta hace poco más de un lustro.
A pesar de todo, algunos puntos débiles…
Sea como fuere, un análisis más detallado de la opción marroquí deja entrever algunas lagunas relevantes. Sin ir más lejos, es cierto que se ha apostado por la incorporación de misiles antiaéreos de última generación en los eficaces “pozos” para lanzamiento vertical. Sin embargo, la dotación de las baterías de misiles antiaéreos de todos esos buques es bastante limitada, mientras que su alcance los sitúa entre los mejores misiles de defensa de punto, pero los incapacita para una adecuada defensa de zona: 12 MICAs (15 kms de alcance) y 16 Aster-15 (30 kms). Eso las hace muy vulnerables a ataques aéreos de saturación o, simplemente, a varias oleadas de ataques sucesivos. Mientras que en el caso de los misiles anti-buque, si bien la FREMM posee 8, las SIGMAS sólo embarcan 4. Por último, la potenciación de la flota de helicópteros embarcados en Marruecos viene siguiendo un ritmo más lento del previsto, de modo que el escaso potencial de la aviación naval marroquí lastra las posibilidades de maximizar el potencial de estos buques.
Por lo demás, como era de esperar y algún lector habrá notado, la FREMM marroquí no está dotada de los 16 misiles SCALP que sí constituyen el “puño de acero” de sus homólogos galos. Realmente, este arma hubiera sido temible, incluso a efectos puramente disuasorios (más de 1.000 kms de alcance –se dice que hasta 1.400 km). De todos modos, es evidente que el diseño del buque permite ulteriores modificaciones para incorporarlos, previa obtención de la licencia correspondiente, que suponemos no será fácil de conseguir.
Leyendo los indicios…
Más allá de los detalles técnicos y de algunas limitaciones de diseño como las comentadas, detrás de la adquisición de este tipo de buques parece deducirse una voluntad marroquí más que evidente por potenciar su flota de combate de superficie. De hecho, con estas incorporaciones pasa a ser una de las marinas de guerra más importantes del continente africano.
Esta sensación se vería reforzada en la medida en que finalmente diese otro paso al frente, dotándose de tres o cuatro submarinos convencionales de última generación. Los rusos ya les han ofrecido algún Amur, que es la versión de exportación de la nueva clase Lada (a su vez, una mejora de los Kilo, con posibilidad de disponer de propulsión AIP). Aunque las autoridades marroquís también están a la expectativa de lo que suceda con nuestros S-80. En todo caso, llama la atención la prisa que nuestros vecinos parecen tener por entrar en el mercado de los submarinos convencionales “por la puerta grande” cuando no disponen de tradición alguna al respecto. De nuevo, pues, un cambio de rasante digno de ser tenido en consideración, más allá de los detalles tecnológicos.
Si se confirma dicho programa, de hecho, eso puede traer consecuencias indirectas para otras marinas de guerra de la zona. Sobre todo porque un solo submarino (incluso convencional, máxime si está dotado de AIP) puede traer de cabeza a las armadas más importantes del mundo. Son siempre difíciles de detectar y destruir, llegado el caso. Algo que se agrava por el hecho de que desde el final de la guerra fría, tras el colapso de la URSS, las marinas de guerra occidentales se han relajado mucho en el apartado de la lucha antisubmarina, reduciendo sobremanera el número de sumergibles disponibles (el arma antisubmarina más eficaz suele ser otro submarino… si lo hay), desembarcando sistemas de armas (sonares remolcados/rastras y, en ocasiones, lanzadores de torpedos y/o misiles ubicados a bordo tanto de buques como de helicópteros), así como relajando su adiestramiento en estas lides.
*Josep Baqués es Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)