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Jueves, 28 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Huellas hispanas en los antiguos ejércitos italianos

Láminas históricas de la Revista Defensa

Repasanado los antiguos uniformes, banderas y distintivos de los ejércitos italianos anteriores a la unidad de este pais, sorprende-al poco avisado-encontrar muchas huellas reconociblemente españolas. Es lógico que así sea ya que no solo los Borbones reinaron en ambas penínsulas mediterráneas sino que, también, existieron relaciones muy estrechas de diverso tipo que generaron una lógica corriente de influencias. A partir de 1734, la influencia militar hispana en el Reino de Nápoles y Sicilia, también llamado Reino de las Dos Sicilias, era apreciable, no siendo ajena a ella el hecho de que fue un Ejército hispano el que, batiendo a los austriacos en la batalla de Bitonto, colocó en el trono napolitano al joven Carlos de Borbón, hijastro de Felipe V, rey de España. Para que su poder resultase firme, Carlos contó, como regalo de su augusto progenitor, con una serie de aguerridos regimientos españoles y, también, con unidades irlandesas y valonas que quedaron a su servicio lo que explica, una vez más, que sus tropas se pareciesen tanto, en uniformidad, a las de España. La guía de estos uniformes, que se conserva en la Biblioteca de la ‘Socit di Storia Patria”, de Nápoles, es la obra ‘Divisas y Antigüedades”, impresa en castellano.

El castellano era, en aquel entonces, el idioma oficial del Ejército napolitano. Algo que trasciende de los documentos de la época como las capitulaciones del Regimiento Real Macedonia cuyo artículo 15, por ejemplo, especifica en la lengua de Cervantes “que este Regimiento deberá vestie a la albanesa, con el vestido encamado y las divisas azules’ Y siete años más tarde, cuando hacía tres lustros ya que reinaba la nueva dinastía, en los papeles de constitución del Regimiento de Dragones del Príncipe leemos que “el vestuario ha de ser amarillo con divisas y chupas de color morado”.
Existió también un Regimiento de Caballería ‘Tarragona ‘que llevaba la casaca amarilla la chupa negra, las divisas del mismo color y los galones y botonerías blancos.
Naturalmente, las banderas guardaban una gran semejanza con las de España; tradición ésta que se mantuvo cuando, derrotado Napoleón, y borrados del mapa sus títeres, entre ellos el de Nápoles, el Rey pudo regresar a su trono, del que habia sido desposeído. Sobre este periodo dice el general Valerio Gibellini, una de las máximas autoridades italianas en la materia, a quien pertenecen los dibujos que ilustran nuestro reportaje: ‘Con el regreso definitivo desde Sicilia del legítimo soberano es seguido hasta Nápoles por las tropas que le sirvieron en la isla durante el periodo napoleónico.
Las unidades enarbolan enseñas de los Borbones que en poco o nada difieren de las que estaban en uso en las postrimerías del siglo XVIII... Los cuerpos tienen en dotación banderas de guerra y banderas llamadas simples o ‘sensiglie’ (*), —término que transferido a la grafía italiana directamente del español recuerda el origen ibérico de muchas tradiciones napolitanas— que asumen las funciones, respectivamente, de símbolos oficiales y de combate y de enseñas de ejercitación y de cuartel’
Efectivamente era así. Ahí está, datando de 1831, la bandera del Primer Regimiento de Granaderos de la Guardia Real, que aunque el fondo es de un rojo típicamente napolitano ostenta, en el cuartel central superior, el escudo de Castilla y León, con la granada en su base. Y el mismo aparece en la enseña del Cuarto Regimiento Suizo que, además, luce las cuatro barras rojas del Reino de Aragón y, como el anterior, también las armas de Portugal y el Toisón de Oro.
Sin llegar a estos extremos, también en el gran ducado de Parma encontramos mucho sabor español, lo que, una vez más, explica el devenir de la Historia. En efecto, aquí entró triunfalmente, en 1732, Carlos de Borbón que ya hemos dicho que era hijastro de Felipe V de España, pero debemos añadir que también era hijo primogénito de su esposa, Isabel Farnesio, hija, a su vez, del último duque de Parma a través de la cual había pasado a los Borbones el dominio de este territorio. Sólo dos años permaneció en Parma el joven Carlos quien, acto seguido, se dirigió a la conquista ya mencionada del Reino de Nápoles, pero, en el interreino, gobernó apoyado por varias unidades militares entre las que destaca el regimiento español Parma. Este regimiento, que databa del año 1680, estaba integrado por súbditos italianos de la Corona de España y no era el único existente a la sazón de estas cayacterísticas porque además de otros muchos creados y disueltos con el paso del tiempo perduraban el regimiento Milán, constituido en 1704, y el Nápoles, creado este último nada menos que en 1572; dos siglos antes. No son de extrañar, pues, las influencias hispanas en la uniformología e, incluso, en la organización y así las milicias urbanas de Parma estaban organizadas a la manera de nuestros tercios, tan temidos como famosos en la época.
La bandera del Gran Ducado, de la que reproducimos un ejemplar de 1848,era de fondo blanco —el color borbónico— ribeteada por una banda amarilla con llamas azules y rojas, y dominándola, un historiado escudo en cuyo centro figuraban las armas de Castilla y León con las tres flores de lis. Ostenta, naturalmente, el Toisón de Oro.
No puede faltar en esta relación el ducado de Lucca que, tras la expulsión de las fuerzas napoleónicas, pasó durante un cierto tiempo bajo el control de Austria, que dejó de contar al hacerse cargo del diminuto Estado, en 1817, la ex-reina viuda de Etruria, María Luisa de Borbón-Parma, en calidad de regente de su hijo Carlos Ludovico, menor de edad. Desde este acontecimiento hasta 1824 la bandera, blanca según la costumbre, tenía en su ángulo superior izquierdo un rectángulo con los colores amarillo y rojo que eran los de la librea de los Borbones españoles y que, probablemente, aunque no está demostrado, utilizaban en su uniforme las tropas. El escudo era bastante sobrecargado, figurando en él las inevitables armas de Castilla y León. Al ceñir la corona ducal Carlos Ludovico ordenó un cambio basado en la simplificación drástica del escudo que quedó compuesto por las armas de Castilla y León en el cuartel superior derecho e inferior izquierdo, las de Lucca en los otros dos cuarteles, en el centro las tres flores de lis y, sobre el conjunto, la corona real con florones española.
Esta bandera sólo ondeó durante treinta años, al ser cedido el ducado de Lucca al de Toscana. Debe hacerse notar que Lucca pasó a manos de María Luisa gracias a la actitud firme adoptada en ese sentido, en el Congreso de Viena de junio de 1815, por el delegado español, que se impuso a la tesis austriaca. María Luisa era infanta de España y en la medalla —en oro, plata y bronce— al mérito que creó para recompensar a sus fuerzas, podían leerse, en abreviaturas, los dos únicos títulos que utilizaba, que eran los siguientes: "Maria Aloysia Borbón, Hispaniarum Infans, Dux Lucensis". Por cierto, que ya que hablamos de condecoraciones, habrá que decir que en el Reino de las Dos Sicilias se creó en 1800, por Fernando IV, la Orden de San Fernando, los poseedores de cuya gran cruz -sólo veinticuatro— tenían el título de excelencia y, como escribe el general Valerio Gibellini, “el derecho a cubrirse la cabeza delante del rey, como los grandes de España".
No hay datos sobre si en los uniformes u organización del ducado de Módena tuvo alguna influencia su contacto con los españoles de los que fueron aliados, más bien desgraciados, durante la guerra de Sucesión hispana. El duque, tras una heróica resistencia en las plazas de Módena y Mirandola, frente a los austro-piamonteses, tuvo que refugiarse en el campo español en el que, de un modo más bien honorífico que otra cosa, fue nombrado ‘generalísimo” de nuestro Ejército. Al concluir la guerra pudo recuperar su Estado y, en torno a 1750, reconstruir sus fuerzas armadas.
El autor de tas ilustraciones que acompañan este texto, general de la “Guardia di Finanza” Valerio Gibelli, es un militar italiano que ha desempeñado numerosos mandos en el Cuerpo al que pertenece y asistido a diversos cursos, entre ellos los de la Escuela de Guerra y Centro de Altos Estudios Militares, de su país, habiendo sido profesor en la antes citada Escuela y en la Academia y en la Escuela de suboficiales de la “Guardia di Finanza“ Muy conocido por su intensa dedicación al estudio de la historia militar y, de manera especial, al de los uniformes, ha publicado numerosos trabajos en revistas especializadas.

BANDERAS:

1 – Desde 1824 a l847esta fue la bandera del ducado de Lucca. Es una simplificación de la existente antes de esa fecha, en la que el escudo aparecía muy recargado.

2 – Bandera del Primer Regimiento de Granaderos de la Guardia Real, del Reino de las Dos Sicilias. Data del año 1831.

3 – La bandera real del ducado de Parma. En el centro del escudo las armas de Castilla y León con las tres flores de lis como foco.

J . L. Madoz


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