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Miércoles, 1 de mayo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

¿Necesitamos tanques en el siglo 21? Por supuesto que no, a menos que queramos ganar la guerra

Carro de combate “Leopard” 2A7 del Ejército de Alemania. (Foto Boevaya mashina)

Durante los últimos 100 años era muy común, tras observar las primeras imágenes de un conflicto  bélico, ver grandes concentraciones de vehículos blindados y carros principales de batalla, también conocidos como tanques pesados, iniciar el combate de forma veloz, violenta, con un impresionante poder de fuego y siempre operando en grandes masas acorazadas.

El tanque es el puño de acero que destruye las defensas enemigas y penetra cuál sable “al rojo vivo” en la profundidad de las defensas adversarias dejándolas gravemente heridas y expuestas a nuevos y veloces contraataques de retaguardia que destruyen sus planes de batalla originales. Los tanques, al ser empleados en masivas concentraciones, con gran velocidad y debidamente acompañados de infantería mecanizada, coordinando sus ataques con artillería pesada y aeronaves propias operando bajo un constante apoyo aéreo estrecho, junto a veloces unidades logísticas, prácticamente siempre han otorgado la victoria al agresor que ejerza un inteligente uso de la ofensiva.

Sin embargo, esto no fue lo que vimos en la invasión Rusa a Ucrania. Tras más de un año de incesantes combates los medios de comunicación han mostrado imágenes de miles y miles de vehículos blindados rusos destruidos o abandonados al verse enfrentados únicamente a pequeñas unidades armadas con misiles antitanque y granadas de mano. Esto ha llevado a muchos a pensar que estamos siendo testigos del fin del tanque como un arma principal de combate.

Esto es un error. La realidad en el campo de batalla no es tan simple. Por consiguiente la pregunta que debemos hacernos es obvia. ¿Por qué las formaciones blindadas rusas fueron derrotadas y obligadas a retroceder en casi todos los enfrentamientos contra el ejército ucraniano? ¿Por qué el tanque Ruso no ha logrado imponerse en Ucrania?

Lo que ha fallado en Ucrania ha sido la estrategia rusa, no el tanque

Los tanques poseen un blindaje casi impenetrable para las fuerzas regulares de infantería armadas de fusiles, granadas y ametralladoras. Esta capacidad de ataque acorazada, junto a su alta velocidad e inmenso poder de fuego, los hacen extremadamente útiles en violentos asaltos frontales y en maniobras de envolvimiento cortando fácilmente las líneas de abastecimiento — en la frágil retaguardia— contra fuerzas adversarias en posiciones defensivas.

Es precisamente aquí donde las diferencias en doctrinas de empleo, entrenamiento profesional avanzado y constantes programas de modernización marcan la palpable y visible diferencia entre vencedores y vencidos. En el combate el problema no es el caballo arisco y bravío, sino el jinete que no sabe montarlo.

Por razones de carácter político que no vamos a analizar en esta presentación, Rusia fue incapaz de emplear sus fuerzas blindadas de acuerdo con la doctrina moderna de armas combinadas. La magnitud y el grado de incompetencia profesional en el nivel táctico y la ignorancia peligrosa de sus oficiales generales llevó a la rápida destrucción de docenas de brigadas acorazadas que fueron lanzadas al combate sin siquiera coordinar su avance con los regimientos logísticos para saber el lugar y la hora en que serían reaprovisionados diariamente de munición, alimentos y combustible.

La orden de ataque fue recibida por el Ejército Ruso el 22 de febrero de 2022 instruyendo a los comandantes de 987 tanques (y 2.100 vehículos de apoyo) encender motores y cruzar la frontera para invadir Ucrania en las próximas 48 horas. Como la lógica y el sentido común lo sugieren no existió tiempo para organizar columnas logísticas, entregar la lista de partes, piezas y repuestos necesarios para mantener los tanques operacionales, asignar vehículos de reparación (talleres móviles) ni menos aún realizar reconocimientos a las rutas de avance para seleccionar los caminos más apropiados para los batallones de tanques pesados y determinar, lo volvemos a repetir, los puntos de reaprovisionamiento diario de munición, combustible y reparación de vehículos blindados. 

A 24 de febrero del 2022 las temperaturas en Ucrania eran de 0 grados de noche y de 6 grados de día. Un tanque detenido, con su motor apagado y sin combustible se congela en menos de 12 horas generando en su interior una sensación térmica que lo transforma en un potente refrigerador capaz de matar a su tripulación en menos de dos días. Cualquier comandante de carros blindados sabe esto y está plenamente consciente que no debe mover sus unidades acorazadas a más de 30 kilómetros de los vehículos logísticos que transportan combustible.

En combate y bajo situaciones extremas, la munición, la comida y hasta el agua pueden esperar. El combustible no. Menos aún en invierno y bajo la nieve. Los comandantes rusos al mando de divisiones de tanques, brigadas acorazadas y regimientos blindados sabían perfectamente bien que estaban cometiendo un error gravísimo, pero no se atrevieron a reclamar a sus lideres en Moscú, y si lo hicieron, esos altos generales en el Kremlin ocultaron información vital al líder político quien condenó a sus fuerzas a una severa e innecesaria destrucción. Fracasar en un nivel tan catastrófico, en una operación militar tan simple, es muy grave y peligroso para un país que se dice… tiene el segundo ejército más poderoso del mundo. La primera conclusión salta a la vista. Algo aquí no cuadra. 

Contra todo pronóstico, y de forma claramente negligente, se lanzó un masivo ataque blindado (debidamente anunciado previamente por CNN) en terreno montañoso, durante la temporada de tormentas de nieve, contra un adversario atrincherado que estaba ampliamente informado de la dirección de avance de las columnas rusas, generando centenares de emboscadas, constantes contraataques y vergonzosos cuellos de botellas en donde – una vez más -- los generales rusos fueron incapaces de establecer algún grado de organización para recibir la protección de su fuerza aérea quedando inmediatamente huérfanos de apoyo aéreo estrecho, alejados del amparo de su poderosa artillería, nula capacidad de reconocimiento y aislados de cualquier soporte de combustible.

La reacción en cadena fue instantánea. Al cuarto día de iniciada la invasión, más de 3.000 blindados rusos, incluyendo en ese número miles de vehículos de transporte de infantería, camiones logísticos y artillería remolcada, quedaron atrapados, pegados más bien dicho (parachoque contra parachoche) en los estrechos bosques al norte de Kiev. Un año después se confirma que el alto mando Ruso desestimó las advertencias de oficiales más jóvenes e insistió en un ataque alejado de todos los principios más elementales de la guerra.

Los tanques rusos avanzaban en fila india por angostos caminos montañosos sin mapas, sin radios, desprovistos de la obligatoria protección de la infantería mecanizada, a cientos de kilómetros de las bases logísticas, sin acceso a camiones con combustible, sin apoyo aéreo y carentes de sistemas de visión nocturna. De forma casi inmediata los tanques, en su condición de blancos estáticos, comenzaron a ser atacados por infantería Ucraniana equipada con modernos misiles antitanque y enjambres de drones en misiones de reconocimiento y ubicación de objetivos.

En esas condiciones, sin poder girar las torretas ni mover sus tanques, ya no importa la nacionalidad ni la valentía de las tripulaciones. Los tanques estaban condenados a su destrucción y quienes no murieron al interior de esos inmóviles gigantes de acero corrieron por sus vidas abandonando tanques que, aparte de no tener una gota de combustible, estaban en perfectas condiciones y con su dotación de munición completa. 

Lecciones de la guerra que recién comienza y el futuro del tanque en este conflicto

Al 1 de abril de 2023, se dice que el resultado parcial de la guerra en Ucrania —definido como el fracaso de las fuerzas armadas rusas tras más de un año de batallas — ha sido el efecto de múltiples factores. Quien escribe, no comparte ese diagnóstico tan simplista. Dentro de esa lista de errores catastróficos debe haber uno que sobresale y se destaca por mucho sobre todos los demás. Y es que un fracaso militar tan flagrante, tan extremo y estrepitoso no puede ser simplemente la suma de pequeñas discrepancias y casuales torpezas. Por el momento, Rusia será temporalmente derrotada en Ucrania, de ello no hay duda, pero no va a perder esta guerra.

Mas temprano que tarde el ejército Ruso va a identificar el error que esta cometiendo, enmendará el camino, tomará las medidas correctivas – por dolorosas y brutales que sean – y volverá al ataque, aunque esto le tome tres años más. Y es que son tres años los que necesita para volver a tener un ejército profesional en el sentido occidental de la palabra, y un ejército moderno bajo el modelo diseñado por la OTAN es exactamente lo que no tiene en estos momentos y ese retraso institucional es la razón por la cual Moscú ha perdido el 25% de todas sus fuerzas armadas en menos de un año. El Arte de la Guerra requiere estudio, intelecto, dedicación y talento. Todas estas son características profesionales y académicas actualmente ausentes en los altos mandos de las fuerzas armadas rusas y constituyen un problema que creemos ya ha sido identificado por el Kremlin y en proceso de ser corregido. 

Cuando la tecnología militar es utilizada de forma torpe e incorrecta, la historia siempre nos recuerda que la alta calidad y el elevado costo de avanzados sistemas de armas automáticamente… pierden su valor en el combate. Es decir, si los pelotones, escuadrones y grupos blindados compuestos por modernos tanques están siendo empleados por personal que carece del necesario entrenamiento avanzado, cuando los instructores no cuentan con una amplia experiencia previa en combate, cuando evidenciamos que las tripulaciones y sus comandantes tienen aún pendientes todos sus programas de certificación en combate nocturno y el regimiento aún no aprueba los cursos de mantenimiento técnico de sistemas de armas avanzadas en terreno… entonces es ilógico exigir o esperar de esas tropas un desempeño estelar en batalla.

En la guerra convencional un ejército de reservistas pobremente entrenado siempre, absolutamente siempre, será derrotado por un rival compuesto por soldados profesionales altamente motivados, supremamente bien equipados y certificados en cada una de sus especialidades de combate bajo estándares internacionales de alta exigencia. En el anverso, un ejército de esclavos al mando de un tirano distante y cruel jamás podrá derrotar a una fuerza de combate profesional integrada exclusivamente por hombres libres.

¿Es este el fin del tanque en la guerra moderna? Para nada. El problema es que el análisis de lo que estamos viendo en Ucrania se torna aún más complejo cuando quienes opinan muchas veces desconocen o carecen de experiencia en batalla respecto del adecuado empleo de los principios de la doctrina de Armas Combinadas. Como su nombre lo indica la doctrina de armas combinadas asigna y demanda de todas las fuerzas que integran los órganos de maniobra de un comandante  (infantería, blindados, artillería, ingenieros de combate, aviación, unidades logísticas, telecomunicaciones, etc.) el MISMO nivel de importancia en cada acción de combate, estipulando — por ejemplo — misiones de ataque a las unidades acorazadas que no serían posibles de realizar sin el apoyo mutuo y coordinación extrema con todas y cada una de las armas hermanas que integran esa brigada mecanizada o regimiento de infantería motorizada.

Dicho en Cristiano, los tanques NO operan solos. Punto

Desde el punto de vista de la doctrina de empleo, resulta casi inconcebible que un regimiento de tanques ruso — con 44 carros principales de batalla — avancen en el más absoluto abandono y desamparo por cualquier tipo de terreno sin el apoyo directo de compañías de infantería en vehículos acorazados protegiendo los flancos de las unidades de tanques. Lo que debería ocurrir es que este avance se realice conforme lo dispone la doctrina, la que determina (por lógica y sentido común, insisto) que estos movimientos acorazados solo pueden ser realizados al primero coordinar el apoyo de fuego directo de las unidades de artillería de campaña, morteros pesados y baterías antiaéreas las que, a través de un sofisticado sistema de coordinaciones y telecomunicaciones, garantizan la vital protección contra ataques sorpresivos por aire, mar y tierra.

Pues bueno, alguien dirá: ¿Quizás el comandante ruso atacó solo porque era muy valiente y temerario? Es una posibilidad, sin duda, pero eso no explica por qué los tanques rusos tienen ahora por “costumbre” deambular por Ucrania sin vehículos de apoyo logístico, sin repuestos ni combustible. Ser un héroe no te da licencia para actuar como un necio peligroso. Semejante ofensiva con carros blindados no puede ser llevada adelante sin contar primero con decenas de vehículos logísticos todo-terreno transportando toneladas de munición, miles de litros de combustible y otros vitales pertrechos para mantener el ímpetu, el empuje y la necesaria velocidad de la fuerza de asalto.

Finalmente y para garantizar su éxito, esta acción táctica debe estar forzosamente monitoreada por el comandante de la división a través de múltiples redes de telecomunicaciones que garanticen el enlace, el mando y el control de las operaciones en todo el campo de batalla. Esto le permite al comandante proteger sus valiosos tanques desde el aire con unidades de su Fuerza Aérea en misiones de apoyo aéreo estrecho destruyendo unidades adversarias a medida que estas van apareciendo delante o a los costados de sus fuerzas acorazadas durante la maniobra de ataque. La sola idea de qué los tanques podrían realizar todas estas misiones por sí solos, de forma absolutamente independiente y claramente desconectados del resto de las fuerzas es un absurdo que desafía la lógica, la historia y el sentido común.

Pero es verdad, nos ha tomado tiempo procesar, comprender y dar crédito a los eventos e imágenes de las que hemos sido testigos durante meses a través de los medios de comunicación internacionales. Desde múltiples fuentes tratamos de corroborar y confirmar la veracidad de imágenes de decenas de regimientos de tanques rusos ingresando absolutamente solos y desprotegidos por angostas calles en ciudades bajo el control ucraniano, otros testimonios gráficos dan cuenta de solitarios tanques perdidos en los campos de trigo, deambulando sin protección ni apoyo mutuo alguno.

Segundos más tarde, vemos tropas de infantería Ucraniana saltar sobre la torreta del tanque detenido (probablemente sin combustible) y lanzar varias granadas de mano en su interior. “No es posible…” declaramos en voz alta y sacudimos la cabeza, incrédulos, desconcertados pero por sobre todo, profundamente extrañados. Este es el segundo ejército más grande y poderoso en el planeta tierra, ese que durante casi 70 años se ha estado preparando para invadir a toda Europa y hoy no son capaces de derrotar a un ejército 22 veces más pequeño que ellos.

Esto es aún más desconcertante si consideramos que Rusia está operando literalmente desde “casa” al invadir a un pequeño vecino que, contra todo pronóstico, le está causando bajas catastróficas en personal y material en números que no se veían desde la Segunda Guerra Mundial. De no ser por el amplio acceso a las redes sociales, teléfonos inteligentes, disponibilidad de internet en prácticamente todo el campo de batalla y el uso de aplicaciones de geolocalización de personas, unidades y eventos no habría sido posible analizar, estudiar y verificar durante más de un año los datos proporcionados por ambos bandos. Gracias a los videos de más de 200.000 celulares inteligentes ha sido posible concluir, sobre la base de la abundante evidencia, que los tanques rusos jamás fueron utilizados conforme a la doctrina de armas combinadas.

¿Por qué?

Profesionalismo, educación militar y doctrina de empleo: En el siglo 21, un ejército como el Ruso, ese que está dando señales de carecer de todas las cualidades asociadas a una organización profesional (intelecto, ética, moral, responsabilidad y liderazgo) no parece estar en condiciones de producir lideres o comandantes capaces de diseñar e implementar modernos programas de educación militar para sus oficiales y tropas profesionales.

Esto crea una brecha en la retención de personal clave que conforma unidades de combate que deberían servir en la institución por 20 o más años. Con una mala paga y pésima reputación los oficiales y sargentos más prometedores parecen estar retirándose de la institución en los primeros cinco años dejando vacíos críticos en el mando de nivel táctico de compañías, batallones y regimientos.  En el ejército ruso de hoy, solo permanecen quienes de verdad no tienen donde ir.

Sin intelecto no hay ideas y sin liderazgo no hay modernización. Este formato de “ejército de ocupación” puede a veces funcionar con buenos resultados en un régimen dictatorial enfrentado a poblaciones civiles desarmadas en donde sus fuerzas se emplean de forma descentralizada en simples tareas de represión y en donde el intelecto, la moral, la ética y el liderazgo profesional y ni Dios lo quiera… ¡la iniciativa! no son bien recibidos por el alto mando Ruso que detesta las sorpresas, esconde las malas noticias y castiga a los mensajeros.

No, el tanque no esta muerto y la llegada de mas de 80 tanques occidentales (un numero casi insignificante en semejante conflicto) serán la prueba científica irrefutable de la validez y relevancia de este poderoso sistema de armas cuando se encuentra en las manos de soldados profesionales debidamente entrenados, capacitados y altamente motivados.  (Jose Miguel “Mike” Pizarro, ex oficial del Ejército de Chile, graduado de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), Analista de Defensa de CNN en Español, ex U.S. Marine y veterano de 4 años de la guerra en Irak. Ex oficial de artillería de montaña, comandante de tanques pesados M1A1 Abrams y ex asesor militar norteamericano en Colombia)


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