
En el desglose por países, India, China y Pakistán aumentaron sus cabezas nucleares con respecto a 2012 en unas 10 unidades, hasta sumar unas 110, 250 y 120, respectivamente. Reino Unido, Francia e Israel mantuvieron su arsenal nuclear estable, mientras que Rusia y EEUU lo redujeron para llegar hasta las 8.500 y 7.700 cabezas nucleares, respectivamente.
Según apunta SIPRI, esta disminución en la dos potencias se debe al acuerdo START (Tratado de Medidas para la reducción y Limitación de las Armas Estratégicas Ofensivas), firmado en 2010 en por Barack Obama y Dmitri Medvédev y por el que se acordaba que estos dos países recortarían sus arsenales nucleares hasta llegar a 1.550 unidades. Sin embargo, y según apunta Shannon Kile, investigador sénior de SIPRI en el comunicado emitido por la institución, “hay pocos indicadores esperanzadores de que los estados nucleares estén realmente dispuestos a renunciar a sus arsenales. Los programas de modernización a largo plazo que llevan a cabo estos estados demuestran que las armas nucleares siguen siendo un indicador de estatus y poder internacional”.
“Yearbook 2013” también desgrana el número de soldados desplegados en misiones militares a escala global, que asciende, según sus datos, a un total de 233.642 repartidos en 53 misiones. Se especifica que el número de efectivos se han reducido un 10%, y justifica este dato en parte por la progresiva salida de tropas que se está llevando a cabo en Afganistán.
Paradójicamente, y según el doctor Jair van del Lijn, investigador sénior que dirige el trabajo de SIPRI sobre las operaciones de paz, consolidación de la paz y gestión de conflictos, la austeridad puede ser un motivo para que los estados sigan enviando tropas en misiones militares con el objetivo de “evitar la presión interna para reducir el grueso de sus fuerzas armadas”.
El informe también señala la evolución en el control de las bombas de racimo y confirma 2012 como un año “decepcionante” por la incapacidad internacional de controlar “el uso, la producción, la comercialización y el almacenamiento” de este tipo de armamento. Según Lina Grip, investigadora de la institución sueca y autora de un capítulo referido al control de armas, “mientras los grandes productores queden fuera de la Convención sobre las Bombas de Racimo, pueden argumentar que estas municiones siguen siendo un medio “legítimo” para la guerra como producto industrial-militar”. (Javier Martínez)




