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Construcción de unidades de combate para la Armada de Chile

Revista Defensa nº 497, septiembre 2019

El Comandante en Jefe de la Armada de Chile, almirante Julio Leiva Molina, ha planteado lo que denominó un desafío, el cual consiste en “iniciar un plan nacional continuo de construcción naval que haga converger una serie de beneficios para el desarrollo del país. Por una parte, satisfacer la necesidad de renovar los buques de combate por unidades a la altura de los intereses marítimos nacionales, que permitan ejercer su resguardo y la defensa de la soberanía y, por otra, crear un gran motor para aumentar la diversificación de nuestra economía, producir empleos de buena calidad y potenciar la economía regional y nacional, generando en el mediano y largo plazo la demanda por industrias tecnológicas que hoy no existen y que tampoco existirán si no fuera por proyectos de esta complejidad, magnitud y horizonte de largo plazo”.

Las fases de este desafío son las siguientes: incorporación de 2 unidades de segunda mano como reemplazo de las 2 fragatas de la Clase L, que son las más antiguas en servicio; posteriormente reemplazar las unidades auxiliares actuales por otras construidas en la planta de Talcahuano de Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR), para luego iniciar la producción de las unidades de combate. La primera se completaría muy probablemente con 2 unidades de la Clase Adelaide australiana, que serán retiradas del servicio este año y que ya han sido inspeccionadas por representantes de la Armada.

La fase de construcción de buques auxiliares se iniciaría una vez terminada la del rompehielos, es decir, no antes de 2020. Bajo la clasificación de unidades auxiliares están incluidos diversos buques, como el velero Esmeralda, construido en España a mediados de la década de los cuarenta del Siglo pasado, y 2 petroleros de flota, uno de 26.000 ton. y el otro de 42.000 de desplazamiento. Lo más probable es que se aborde el reemplazo de las 2 barcazas tipo Batral (Bâtiment de Transport Léger) hechas en ASMAR, una en 1980 y la otra en 1985, las cuales desplazan 1.400 ton., y la Elicura de 780 ton., construida por ASMAR en 1966.

No hay antecedentes públicos que permitan identificar el tipo y tonelaje de las unidades de reemplazo, pero no está de más recordar que el mismo ASMAR construyó el transporte Aquiles de 4.760 ton. de desplazamiento en 1987. En esta categoría también se consideran 2 remolcadores, uno de 1.650 producido en Noruega en 1973 y el otro de 1.800 ton., realizado también en el país nórdico en 1974. Para uno de estos existió en 2016 la posibilidad de sustitución en base al ex remolcador oceánico de flota USNS Mohawk (T-ATF-170) de la Clase Powhatan, lo cual no se materializó.

La etapa de construcción de unidades de combate se iniciaría en diez años más, es decir, a contar de 2029. Para eso se requiere el apoyo de la sociedad, pues no será un proyecto de la Armada, sino de todo el país, de acuerdo a lo expresado por el almirante Leiva. Para esto se consolidarán estudios que avalen la factibilidad técnica y los beneficios económicos y sociales. Uno de los aspectos que no está aclarado es el modo que se enfrentará el sostenimiento de las actuales capacidades de combate: ¿Se incorporarán otras unidades de segunda mano en estos diez años o se mantendrán los buques actuales?

Nuevas fragatas

De acuerdo a declaraciones del mismo almirante Leiva, las fragatas que se desea construir desplazarán 5.200 ton., con 132 m. de eslora, y 28 nudos de velocidad máxima. Otros antecedentes indican que su propulsión sería COD­LAG, como el de las actuales Tipo 23, aunque el análisis de alternativas podría incluir el sistema Water Jet. Evidentemente no son públicos las consideraciones que llevaron a establecer estos requerimientos, en particular el desplazamiento, que excede en 1.000 ton. a las Tipo 23 y tampoco se conoce cuál es el rango en que estas características se considerarán cumplidas. Lo que si podemos suponer con mayor certeza es que la construcción será, como en el caso del rompehielos, un diseño de terceros ya existente.

Múltiples propuestas

Con estos escasos antecedentes aventuraremos algunas alternativas que pueden satisfacer los requerimientos, entendiendo que aquellos aspectos que no tratamos son más fácilmente modificables a solicitud del potencial cliente. Muy cercana a los parámetros mencionados está la fragata F-310 de Navantia, de 5.290 ton. a plena carga, de las cuales hay 5 en servicio en Norue­ga desde comienzos de los años 2000.

Su diferencia más significativa con los requerimientos chilenos es su propulsión del tipo  CODAG y uno de sus rasgos más destacables lo constituye el sistema de combate Aegis, cuyo principal sensor es el radar Spy-1F. Teniendo en cuenta su sistema de propulsión, cabe destacar las capacidades para la lucha antisubmarina, para lo cual cuenta con el sonar remolcado CAPTAS Mk2 V1 y uno de casco Spherion MRS2000, ambos de Thales Underwater Systems, además de un helicóptero NH90 ASW que puede desplegar el sonar Flash Sonics de la misma Thales y torpedos antisubmarinos. Esta configuración de medios ASW es muy similar a la que opera Chile en algunas de sus fragatas Tipo 23, pues no todas poseen sonar remolcado.

Otras alternativas pueden surgir del proyecto Type 31e del Reino Unido, cuyo propósito es satisfacer necesidades de la Royal Navy, pero que a la vez debe ser exportable. Para esto nos serviremos del trabajo efectuado por la publicación en Internet británica Save the Royal Navy, que como es natural sigue de cerca el desa­rrollo de esta iniciativa. Tres competidores se encuentran en carrera. El primero es el consorcio Team 31 de Babcock/Thales con su propuesta Arrowhead-140, basado en la fragata danesa Iver Huitfeldt, y es el que a primera vista más se acerca a los requerimientos chilenos.

foto: La fragata danesa “Niels Juel” de la Clase “Iver Huitfeldt”.

En efecto, desplaza 5.700 ton., con una eslora de 138,7 m. y asegura una velocidad de más de 29 nudos. Posee hangar para llevar 1 helicóptero Merlin o 2 Wildcat. El primero tiene un peso máximo de despegue de 14.600 kg., el segundo de 6.000 Kg, en tanto que el Cougar operado por la Armada de Chile alcanza los 9.100 kg. Cuenta con sonar de casco y para llevar uno remolcado requiere modificaciones a popa. La propulsión es del tipo CODAD, punto en que difiere del requerimiento chileno.

El siguiente es la MEKO A-200 del consorcio Atlas Elektronik UK/TKMS, que desplaza 3.700 ton., con un margen de crecimiento de 200. Sus otras características son similares al anterior, pero difiere en su propulsión, la cual es CODAG-WARP, es decir, incluye Water-Jet. La tercera alternativa es la Leander y la presenta el consorcio BAE Systems/Cammel Laird, basada en la corbeta Khareef de la Real Armada de Omán. Desplaza entre 2.660 y 3.700 ton., más algún margen de crecimiento no especificado. Sólo puede llevar un Wildcat en el hangar, pero en la cubierta de vuelo opera un Merlin. La propulsión es CODELOD, es decir, diésel o eléctrica, también citada como CODOE.

Todas estas propuestas permiten espacios para contenedores y botes de goma. También cabe citar al francés Naval-Group con la fragata Belh@rra de 4.000 ton. de desplazamiento, con capacidad para un helicóptero de 10 ton., sonar de casco y remolcado. Su propulsión es CODAD, es decir, sólo diésel. En este mismo tonelaje y prestaciones se ubica la Alfa–4000 de Navantia, la cual también emplea una planta CODAD y que ha sido diseñada pensando en el mercado sudamericano.

Finalmente hay que dar una mirada a los costos. La mejor visión se puede obtener del lado británico. Su proyecto Type 31e fue lanzado con un máximo de unos 318 millones de dólares. Cifra que ha sido estimada como insuficiente para satisfacer los requerimientos de la Royal Navy. Es interesante notar que no se descarta trasladar desde las actuales fragatas Tipo 23 sus cañones de 4,5 pulgadas, el radar Artisan, el sonar de casco y el sistema de misiles Sea Ceptor, entre otros componentes mayores, lo que en ningún caso soluciona el problema del equipamiento que el buque debe tener. Todo esto lleva estimar que un valor realista de la fragata rondaría los 445 millones de dólares.

Otra experiencia conocida de fragatas construidas a bajo costo es la danesa de la Clase Iver Huitfeldt, ya mencionada como parte del proyecto británico. Desplaza 6.645 ton. y fue construida a un costo de 340 millones de dólares del año 2010. Fue considerada por la US Navy como alternativa para su problema de fragatas, lo que dio lugar a un interesante debate del cual destacaremos los argumentos que esgrimían sus detractores. En primer lugar consideraban que los costos eran engañosos, pues los daneses reciclaban sistemas de buques antiguos, lo cual aumentaría el valor en al menos 50 millones; en segundo lugar, los costos subirían cuando se asumieran las normas de construcción y equipamiento norteamericanas; y, finalmente, había que considerar otro aumento de costos por la menor eficiencia de los astilleros norteamericanos. Todo esto llevaba el valor final a 700-900 millones, similar a una FREMM, un LCS (Littoral Combat Ship) mejorado o la española F-105.

En Chile, a principios de la década del año 2000 se trató de impulsar un proyecto de cons­trucción naval. Una alternativa  que llegó ser conocida públicamente era la de adquirir 4 fragatas MEKO 200, en el marco de un acuerdo de cooperación entre los astilleros chilenos de ASMAR y los alemanes de Blohm & Voss. La primera unidad sería construida completamente en Alemania y las otras 3 en Chile con asesoría alemana. El costo de esta opción era de 237,5 millones de dólares cada una, equivalentes a 329 millonesde hoy, sólo considerando la variación del índice de precios al consumidor. Esto implica que la renovación de las 8 fragatas actuales costaría del orden de los 2.600 millones.

Revista Defensa nº 497, septiembre 2019, Roberto Sandoval Santana


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