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1958: los Marines en el Líbano

Ayer noticia

El año 1958 fue particularmente dramático para los intereses occidentales en Oriente Medio. En febrero se había proclamado la República Árabe Unida, formada por Egipto y Siria. En mayo, los jefes musulmanes y drusos libaneses se alzaron en armas contra el Gobierno del presidente Cumule Chamun. El 14 de julio estallaba una revolución en Bagdad que terminaba con una monarquía enfeudada al Reino Unido. El 15 de julio desembarcaban los “marines” en Beirut. Sin disparar un tiro, los Estados Unidos invirtieron la tendencia y preservaron al Líbano hasta que en 1975 estalló una nueva guerra civil.

CRISTIANOS CONTRA MUSULMANES

El 8 de mayo de 1958 fue asesinado el propietario de un periódico libanés que conducía una violenta campaña contra la política pro-occidental del presidente Camille Chamun y de su primer ministro Sami Solh. Esta muerte provocó, en la segunda semana del citado mes, graves disturbios que, iniciados en Trípoli, se extendieron a Beirut, Sidón y las regiones del Norte y Noreste, cercanas a la frontera con Siria.
La rebelión fue fomentada por los jefes musulmanes y drusos, opuestos a Chamun (cristiano maronita), y por los partidarios del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y de la República Árabe Unida (RAU), creada el 22 de febrero de 1958 por la fusión de Egipto y Siria. Este acontecimiento desató una ola de entusiasmo popular en el mundo árabe, apenas dos años después que Nasser hubiese nacionalizado el canal de Suez, lo que le consagró como el caudillo esperado por las masas árabes.
La política Chamun-Solh contaba con el apoyo de los cristianos libaneses, incluyendo el pequeño pero agresivo partido falangista, de Pierre Gemayel, pero tropezaba con el rechazo de gran parte de la población musulmana. Esta oposición era más enconada en el bastión sunita de Trípoli. Una causa secundaria, pero más evidente, de los desórdenes fue el temor de los jefes oposicionistas de que Chamun reformarse la Constitución libanesa para hacerse elegir presidente por un segundo mandato.

foto: Cañones sin retroceso autopropulsados de 106 mm. M-50 “0ntos’ de los “marines”, en las proximidades de Beirut.

Según la Constitución de 1926, redactada bajo la férula colonial de Francia y reformada varias veces, Líbano es una república parlamentaria en la que se respeta el equilibrio socio-religioso. De acuerdo con la Constitución, el presidente debe ser un cristiano y el primer ministro un musulmán; la representación, tanto en el gabinete como en el Parlamento se hace en forma equitativa entre las dos confesiones, dándose la circunstancia de que los cristianos, que son minoría, tienden a preservar celosamente las particularidades del país y buscan alianzas con Occidente e, incluso llegado el caso, como ya se vio a partir de 1975, con Israel, mientras que musulmanes y drusos son muy sensibles a los vientos del panarabismo.
Una vez planteada como tal, la revuelta tuvo como jefes a Saeb Salam, en Beirut; Rashid Karame, en Trípoli, y Kemal Jumblatt, en la región drusa, al Sudeste de Beirut. Salam y Karame habían sido presidentes del Gobierno, mientras que Jumblatt era el jefe del Partido Progresista Socialista.

GUERRA CIVIL

El 13 de mayo, el ministro de Asuntos Exteriores libanés, Cjarles Malik, acusó a la RAU de ser culpable de una masiva intervención en los asuntos internos libaneses, incluida una responsabilidad directa en los disturbios. Hablaba con firmeza porque hacia el 20 de mayo el Ejército libanés había consolidado posiciones en Beirut y Trípoli donde, como en las zonas fronterizas con Siria, quedaban focos de resistencia musulmanes, a los que se pensaba domeñar. Pero la verdad es que la situación era muy confusa y que la guerra civil se estaba instalando solapadamente en el Libano.
El 14 de mayo, un portavoz del Departamento de Estado reveló que el Gobierno de Washington estaba suministrándole al del Beirut armas portátiles, municiones y gas lacrimógeno. El tipo de material necesario para dominar motines, se explicó. Dos días después, el mismo portavoz anunció que se estaban tomando disposiciones para:
— Atender un pedido de suministro de carros de combate, cursado por el Ejército libanés.
— Enviar tropas al Líbano, si el presidente Chamun manifestaba que sus fuerzas no podrían garantizar la vida y bienes de los estadounidenses residentes en el país.
— Dieciocho aviones cargueros Globemaster, capaces de transportar 200 personas cada uno, viajaban desde la base de la Fuerza Aérea de Donaldson, en Carolina del Sur, a una base en Alemania Federal, para ser utilizados en la evacuación de los ciudadanos norteamericanos en el Líbano, si se presentaba la emergencia. Otros 22 Globemaster estaban siendo alistados en Donaldson.

foto: Los ‘marines” desembarcan entre numerosos curiosos que se acercaron a verles y fotografiarles.

La Unión Soviética, cuyos intereses estratégicos en el Cercano Oriente resultan conocidos, advirtió por medio de una nota difundida por la agencia Tass, que una intervención estadounidense u occidental en el Líbano tendría serias consecuencias, no sólo para el futuro del Estado libanés sino para la paz en Oriente Medio. Un portavoz británico intervino para calificar la nota de Tass de atajo de mentiras, y es que también el Gobierno de Londres, muy preocupado por el pujante avance del nacionalismo árabe en la región, se disponía a participar, en primera persona, en la crisis. El 19 de mayo, dando un primer paso en esa dirección, el Almirantazgo británico informó que un ejercicio naval de la OTAN que se estaba desarrollando en el Mediterráneo Occidental había sido desplazado al Mediterráneo Oriental, para poder disponer en la zona de naves de guerra estadounidenses y británicas.
La insurrección continuó durante junio y julio. Las fuerzas antigubernamentales mantuvieron a lo largo de esos dos meses el control de zonas de Beirut, Trípoli y Sidón. Los insurgentes estaban atrincherados en barricadas y de vez en cuando las abandonaban para rechazar a las tropas contrarias cuando éstas intentaban desalojarles.
Fuera de las grandes ciudades, los rebeldes controlaban la mayor parte del valle de la Bekaa, la mayoría de las zonas montañosas del Norte y Sur del Líbano y casi todo el territorio adyacente a la frontera siria. Las operaciones militares tenían lugar en forma esporádica: violentos estallidos se alternaban con largos períodos de tregua implícita. Los combates más duros de esta guerra civil de carácter profundamente urbano se desarrollaron en Beirut entre el 14 y el 16 de junio, y en Trípoli, entre el 26 y 27 del mismo mes.
Durante los períodos de inactividad, se registraba un intenso accionar terrorista a base de atentados a la bomba, de los que fue blanco la zona de Beirut en poder del Gobierno.

INTERVIENE LA ONU

A lo largo de estas dramáticas semanas hubo una serie de iniciativas destinadas a encontrar un modus vivendi entre todas las facciones en lucha, pero todos los intentos fueron infructuosos. El 8 de julio, Chamun aseguró que abandonaba su propósito de postularse por segunda vez consecutiva a la presidencia e insistió en acusar a la RAU de intervenir en los asuntos internos del Líbano. Por toda respuesta, la oposición exigió su renuncia inmediata.

foto: El presidente de la RAU, coronel Gamal Abdel Nasser.

Mientras tanto el 22 de mayo, Líbano pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que éste adoptara una resolución cara a la denunciada intervención de la RAU en sus asuntos internos. El Consejo de Seguridad aceptó, el 27 de mayo, incluir en su agenda la denuncia libanesa, aunque el debate fue aplazado para darle tiempo a Malik a intentar resolver la crisis en el marco de la Liga Árabe. Cuando esta iniciativa fracasó, la ONU comenzó a discutir el problema. Era el día 6 de junio.
Después de muchos debates, el Consejo de Seguridad aprobó un proyecto de resolución presentado por Suecia, por el cual se enviaría al Líbano un grupo de observadores destinado a asegurarse que no hay infiltración de personal, abastecimientos u otro material a través de la frontera libanesa. La RAU rechazó las acusaciones de Malik asegurando su Gobierno que todo era una maniobra de diversión para que, mientras tanto, Chamun pudiese gestionar su reeleción.
El secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, puso al frente del Grupo de Observadores al ex-presidente del Ecuador, Galo Plaza, siendo designado jefe del personal militar del Grupo el general Odd Bufi, comandante en jefe de la Fuerza Aérea noruega; y eligió un diplomático indio, Rajeswhar Dayal, para completar el triunvirato.
El primer escalón llegó al Líbano el 14 de junio. Un mes después había 135 observadores militares de 14 países: Birmania, Canadá, Chile, Dinamarca, Finlandia, Holanda, India, Irlanda, Italia, Nueva Zelanda, Nepal, Noruega, Perú y Suecia. Los mayores contingentes eran los de Canadá (10), Italia (15), Holanda (10) y Noruega (14).
Los observadores fueron estacionados en varios puntos a través del Líbano. Además de la observación terrestre se cumplieron tareas aéreas de reconocimiento, realizadas por 12 aviones livianos, de los cuales ocho fueron prestados por los Estados Unidos y cuatro por Suecia.
El primer informe de los observadores, conocido el 5 de julio, concluyó que no había pruebas de infiltraciones en masa de hombres y armas, desde la RAU al Libano.

LLEGAN LOS MARINES

El Gobierno libanés rechazó el informe, en tanto que la oposición lo esgrimió como un refrendo de sus tesis, según las cuales la crisis y la subsiguiente guerra civil eran, exclusivamente, un problema interno. Chamun, por su parte, dijo de nuevo que había de 10.000 a 12.000 rebeldes, de los cuales por lo menos del 25 al 30 por 100 eran egipcios, sirios y palestinos infiltrados. Los sediciosos, enfatizó, habían recibido de la RAU 36.000 armas de todo tipo: desde pistolas hasta morteros y piezas de artillería. En contraste, el Ejército libanés sólo disponía de 9.000 a 10.000 hombres y unos 2.500 gendarmes.
El 14 de julio se produjo un acontecimiento que iba a precipitar la intervención estadounidense en el Líbano y permitirle retener una pieza de importancia en el tablero de Oriente Medio. Ese día, el Ejército iraquí se alzó en armas para instalar un régimen revolucionario árabe.
El alzamiento fue sangriento, pues los militares ejecutaron al rey Faisal, al príncipe Abdul Ilah y al primer ministro, general Nuri Essaid. Iraq, anunciaron los revolucionarios dirigidos por el general de brigada Abdul Karim Kassem, ha sido liberado de la dominación de un grupo
corrupto instalado por el imperialismo.

Ese mismo 14 de julio, por la mañana, Chamun pidió el envío de tropas estadounidenses para asegurar la independencia y la integridad del Líbano. Al día siguiente, el presidente Einsenhower informó que tras haberse recibido la solicitud de Chamun había ordenado el desembarco de los marines en el Líbano, lo que estaba sucediendo en el momento mismo en el que hablaba. Einsenhower envió un mensaje al Congreso, en el que explicó que hasta el 14 de julio había esperanzas de una solución pacífica de la crisis, pero que el estallido de la revolución, en Bagdad, hizo que los Estados Unidos compartan con el Gobierno libanés el punto de vista de que los acontecimientos de Iraq incluyen objetivos que el frágil Líbano no puede enfrentar sin la ayuda de naciones amigas.
La primera ola de desembarco puso 1.500 fusileros navales estadounidenses en las playas de Beirut, el 15 de julio. Durante los días siguientes continuaron desembarcando refuerzos, y el 20 de julio había 10.000 marines en la capital y sus alrededores.
En cooperación con el Ejército libanés, los marines fueron enviados a custodiar el
puerto de Beirut, el aeropuerto y otros puntos estratégicos, mientras que otras unidades montaban la guardia ante la embajada de su país y la residencia del presidente Chamun.
Los desembarcos fueron protegidos por la VI Flota, con efectivo completo.
Sus 70 navíos estaban concentrados en el Mediterráneo Oriental, incluidos el super
portaaviones de 60.000 Tn. USS Saratoga, el portaaviones de 27.000 Tn. USS Wasp, el crucero USS Des Moines (17.000 toneladas) el navío lanzamisiles USS Boston y 28 destructores. A cargo de las operaciones estaba el vicealmirante James L Holloway.  

foto: Una vista del puerto de Beirut con varias unidades de la VI Flota fondeadas en sus aguas.

Además de las tropas llegadas por vía marítima fueron despachados efectivos y equipos desde los Estados Unidos, Alemania Federal e Italia por vía aérea, utilizando grandes aviones de transporte, en especial Globemaster. Cinco mil soldados de una división estacionada en Alemania Federal fueron acantonados en la base de Adana, en el Sur de Turquía. Todas estas operaciones se realizaron sin incidentes. Hubo protestas verbales, pero los Estados Unidos anunciaron que retirarían sus tropas tan pronto como se tomasen las medidas necesarias para asegurar la independencia del Líbano.
Las cosas, empero, se complicaron, pues el 16 de julio el rey Hussein de Jordania, alarmado por la revolución iraquí (Jordania e Iraq formaban una Federación Árabe, siendo ambos monarcas primos) pidió tropas británicas. El 17 llegaron por vía aérea, procedentes de Chipre, los primeros 300 paracaidistas, seguidos al día siguiente por 200 hombres de la 16º  Brigada Paracaidista Independiente del Reino Unido.
Nuevos refuerzos estadounidenses desembarcaron en Beirut entre el 1 y el 5 de agosto. En total 5.000 hombres y 75 carros de combate. Con este aporte, el cuerpo expedicionario estadounidense en el Líbano ascendió a 14.300 hombres, cifra que incluía cuatro batallones de Infantería de Marina, un grupo paracaidista, un regimiento de carros de combate y unidades de transmisiones, transporte, sanitarias y otros servicios.
La masiva presencia estadounidense y el temor que la revolución iraquí había provocado en las feudalidades dominantes, forzaron el hallazgo de una fórmula de aveniencia que puso punto final a la guerra civil libanesa. El 31 de julio, el Parlamento eligió presidente, por voto unánime, al comandante en jefe del Ejército, general Fuad Chahab, quien sucedió a Chamun el 23 de septiembre, al expirar el mandato de éste. Como primer ministro fue designado Karame, el jefe musulmán de Trípoli, que negoció con los Estados Unidos la retirada del cuerpo expedicionario.
El último soldado estadounidense abandonó Beirut el 26 de octubre. Los últimos británicos se fueron de Jordania el 2 de noviembre, en barco, por Ákaba. Ninguno había tenido necesidad de combatir.

Revista Defensa nº 73, mayo 1984, Alberto Carbone


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