Tomaron parte el almirante retirado Juan Rodríguez Garat, uno de los analistas militares que mejor está siguiendo la guerra de Ucrania y que didácticamente dibujó el panorama mundial y español ante esta invasión rusa; Adolfo Menéndez, jurista y abogado del Estado ante la Audiencia Nacional, el que fuera subsecretario de defensa y que ahora preside la Asociación Atlántica Española; y César Ramos, director general de la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad Aeronáutica y Espacio (TEDEA), economista que cuenta con más de 25 años de trayectoria vinculada a la gestión y dirección de asociaciones empresariales de Aeronáutica, Defensa y Espacio.
En palabras de César Ramos, “el mayor desafío que afronta nuestra industria de defensa no es el financiero, ni el presupuestario, ni el tecnológico, ni el empresarial; el mayor reto es mantener el estado de opinión favorable que se ha producido como efecto del conflicto de Ucrania y que ha sacado a los ciudadanos occidentales de su letargo. Y también a los responsables políticos”. Y añadió: “Todos los países han reaccionado concediendo una mayor prioridad a una política como es la de defensa, porque han empezado a entender que sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay progreso. La Defensa es un bien público europeo”.
César Ramos trajo a colación una frase del recientemente fallecido Premio Princesa de Asturias, Nuccio Ordine, que reflexionaba de esta manera: “En el universo del utilitarismo, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo, más que una poesía, una llave inglesa, más que un cuadro, porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio, mientras que resulta cada vez más difícil entender para que pueden servir la música, la literatura o el arte”. “A nosotros nos ocurre algo parecido -en palabras de César Ramos-, nos hacemos cargo del precio de un carro de combate, de una fragata o de un avión militar, pero nos cuesta entender el precio de nuestra seguridad y de nuestro modelo de vida”.
La guerra de Ucrania ha cambiado el panorama mundial, como admitía el Almirante Garat: “Esta guerra ha batido todos los récords de pretextos para justificarla. Uno de esos pretextos es el que argumenta Putin de crear un nuevo orden mundial más justo. Es uno más de los fracasos del dictador ruso. Pero más importante que la bipolaridad del nuevo mundo, lo son las estructuras que esta guerra ha derribado como son la ONU, que nunca ha sido más inútil que en esta guerra; las armas nucleares, que hacían pensar que las potencias no podían entrar en guerra, y las relaciones comerciales, porque una dependencia mutua tan grande como la que existía, por ejemplo, entre Rusia y Alemania, donde Rusia adquiría tecnología a cambio de suministrar energía a precios módicos a Alemania, impediría un conflicto. Caídos esos pilares ¿Qué nos queda? Como dice la máxima romana si vis pacem, para bellum, si quieres la paz prepárate para la guerra. El mundo vuelve a rearmarse. Que nos devuelve a una paz armada. Y nos sirve para que los españoles entendamos para qué sirven las Fuerzas Armadas”.
Sin embargo, Adolfo Menéndez no responsabilizó a la guerra de Ucrania del aumento en el gasto en defensa, “el aumento se ha producido porque empezamos a comprender que queremos vivir en paz, en libertad y en un estado de Derecho. La guerra lo que ha sido es una advertencia de que no podemos vivir en la inopia como vivíamos. Que para Europa siga siendo como la conocemos tenemos que invertir en nuestra seguridad”.
El general Félix Sanz Roldán, ex JEMAD y ex director del Centro Nacional de Inteligencia, compartió una idea: “España es uno de los mejores aliados de la Alianza Atlántica, pero nadie se los cree. ¿Por qué? ¿Qué debemos hacer? Y todo porque nos catalogan por lo que invertimos en defensa y no por lo que aportamos”. El almirante Garat subrayó que es cierto, pero todo el mundo sabe que la disuasión la hacen los portaviones norteamericanos, pero no las fragatas españolas, que no llevan la munición adecuada porque no ha habido presupuesto para ello”.





