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Sábado, 6 de diciembre de 2025 Iniciar Sesión Suscríbase

El posmodernismo y la seguridad europea

El posmodernismo deconstruye los valores de la modernidad para crear un mundo que niega la objetividad y subvierte certezas centenarias, por lo que deviene en dogmatismo destructivo. Al vivir sin verdad, como si el mal no existiera, las sociedades europeas están moralmente desarmadas, lo que supone una gran amenaza para su seguridad.

El posmodernismo surge tras la Segunda Guerra Mundial como un movimiento intelectual que desafía a la modernidad y sus instituciones mediante la deconstrucción, definida por Foucault como «un ethos filosófico que se podría caracterizar como crítica permanente de nuestro ser histórico».

Critica la pretensión de conocimiento universal de la Ilustración y la visión de que la ciencia puede alcanzar la verdad, dado que nada es absoluto porque no hay certeza fuera de la expresión lingüística; «más allá del lenguaje y sus normas de existencia», dice Derrida, «no hay conciencia de la realidad».

El posmodernismo identifica la existencia de muchas realidades y se niega a reconocer no sólo las grandes teorías, sino la consistencia de cualquier idea, por lo que no existe la verdad, el amor, la bondad o la belleza. Niega la objetividad apoyándose en los códigos éticos privados: la persona es libre de crear principios morales sin necesidad de seguir los valores y reglas tradicionales; «quiere liberarse», dice Kundra, «de las limitaciones de la ciencia y de un sistema de verdad que considera autoritario».

A diferencia de la modernidad, en donde la ciencia investiga los hechos, la posmodernidad los percibe e interpreta de varias maneras en función de la subjetividad del receptor. La verdad se crea sin ningún obstáculo para la libertad; «es un concepto culturalmente dominante del capitalismo tardío», precisa Jameson, «que surge cuando el proceso de modernización se ha completado».

El problema

El posmodernismo dificulta la comprensión de la realidad al rechazar el pensamiento racional y la visión omnicomprensiva que incluye los desarrollos históricos del pasado; al no haber realidad ni verdad, la objetividad se convierte en mito; «debemos dejar de lado para siempre», precisa Andrews, «la idea de que podemos producir conocimiento libre de valores».

Al abandonar la creencia de que una realidad estable sustenta las narrativas que creamos, la muerte de Dios nietzschiana, queda un vacío que el posmodernismo llena con narrativas que atentan contra el tradicional concepto de verdad; surge una diversidad de valores ajenos a la tradición que subvierte las certezas centenarias y deviene en dogmatismo destructivo. La supresión de la diferencia entre los dioses y los hombres lleva a negar el mal y cultivar la ignorancia del mal; sin embargo, «sólo a partir del reconocimiento del mal», precisa Kant, «se puede construir una convivencia libre».

Es preciso superar un progreso mal digerido que no da valor al esfuerzo; McNamara les dice, en 1955, a los graduados de la Universidad de Alabama: «La prueba de vuestra generación no será vuestra resistencia a la adversidad, sino cómo soportéis la prosperidad». Por ello, es necesario elaborar una estrategia intelectual que se enfrente al intento de destruir la tradición y la modernidad; «los escritores soviéticos», señala Glucksmann, «supieron hacerlo mostrando la carga mortal posmodernista y la proyección devastadora que provoca».

El principal problema de seguridad europea

La seguridad es un valor sustancial en una sociedad democrática porque sin seguridad no hay libertad; el posmodernismo, al deconstruir el sistema de valores, subvierte y socava la esencia democrática. Las sociedades europeas, sin verdad, quedan moralmente desarmadas y, al vivir como si el mal no existiera, corren el peligro de desaparecer, en consecuencia, la democracia debe involucrarse ante la realidad de la guerra; «se creen sagaces», señala Glucksmann, «porque ignoran el peligro, que no les ignora a ellos».

La guerra es, en palabras de Clausewitz, «el reino de la incertidumbre», por lo que los ejércitos tradicionalmente se organizan en función de la experiencia adquirida en los conflictos previos. Sin embargo, después de Segunda Guerra Mundial los científicos sociales estadounidenses, con mentalidad posmodernista. consideraron que se podía eliminar dicha incertidumbre mediante el desarrollo de modelos abstractos, por lo que la guerra convencional fue relegada a un papel secundario en favor de los enfoques científicos; «los ejércitos occidentales», precisa Hanson, «buscaron insidiosamente formas de refinar las guerras».

Además, después de la Guerra Fría el utopismo del fin de la historia hizo de la guerra un anacronismo y las naciones europeas comenzaron a desarmar a sus Ejércitos porque asumieron que las democracias ya no se enfrentarían entre ellas; pero el sueño terminó y Europa, invadida por el posmodernismo, se encuentra inerme y bloqueada. La invasión rusa a Ucrania ha mostrado a un Continente que, cegado por el éxito pacifista de la posguerra, ha olvidado los conceptos fundamentales de la disuasión; sus sociedades eluden las responsabilidades de la guerra y sus ejércitos tienen pesadas inercias derivadas de un largo período relativista de operaciones de apoyo a la paz; «en la Europa posmoderna», precisa Wijk, «se olvidaron los conceptos fundamentales de disuasión nuclear y coerción».

Una vez eliminamos los valores fundamentales comunes, todo es relativo y ya no hay razón para defender a la sociedad, lo que afecta a los ejércitos; instituciones cuya moral de combate depende de una verdad epistemológica y ontológica que contrasta con la tendencia deconstructivista que domina las sociedades posmodernas. En consecuencia, «los europeos», dice Borrell, «se enfrentan a la necesidad cultural, antropológica, económica, organizativa y política de organizar su defensa».

Las instituciones europeas, como fuerza más poderosa en la configuración de la identidad colectiva, están eludiendo enfrentarse a los problemas que plantea un conflicto tradicional, lo que supone la amenaza más peligrosa para la seguridad. Europa planea gastar miles de millones en armamento, pero el posmodernismo aleja a la sociedad de los ejércitos y «la escasez de soldados», precisa Monn, «amenaza el uso efectivo de equipos militares modernos».

Europa ensimismada

La ilusión demasiado tiempo mantenida de una Europa reducida a un papel de poder blando y excesivamente dependiente de un enfoque puramente técnico, no resiste su confrontación con la realidad. Las declaraciones voluntaristas de los líderes sociales no están respaldadas por una capacidad de combate inherente a la disuasión efectiva; «para qué sirve gastar en defensa», precisa Glucksmann, «si no hay suficientes soldados que arriesguen su vida, ni sociedades que afronten las bajas en combate».

Europa vive en una ilusión que está lejos de la vida real; al no ver que el estado natural de las cosas es el conflicto, se aleja de una verdad demasiado intensa y angustiante. Al pensar que la guerra es cosa de otros, arrastra a la ciudadanía al miedo, primero, y, en claro signo de decadencia, a la indiferencia después. Abúlica y adormilada, ignora que una comunidad «sin verdad que defender» se encamina a una derrota segura; «nada puede prescribirse sabiamente en un ejército», precisa Du Picq, «sin una comprensión exacta de la moral en el momento decisivo del combate». (Jesús Alberto García Riesco, Coronel (r) y politólogo, Asociación Española de Militares Escritores)


Copyright © Grupo Edefa S.A. defensa.com ISSN: 3045-5170. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.

3 comentarios

  1. Kafir | 12/05/2025 15:24h. Avisar al moderador
    Pero si han sido los propios europeos los que han traído el islam a europa, la ideología tiotaliria junto con el comunismo que ha parido la mente humana, el globalismo de mercado y la multicultura nos la han impuesto sin preguntar...y ahora te dicen que estábamos dormidos y que el mundo no era una balsa de aceite de valores democráticos cuando los ríos de sangre se acercan a Europa...vaya tela marinera.quien es el responsable de haber destrozado la cohesión social?, quién ha llenado europa de verdaderos trogloditas barbudos?, quién?   
  2. Manuel | 12/05/2025 08:56h. Avisar al moderador
    Se me han venido a la cabeza todas las clases de la universidad en las que tuve que aguantar todas las estupideces de Focault y demás garrapatas sociales. Casi 40 años después, vemos las consecuencias, nada buenas a tenor de las consecuencias. La gran pregunta es: ¿cómo se puede revertir esta situación cuando miles y miles de críos y jóvenes reciben un día y otro y otro esos mensajes demenciales en sus colegios y parvularios/institutos? Un texto que debería ser de análisis en muchos centros de toma de decisiones. Chapó, caballero.   
  3. Juanmanuel | 11/05/2025 17:27h. Avisar al moderador
    Los problemas de Europa son varios: 1-Democracias pacifistas,populistas e irreales después de haber salido de la guerra mundial y después fría con la URSS 2-Que nos defienda USA con 36 bases en Europa ese era la situacion 3-UE es una banda de niños que juegan al fútbol y cuando uno se enfada coge el balón que es suyo y se lo lleva a su casa 4-UE sin ninguna dignidad desmonta su industria que desaparece y deslocalizado a Chinay otros paises 5-Impuestos y más impuestos que acaban con las pocas empresas que nos quedan y generan más paro 6-Ayudas sociales en vez de bajadas de impuestos a las empresas para generar trabajo 7- Emigración desbocada generando paro,miseria,delincuencia...etc   

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