Con la idea de liberar recursos para otras inversiones en tecnológica aérea, el Ejército de los Estados Unidos ha cancelado el programa para la Aeronave de Reconocimiento y Ataque Futuro o FARA (Future Attack Reconnaissance Aircraft, del que nos ocupábamos por primera vez en 2019). Todo esto sucede después haber realizado importantes inversiones en su desarrollo y en la generación de prototipos.
Sin duda, esta decisión subraya la dinámica cambiante de la guerra moderna, unida al importante avance de los sistemas no tripulados y su ecosistema tecnológico; incorporando los cambios que dejan las lecciones aprendidas y derivadas de los actuales conflictos como Siria, Ucrania y Gaza.
Este programa de helicópteros llegó en 2018 con grandes expectativas para remplazar, además, al OH-58 Kiowa Warrior, que entró en servicio durante la guerra de Vietnam. En él, los líderes del Ejército de Estados Unidos habían puesto grandes esperanzas, confiando en que sirviera como modelo para nuevos enfoques en la adquisición de sus sistemas de armas más complejos y costosos. En sus expectativas estaba que los prototipos de Bell Textron y Sikorsky volarían antes de final de año. Tal vez lo importante era que el aparato estaba destinado a proporcionar una solución de exploración armada muy necesaria después de décadas de indecisiones.
Sin duda, este cambio profundo es parte de una reorganización más amplia en los programas de la Aviación del Ejército, pues está destinado a liberar recursos para otras inversiones en tecnología aérea, incluidas las opciones de nuevas plataformas aéreas no tripuladas. Los responsables del servicio planean concluir las actividades de creación de prototipos del FARA a fines del año fiscal 2024, lo que facilitaría a las diferentes áreas y a la industria la oportunidad de finalizar el desarrollo de tecnología transferible a otros programas.
Según el Ejército de Estados Unidos, los responsables del servicio creen que las capacidades propuestas en el FARA ahora pueden lograrse mediante diferentes sistemas no tripulados y otros medios basados en el espacio. Igualmente, se trabaja para que la reestructuración iniciada genere fondos que se destinarán a nuevas inversiones críticas para la Aviación del Ejército; incluidas las destinadas a la investigación y desarrollo de sistemas no tripulados.
También planean potenciar las adquisiciones para varios años del helicóptero UH-60M Black Hawk; o poner en producción la plataforma de transporte CH-47F Chinook Block II entre otros. De igual manera, se continuaría trabajando en los programas FLRAA (Future Long Range Assault Aircraft), y en el FTUA (Future Tactical Unmanned Aircraft), con la previsión de que entren en funcionamiento en el horizonte del año 2030.
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Los sistemas aéreos no tripulados se beneficiarán también de esta decisión. (Foto US Army)
Una nueva era en el reconocimiento
Sin duda la decisión del US Army pone en evidencia que el reconocimiento aéreo ha cambiado para siempre. En la actualidad ya se dispone de una amplia variedad de sensores y sistemas de armas, las cuales se pueden instalar en una amplia gama de plataformas, incluidos sistemas aéreos no tripulados y otros medios satelitales disponibles. Sin descuidar que, en caso de necesidad, éstos pueden ser complementados mediante plataformas civiles debidamente adaptadas y equipadas, como puede ser el H145M de Airbus.
Las experiencias de la guerra de Ucrania están demostrando que los sensores y las armas, montados en una variedad de sistemas no tripulados, o también en el espacio, son más ubicuos y adecuados, tienen mayor alcance y a su vez mucho más económicos. Pero lo que parece claro es que se tiende a alejarse de los helicópteros de exploración tripulados tradicionales; evolucionando de esta manera hacia un enfoque versátil y tecnológicamente más avanzado en la vigilancia y reconocimiento del campo de batalla. Parte de esa reorientación estratégica, se plasmaría de igual manera en la continuación de otros programas más alineados con las nuevas necesidades. (Antonio Ros Pau)





