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Sábado, 20 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

África: Intereses geopolíticos y los desafíos para Chile en la República Centroafricana

Los problemas en África se han reposicionado en los últimos años por la primavera árabe; la situación en Libia y muerte de Jadafi; por los actos terroristas y secuestros de Boko Haram; por las migraciones, por la debilidad institucional de los Estados, por sus enormes recursos naturales, pero, por sobre todo por la pobreza, problemas tribales y conflictos étnicos.El continente africano o el África negra como la denominó el Rey Leopoldo de Bélgica, es una realidad política, social y económica que comprende a 54 Estados, y algunos territorios especiales, en un total de 30 millones de Km2., con  aproximadamente 1.100 millones de habitantes.

En áfrica se hablan más de 1.500 lenguas diferentes correspondientes a los nativos, algunas de ellas con más de cinco mil años de antigüedad, lo que da cuenta de una división social producto de una organización tribal, endémica, de zonas particulares con diferentes grados de desarrollo que cubren desde la agricultura de supervivencia hasta grandes ciudades y áreas industrializadas producto de la inversión y explotación de capitales foráneos.

Esta realidad africana compite con el paradigma de la globalización; con cambios económicos y culturales; de relaciones de poder que alteran por el sólo hecho de la fuerza del proceso; más las fronteras débiles y difusas.También, en esta África en estudio, se producen divisiones geográficas naturales por sobre las fronteras políticas y en cada una de estas subdivisiones encontramos problemas diversos que van desde estados fallidos, estados en organización, monarquías consolidadas, guerras civiles, dictaduras, movimientos terroristas, piratas, sequías, ébola, VIH, corrupción, desilusión, desastres humanitarios y migraciones que ahogan a Europa, que no dista de la descripción de Clemente Herrero en su obra “El mundo hace crac” cuando señalaba que el contexto geopolítico mundial al final del siglo XX era caótico.

La Eurasia de Mackinder, que incorporaba el borde sur del mediterráneo dentro de su espacio de poder, controlado fundamentalmente por Europa, ha aceptado nuevas representaciones al interior de ese borde sur y la descolonización de África ha abierto las puertas al Poder blando de China principalmente, con una ocupación no militar o neocolonialismo, creándose una generación de fuerzas que envuelve a Europa entre una Rusia que busca su origen imperial en su desenvolvimiento internacional, la China continental que plantea desarrollar su frontera oeste y reabrir la ruta de la seda y las influencias de China en África, moviéndose entonces el eje de la tierra corazón hacia una unidad atlántica, convergente en OTAN y reuniendo en ella a las dos mayores potencias actuales: EE.UU  frente a una China posesionada  al interior de África. Es decir, en este escenario tenemos claramente enfrentadas a la antigua necesidad de control militar del espacio geográfico, frente a las posibilidades que ha abierto la globalización, de dominio a través de políticas económicas y sociales en detrimento de los países pobres y del medio ambiente, como ejes de la agenda de seguridad internacional de hoy.

En nuestra mirada básica y general de África haremos una excepción con la República de Sudáfrica. Es una realidad diferente, entre las muchas particularidades del continente, con una historia especial y con un líder que supo conducir a un pueblo separado por el color de la piel, a participar de un mundo distinto al que comparte la mayoría de la realidad africana, como por ejemplo el acuerdo BRICS, transformando a Sudáfrica en una potencia continental como consecuencia de su posición geoestratégica privilegiada.

El África del Norte, blanca o mediterránea, junto al Magreb, representan la conexión histórica con el continente europeo a través del Mediterráneo. Los más representativos de esa área se encuentran en una transición política luego de la denominada primavera árabe que afectó principalmente a Túnez, Egipto y Libia como una reacción de los pueblos árabes frente a la corrupción e inadecuada gestión de los dirigentes que gobernaban.

En el área del Magreb: Argelia, Mauritania y Marruecos son unidades políticas más estables, quedando por resolver el caso del Sahara Occidental, que mantiene pendiente el dictamen de la Corte de La Haya referida a la autodeterminación del pueblo saharaui y la administración del territorio, de facto, entre Marruecos y Mauritania. El Cuerno de África, se constituyó en un centro de gran relevancia para el control del tráfico marítimo entre el Canal de Suez y el Índico y el paso del petróleo durante la guerra fría; sin embargo, hoy se debate entre una sequía prolongada por más de 10 años, el dominio de los piratas somalíes y el movimiento Al Shabab y la debilidad estructural de los Estados que conforman el Cuerno.

En Eritrea, 2/3 de su población, 4,4 millones de personas, viven bajo la línea de la indigencia y son dependientes de la ayuda internacional contra el hambre. No obstante, el país tiene grandes problemas para aceptar la ayuda externa en que por su afán de mostrarse independiente exige impuestos por las ayudas, detiene la distribución de cereales entre los hambrientos y confisca camiones de las organizaciones humanitarias. La normalidad de ese espacio geopolítico lo aporta Djibuti que alberga una base naval francesa frente al estrecho de Bab Al Mandab.

El África subsahariana  es un espacio geopolítico muy particular, ya que concentra importantes riquezas naturales con los mayores desastres humanitarios, grandes debilidades en los Estados que la conforman, enfermedades letales, terrorismo, guerras, niños soldados, pobreza endémica y grandes cuotas de corrupción; aspectos que sin duda tiene un origen en el tratamiento del mundo occidental sobre un continente atrasado y rico.

El término de la II G.M., determinó la descolonización de África por la incapacidad de las potencias europeas de mantener a las colonias durante la reconstrucción de Europa, lo que llevó al surgimiento de movimientos independentistas; nacionalistas que muy pronto fueron el objetivo de las grandes potencias, transformándose África en un nuevo escenario-laboratorio de experimentos geográficos e ideológicos.Surgieron decenas de Estados independientes, que heredaron los límites impuestos por Europa y se acrecentaron conflictos que pocos años después comenzarían a resquebrajar a África llenándose de armas. El negocio de la guerra pasó a formar parte de la vida normal de algunos de los pueblos más pobres del continente.Esta debilidad estructural y el nuevo paradigma mundial han llevado a África a una nueva fase; la sociedad internacional visibiliza las condiciones de vida en el continente, se compromete con los objetivos del milenio y se devela la realidad africana al mundo.

En ese escenario comienza la neocolonización y 200.000 millones de dólares anuales ha sido el comercio entre África y China en el último tiempo, más del doble de los 85.000 millones que Estados Unidos ha intercambiado históricamente con el continente africano. Una cifra que, traducida en términos de relaciones internacionales, convierten a China en el principal socio económico de África.

Hoy en día más de 2.500 empresas chinas hacen negocios en África, especialmente en sectores como las finanzas, las telecomunicaciones, la energía, las manufacturas y la agricultura.

Las compañías chinas habían firmado a finales de 2015 contratos por un valor de 400.000 millones de dólares; han construido más de 2.200 kilómetros de ferrocarriles y 3.500 Km., de autopistas; han financiado más de una decena de proyectos hidroeléctricos y en su último viaje al continente el primer ministro chino habló de conectar todas las capitales africanas mediante líneas de tren de alta velocidad, todo probablemente con miras a recuperar la inversión con recursos naturales.

La nueva realidad del escenario internacional y el cambio de paradigma nos sitúa en  una transición entre el conflicto y la cooperación como lo establece Del Arenal y el nobel de economía Joseph Stiglitz, quien hablando de seguridad, plantea que puede existir una protección sin proteccionismo a partir de la cooperación internacional para la solución de los problemas y,  parte del mundo ha orientado importantes esfuerzos hacia esa cooperación internacional en dónde el más necesitado de ella es, sin duda, el África subsahariana.

Jorge Sanz, profesor de nuestra Academia, complementa la apreciación con la necesidad de construcción de capital social a partir de la mejor explotación de las capacidades y potencialidades locales como una barrera a la generación de nuevos conflictos a través del desarrollo. En África ha persistido el conflicto, pero también existe la cooperación y la ayuda por medio de las operaciones de mantenimiento de la paz y misiones políticas y oficinas de apoyo a consolidación de la paz, como serán detalladas por nuestros expositores. Junto a esto, existen numerosas ONG’s que cooperan como médicos sin fronteras y muchos otros.

Los resultados de los esfuerzos según el Banco Mundial empiezan a ser positivos ya que la inversión extranjera tenderá a equilibrar en parte la balanza comercial y generar las condiciones para buscar una solución al endeudamiento.También se registran números positivos en la reducción de la pobreza que, aún cuando se mantiene en 400 millones de personas en extrema pobreza  con menos de US $ 1,25 al día, el crecimiento de la población en cerca de un 40%  entre el año 2000 al 2014, indica que  a nivel relativo se ha reducido.La realidad africana es una realidad geopolítica confusa y con un problemática que exige un esfuerzo mundial. Por ello, una de las razones de este Seminario es comprender por la vía del conocimiento de expertos, a ese Continente y su dinámica con una especial mirada en la República Centroafricana.

Juegan en su interior, por ejemplo la yuxtaposición entre la soberanía de los Estados y la necesidad imperativa de la ayuda humanitaria, la gran cantidad de intereses de las grandes potencias al interior de África, el sentimiento de invasión con extranjero, la pobreza dura y persistente y muchos otros. Los elementos constitutivos del Estado surgen en este espacio geopolítico como los factores que debemos observar con especial atención, particularmente el territorio y la soberanía. La contextura del Estado en su organización territorial entrega como un punto de contacto e intercambio la zona de frontera, sin embargo, se produce la increíble realidad declarada por la Unión Africana que el 70% de las fronteras africanas no están bien demarcadas lo que genera conflictos locales que escalan rápidamente y malogran la cooperación.

En términos de soberanía existen soberanías congeladas, como la de los mismos Tuareg o Casamance en Senegal que lleva más de treinta años en una guerra de baja intensidad. Darfur en Sudán señalado como el mayor conflicto humanitario del mundo y día a día van surgiendo nuevas dificultades como los  yihadistas de Boko Haram, Al Qaeda del Magreb, Al Shabab y otros que cooperan a las corrientes migratorias que no son más que desplazados que huyen de escenarios inestables a través de Libia a Europa.

En lo que a Chile respecta, el Estado, a través de una determinación presidencial comunicada a la ONU a fin de 2015, determinó el despliegue de militares pertenecientes a todas las FA’s en el Cuartel General de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de la ONU en la República Centroafricana (MINUSCA), para asumir tareas de asesoría y de planificación en el ámbito de las operaciones, personal y logística.La República Centroafricana nace a mediados del siglo XX y se ha desarrollado en la inestabilidad con un historial de enfrentamientos internos y dictaduras casi en forma continua, incluyendo una intervención francesa en 1979 y otra de Libia en 2001.

Los enfrentamientos étnicos que viven en la actualidad, afortunadamente mitigados por la intervención internacional, tampoco son nuevos. Se remontan a 1996. La República Centroafricana ha sido incapaz de crear un Estado capaz de gobernar el país y aportarle estabilidad y desarrollo; todos los intentos han caído por crisis internas que impiden llevar adelante alguna política pública destinada a avanzar, principalmente por esta misma debilidad estructural como por la falta de integración de las etnias componentes.

En lo que respecta a la participación de Chile, sus intereses nacionales no están en África, pero sí el gobierno de nuestro país apoya la cooperación internacional y el imperativo ético de cumplir con la tarea de la ONU respecto a su compromiso con la paz mundial y ser un actor en esta misión; así lo demuestra la disposición a disponer de sus potencialidades para concurrir a las diferentes misiones en que la ONU ha pedido cooperación.  (Teniente Coronel Moisés de Pablo, Departamento de Estrategia y Geopolítica Academia de Guerra del Ejército de Chile)


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