Este agresivo título se enmarca en lo que, en el marco del reciente Global Force 2024 Simposium, afirmó sobre el futuro de la Artillería remolcada el general James Rainey, el máximo representante del United States Futures Command que ahonda en cambios de armas, equipos y estructuras para poder afrontar mejor futuros conflictos.
Personalmente, estoy de acuerdo con lo que manifestó. La realidad actual es que la Artillería de Campaña sigue siendo un elemento imprescindible para generar fuegos potentes, precisos y lejanos con los que apoyar operaciones propias y actuar contra el adversario que se desplaza hacia nuestras posiciones o que se ha estabilizado en determinados espacios.
En ambos entornos, y teniendo en cuenta la cada vez más amplia proliferación de sensores aéreos o satelitales que, junto con drones o enjambres de drones, actuarán para conocer las posiciones que hay que neutralizar, identificarlas y concretar de forma precisa su localización. En ese escenario hipotético que marcará el ritmo de campos de batalla futuros la Artillería remolcada no servirá.
Centenar y medio de piezas remolcadas de 105 y 155mm estarían actualmente a disposición del Ejército de Tierra español. (Ejército de Tierra)
¿Y por qué no lo hará? Varias son las respuestas
De una parte, porque se trata de piezas que se mueven enganchadas a un vehículo, que requieren de medios para trasladar sus municiones y sirvientes, o porque su entrada y salida de batería aun siendo rápida no es diligente. Todo ello, las hace especialmente vulnerables en el momento en el que se establecen en posición para abrir fuego y mientras ejecutan esas acciones.
De otra, porque se trata de sistemas pesados y voluminosos que no es fácil mover por determinados espacios montañosos ni por zonas anegadas o en el caso de áreas costeras donde se desarrolle una acción anfibia. No tienen la movilidad que se enmarque en acciones especialmente rápidas. Si es verdad que la Artillería remolcada es más sencilla de manejar y menos compleja que otra, pero también que sus sistemas de carga y funcionamiento general se corresponden ya con conceptos que en muchos aspectos están muy superados.
Lo que afirma Rainey, y comparto, es que es la Artillería autopropulsada la que cogerá el relevo de la Artillería remolcada.
No sería complejo ni costoso transformar los obuses remolcados del Ejército de Tierra en piezas autopropulsadas. (U.S.Army)
En plataformas móviles, tanto de ruedas sobre camiones -éstos cada vez más en boga- o sobre chasis oruga, se pueden incluir cañones de tubos de 155/58mm con recámaras que permitan disparar a distancias de unos 70 km, más del doble de lo que ahora es usual. Neutralizar con precisión, con ayuda de municiones innovadoras, a distancias lejanas y con la máxima seguridad va a ser el futuro, y por él deberíamos apostar ya.
Más en el caso del Ejército de Tierra español, que sigue careciendo de Artillería Lanzacohetes -a ver si finalmente no llega por la crisis con Israel- y cuyas piezas autopropulsadas y remolcadas se enmarcan en conceptos pasados. Un programa suficiente, bien dotado económicamente y realista es necesario, con actuaciones con el posible montaje de los cañones de Artillería remolcada de 105/30 y 155/52 en camiones y la adopción de un nuevo material autopropulsado surgido de diseño español o de alguna colaboración con algún país de nuestro entorno. A veces, y la historia lo demuestra, hay que dar dos o tres pasos más rápidos y evolucionar antes de que lo hagan otros. (Octavio Díez Cámara)