La guerra de Ucrania acumula ya tres años de efectos directos sobre el sector de la defensa en Europa: al aumento de la demanda de armamento y munición y la tensión de los mercados de algunas materias primas, el impulso de los presupuestos de defensa y los importantes datos de crecimiento de la industria, se ha sumado la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, tensionando de nuevo la situación con su posición respecto a la defensa de Ucrania y los lazos trasatlánticos.
A la pausa del suministro de ayuda militar a Ucrania por parte de Estados Unidos se une la exigencia de que los países de la OTAN incrementen su porcentaje del PIB destinado a Defensa hasta el 5 %. Recordemos que la primera invasión de Ucrania por parte rusa en 2014 propició, tras la cumbre de Cardiff, el compromiso de alcanzar el 2 % del PIB en inversión en Defensa en diez años.
Cumplido el año pasado ese plazo y ya con la segunda invasión rusa de Ucrania en marcha, solo los países que más de cerca ven la amenaza rusa han alcanzado ese objetivo, con España a la cola en porcentaje y habiendo demorado el compromiso del 2 % hasta 2029 aparentemente con la esperanza puesta de que antes haya acabado la guerra y por tanto los compromisos.
Movimientos empresariales
Ante esta situación el sector industrial de la defensa en Europa está protagonizando rumores de movimientos empresariales tanto por regorganización en Europa como por la entrada de outsiders de áreas con gran capacidad económica como Oriente Medio, con la reciente feria IDEX que tuvo lugar en Abu Dhabi como catalizador de algunas noticias.
Así, ante la negativa estadounidense a proporcionar cobertura satelital para comunicaciones e inteligencia a Ucrania, los negocios espaciales de los gigantes europeos podrían alinearse para crear un nuevo consorcio. Hace varios años que la división de Espacio de Airbus genera pérdidas (casi 1.000 millones el anterior ejercicio), lo que podría favorecer la salida de esta unidad de negocio del grupo y la absorción por otra compañía o más probablemente la integración con áreas similares de empresas europeas como Leonardo o Thales.
Un movimiento similar, pero no motivado por las pérdidas, podría darse en el área de fabricación de helicópteros, con el acercamiento de posiciones entre Airbus Helicopters y Leonardo (que integró la antigua Agusta Westland) tanto en aeronaves civiles como sobre todo miliares.
Mientras que el negocio de aviación civil de Airbus sigue adelante recuperada de los efectos de la pandemia del Covid sobre el sector, el de aeronaves militares no es tan boyante, con las ventas estancadas del A400M y del C295 y solo Alemania y España sosteniendo actualmente el Eurofighter con sus compras recientes de los programas Quadriga y Halcón. Esta baja carga de trabajo podría afectar a las plantas españolas de Getafe, Sevilla y Cádiz, con anuncios de recortes de empleo de 2.500 personas en Airbus Defense and Space de aquí a 2026. Recordemos que el grueso de la fabricación de los C295 para India se realizará allí y que el sostenimiento de parte de la flota internacional de este avión se realiza ya en Polonia.
El gasto despega
Mientras, el compromiso de la Unión Europea en el apoyo a Ucrania parece mantenerse a pesar de la espantada estadounidense, lo que supondrá responsabilizarse de las entregas de sistemas de armas y el apoyo a su industria de defensa. Según los cálculos de S&P si Europa se comprometiera a alcanzar el 5 % solicitado por Trump, el gasto europeo en Defensa se elevaría hasta los 875.000 millones de dólares. Esto y la perspectiva del 5 % del PIB para Defensa a la vista es valorado por el mercado en subidas de cotizaciones de las principales compañías como Rheinmetall, (que quiere llegar en breve a los 40.000 millones de euros de facturación), Leonardo, Saab o Thales. En cualquier caso, si la ruptura de Estados Unidos con Ucrania es total, se calcula que se tardaría entre 4 y 5 años en completar las existencias de armamento y munición de los países de la Unión Europea y de la OTAN que han apoyado a Ucrania, lo que sostendría por ahora las ventas.
Estas expectativas de crecimiento y la búsqueda de autonomía industrial en el área de defensa atrae a las industrias de países como Arabia Saudí o Emiratos Árabes, que hace años pusieron en marcha planes industriales para reducir su dependencia de los hidrocarburos, con la Defensa como sector tractor por su alto valor añadido y como forma de reducir su dependencia de proveedores extranjeros (estadounidenses y europeos principalmente).
Por ejemplo, según Blomberg, el fondo soberano saudí PIF se ha interesado por adquirir la unidad de negocio de fabricación de aeroestructuras de Leonardo, algo que sería bien visto por la empresa dada la caída de facturación de esta unidad (ETBIDA arroja pérdidas de 151 millones por la caída de pedidos de Boeing y Airbus). Mientras que el Gobierno italiano habría visto con buenos ojos la operación, el acuerdo implicaría la creación de una planta de fabricación en Arabia Saudí. Leonardo protagoniza otros movimientos, como el acuerdo con la alemana Rheinmetall del año pasado para la fabricación de carros de combate y vehículos blindados en Italia.
La también italiana Piaggio fue adquirida por la turca Baykar, que lidera la fabricación de aeronaves no tripuladas con sus exitosos Bayraktar, operación que podría estar ligada a la compra por parte italiana de un gran número de estos UAVs, que podrían ser fabricados en parte por Piaggio.
Volviendo a Oriente Medio, la emiratí EDGE ha protagonizado no pocas noticias sobre acuerdos de colaboración, fabricación y demás durante la feria IDEX que tuvo lugar hace poco, algunos relacionados con la industria española y la fabricación en nuestro país. Antes ya se había hecho con el control de la estonia Milrem que con su UGV TheMis lidera gran parte de programas europeos en el área de vehículos terrestres no tripulados. Más recientemente se hizo con una parte del accionariado de la israelí Thirdeye Systems, centrada en el área de detección de aeronaves no tripuladas, lo que ilustra también la no existencia de problemas políticos a la hora de estos movimientos accionariales con empresas israelíes, cosa que no pasa precisamente en España tras la mala situación política entre ambos países que afecta a los programas de defensa.
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