El pasado 18 el madrileño palacio de Santoña acogía el Seminario sobre Digitalización y Colaboración Estratégica en la Industria de Defensa en el que intervino Carlos Suárez, presidente del Consejo Asesor del Clúster de la Industria de Defensa (CID). En este evento, en cuya organización participó el CID, Suárez analizó los retos a los que se enfrenta actualmente la industria de defensa que desglosaremos en varios fragmentos.
Vivimos unos momentos de tremenda inestabilidad geopolítica global ya que, desde el final de la Guerra Fría, nunca se había tenido una percepción tan acusada de riesgo real de volvernos a enfrentar a una gran confrontación bélica de posible alcance global. La inversión en defensa vuelve a estar en el foco de todos nuestros aliados europeos y de la OTAN y la industria defensa, a veces denostada, vuelve a tener el protagonismo que nunca debió perder.
La industria de defensa está viviendo un momento de transformación, impulsada por los avances tecnológicos y por una muy necesaria velocidad de adquisición de nuevos sistemas de defensa por parte de las fuerzas armadas españolas y del resto de naciones aliadas. Además de la urgente necesidad de acelerar los procesos de adquisición, es necesario integrar nuevas tecnologías, tanto en los propios sistemas de defensa como en los procesos de desarrollo, producción y sostenimiento.
Todo ello sin introducir nuevos riesgos que vayan en la dirección contraria a la aceleración de los procesos de adquisición. Asimismo, es necesario mejorar el rendimiento y la eficiencia en la gestión de los programas y, por supuesto, reducir los costes del ciclo de vida de los sistemas de defensa.
En todas estas etapas, son críticas la gestión eficaz en toda la cadena de valor y la cooperación eficiente entre los involucrados, ya se trate de la colaboración entre los grandes contratistas principales y su cadena de suministro o, más necesario aún si cabe, cuando se trata de la cooperación entre grandes empresas, a través de los consorcios creados para determinados programas.
La industria de Defensa en España
La industria de defensa española tuvo una cifra de negocio en 2022 de casi 7.400 millones de euros (sin contar la aeronáutica y espacio civiles) generando más de 28.000 empleos directos, de acuerdo con las cifras aportadas por TEDAE. Exporta el 50 % de su producción, invirtiendo aproximadamente el 10 % de sus ingresos en I+D+i y que, con una productividad de 2,6 veces la media industrial española, representa el 4,9% de nuestro PIB industrial.
Hablamos de un sector que tiene en su mayor parte autoridad de diseño y producto propios, cosa que, lamentablemente, no tienen algunos otros sectores industriales muy importantes para nuestro país. Por tanto, estamos hablando de un sector relevante para la economía española y al que merece la pena prestar la debida atención.
Conviene hablar, en primer lugar, de los retos tecnológicos que afectan a los propios sistemas de defensa como consecuencia de las nuevas amenazas y voy a tomar como referencia el discurso que nuestro jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante general Teodoro Esteban López Calderón, nos brindó en FEINDEF hace casi un año y que, a mi juicio, no ha perdido ninguna vigencia.
El almirante hizo referencia al cambio radical que está produciendo la guerra de Ucrania en los análisis de riesgos; a las acciones híbridas en la zona gris y al uso de la fuerza ilegítimo por parte de determinadas potencias hostiles. El JEMAD se refirió a las amenazas basadas en el uso de tecnologías disruptivas en nuevos dominios, como el espacio ultraterrestre, el ciberespacio y el dominio cognitivo.
También habló de que nuestras necesidades van mucho más allá de disponer de ciertas capacidades expedicionarias para nuestra participación en misiones internacionales. Así, señaló que necesitamos disponer de capacidades, importantes en volumen y calidad, listas para el combate de alta intensidad, poniendo de manifiesto la importancia de disponer de un sostenimiento mucho más eficiente, basado en el mantenimiento predictivo, la permanente actualización de los sistemas y la reposición continua de elementos obsoletos e inservibles; así como en el uso de nuevas herramientas tecnológicas como el gemelo digital y el uso intensivo de la simulación y la realidad virtual para el adiestramiento del personal.
Y hablando ya de los nuevos medios y tecnologías necesarias, el almirante citó la necesaria superioridad en la información, con nuevos medios ISR, de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, como satélites, lanzadores y sensores electroópticos y radáricos. Citó también las comunicaciones seguras, con encriptación nacional y haciendo uso de la tecnología fotónica, la hiperconectividad, los sistemas de mando y control en el estado del arte y la incorporación de nuevas tecnologías disruptivas y emergentes en áreas como la inteligencia artificial, la conectividad 5G, la robótica, la computación cuántica y el combate en la nube.
Y comentando lo que se refiere a sistemas de defensa frente a nuevas amenazas, el JEMAD puso el foco en las tecnologías de análisis forense digital, en las ciberarmas, en los sistemas de detección de otros objetos espacio-espacio, en los sistemas de defensa contra armamento antisatélite y contra armas de energía dirigida.
Si nos detenemos brevemente a analizar esta lista de tecnologías, podremos concluir rápidamente que, si bien algunas siguen siendo parte del dominio exclusivo de las industrias aeroespacial y de defensa, otras muchas están mucho más desarrolladas actualmente en el mundo civil.
Durante muchas décadas, desde la Primera Guerra Mundial, durante el período de entreguerras, la Segunda Guerra Mundial y muy especialmente, durante la Guerra Fría, el sector aeroespacial y el de defensa han sido un motor indiscutible de desarrollo tecnológico que ha contribuido, con la generación de muchísimas tecnologías de uso dual, a acelerar la innovación en otros muchos ámbitos.
Esto ha venido cambiando de manera sustancial desde el final de la Guerra Fría y, hoy, el proceso se ha venido invirtiendo en gran medida siendo, actualmente, muchas las tecnologías digitales y de telecomunicaciones que se están incorporando a nuestras Fuerzas Armadas (FAS) y a la propia industria de defensa desde el ámbito civil.
Esto plantea muchos desafíos. En primer lugar, la necesidad de incorporar al sector, bien como proveedores directos de las FAS o, al menos, como partners de confianza de la industria de defensa, a muchas empresas tecnológicas que no han trabajado nunca para la defensa y apenas la conocen. El reto pasa también por atraer y por integrar adecuadamente, en la cadena de suministro del sector, a múltiples pymes, midcaps y startups innovadoras que están siendo capaces de avanzar en el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías; eso sí, sin fagocitarlas ni diluirlas, sino más bien apoyándolas con financiación y con contratos.
La colaboración estrecha con universidades y centros tecnológicos constituye también una pieza clave con la que hacer frente a estos retos. Y, por supuesto, esto nos obliga a todos, FAS e industria, a ponernos al día en el estado del arte de la tecnología, muy especialmente incorporando a nuestras plantillas ingenieros y técnicos totalmente especializados y focalizados en estos nuevos sistemas y tecnologías; lo que constituye, en sí mismo, un desafío especialmente complicado, ya que la competencia en el mercado para la atracción y retención de este tipo de profesionales, es atroz. (Carlos Suárez. Presidente del Consejo Asesor del Clúster de la Industria de Defensa, CID)