En 1989 el escritor estadounidense Martin Louis Gross publicaba lo que se convirtió en un bestseller mundial: “El Presidente Rojo”, una novela de intriga internacional en el contexto de la Guerra Fría que narrabaa la historia de Jed Hankins, un hombre rico, brillante y, aparentemente, apasionado defensor de la paz… Atributos estos que coinciden con el actual inquilino de la Casa Blanca. Esta trama de hace 36 años guarda un inquietante paralelismo con los eventos del presente.
“Nunca había revelado su visión completa de una Norteamérica nueva, ciertamente mejor. Gran parte de ella debía mantenerse en secreto. No obstante, había una cosa que se había jurado a sí mismo. La guerra fría que había plagado a la nación durante casi cincuenta años finalizaría pronto”.
Ni Moscú ni los autores de bestseller de espionaje, contrainteligencia e intriga política más relevantes del siglo XX, como Tom Clancy (Tormenta Roja, 1986) o Cyril Joly (Noche de Paz, 1981) entre otros, pudieron idear un presente tan utópico en el que Washington tolerara la subversión rusa de la Europa actual, que es el resultado del trabajo mancomunado de siete administraciones estadounidenses que ayudaron a protegerla durante la postguerra y durante la Guerra Fría de la injerencia de los partidos comunistas de la Europa occidental.
La causa de este quiebre del estatus quo y el inicio de un nuevo orden mundial no es otro que el presidente Donald J. Trump, quien ha dejado claro su desdén por sus aliados democráticos en Latinoamérica y Europa. Con el Viejo Continente el enfrentamiento ha ido escalando las tres últimas semanas, figuras cercanas al presidente estadounidense, como el vicepresidente James David Vance, los secretarios de Estado Marco Rubio y Defensa Pete Hegsetho, además del magnate sudafricano Elon Musk, han tomado una posición a favor de los movimientos populistas y de la ultra derecha europea, que son cercanos a Rusia y que buscan socavar la integridad y continuidad de la UE y de la Alianza Atlántica, acciones todas que beneficiarían a Moscú.
En el caso de que, por la vía de las urnas, los partidos pro-Rusia y “sus primos populistas dominaran Europa -están en el gobierno en Croacia, la República Checa, Finlandia, Hungría, Italia, los Países Bajos y Eslovaquia, y fuertes en Francia y Alemania- podrían destripar la OTAN y geopolíticamente neutralizar, si no subyugar, a la Unión Europea misma”, advierten Dana H. Allin y Jonathan Stevenson, miembros superiores del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos con sede en Londres.
Esa es ciertamente la esperanza de Rusia y a la administración Trump parece no importarle. “El Sr. Vance dejó en claro para los líderes europeos moderados (Macron, Starmer y Sánchez) que no se puede confiar en la moderación estadounidense, ya que es poco probable que los funcionarios de la Administración Trump den la bienvenida a la inteligencia que ilumine la profundidad y amplitud de la amenaza rusa a Europa y que la falta de cuidado y la traición se han convertido en parte de la política de los Estados Unidos”.
Realidad esta que desde 2023 venía advirtiendo el ex asesor de seguridad nacional John Bolton durante la primera administración de Trump (2017-2022), quien ha señalado recientemente, que “es una vergüenza enorme que Trump haya cambiado de bando en la guerra entre Rusia y Ucrania y se haya unido a Rusia. Estados Unidos no se ha alineado con nuestros aliados de la OTAN, sino con la principal amenaza a la OTAN desde hace mucho tiempo: Moscú. Es impensable que un presidente estadounidense haga algo así”.
En la eventualidad de que Europa no tenga las garantías ni la confianza del apoyo estadounidense ante una escalada expansionista de Putin en los próximos años, cabe preguntarse, ¿podría Europa defenderse sola de un ataque de Rusia?, una pregunta que en varias capitales europeas se debate desde que Trump ha mostrado su simpatía por los intereses rusos, enviando señales alarmantes, como la posibilidad de que podría estar dispuesto a renunciar a la alianza con las democracias del hemisferio occidental, un giro que en caso extremo disolvería la OTAN.
Por su parte, el actual ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, señaló que “cuando Rusia invadió Ucrania, inició una guerra contra nuestra libertad, una guerra contra nuestra estabilidad y una guerra contra la paz. Una guerra que amenaza el orden internacional en su conjunto... Somos testigos de cómo Rusia está acelerando rápidamente su producción de armamento y aumentando drásticamente sus fuerzas armadas. Todo esto no deja lugar a dudas. Para Rusia, para la Rusia de Putin, Ucrania es sólo el principio”.
Con la aceptación por parte de Ucrania de la propuesta estadounidense para un acuerdo de paz, una Rusia belicosa tendría suficientes incentivos para atacar a otros países del oeste de Europa, como los del Báltico o Moldavia o cualquier otro que hasta 1991 formaron parte de la extinta URSS, pues nada impediría que Moscú siga intentando socavar la unidad europea a través de sus aliados de extrema derecha o recurriendo a medios híbridos, como la desinformación.
Así pues, volviendo al inicio, y al Presidente Rojo cabe preguntarse, ¿será en realidad un agente secreto al servicio de Rusia?, sería otra teoría conspirativa muy surrealista; pero resulta llamativo que en el segundo mandato del magnate inmobiliario estadounidense es más evidente su cercanía con Putin, incluso mayor a la del expresidente Franklin D. Roosevelt con su homólogo Iósif Stanlin en el contexto de la II Guerra Mundial. (Bernardo de la Fuente)






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