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Abanderado del Regimiento de Granaderos de Infantería (Argentina 1811)

Láminas históricas de la Revista Defensa

Creado como Batallón de Granaderos del General Liniers (alias) de Buenos Aires, el 16 de octubre de 1807, este cuerpo de infantería tuvo como base la Compañía de Granaderos Provinciales, la única fuerza que restaba del antiguo Regimiento de Voluntarios de Infantería de Buenos Aires. Conocido comúnmente como Granaderos de Terrada, se convierte en Legión del General Liniers, compuesta de 6 compañías de granaderos y una, la de caballería ligera, y por la reorganización de septiembre de 1809 vuelve a su original clase de Batallón de Granaderos, en esta oportunidad bajo el nombre de Fernando VII.
El Decreto del 29 de mayo de 1810 lo eleva a Regimiento y el 3l de octubre del mismo año es considerado en clase de veterano, siempre con su denominación de Granaderos de Fernando VII, la que cambia por Granaderos de Infantería en junio de 1813, y subsistirá hasta su extinción.

En diciembre de ese año recibe el refuerzo de la Compañía de Zapadores de la Banda Oriental, ya disuelta.
Interviene en la Campaña de Montevideo y luego regresa a Buenos Aires, siendo destacado entonces sobre Santa Fe, para hacer frente a Artigas.
El 20 batallón es remontado nuevamente en 1816, en Córdoba, y en septiembre de 1817 se nombra al Regimiento como guardia perpetua del palco de S.E. en el Teatro de la Comedia y en la Plaza de Toros.
Este cuerpo guarnece la capital hasta que en abril de 1820 se extingue, posiblemente el 7 del mismo mes, ya que en esa fecha se ordena el pase de la Banda de Música al 1º Tercio Cívico, y ya el 12 figura como extinguido.
El Abanderado de la lámina luce un uniforme casi igual al usado por el cuerpo cuando su creación, en 1807, cambiando el morrión de pelo, clásico cubrecabezas de los granaderos de la época, por el sombrero bicornio. Las divisas de grado de los oficiales, como se puede apreciar en la lámina, difieren de las usadas posteriormente, pues hasta la Ley del 5 de mayo 1813, se utilizaban las del reglamento español, en base a charreteras para todos los grados de oficiales subalternos, llevando el subteniente una en el hombro izquierdo, el teniente la misma en el derecho, el capitán una en cada hombro, mientras el sargento mayor, el teniente coronel y el coronel usaban, cada uno uno, dos y tres galones delgados del mismo metal del botón, en las mangas.
Hasta el momento de la independencia regían en lo que iba a ser la actual República Argentina las “Ordenanzas Generales” del Ejército español sancionadas por el rey Carlos III, en 1768. El Título 1, Tratado E, artículo l0, disponía que cada batallón tuviera dos banderas de tafetán blanco de forma cuadrada de 1,37 metros por cada lado, con corbata encarnada y el asta de aproximadamente 2,48 metros de alto desde el regatón hasta la moharra.
Una de esas dos banderas, la llamada Coronela, llevaba el escudo real en el centro y era símbolo de la fuerza militar. La otra bandera ostentaba en el centro la Cruz de Borgoña o de San Andrés en color carmesí (obtenido de la cochinilla), y era el pendón de guerra de la respectiva unidad.
Ambas banderas debían tener en cada ángulo o esquina el escudo del lugar de que tomara la denominación el Batallón o Regimiento. En este caso, La bandera representada presenta las Armas del rey Fernando VII por ser éste el nombre del Regimiento.
El asta estaba forrada con una tira de terciopelo carmesí colocada en espiral en el palo y clavada con tachuelas doradas con galón de oro sobre las juntas de la tela. La moharra era de bronce dorada a fuego y de su garganta pendía una corbata de seda encarnada con borlas de hilos de oro..


(Texto y lámina de Jorge Héctor Fernández Rivas)


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