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Uniformes argentinos de 1810

Láminas históricas de la Revista Defensa

Con la llegada del comandante don José de San Martín a Buenos Aires, en marzo de 1812, el curso de la independencia va a adquirir un matiz, aún más resolutivo por vía y gracia de un auténtico protagonismo. Mandaba por entonces en el Plata un triunvirato cuya cabeza principal era un eximio personaje de exaltada prosodia revolucionaria: don Bernardino Rivadavia, que asumía su dirección tanto en el sentido político como militar, pero en este último aspecto no parecía que reanimara eficazmente la marcha de la rebelión. Por eso San Martín consciente del caso y siendo militar de gran temperamento, cifra su empeño en la necesidad de incrementar y organizar un verdadero ejército. Para ello propone en primer lugar crear un cuerpo montado que permita una gran capacidad de maniobra y asimile el buen tacto combativo.

Admitida su proposición se le asciende al empleo de teniente coronel, y por decreto en 21 de marzo de 1812 se constituye el Regimiento de Granaderos a Caballo como muestra la primera figura del dibujo, aunque en imagen de carabinero. Esta tropa montada fue considerada como la mejor y más célebre de entre las de su Arma, aparte de aquellos otros casi legendarios Infernales Argentinos, que formaron la caballería ligera.
Su composición estaba inspirada en el modelo francés, tanto en el atuendo como en su orgánica, debido al entusiasmo y admiración que San Martín sentía por el ejército de Napoleón.
El regimiento había de constar de cuatro escuadrones de a tres compañías cada uno, y tanto en la formación del 1º escuadrón como en los sucesivos: el 2º en septiembre y el 3º en diciembre, intervino el propio San Martín tras prolija selección de la oficialidad y de la tropa. Cabe reseñar que en ese período de tiempo y al objeto de dar más impulso a la revolución ya en camino de una total emancipación, se estimó conveniente el deponer a Rivadavia e instaurar un 2º triunvirato para que acelerara aún más el camino hacia la independencia, pero ya de modo radical.
En febrero de 1813, los granaderos actúan por vez primera en la batalla de San Lorenzo, pero sólo el 1º escuadrón con algunos elementos del 2º y 3º por estimarlos más adiestrados y aptos para combatir. Luego, en septiembre, se autoriza la creación de una compañía titulada Húsares de la Libertad, la cual es agregada al regimiento. Y en diciembre de ese año aparece ya el 4º escuadrón, con lo que queda así completado el regimiento. A continuación se le destina a cumplir servicios de vigilancia a lo largo de las bandas del río Paraná, donde se empleará sin unidad de bloque en esporádicos combates y ligeras escaramuzas.
Estando en Buenos Aires, se ordena salir al 1º y 2º escuadrones para Tucumán en ayuda del ejército del Perú, con el que toma parte en las operaciones de Entre Ríos en lucha contra el caudillo del Uruguay Gervasio Artigas y que finalizará con la conquista de Montevideo. Después, en el año 1814, prestaría servicios de guarnición en el norte de la provincia y aún participaría en pequeñas acciones de guerrillas. Al año siguiente parten para Mendoza donde ya se hallaban el 3º y 4º para reorganizarse dentro del ejército de los Andes que preparaban San Martín y el refugiado chileno Bernardo O’Higgins. Al haber un excedente de hombres, se piensa formar un 5º escuadrón, pero se desiste y en su lugar se instituye un cuerpo separado que lleva el título de Cazadores a Caballo del General en Jefe del ejército de los Andes.
Finalizada esta campaña, el 4º escuadrón queda en Chile y los otros tres escuadrones salen a participar por entero en la campaña del Perú, donde sufrirán gran número de bajas. Tantas, que al regresar a Buenos Aires lo harían poco más de un centenar de hombres, por lo que el mando decidió dejar al heroico cuerpo como escolta del presidente de la República don Bernardino Rivadavia, primer presidente unitario de 1826.

El uniforme del dibujo, es el de un soldado de la compañía de carabineros que, aunque vestían por entero de azul oscuro con vivos, cuello y vueltas en color carmesí, diferían en que en vez de cubrir su cabeza con el chacó granadero, lo hacían con casco de cimera bronceada y largas crines, además de llevar la clásica pelliza de húsar en granate. El siguiente uniforme corresponde al de un capitán del Batallón de Cazadores de la Unión, y procede de un cuerpo creado en Montevideo a mediados de 1817, titulado batallón de Libertos Orientales al ser organizados con la recluta de gente de color en la provincia oriental, hoy Uruguay, y en virtud de una ley gubernamental que condenaba la esclavitud. Luego pasaría a Buenos Aires a prestar servicios de guarnición hasta su total extinción en el año 1820.
Puede decirse que fue uno de los uniformes más costosos que vistieron los oficiales de la infantería, y estaban basados en ese corte peculiar de los húsares napoleónicos. No obstante, al emplearse para media gala y servicio de modo más simplificado, resultaba fastuoso el sostenimiento de dicho cuerpo, por lo que se decidió que ese mismo año quedara disuelto y sus componentes pasaran a engrosar otras unidades del ejército.
El tercer uniforme corresponde al de capitán del Regimiento de Infantería nº 9, creado el 13 de febrero de 1814 a propuesta del general Rondeau, con objeto de aprovechar los efectivos de la 3ª División Oriental de Infantería. Cuando en los meses de abril y mayo se confirma este decreto, dicha unidad intervenía en el sitio de Montevideo encuadrada en el ejército del Perú y una vez rendida la plaza regresa a Buenos Aires para ser reorganizada. Cumplida esta función se les destina al Ejército del Norte con el que reemprenderán la campaña del Alto Perú. Encarnizadas acciones de guerra hubieron de afrontar, puesto que en la batalla de Sipe Sipe serían reforzados con efectivos que quedaron de los disueltos Regimientos nº 6 y nº 7.
En 1819, acuden a Santa Fe para sofocar la rebelión surgida en el litoral, y cuando en 1820 se subleva el Ejército del Norte en Posta Arequito, se enfrenta en principio con resuelta lealtad, pero acaba por pasarse al bando del disidente general Bustos, por lo que ante tal proceder dejarían de pertenecer al ejército regular.
El uniforme de uso corriente en la infantería era el gastado por este regimiento; y el de oficial, como se muestra en el dibujo, pero con la diferencia de cubrir la cabeza con un amplio bicornio apuntado y tres plumas blancas, un fajín en color carmesí ceñido por cinturón de talabarte corto con espada recta y las bocamangas de pico alargadas por tres galones dorados como grado de capitán. Las botas eran de color con vueltas de distinto matiz, a la moda de los oficiales franceses. .


Texto y dibujo de Miguel Montaner


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