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Jueves, 18 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La exportación de material de defensa: Lecciones aprendidas, razones de éxito y de fracaso

Fragata F100 de Navantia
Colombia sufrió durante años el ataque de la narcoguerrilla, sumiéndola en una guerra de la que el Gobierno democrático sobrevivió gracias a la resiliencia del pueblo, a la ayuda americana y, en menor medida, al apoyo del Gobierno español, el único de la Unión Europea que firmó acuerdos de colaboración militar con el país sudamericano, lo que suscitó críticas entre sus socios. Veinte años después ha decidido adquirir fragatas de Damen de Holanda y aviones Rafale de Francia, desechando propuestas del país que se puso de su lado en los momentos más difíciles. Este caso nos puede permitir estudiar cuales son las claves que se esconden, a mi juicio, detrás de la exportación de material de defensa, las razones del éxito y también del fracaso.

1.Las naciones compran material de defensa a sus países amigos y cuanto más amigos más opciones y desconfían de los recientes. Esto significa que cultivar la amistad a todos los niveles resulta un elemento imprescindible, desde los más bajos de las embajadas, atendiendo todos los requerimientos, generando relaciones bilaterales, foros industriales, tecnológicos militares y decisiones conjuntas en clave política. En definitiva, ejercer la diplomacia económica por encima de otros criterios con constancia y perseverancia.

2.Considerar a la industria de defensa un elemento estratégico. El ejemplo más claro es el francés. Ninguna industria de defensa en Europa puede subsistir dependiendo de su propio mercado doméstico y ningún país puede ser importante en el contexto internacional sin una industria de defensa.

De este binomio se deriva que exportar material militar excede del espectro económico, para convertirse, por una parte, un elemento de nuestra diplomacia; y, en otra, un pilar del desarrollo industrial y tecnológico nacional. Desde el punto de vista práctico, esto significa establecer mecanismos de financiación para las exportaciones en condiciones favorables, facilitar los acuerdos entre gobiernos y que el estado absorba los costes no recurrentes, para que los productos y servicios sean más competitivos.

3.La colaboración militar, el intercambio de información, los ejercicios conjuntos, demostraciones entre fuerzas militares, etc., resultan primordiales para dar a conocer nuestras capacidades. Los usuarios siempre son los mejores comerciales, siempre y cuando estén satisfechos de sus productos.

4.La presencia institucional en ferias internacionales es fundamental, ya que, por un lado, muestra a otros países el compromiso institucional con la industria y, por otra, permiten maximizar la marca país, que es el elemento clave de este mercado. Si la presencia en grandes ferias es importante, quiero resaltar las regionales y en aquellas de contenido más específico. Una estrategia público-privada debería definir primero aquellas prioridades de presencia en ferias regionales o de capacidades específicas -éstas últimas son más relevantes en Estados Unidos- para los siguientes años; y, en segundo lugar, articular mecanismos de ayuda para la presencia de industrias en estas ferias. Nada agradecen más los países organizadores que la presencia institucional.

5.No podemos olvidar que el protagonismo le corresponde a las empresas, pero eso no significa que el Gobierno no pueda liderar proyectos comerciales o consorcios industriales en casos específicos. Deben existir canales ágiles para que las necesidades de soporte por parte de las industrias sean satisfechas con celeridad. En este sentido, hay que dotar a las estructuras institucionales de mayor contenido comercial y tecnológico en su composición y acción.

6.La industria nacional debe ser competitiva, lo que en defensa significa tener capacidad de ofrecer distintos segmentos de productos para diferentes clientes con unos precios razonables en el contexto del mercado. Para los proyectos de cooperación internacional o de plataformas, se requiere que las empresas estén en el estado del arte tecnológico, ya que siempre serán capaces de ofrecer productos de menor coste si el cliente lo requiere.

Ser competitivo en plataformas supone que los costes de desarrollo sean asumidos por el estado, ya que, teniendo en cuenta en complejo mundo de la tecnológica y los costes asociados, las empresas nunca estarán en condiciones de absorber esos riesgos. España no puede perder en ningún caso la capacidad propia de producir plataformas aéreas, terrestres, navales y espaciales. Este es el factor diferencial entre los países grandes y pequeños en el mundo de la defensa.

7.Debemos ser conscientes de que el grueso del desarrollo tecnológico y de los costes se encuentra entre las empresas proveedores de subsistemas, sistemas de armas, electrónica, inteligencia artificial, munición, armamento, fotónica, vehículos, etc. Generalmente, en el caso de España, y salvo Indra, son empresas pequeñas a las que apenas llegan los recursos para desarrollos de I+D. El punto anterior y este nos llevan a una conclusión evidente: España necesita urgente y radicalmente cambiar su modelo de I+D, multiplicando por 5 los recursos actuales para mantener a nuestra industria en la situación de privilegio en la que debe estar.

8.Todas estas acciones para un país occidental como España requieren de un marco normativo y de control riguroso. La transparencia debe ser un objetivo ineludible, pero siempre respetando la soberanía y los intereses de los gobiernos compradores. La participación del Ministerio de Defensa consiste en abaratar costes con cuestiones como aseguramiento de la calidad, transporte de material, entrenamiento, documentación, generando comunidades de asistencia logística y articulando sistemas de venta gobierno a gobierno que no disminuyan la competitividad de la industria. Son elementos muy importantes.

9.La exportación de material de Defensa exige la generación de acuerdos industriales con los países compradores, cofabricación, subcontratación nacional, transferencia de tecnología y un largo etc. Para cada empresa individual resulta muy difícil, dada su poca dualidad y dimensión, generar un retorno industrial potente y de calidad. La creación de una comunidad público-privada para que España pueda ofrecer, como país, retornos industriales a través de una bolsa nacional de capacidades a potenciales clientes nos haría mucho más competitivos.

Es posible que un país esté comprando vehículos blindados y requiera transferencia de tecnología en inteligencia artificial y una bolsa de capacidades permitiría al exportador beneficiarse de las residentes en terceros para mejorar su oferta, generándose unos derechos que deberían ser compensados a futuro. Igual ocurriría si el retorno se refiere a generar capacidades de mantenimiento a nivel interno de las fuerzas armadas, de manera que el Ejército propio pudiera ser el autor de esta transferencia de conocimiento que beneficiaría al proveedor nacional.

España dispone de una industria que ha demostrado su competitividad en la participación en programas de cooperación internacional, como A400M o EF-2000, que tiene presencia en diversos mercados y con variedad de productos, pero lo cierto es que si excluimos los programas de cooperación financiados por el presupuesto español, nuestras exportaciones de defensa y seguridad son muy pequeñas y necesitan ser impulsadas para no perder el objetivo principal: disponer de capacidades industriales y tecnológicas propias imprescindibles para mantener la soberanía y la seguridad, así como nuestros compromisos militares internacionales. (Enrique Navarro Presidente MQGloNet)


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