La coincidencia en el tiempo de varios hitos ha hecho de la Armada el elemento más dinámico en lo que a programas se refiere en las Fuerzas Armada españolas. Los proyectos de construcción naval, por su propia naturaleza, tardan en materializarse, pasando décadas desde la concepción a la entrada en servicio de diferentes unidades. Sin embargo, la presentación del documento Armada 2050 y el anuncio, el pasado mes de abril, del Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, están acelerando de manera especial el impulso a las capacidades de la institución con importantes programas de construcción naval.
A estos hitos hay que sumar otras noticias recientes, desde la presencia de la fragata Méndez Núñez en Japón, primer buque de la Armada en recalar en esas aguas en más de 130 años (buen reflejo del interés por el área Asia-Pacífico que recoge el plan Armada 2050), la llegada de los nuevos helicópteros NH90 en versión de transporte táctico a la Decimocuarta Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves que los operará o la puesta a flote del S-82 Narciso Monturiol en septiembre.
Podemos añadir aquí la progresión del programa de construcción de las fragatas F-110, que va con meses de adelanto, estando prevista la botadura de la F-111 Bonifaz este mes de septiembre. En abril, además, tuvo lugar la puesta de quilla de la F-112 Roger de Lauria y el corte de chapa de la F-113 Menéndez de Avilés. Igualmente, el buque Juan Carlos I se encuentra desde mediados de julio en el astillero de Puerto Real, donde se procederá a la sustitución de sus propulsores, periodo que se aprovechará para acometer diferentes actuaciones.
Armada 2050 es una ambiciosa apuesta que pasa por la potenciación de la capacidad de proyección del poder naval sobre tierra o la puesta en valor de la industria naval nacional como parte de la capacidad de combate de la Armada, con papel destacado de Navantia, no solo como el gran constructor naval nacional, también como sistemista con capacidad para desarrollar tecnologías propias e integrar otras de terceros.
La hoja de ruta de la Armada contempla la llegada de un importante número de buques de avanzadas características. Entre ellos están las nuevas corbetas EPC, las fragatas F-110 (en sus 2 evoluciones previstas), patrulleros costeros, buques auxiliares, nuevos logísticos, patrulleros de flota, hasta 2 buques tipo LHD, nuevos cazaminas y buques nodrizas para sistemas no tripulados, nuevos hidrográficos o conectores de alta velocidad y buques de inteligencia. En esta línea podríamos incluir el reciente anuncio del estudio encargado a Navantia para el diseño de un portaviones convencional, que ha protagonizado numerosos titulares.
El citado Plan Industrial incluye hasta 6 PEM (Programa Especial de Modernización) centrados en la Armada, como el Sistema Lanzador Embarcado para dotar de protección antiaérea de corto alcance a los buques, el Buque de Apoyo al Combate (BAC), con orden de ejecución ya firmada, que reemplazará al Patiño, el reemplazo de los vehículos anfibios AAV-7A1 o la modernización de las fragatas F-100 y los anfibios de la Clase Galicia, programas denominados Sistema Integral de Proyección Anfibia Eficiente, Nuevas Tecnologías Aplicadas en Plataformas Marítimas y Nuevas Tecnologías Aplicadas en Plataformas Marítimas Anfibias, respectivamente.
Se incluye, además, la construcción del Buque Hidrográfico Oceánico que se suma a los 2 costeros ya aprobados. Estos programas se encuentran en el pilar que supone el 19 por ciento del plan, para adquisición de sistemas de defensa y disuasión, mientras que en el de adquisición de capacidades de telecomunicaciones se encuentra el buque de obtención de inteligencia que reemplazará al veterano A-111 Alerta. Todo ello perfila, en suma, el plan de potenciación de la fuerza naval española tan largamente esperado.






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