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El P-11, primer portaaeronaves español

Ayer noticia

(Revista Defensa nº 22, febrero 1980) Sobre una de las gradas de la factoría ferrolana de la E.N. “Bazán“, se trabaja activamente en el primer bloque-quilla del portaaeronaves “PA-11” encargado por la Armada española, de acuerdo con el Programa Naval felizmente en marcha.

No menos de seis años de estudios y dilaciones precedieron a la puesta en grada de este primer portaaeronaves español. En efecto, ya en 1973, y cuando la Marina de los Estados Unidos estaba considerando la posibilidad de llevar adelante su proyecto del “Sea Control Ship”, cuyas primicias de concepto había evaluado con el portahelicópteros USS “Guam” (LPH9), la Marina española vio en el esquema del nuevo buque americano la posibilidad de adoptarlo como sustituto, en su día, del veterano “Dédalo” (PH-01) que, por aquellas fechas, era todavía un simple portahelicópteros, pero que ya estaba en el ánimo del Estado Mayor de la Armada, la idea de convertirlo en “portaaeronaves” capacitándolo para operar con aviones de despegue vertical y corto (V/STOL) tipo “Harrier”. A tal efecto, se establecieron los oportunos contactos con la Armada norteamericana y ésta prometió su asesoramiento técnico en la realización de un “S.C.S.” en astilleros españoles. Por su parte, el programa americano comprendía la construcción de nada menos que ocho buques de esta clase que, por aquellas fechas, y según los proyectos en estudio, tendían a un tipo de doce a dieciocho mil toneladas.
Pero el Departamento de Marina de los Estados Unidos empezó a sufrir las presiones de las más importantes firmas constructoras aeronáuticas del país para que los “S.C.S.” fueran dotados de verdaderos aviones de combate convencionales, en vez de los “Harrier” de modelo británico, y ello obligó a prever la instalación de potentes catapultas de vapor y, lógicamente, todo el esquema del proyecto tuvo que ser modificado. De las 15.000 toneladas iniciales se pasó a otro tipo de 22.000 y luego a otro mayor todavía: 33.000 toneladas. El nuevo tipo —que todavía no se ha construido—, ya no se parecía en nada al primitivo “S.C.S.” cuya serie de ocho unidades no llegó a ser aprobada por el Congreso yanqui. Y en los Estados Unidos prosiguen todavía los estudios del futuro “V.S.S.” (Vertical Support Ship). Claro que allí la realización de este nuevo concepto de portaaeronaves puede esperar el tiempo que sea preciso, pues la posesión de una gran flota de enormes y verdaderos portaaviones de combate lo permite. Pero en España el caso era muy distinto. La existencia del solitario y pequeño “Dédalo”, no permitía muchas dilaciones a la hora de afrontar con decisión su relevo. Y fue por ello por lo que, contra viento y marea, la Marina española decidió lanzarse a la aventura de convertirse en “conejo de indias” del nonato proyecto americano, y acometer la construcción del buque en astilleros nacionales.
Si bien los esquemas iniciales fueron trazados por el correspondiente departamento técnico de la Navy”, la elaboración del proyecto en sí corrió a cargo de la firma “Gibbs & Cox”; proyecto que luego adquirió en exclusiva la E.N. “Bazán” y que ultimó en cuanto a la confección y cálculo de todos los planos de detalle, en casi un 90 por ciento. Puede decirse pues, que el proyecto del portaaeronaves hoy en construcción en El Ferrol, es prácticamente español.

“SKI JUMP” Y TURBINAS DE GAS

Desde luego, este buque supone una serie de pasos adelante en las tecnologías
en uso en la Marina española, ya que por primera vez la propulsión va a emplear turbinas de gas y la presentación de todos los sistemas de detección aparecerá en tiempo real en el buque -que por otra parte tendrá la condición de “navío almirante”—, lo cual permitirá que las decisiones puedan tomarse inmediatamente a la vista de una presentación mucho más extensa y completa de la situación táctica, repartiendo los medios de defensa contra distintos atacantes de forma mucho más idónea.
Mientras el “PA-11” era dibujado sobre el papel, el capitán de corbeta Douglas Taylor, de la Royal Navy británica, presentaba al Almirantazgo su idea del “sky jump” (salto al cielo) para facilitar los despegues en corto y al mismo tiempo acrecentar las posibilidades de los aviones “Harrier” operando desde buques en alta mar. Tal idea consiste, en esencia, en una rampa o plano inclinado entre 6 y 20 grados que imprime una mayor facilidad de subida, al despegar, a los aviones en carrera corta, permitiendo un ahorro de combustible en el momento de iniciar la ascensión y, además, una mayor autonomía o capacidad de armamento.
El “ski-jump”, que ha sido instalado en los “cruceros antisubmarinos” británicos de la clase “Invencible”, de 20.000 toneladas, también será aplicado en el primer portaaeronaves español. La inclinación de la rampa (que por cierto afeará mucho al buque, ya de por sí no demasiado bonito), ha sido fijada en 12 grados. El capitán de navío Guimerá Perarza, en un trabajo publicado en la “Revista General de Marina”, señala que mediante el despegue a través de la rampa, un “Harrier” estará en condiciones de llevar una carga extra de armamento de 1.500 libras de peso y, a la vez, que puede reducirse la velocidad de despegue desde 90 a 60 nudos. “La rampa —añade—, les dará a los pilotos unos vitales segundos en el despegue para corregir cualquier error o, en una emergencia, dejar claro el buque”
No obstante, estas mejoras, a las que se unirán las ya introducidas en las fragatas tipo “Baleares” tales como desmagnetización, aletas estabilizadoras, enmascaramiento por burbujas, grado de choque, etc., el portaaeronaves es un buque considerado como económico dentro de los de su clase. Aunque no disponemos de datos oficiales que lo atestigüen, se hablaba en El Ferrol de que el “PA-11” costará más de 35.000 millones de pesetas.
El buque navegará siempre formando parte del Grupo de Combate del que asimismo será cabeza. Quiere ello decir que las navegaciones casi siempre se efectuarán a un alto régimen de velocidad. Para ello, se ha previsto dotarlo de dos turbinas de gas “LM-2500” (el H.M.S. “Invencible” lleva cuatro Rolls Royce “Olympus”) que emplean el mismo tipo de combustible que los aviones, evitándose así la duplicidad de tanques. Las dos turbinas del “PA-11”, así como las seis del mismo tipo previstas para las tres futuras fragatas tipo “FFG”, fueron encargadas a la “General Electric” americana en el pasado mes de junio. El sistema de producción de energía eléctrica también es por turbina de gas, estando prevista la instalación de tres grupos de 2.500 Kw. a 450 V. y 60 Hz. y dos grupos convertidores de frecuencia de 150 Kw. a 400 Hz.
Las dos turbinas de “LM-2500” desarrollan una potencia de 45.000 HP. que actúan sobre un eje único imprimiendo una velocidad máxima de 26 nudos y una sostenida de 24 con el 80 por ciento de la potencia. La autonomía está cifrada en 7.500 millas a 20 nudos. En el eje único radica, a nuestro modo de ver, el punto más débil del proyecto para un buque de esta categoría.

foto: Un A V-8 Harrier” (“Matador” en nuestra Marina) despegando desde el Dédalo’ Observar en el costado el montaje MK-1 de cañones Bofors de 40 mm. y al fondo la vigilante silueta de una fragata tipo “Baleares”

ARMAS Y SENSORES

El sistema de comunicaciones es mucho más complejo que el normal en otros buques españoles, ya que el portaaeronaves ejercerá el mando directo basado en la información que le llegue en tiempo real por medio de enlaces radio cuya entrada estará ligada directamente a las computadoras que habrán de generar las presentaciones de las situaciones y los cálculos de las posiciones futuras, valorando los medios de defensa e indicando cuáles de ellos y cuándo deben ser empleados.
Por lo que respecta al sistema de armas, diremos que éste será más reducido que cualquier otro moderno a flote actualmente. Ello es debido a que el concepto del que se ha partido es totalmente diferente del resto de los demás buques. En efecto, el “PA-11” basará su defensa activa propia en sus aviones y en el armamento de los otros buques del Grupo de Combate, pues el portaaeronaves siempre navegará bajo el alcance de sus misiles y cañones. Por tanto, tan sólo se le ha previsto la instalación de un sistema de artillería ligera (defensa de punto) antimisiI, compuesto de cuatro montajes “Meroka” de fabricación nacional; sistema de defensa capaz de pulverizar en el aire y a corta distancia (3.000 metros) cualquier misil o avión que haya podido escapar al resto de la defensa del conjunto naval.
La aviación embarcada contará con un hangar capaz para un nutrido conjunto de aviones y helicópteros, con sus talleres de motores, ruedas, electricidad, etc. y con un espacio operativo con grúas y toda clase de tomas para instalar los contenedores-talleres especiales para cada tipo de aeronave que embarque. Dos ascensores serán los encargados de subir y bajar las aeronaves a la cubierta de vuelo. El primero estará situado en el centro de la eslora y a la banda de estribor, frente al puente. El segundo quedará a crujía pero en el extremo popel de la cubierta y en voladizo sobre la toldilla, en la que a su vez se ubicará el pozo del mismo. Otro ascensor, más pequeño y más a proa del primero, se destinará al servicio de armas y municiones.
No disponemos de datos concretos en este sentido, pero nos consta que la electrónica a instalar será la más moderna del momento. Asimismo, los equipos de ayuda a la navegación aérea y a la propia del buque, son los más recientes con que cuentan actualmente los portaaviones norteamericanos.
Decíamos antes que el “PA-11” relevará al “Dédalo”. Pero no olvidemos tampoco que, precisamente con el “Dédalo” la Marina española se adelantó a todas las demás en el empleo de aviones de despegue vertical y corto “Harrier”. Y esta experiencia acarreó un liderazgo de carácter mundial que es preciso mantener siempre actualizado.

foto: Un 4 H-1 6 en cubierta. Observar los radomes de las ECM WR 1-1.

DOTACIÓN AÉREA

La dotación aérea, como es lógico, es susceptible de múltiples combinaciones tipo “Harrier”, catorce helicópteros pesados SH-3D “Sea King” y dos helicópteros Kaman SH-2F “LAMPS-II”. La última versión oficiosa nos habla de: tres aviones “Sea Harrier” (el AV-8 “Harrier” navalizado), ocho helicópteros SH-3D “Sea King” y seis Sikorsky SH-60B “LAMPS-III”. Este helicóptero de usos múltiples (gran capacidad de lucha antisubmarina, vigilancia de navegación, busca de objetivos, evacuación médica, re- abastecimiento vertical, búsqueda y salvamento, etc.) entrará en servicio en la Marina norteamericana a principios de la década de los ochenta, por lo que su producción en cadena estará a pleno rendimiento para cuando el “PA-11” vaya a entrar en línea en la Flota española.
Digamos de paso que el SH-60B también ha sido seleccionado para dotar a nuestras fragatas “FFG” a base de dos aparatos por fragata, por lo que la nueva escuadrilla (¿9a?) de helicópteros la integrarán catorce unidades: seis para el portaaeronaves, seis para las fragatas y dos de reserva y entrenamiento. La electrónica del SH-60B es la más sofisticada. Del avión “Sea Harrier” todavía no hay nada en concreto. Existen contactos preliminares con la industria británica, pero aún no se ha formulado ningún contrato en firme. No obstante, es de esperar que las negociaciones vayan por buen camino y la futura nueva escuadrilla VISTOL sea realidad hacia 1983.
De helicópteros “Sea King” se espera recibir un lote de seis a finales de 1980.
Del resto de las características del “PA-ll” podemos decir lo siguiente: Tendrá un desplazamiento máximo del orden de las 15.000 toneladas; las dimensiones se cifran en: 195 metros de eslora máxima y 187,50 entre perpendiculares; 32 metros de manga máxima (saliente de la cubierta de vuelo) y 24,40 de manga de trazado; el puntal se sitúa en 20,60 metros en el de trazado y el calado queda en 6,60 metros.
Este buque está concebido para desempeñar las funciones de buque-almirante o navío insignia de la Flota, puesto que dejó vacante el crucero “Canarias” tras su baja y desguace. Por tanto, en el apartado “alojamientos” el nuevo portaaeronaves tiene previsto el embarque de un almirante con su Estado Mayor, siendo el número de miembros de la dotación calculada de: un almirante, un comandante del buque, 89 jefes y oficiales (contando con el Estado Mayor y el personal de vuelo de la aeronaves), 147 suboficiales y 542 cabos y marineros, en su mayoría especialistas. Total: 780 hombres.

EL NOMBRE

En un Consejo de Ministros celebrado en diciembre de 1974, se acordó dar el nombre de “Almirante Carrero Blanco” al futuro portaaeronaves español. Este nombre —muy adecuado, dada la gran labor desarrollada por el fallecido almirante en pro del desarrollo del Arma Aérea de la Armada y por la magna obra literaria por él efectuada en favor de la divulgación marítima— quedó oficiosamente en suspenso dadas las nuevas realidades políticas imperantes hoy en España. Y así fue como surgieron otros posibles sustitutos: ¿“Dédalo”?, ¿“Canarias”?...
El “Dédalo”, con todos su años y hasta sus achaques, sigue en activo en la Flota y hasta que no desaparezca no puede perder el nombre. “Canarias” es nombre de una provincia insular, y en estos momentos no parece político dar nombres de provincias a buques que, debido a su entidad, no pueden formar una larga serie de unidades. “Hay que darle un nombre histórico” nos decía el jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante Arévalo Pelluz. Bien, pero ¿cuál?... Se nos ocurre pensar que un buen nombre histórico pudiera ser “Lepanto”, por ejemplo, puesto que el destructor que hoy lo ostenta tiene sus días contados. En El Ferrol alguien señaló la conveniencia de llamarlo “España”. Personalmente, no compartimos esta idea. España es un nombre demasiado grande para otorgarlo a un buque que, simplemente por el hecho de serlo, estará sometido a toda clase de avatares marítimos y, por tanto, susceptible de sufrir un accidente de cualquier índole, incluso mortal... Recordemos que ya en 1923 se perdió, por accidente absurdo en aguas de Tres Forcas, el acorazado “España”. En abril de 1937, y por choque con una mina frente a Santander, se perdió el segundo “España” (ex-Alfonso XIII”), gemelo del anterior. No, el nombre España no puede pasearlo un buque de guerra, ni siquiera en tiempo de paz.
Cierto que en cuanto a accidentes desgraciados la exclusiva no es española, pues también Francia perdió el acorazado “France” por choque con un bajo en la bahía de Quiberon en agosto de 1922. El primer acorazado “Italia” (1887) de la Marina italiana acabó sus días como simple batería flotante apostado en el puerto de Brindisi, durante la primera Guerra Mundial. Y el segundo “Italia” (ex-”Littorio”), primer gran acorazado mundial de 35.000 toneladas, terminó desguazado sin pena ni gloria en La Spezia entre 1951-1 960, tras haber pasado por la humillación de la rendición ante la Armada inglesa, en septiembre de 1943…

foto: Superpuesto sobre la imagen del viejo “Dédalo“ el diseño aproximativo de lo que puede ser el PA-11.

Los Estados Unidos colocaron las quillas de seis grandes cruceros de batalla ordenados en 1916 y que tuvieron que desguazarse en grada en virtud del Tratado de Washington en 1922. Uno de los barcos era el “United States”.
La Marina Imperial del káiser Guillermo II, alineó un acorazado de la clase predreadnought que ostentó el nombre de “Deutschland”. Insignia de la Flota hasta 1912, se desguazó en 1920. El otro “Deutschland” fue el primer acorazado de bolsillo terminado en 1931 y que tanto revuelo había de suscitar en todos los círculos navales del mundo. Cuando Hitler alcanzó el poder en 1933 y más tarde ordenó al gran almirante Reader la elaboración del famoso Plan “Z” de construcciones navales, tuvo especial cuidado en que el nombre de Alemania desapareciera de la popa del célebre “pocket battle ship”, el cual, en 1940 fue rebautizado “Lützow”. En 1939 se dio el nombre de “Gross Deutschland” a uno de los acorazados de la nueva serie de seis ordenados, de acuerdo con el mentado Plan “Z”; serie que jamás fue ultimada, pues sólo el primero había sido comenzado en los astilleros Blohm & Voss, de Hamburgo, y fue suspendida su construcción en 1940, desguazándose en grada el material acopiado.
No, no es bueno bautizar con el nombre de España a este primer portaaeronaves que, de momento ha recibido el numeral “PA-11”. Y máxime cuando, de seguir adelante los planes actuales, hacia 1985 se arbolará la quilla de un segundo buque idéntico. ¿Qué nombre habría que darle entonces a la segunda unidad?...

POSIBLE EXPORTACIÓN

El proyecto del “S.C.S.” españolizado por la EN. “Bazán”, ha despertado expectación en ciertas Marinas que, hoy por hoy, disponen de portaaviones “overage”. Tal sucede en Australia, Argentina, Brasil y la India. También la Marina Imperial iraní estuvo interesada en el asunto, pero la dictadura islámica de Jomeini ha dado al traste con cualquier intento de renovación del material militar persa.
Por ahora, parece que la Marina australiana — ¡la Armada de Australia, quién había de decirlo!— sí tiene marcado interés en adquirir un “PA” producto de los astilleros ferrolanos.
Digamos al respecto, que dos comisiones de la Marina del país antípoda ya han visitado Madrid y El Ferrol, y que técnicos y directivos de la E.N. “Bazán” también han estado en Sidney. Las negociaciones se desenvuelven admirablemente y todo parece indicar que se acabará firmando el contrato. Abunda en favor de ello, el hecho de que también Australia tiene en construcción en astilleros norteamericanos dos fragatas “FFG” cuyos nombres son “Adelaide” y “Canberra”; es decir, las mismas que integrarán nuestro “Grupo de Combate” y que, como sabemos, utilizan idénticas turbinas de gas “LM-2500”. Esta homogeneidad de materiales aboga en pro de la obtención del pedido australiano.
En fin, pongamos el punto final volviendo a la grada ferrolana en la que el casco de nuestro primer portaaeronaves “made in Spain” empieza a tomar forma, y digamos que su botadura se prevé para 1981. Y no olvidemos, por otra parte, que de llevarse a efecto la construcción del australiano, del segundo español y de algún otro para Sudamérica, el costo unitario decrecería; la industria naval militar española tendría ocupación asegurada para varios años, y las arcas del tesoro nacional se enriquecerían con notables ingresos de divisas.

Revista Defensa nº 22, febrero 1980, M. Ramírez Gabarrus


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