Tras el más que salvaje ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre, que condenamos con toda rotundidad y sin paliativos, acumula casi un mes de fuerte tensión global. Al cierre de esta edición, Israel, una democracia sólida, a diferencia de los países que le rodean, no comenzó la tan esperada ofensiva terrestre por un uso nuevo de su inteligencia y de la guerra psicológica, más que por las gestiones diplomáticas internacionales. Ese repugnante ataque contra civiles, que incluyó asesinatos indiscriminados brutales e incalificables y cobardes secuestros, también de ancianos y niños, comenzó con el masivo lanzamiento de cohetes desde la franja de Gaza hacia las poblaciones israelíes, pero también contra el sistema de vigilancia operado remotamente que controla la frontera, dañando comunicaciones y dificultando el conocimiento de lo que sucedía inicialmente y la coordinación de la respuesta.
También emplearon aeronaves no tripuladas, municiones merodeadoras y lanzadas desde las primeras, presentando imágenes como las vistas en Ucrania, donde UAV de todo tipo, incluyendo los diseñados originalmente para competición y operados mediante visión directa FPV (First Person View) atacan objetivos, incluyendo carros de combate, que, siguiendo las lecciones de la guerra de Ucrania, montan jaulas en su parte superior, con las que complementan medios de protección activa. Los ya conocidos sistemas de defensa antiaérea, como el Iron Dome, se han ganado a pulso su fama, pero el ritmo al que han sido obligados a funcionar puso a prueba el suministro de sus interceptores, ilustrando que el nivel del ataque de Hamás sólo se pudo llevar a cabo mediante el apoyo del régimen iraní.
Sistemas de alta tecnología, como misiles anticarro, lanzacohetes, torres de empleo remoto, blindajes, etc. son protagonistas en licitaciones internacionales, donde su reputación es bien conocida. Años atrás se publicitaban como combat proven, pasando después al menos agresivo de en servicio en las en las Fuerzas de Defensa de Israel. Desde sus comienzos, Israel es una referencia en combate urbano, de baja intensidad y en población, que caracteriza desde hace tiempo los conflictos actuales, de marcado perfil asimétrico o de lucha contra el terrorismo. Estos mismos sistemas de armas punteros son protagonistas en muchos lugares, incluyendo España, en programas multinacionales con transferencia de tecnología. Se convierten también en protagonistas cuando se entremezclan los intereses políticos, dándose dos situaciones de las que ya tenemos algunos ejemplos.
Israel puede decidir cancelar la venta de sistemas de armas a socios cuando se encuentra con agresivas e inaceptables críticas, lo que sucede en Colombia tras las declaraciones de su presidente. Programas de adquisición aún en curso pueden verse condicionados de una doble manera: por el boicot de países u organizaciones manifiestamente anti israelíes o porque Tel Aviv decida cancelar futuras transferencias de tecnología en respuesta. Tenemos importantes programas en curso en las Fuerzas Armadas españolas que podrían verse afectados por una situación así. Hay que confiar en que las relaciones entre España e Israel son sólidas y no se dejarán influir por esta coyuntura de un Gobierno en funciones en donde los ministros se contradicen entre si. La opinión pública y política en Occidente se encuentra inmersa en estériles debates sobre el derecho a defenderse, el apoyo a Israel o sobre la proporcionalidad de la respuesta. En la búsqueda de soluciones, la UE ni está ni se la espera y España protagoniza una posición tibia, condicionada por los socios de Gobierno de Sánchez, cuyas declaraciones están orientadas a la política nacional. Pero, Israel responderá y se repondrá y no saldrá derrotado.
