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Miércoles, 24 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Rusia se refuerza en el Ártico con la reapertura de una base naval militar y un aeródromo abandonados tras la caída de la URSS

(defensa.com) Moscú está decidido a no ceder ni un milímetro en la pugna por la gestión y control de la que en el futuro será una de las zonas económicas más importantes del mundo: el Ártico. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha anunciado que se dispone a reabrir la base militar ubicada en Novosibírskie Ostrová, en el archipiélago de Nueva Siberia, cerrada y abandonada en 1993 con la caída del régimen soviético. Además, se reformará y pondrá a punto un aeropuerto, que estará operativo entre los meses de octubre y noviembre y que será capaz de recibir a los An-72 y An-74 e incluso a los Iliushin-76. En lo que se refiere a la llegada de efectivos, está previsto que sea el próximo 29 de septiembre cuando un contingente militar comiencen su despliegue en la nueva base.

Fue el propio mandatario el que confirmó esta semana que la decisión comprende “reabrir la base militar, arreglar el aeródromo e implementar la cooperación de militares, representantes del Ministerio para Situaciones de Emergencia, hidrólogos y meteorólogos” con el objetivo de “garantizar el buen funcionamiento de la Ruta Marítima del Norte”. Además, y como refuerzo al continuo aumento de la presencia rusa en el Polo Norte, la pasada semana ya se había confirmado el envío del buque de propulsión nuclear “Pedro el Grande”, uno de los navíos más importantes de la Armada de Rusia, armado con misiles antiaéreos Kinzhal, S-300F, S-300FM,  el sistema antiaéreo Kòrtik y cañón AK-130 de 130 mm., que partía desde la base de Severomorsk.

Por otra parte, y según ha confirmado Ria Novosti, también habrían sido enviados los buques de asalto anfibio Olenegorski gorniak y Kondopoga. Otros cuatro rompehielos atómicos también habrían llegado a la zona. El objetivo es reforzar la presencia militar en esta zona del Ártico, que pertenece a Rusia y que contará con dos nuevas brigadas en 2015.

Fuentes citadas por algunos medios de comunicación rusos han reconocido que el Ártico puede convertirse en un punto de confrontación entre los intereses militares y económicos de los actores interesados: “las discrepancias entre los países ribereños ya disparan tensiones y atizan la militarización del Ártico. También aspiran al reparto de las riquezas árticas muchos estados extraregionales. De ahí el imperativo de la presencia militar rusa en el área, reclamada tanto por los intereses de seguridad nacional como por los económicos”. De hecho, y a pesar de las pretensiones de otros países hay que recordar que el 20% del territorio ruso se encuentra en el Círculo Polar Ártico, lo que le deja en una posición inmejorable frente a la riqueza de esta región.

Nuevo bastión comercial y económico

No es de extrañar que las grandes potencias mundiales hayan puesto sus ojos en el Ártico, en tanto fuente de riqueza energética, pero también como puente hacia la mejora en las transacciones comerciales.
Así, y en la nueva ruta que se prevé quede menos limitada por el hielo en los próximos años (en 2030 podría haber desaparecido una gran masa de hielo), se estima que el volumen de tráfico (desde el archipiélago japonés por el norte hacia Europa) pase de las 5 millones de toneladas de 2012 a 64 en 2020, ya que podría reducirse la distancia casi en 12 días y 4.000 millas con respecto a lo que hoy supone atravesar el Canal de Suez. Además, hay que considerar que en esta zona del mundo la piratería no plantea ningún tipo de problema. Actualmente la zona está abierta únicamente dos meses al año.

Desde la caída de la URSS se han descubierto una cantidad muy importante de reservas de petróleo y gas en la plataforma continental rusa del Ártico. Según los medios nacionales, el 25% de las reservas globales de gas natural corresponden a Rusia, y de éste el 95% se concentra en el Ártico. En lo que respecta al petróleo, Moscú ocupa el octavo lugar de reservas de petróleo mundial con un 5,3%,  el 60%  de ellas estarían en el Ártico.

Estos intereses chocan con las pretensiones de otros países que quieren su parte de un pastel energético que podría empezar a explotarse hacia 2030. En estos momentos, hasta ocho países son miembros del Consejo del Ártico (Canadá, Rusia, Noruega, Dinamarca, Islandia, EEUU, Suecia y Finlandia), junto a las comunidades indígenas del Polo Norte. En las últimas semanas, dos de sus integrantes, Finlandia y Suecia han mostrado su preocupación por la cada vez más fuerte presencia militar de Rusia en el Polo Norte. China, que aunque no es miembro de este grupo de gestión del Ártico, también peleará por hacerse con parte de estos recursos.(Javier Martínez)

Fotografía: buque de propulsión nuclear “Pedro el Grande”


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