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Sábado, 20 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

La guerra del coronavirus y la sanidad militar

“Aquel cuyos oídos están tan cerrados a la verdad hasta el punto que no puede escucharla de boca de un amigo, puede darse por perdido”. Cicerón (Laelius, de amicitia, 24, 90)

Indudablemente la guerra es una magnifica escuela. Algo se va aprendiendo y se van tomando medidas más o menos acertadas tendentes a remediar el desastre. Lo malo es que cuando se empieza a aprender ya la guerra está muy avanzada y ha costado muchos muertos, “a la guerra se debe ir aprendido” en otro caso actuamos como el desastre dentro del desastre.

En nuestra “Guerra Civil” en las Brigadas Internacionales se comete el error de confundir el “médico militar con el medico de los militares”, no solo pasa en sanidad, pero es de lo que estamos hablando. Había poco personal médico militar profesional y mucho voluntario y voluntarioso con nobles ideales y pocos conocimientos. El desastre llego a ser tal, que tuvieron que crear en plena guerra una “Escuela de Sanidad de Guerra en 1938” justificada porque la “Sanidad Militar causaba más bajas que el enemigo” (Ver la Sanidad Militar en las Brigadas Internacionales, de Navarro Carvallo). Lógicamente llegaron tarde.
Transcurridos dos meses desde el inicio de la epidemia en España, desde el punto de vista de Sanidad Militar creo que estamos en manos de los que creen que somos la “sanidad de los militares” que solo saben incorporar recursos de personal al “Gómez Ulla” sin darse cuenta de los problemas que esto acarrea: organizativos, logísticos, contagios etc. Lo que tienen que evitar es que los enfermos leves lleguen, y el hospital pueda seguir cumpliendo su Mision y para eso se deberían adoptar algunas medidas: 
1. Constituir un “Mando Único” de Sanidad militar y bajo su éste se han de poner todos los recursos disponibles. El elegido debería estar “estampillado” como TG para tener capacidad de relación al más alto nivel (civil y militar).
2. Desplegar Unidades pequeñas, cuantas se puedan, para la clasificación y hospitalización de posibles enfermos antes de la llegada al hospital, con la misión de diagnosticar, clasificar e ingresar a los que necesiten cuidados, pero de baja dependencia. Necesitan poco personal, dispondrán de pocas camas y soportaran poca carga logística y así se puede contribuir a descongestionar el hospital.
3. Activar enfermerías en las Bases para el personal militar afectado con carácter leve y que vivan en el Cuartel.
4. Disponer de elementos de evacuación para trasladar los enfermos que empeoren, contando con personal instruido. Aprovechando la experiencia de la AGRUSAN 1, que asumió esa responsabilidad en la crisis del Ébola.
5. Tener dispuestas Unidades ligeras con capacidad de tratamiento para, en caso necesario, actuar en cualquier parte del territorio nacional (tipo terremoto de Lorca). Ahora que el sistema está desbordado y puede ir a peor ¿Quién va a actuar? ¿Las vamos a improvisar cuando pase algo? Cuando lleguen, ¿qué harán, enterrar muertos?
6 Activar UTB (Unidades de Transito de Bajas) tipo IFEMA pero manejables y con poca huella logística, no más de 100 camas, además así evitaremos la posibilidad de que surjan problemas graves por contagios masivos a causa otras enfermedades infectocontagiosas.
7 Centralizar toda la gestión logística de recursos sanitarios bajo el “Mando Único” 
8 Parar la “desmembración” y la “canibalización” de la Brigada de Sanidad. Tenga seguro, “el Mando” que es la “última esperanza”. Aprovechen la preparación del personal y el material disponible y constituyan Organizaciones Operativas. 
Es una manera de acometer el problema, si tienen otra mejor pónganla en marcha. No se puede esperar más, el número de bajas contabilizadas se acerca a 5000 mil (probablemente en el momento de publicar este artículo habremos superado esa cifra). Tendremos que crear una “Escuela de Sanidad de Guerra” cuando se aprenda; será tarde. 

foto: Las formaciones sanitarias militares deben estar preparadas para actuar en las más adversas condiciones

 “Nada desmoraliza más a un legionario, que los gritos de un legionario herido” decía Trajano, uno de los más famosos emperadores de Roma.

Uno de los problemas con los que nos enfrentamos y hace que nuestra organización sea débil, es que no se siente a diario la necesidad de contar con una Sanidad Militar preparada y fuerte y que hay otras necesidades a las que atender que parecen de mayor prioridad. No voy a discutir que, esas necesidades, sentidas, sean verdaderamente importantes, pero no es menos cierto que es un gran error “acordarse de Santa Bárbara cuando truena” y pensar que la misión de Sanidad Militar es de importancia secundaria o que podemos conseguirla cuando haga falta, improvisando. Esto no solo es un error, es una negligencia. De los destrozos que, en los últimos tiempos, se vienen haciendo desde la Subsecretaría de Defensa por sus más altos responsables, mejor ni hablamos. 
Nuestro trabajo no es apto para aficionados. Requiere conocimiento, preparación, abnegación y valor; la victoria (sea la batalla contra un enemigo convencional o vírico)  se decide a favor del más preparado para el combate y ahora hay que demostrarlo. Siempre tenemos que mejorar y estudiar nuevos escenarios y sin duda prever. La simple esperanza, sin preparación y trabajo, no es el camino del éxito. Napoleón afirmaba que “la pérdida de tiempo es irreparable en la guerra; las razones que se aducen son siempre malas, pues las Operaciones no fracasan más que por los retrasos”. Retrasos ya ha habido muchos, “que cada palo aguante su vela”.
“En la línea, en el combate, hombro con hombro con el fusilero, están los sanitarios y camilleros, los hombres forjados sobre la marcha de la guerra que con su sangre escriben las mejores páginas de nuestra sanidad” (Jefatura de Sanidad de la XV División del Ejercito Republicano; 1937). 

foto: La Sanidad Militar debería estar preparada para montar instalaciones ligeras y desplegables en todo el Territorio Nacional

Hoy la cosa ha cambiado, el giro ha sido de 180 grados. La Sanidad Militar es la única que cuenta con soldados – aunque en número insuficiente – con la adecuada preparación para hacer frente al nuevo enemigo; los sanitarios son los combatientes de primera línea, los fusileros tradicionales se han convertido en tropas auxiliares.  El sanitario va delante, es la “extrema vanguardia” en esta “guerra” lo estamos viendo y padeciendo, las cosas han cambiado. Pero siguen entrando en combate mal dirigidos, con decisiones tomadas por personal sin la suficiente formación en materia de sanidad militar, todo el mundo cree que sabe y que puede opinar “yo creo”, tú crees pero yo sé. Solo meten ruido en el sistema, y ponen gravemente en peligro la Misión y al personal. Las decisiones que afectan a la dimensión y eficacia de la capacidad de apoyo sanitario se toman por gente que tiene la cabeza en otro sitio. 
No se engañen, hablo en sentido genérico, “un cirujano militar no es una persona que opera de uniforme y donde caen bombas”. Es otra cosa, mientras esto no se entienda a todos los niveles y fundamentalmente por los profesionales del Cuerpo, no seremos capaces de dar la respuesta que nos demanda España, el Ejército y fundamentalmente nuestros ciudadanos, tengan en cuenta que somos su última línea de resistencia.
Cuando este haya pasado, ¿habremos aprendido la lección? ¿se adoptarán medidas? Lo veo difícil. Entrecomillo un párrafo de la editorial del Memorial de Sanidad del Ejército y la Armada de 1858, posiblemente escrito por el Coronel Médico Nicasio Landa 
“Para ello es preciso que nuestra voz se oiga más en los Cuerpos, en los hospitales, y en las juntas supremas, y además de oírse no puedan desatenderse; y esto no se logrará mientras no tenga el Cuerpo de Sanidad en su esfera peculiar toda la libertad e independencia de acción, toda la autocracia (en el sentido etimológico de la palabra)… que tienen los demás cuerpos…mientras no salga de su carácter consultivo para adoptar el ejecutivo”. 
Nada nuevo bajo el sol, ya veremos cuando esto pase…
Espero que leáis la fecha en que se dicen esas palabras pronunciadas por el Inspector General del Cuerpo de Sanidad Militar (1851). Desde entonces no se ha progresado nada, es más se ha ido a peor.

foto: Agrupación de Sanidad 1. En la guerra contra el coronavirus estos son los soldados que han de guarnecer de primera línea de combate

Soberbios indocumentados creen que mandar y saber emplear la Unidades así como asesorar sobre Sanidad Militar lo puede hacer cualquiera. Solo juegan a los despropósitos, "el Mando necesita saber sobre Sanidad, y se lo pregunta al de transportes o al de digestivo". En otro caso no se explica lo que se ha publicado sobre la actuación de la BRISAN en IFEMA: pura propaganda ¿al servicio de quién? Una unidad costosamente especializada ¿esta para montar camas? y una Comandante médico ¿para asesorar a los responsables que también son médicos? Con la que está cayendo, con lo que hay que hacer. Se me ocurren muchas más cosas 
Espero que esta situación valga para que se den cuentan de que cuando se "pongan malos" deben llamar al médico y este debe estar, preparado, dotado y reconocido, (hablo de médico en sentido genérico de sanidad) y que si me duelen los pies debo llamar al médico de los pies y si me duele la cabeza al de la cabeza y si es para la Guerra al que sepa de Guerra.
Creen, que actividades que requieren gran preparación pueden improvisarse y que cualquiera vale para Sanidad y que ese mismo cualquiera vale para la Sanidad Militar.
En la actualidad, que el tratamiento preciso se inicie lo antes posible, que la clasificación sea correcta y se evacue la baja sin agravar sus lesiones, es una labor que corresponde a un conjunto de personas, que tienen que estar entrenadas para desarrollar su trabajo en un medio hostil y asumiendo un importante riesgo físico. 
Espero que se rectifique por el bien de la sociedad, de su Ejército y en definitiva de España.

"Un hombre que es médico vale por muchos otros...", dijo Idomeneo a Néstor, al ser herido Macaón, médico y combatiente, durante el asedio a Troya (Homero, La Ilíada).

Manuel Guiote Linares


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