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El valor estratégico de los Juegos de Sochi

Por José Antonio Peña*

Tras la implosión de la URRS, Rusia sufrió una década de inestabilidad y de gran declive como potencia. Sin embargo, en 2000 comenzó a recuperar relevancia mundial y sobre todo regional con la llegada al poder de Putin y el elevado encarecimiento del precio de los hidrocarburos. La política energética se encuentra en la base de la recuperación rusa. En la vertiente exterior de esa política energética está resultando fundamental la influencia de Rusia sobre tres áreas geográficas: Asia Central, la Europa post-soviética y el Cáucaso.

 

Esta última, situada entre los mares Negro y Caspio -por tanto rica en recursos energéticos, sobre todo petróleo y gas-, clave para los corredores energéticos y puerta hacia Asia Central y Oriental, es el flanco más vulnerable para los intereses energéticos de Rusia. Una modalidad de influencia rusa sobre el Cáucaso, concretamente sobre el Cáucaso Sur (el Cáucaso no ruso), ha sido intervenir de un modo u otro en los múltiples conflictos secesionistas de los que son escenarios los tres Estados surcaucásicos -Georgia, Azerbaiyán y Armenia- para instrumentalizarlos en beneficio propio, dentro del marco de un espacio postsoviético donde la desintegración de la URSS desencadenó decenas de conflictos étnicos y territoriales. El ejemplo más evidente de intervención fue la guerra ruso-georgiana de agosto de 2008, en la que Rusia intervino militarmente a favor de los secesionistas georgianos de Osetia del Sur y Abjasia, a las que inmediatamente reconoció como Estados independientes.

Un año antes, la ciudad rusa norcaucásica de Sochi -ribereña del Mar Negro y ubicada justamente a escasos kilómetros de Abjasia- había sido elegida sede de los actuales Juegos Olímpicos de Invierno 2014 (7-23 de febrero). La importancia del Cáucaso para Rusia quedó demostrada nuevamente cuando, pese a tratarse de una región conflictiva donde las amenazas a la seguridad son permanentemente muy elevadas, y pese a la estratosférica inversión que se requería, Rusia presentó la candidatura de Sochi, y Putin se involucró personalmente en que resultase elegida.

De hecho, poco antes del comienzo de los Juegos el grupo terrorista Vilayat Daguestán aprovechó para difundir un vídeo en el que amenazaba explícitamente el evento deportivo y reivindicaba los atentados suicidas de diciembre de 2013 en Volgogrado (Rusia). Pese a que no es frecuente que un grupo terrorista realice un anuncio de esta naturaleza -pone en peligro sus acciones-, Vilayat Daguestán ha logrado poner en jaque a Rusia y generar aún más inquietud, atraer la atención de los medios internacionales y dar a conocer al mundo su causa. Así, aunque Rusia era consciente de estas amenazas desde el mismo momento de la elección de Sochi, aunque se haya visto desbocado y salpicado por escándalos de corrupción el gasto en la organización de los Juegos, y aunque durante la celebración de éstos las fuerzas de seguridad se estén viendo obligadas a estar en un nivel elevadísimo de alerta, ha primado el interés ruso por la región del Cáucaso para fortalecer sus interés energéticos y de política exterior.

*José Antonio Peña es Profesor de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI).


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