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Viernes, 19 de abril de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Los hombres K

Ayer noticia

Cuando comandos británicos por medio de submarinos de bolsillo consiguieron averiar seriamente, el 22 de septiembre de 1943, al acorazado alemán “Tirpitz”, fondeando en un vigiladísimo “fiord” noruego, se desarrolló una intensa campaña de prensa en toda Alemania que trajo consigo la creación de una fuerza a la que se le dio el nombre de Unidad - K o “Kommando der Kleinkanfnittel der Kriegsmarine” (Mando de los grupos de ataque de la Marina de Guerra).

Desde un principio, los alemanes se pusieron a trabajar febrilmente en la idea y con la colaboración del príncipe Borghese, jefe de la célebre “Decima MAS” —flotilla italiana de comandos de asalto—, lograron al comienzo del año 1944 reunir un buen número de voluntarios, a los que se les sometió a un duro entrenamiento en las orillas del Mar Báltico. Eran los primeros Hombres-K, quienes en la primavera ya estaban listos para entrar en acción agrupados en tres MEK (Marine Einsatz Kommandos). Estos tres MEK, que contaban cada uno con 23 hombres y 15 vehículos, eran los siguientes:
-MEK - 60. Al mando del alférez de navío Prizhorn.
-MEK - 65. Al mando del alférez de navío Richard.
-MEK - 71. Al mando del alférez de navío Walters.
Como jefe de toda la unidad - K se nombró al almirante Heye, Jefe de Estado Mayor de la Armada, quien ordenó que los tres MEK se trasladasen rápidamente a Dinamarca y Francia en espera de poder actuar contra el enemigo.

 LOS TORPEDOS MONOPLAZA “NEGER”

Los “NEGER” fueron obra del ingeniero de Marina Mohr, basándose en un proyecto italiano, que ya había dado resultados en el ataque al puerto inglés de Alejandría en donde dos torpedos tripulados por cuatro hombres habían logrado dejar fuera de servicio por mucho tiempo a los acorazados “Valiant” y “Queen Elizabeth ‘ pertenecientes a la Mediterranean Fleet.

foto: Hombres avezados de la Marina de guerra alemana formaron  los cuadros de las fuerzas de comandos.

Consistían, a diferencia de los italianos, en dos torpedos superpuestos: un propulsor que estaba descargado y en el que se instalaba el piloto en una pequeña cabina; y el otro cargado con explosivos que debía ser lanzado contra el barco adversario. Debido a su escasa autonomía y a su corta velocidad —de 3 a 4 nudos— sólo podía actuar cerca del litoral y con unas condiciones que no siempre se daban:
buena visibilidad y mar en calma, que unidos al hecho de tener que embarcar con la bajamar y volver con la pleamar, así como la de operar de noche, hacían que los Hombres - K no confiasen demasiado en esta su primera arma.
El bautismo de fuego de los “NEGER” fue en aguas del puerto de Anzio y Nettuno, a unos 40 km. al sur de Roma. Se esperaba que allí se concentrasen gran cantidad de buques avituallando a los soldados aliados que habían establecido cabezas de playa en esa zona, pero sin embargo, cuando en la noche del 20 de abril de 1944, 17 “NEGER “llegaron a su objetivo, se encontraron con que las bahías estaban desiertas, por lo que tuvieron que lanzar sus torpedos hacia la costa, sin causar grandes daños y hacia algunos patrulleros, de los que echaron a pique dos de ellos a costa de 6 bajas.
Ocho días más tarde, la flotilla de “NEGER” pudo ser empleada nuevamente en Italia, pero el Alto Mando desistió en hacerlo, con el fin de que los pilotos adquiriesen más experiencia con vistas al ya próximo desembarco aliado en Francia. De esta manera, la noche del 5 de julio, unos 30 torpedos atacaron a las formaciones navales enemigas, hundiendo al patrullero “Cato” y tocando a un destructor y al lanchón de desembarco. Una segunda oleada, formada por los supervivientes del primer ataque (14) y los que no habían participado en la operación, efectuaron otra misión en la noche del 7 de julio; pero esta vez, perdido ya el factor sorpresa con que contaron en un principio, sólo lograron hundir al viejo crucero inglés “Dragón”, de 5.000 Tm., puesto a disposición de la Marina polaca en el exilio.
Los últimos servicios de los “NEGER” tuvieron lugar durante la segunda quincena de julio y la noche del 16 al 17 de agosto, con el posible hundimiento del destructor inglés “Isis”.  Después de estas operaciones, se les retiró del frente y fueron sustituidos por otros ingenios más eficaces.

LAS LANCHAS EXPLOSIVAS “LINSEN”

Para seguir a la flota aliada en la bahía del Sena, se crearon las lanchas explosivas “LINSEN” (lenteja). Habían sido diseñadas siguiendo casi completamente el modelo de las motoras italianas “Barchini” y podía decirse que eran las “hermanas” marítimas de los carros teledirigidos “Goliat” empleados ya con éxito por la Werhmacht.

foto: En la fotografía puede apreciarse, en la LINSEN, el sistema de percusión que provocaba la explosión en el momento del choque.

Estas lanchas eran de madera y muy veloces, teniendo en la proa un saliente dotado de unos muelles, que al chocar contra el objetivo se comprimían y accionaban un mecanismo de relojería, mediante el cual la embarcación se partía en dos y la carga explosiva (300 kg.) se hundía a pocos metros del casco o la quilla del barco, haciendo explosión en un determinado instante programado de antemano.
Atacaban en secciones de tres “UNSEN” cada una; dos de las cuales eran explosivas, gobernadas por un solo hombre, que al llegar a unos 100 metros del blanco se arrojaba al agua; y la tercera era una lancha de control, tripulada por tres hombres, cuyo deber era doble y dificilísimo: guiar, por medio de ondas ultracortas, a las dos naves en sus últimos metros hacia los buques a atacar y, recoger a sus dos camaradas de las frías aguas para llevarlos a la base. Es fácil suponer lo complicado de esta tarea, pues si ya era difícil dirigir a las “LINSEN” en la oscuridad, aún lo era más el buscar casi siempre a ciegas a sus compañeros, perseguidos además por algún patrullero enemigo.

Las 30 primeras “UINSEN” con que contó la Unidad-K, provenían del grupo de sabotaje del Regimiento Brandemburgo y su primera misión en la cabeza del puente de Anzio y Nettuno fue un rotundo fracaso, así como el realizado cerca de El Havre el 10 de junio, a causa del mal transporte realizado por los dragaminas y por las condiciones atmosféricas adversas. A pesar de estos reveses, la flotilla K-22 no se doblegó y a finales de julio llegaba a la costa normanda con 48 lanchas (32 explosivas y 16 de control) para atacar al constante tráfico aliado que avituallaba los frentes, después del desembarco del 6 de junio.
La primera acción efectiva tuvo lugar la noche del 2 al 3 de agosto y un segundo ataque en la noche del 7 al 8 del mismo mes. En el conjunto de las dos operaciones, intervinieron 16 motoras, logrando hundir 12 barcos aliados, entre los que se encontraban el destructor “Quorn”, el pesquero militarizado “Gairsay”, un carguero del tipo “Liberty”y un gran petrolero, con un total de 43.000 toneladas.
Cabe señalar por último que los Hombres-K de la flotilla K-221, tuvieron escasas bajas, no produciéndose ninguna de ellas durante los ataques, sino al ser ametralladas desde cazabombarderos “Lightning” cuando regresaban a las bases de partida.

HOMBRES - RANA DE COMBATE

La idea de utilizar hombres-rana, fue debida a Alfred Von Wurzian, quien defraudado por el poco interés que mostraban las autoridades alemanas por su proyecto, lo intentó con los italianos, que ya contaban con nadadores en la “Decima MÁS “. Éstos consintieron que dos germanos entrasen en sus filas y adquiriesen experiencia, tras la cual, y después de unas pruebas satisfactorias celebradas ante una comisión técnica, el alto Mando de la Marina autorizó la creación dentro de la Unidad-K de este cuerpo que, con el tiempo, iba a realizar grandes hazañas. Por lo pronto, mandó como posibles candidatos a muchos famosos nadadores que en la paz habían conseguido importantes marcas deportivas para someterlos a una exhaustiva preparación en la laguna de Venecia. La táctica de ataque era bien sencilla: los buceadores se tenían que acercar al navío silenciosamente y una vez junto al casco sumergirse, colocando la carga explosiva de 7 kilos y medio en la quilla, para luego alejarse del lugar camino de las líneas propias.

foto: Un submarino de la fuerza “K” hoy expuesto en el Imperial War Museum británico.

Sin embargo, no fueron buques adversarios el objetivo de los buzos en su primera actuación, sino dos puentes emplazados en el canal del Orne y por los cuales los aliados transportaban pertrechos militares a sus tropas establecidas en la cabeza de puente de Caen, una vez efectuado el desembarco de Normandía. La fecha del ataque se fijó para el 22 de junio de 1944 y fue realizado por 6 nadadores del MEK-60 con dos torpedos que instalaron en los pilares de sendos puentes, consiguiendo destruirlos.
Otro acto de comandos, de los 25 que fueron encomendados al MEK-60 desde el desembarco aliado a la evacuación de Francia por los soldados del Reich, fue el ataque a la antigua batería alemana de costa “Bac du Hode’ situada en la orilla meridional del estuario del Sena, y que al serle súbitamente arrebatada a los alemanes, fue puesta en posición por los aliados, quienes hostigaron con ella a los hombres de la Werhmacht que aún defendían El Havre.
Para volarla, se mandó al alférez Prinzorh, quien con 6 hombres-K y un exsirviente de la pieza artillera que actuaba como guía, lograron hacerla callar en una feliz operación.
Un mes más tarde, el MEK-60 reapareció nuevamente en Bélgica y Holanda, efectuando las siguientes misiones:
-Ataque a la esclusa del Kruisschans.
-Ataque a los puentes de Nimega.
-Ataque al puente de Moerdijk, sobre el Hollandsch Diep.
Los tres ataques tenían el mismo objetivo: cortar el avance del ejército enemigo en su progresión hacia el este y hacia el norte, privándoles así de tres puntos de apoyo sin los cuales no podrían seguir su ofensiva.

ATAQUE A LA ESCLUSA DEL KRUISSCHANS

Cuando cayó la ciudad de Amberes en poder de los aliados, éstos pudieron utilizar su vital puerto, ya que al morir el comandante alemán que organizaba los trabajos de demolición, no les dieron tiempo a los germanos para que volasen la trascendental esclusa de Kruisschans, que regulaba el agua del puerto.
Después de infructuosos bombardeos por parte de la Luftwaffe, frenados siempre por la fuerte defensa antiaérea enemiga, se echó mano, como última solución, a los buceadores del MEK-60. Para esta misión se presentaban dos trabas importantes que debían resolverse antes del ataque: una consistía en que, debido a la fuerte corriente del Escalda, los Hombres-K no podían efectuar el trayecto nadando; y la otra radicaba en el problema de transportar hasta el objetivo las pesadas minas-torpedo de una tonelada, presas para destruir la esclusa.
Se barajaron muchas soluciones y decidiéndose al final que los buzos fuesen en lanchas “LINSEN” provistas de silenciador para no alertar a los centinelas apostados, y que las minas-torpedo viajasen dotadas de flotadores de aluminio que las mantenían bajo el agua, siendo así fácilmente transportables. Todo estaba, pues, preparado y en la primera noche favorable del 15 al 16 de septiembre— dos “LINSEN” con un oficial, un timonel, 3 buzos y una mina-torpedo cada una, se acercaron a la esclusa aprovechando la marea entrante para no ir contra corriente. Tras salvar innumerables defensas metálicas de protección, los Hombres-K colocaron sin dificultad la carga explosiva y se retiraron al lugar en donde les esperaban las dos motoras. Sobre las cinco de la madrugada, una gran explosión destruyó totalmente la esclusa que los aliados tardaron tres meses en reparar.

LOS PUENTES DE NIMEGA

Una de las acciones más audaces y también una de las más peligrosas llevadas a cabo por la Unidad-K fue la del ataque a los puentes de Nimega situados en el río Waal, junto a la frontera germano-holandesa, que habían caído intactos en poder de los aliados. El Alto Mando Alemán se dio cuenta de la importancia estratégica que representaban estos puentes y ordenó a la Luftwaffe y a las tropas de ingenieros que los atacasen. Como la operación fue un fracaso, se pensó nuevamente en los hombres del MEK-60, reforzados, para esta misión, con el MEK-65 del alférez Richard. Después de muchos estudios y elaboraciones de planes, la noche del 28 al 29 de septiembre de 1944 doce nadadores distribuidos en tres grupos se echaron al agua a unos 10 kilómetros aguas arriba de Nimega.
Cada grupo tenía un cometido específico, pues mientras el primero con dos minas-torpedo debía atacar el puente del ferrocarril, los dos restantes colocarían las cargas en el de la carretera situados unos kilómetros antes.

foto: Acción de los Hombres K en los tiempos de la campaña italiana en donde actuaron por vez primera.

Los del puente de la vía férrea -que habían salido los primeros- llegaron a su objetivo tras haber pasado silenciosamente por entre las arcadas del puente que sus compañeros iban a volar más tarde. Adosaron las dos minas-torpedo a ambos lados de la pilostra central y nadaron hacia la orilla con el fin de esconderse para luego volver, dos de ellos, sanos y salvos a las líneas alemanas.
Sin embargo, los demás Hombres-K  no tuvieron tanta fortuna: el tercer grupo fue descubierto y el segundo, si bien consiguió poner aprisa y corriendo los explosivos bajo el puente, fue arrastrado por la corriente hacia el borde del río en donde fueron hechos prisioneros por los ingleses.
El balance total de la operación puede, por tanto, resumirse así:
-De 12 hombres que participaron, regresaron 2 (primer grupo), 10 fueron al cautiverio y tres de ellos murieron por el camino a causa de las heridas recibidas.
- El puente del ferrocarril quedó completamente destruido, pero no así el de la carretera, que aún debilitado, siguió siendo de utilidad para los ingleses.
Los aliados a partir de entonces extremaron notablemente la vigilancia del puente porque temían otro ataque de comandos parecido. La Unidad-K dejó pasar un tiempo prudencial y en la noche del 12 al 13 de enero de 1945 lo volvieron a intentar de nuevo, aunque fracasaron, siendo ya éste el último esfuerzo de los alemanes para destruir el puente de la carretera.

EL SUBMARINO MONOPLAZA “BIBER”

El “BIBER” (Castor) fue realidad gracias a las ideas del capitán de Corbeta Barteis. Tenían una longitud de 8 metros y un diámetro de 98 centímetros, lo que les hacía parecerse a una representación en miniatura de un submarino convencional. Poseían como armas ofensivas dos torpedos colocados en ambos flancos del aparato, y una autonomía bastante decente de 20 horas de inmersión. Actuaban de noche en la superficie y sólo se sumergían en casos necesarios, principalmente para alejarse de sus perseguidores, pudiendo operar únicamente con mar en calma y sin viento.
Después de vencer algunos problemas, se les utilizó por primera vez en la bahía del Sena la noche del 29 al 30 de agosto de 1944. Esa fecha, la flotilla K-261 logró echar a pique un lanchón de desembarco y un “LIBERTY”.
Tras su primer éxito la K-26l fue trasladada a la base de Rotterdam, para que desde allí hostigase a los convoyes aliados que navegaban por el Escalda, pero no pudo ser muy utilizada debido a las adversas condiciones atmosféricas que se presentaron, siendo sustituidos poco a poco los “BIBER” por sumergibles biplazas “SEEH UND”
El proyecto más ambicioso confiado a los “BIBER” fue el ataque al vital puerto de Murmansk por donde los aliados entraban material de guerra con destino a Rusia. Para tal fin, el día 5 de enero de 1945, tres submarinos oceánicos remolcando cada uno de ellos a dos “BIBER” partieron del norte de Noruega hacia su objetivo con el propósito de dejar a sus “hermanos menores” lo más cerca posible del superdefendido puerto.
Una vez más, se volvieron a presentar dificultades en los motores de explosión de todos los “BIBER” durante el transporte y se tuvo que cancelar definitivamente la misión. Los científicos alemanes sacaron conclusiones de este fracaso y pusieron un motor diesel más seguro en los nuevos modelos, pero nunca llegaron a estar listos para entrar en acción antes de que finalizase la guerra.

 EL “SEEHUND”

Las flotillas de “SEEHUND” (foca) operaron entre el Támesis y el Escalda; y en el paso de Calais, desde enero hasta abril de 1945, teniendo por base la localidad holandesa de Yjmiden. Realizaron unas 40 misiones consiguiendo hundir, según fuentes inglesas, un total de 120.000 toneladas, entre ellas el destructor “La Combattante “.
Sus últimas misiones consistieron en aprovisionar a las tropas de la Werhmacht aisladas en Dunkerke durante las postrimerías de la guerra mediante los apoderados “Torpedos de mantequilla”.  Como dato anecdótico, cabe citar que los tres últimos “Seehund” que arribaron al puerto se vieron sorprendidos allí por la noticia del fin de las hostilidades, teniendo sus tripulaciones que encallarlos cerca de la costa, siendo más tarde rescatados del lugar por los franceses.

ACCIONES DEL MEK-71 EN EL ADRIATICO

La base de este grupo, situada en el puerto de Pola, al sur de Trieste, funcionó desde septiembre de 1944, hasta el final de la guerra. Desde ella el MEK-71 efectuó unas 20 misiones contra posiciones enemigas de la costa yugoslava e islas del archipiélago dálmata, entre las que destacaron tres de ellas:
-Inutilización de una estación de radar inglesa a finales de 1944.
-Destrucción en la isla de lstno de 2.000 bidones de gasolina, una emisora de radio y una central eléctrica a cargo de 8 Hombres-K.
-
Ataque a un gran vapor fondeado en la entrada del puerto del Zara y cuyo hundimiento significó la imposibilidad de salir de él a buen número de mercantes enemigos.
Como consecuencia de estas acciones, los aliados machacaron en acto de represalia con sus aviones el puerto de Pola, causando muchas bajas a los Hombres-K, quienes no se desanimaron por ello y aún lograron volar un oleoducto emplazado en la retaguardia adversaria, concretamente en Ancona.

LA UNIDAD-K  EN EL FRENTE RUSO

El día 24 de noviembre de 1944, se celebró en el puesto de Mando del Grupo A de Ejércitos alemanes situados en Cracovia, una reunión para pedir a los Hombres-K que atacasen las profundas cabezas de puente rusas en la orilla occidental del Vístula al sur de Varsovia; pues se creía que de ahí partiría el Ejército Rojo en su inminente ofensiva de invierno sobre Alemania.

foto: Despedida a los “Hombres K ‘antes de una misión.

La meta marcada era los numerosos puentes tendidos sobre el Vístula, que permitían a los soviets llevar avituallamiento a sus soldados afincados en el terreno ganado. Para esta acción era imposible utilizar nadadores, debido a que todo el río estaba ocupado por el enemigo, por lo que se pensó en usar motoras “LINSEN”.  A tal fin, 90 de estas lanchas se fueron concentrando en la orilla del Vístula a principios de diciembre en espera de que se les diese la orden de ataque, pero incomprensiblemente esa orden se fue demorando y cuando se dio las aguas estaban ya completamente heladas, haciendo de este modo imposible la operación. Esta falta de previsión benefició a los rusos, quienes en enero de 1945 desencadenaron la ofensiva prevista desde esos puntos claves y sólo se detuvieron al llegar al Oder.
El 25 de febrero se creaba el llamado “Grupo de Nadadores del Este” al mando del subteniente Fredkeller, que semanas más tarde partía para el nuevo frente del Oder —a tan sólo 85 km. de Berlín— para intentar cortar los abastecimientos rusos por medio de ataques a puentes estratégicos, logrando volar muchos de ellos con explosivos de 7 kilos y medio.

SE ACERCA EL FINAL

Muchos proyectos de nuevas armas y operaciones como el ataque al Canal de Suez y al puerto de Nueva York, se vieron truncadas por el fin de la guerra. Unos días antes de que ésta acabase, la Unidad-K recibía la que iba a ser su última y más extraña de las misiones que había tenido jamás: Hitler, abrumado y sólo en el ‘Bunker” de la Cancillería, pedía en persona al Gran Almirante Doenitz hombres de la Unidad-K para que le sirviesen de guardias de corps en aquellos trágicos momentos. Pero la imposibilidad de trasladarlos por avión al Berlín asediado, junto con el suicidio del Führer el 30 de abril de 1945, libraron a los Hombres-K de cumplir esta orden. A partir de entonces sólo les restaba ya esperar el cautiverio...

EPILOGO

La Unidad-K, que había sido creada cuando ya prácticamente tenía Alemania perdida la guerra y el dominio aliado en el mar y en el aire era abrumador, fue sin lugar a dudas un peligro constante para las instalaciones y buques adversarios. Resulta difícil de creer que unos hombres, en la mayoría de las veces en solitario, pudiesen atacar objetivos fuertemente custodiados, y volver luego a sus bases con escasas bajas, habiendo realizado ellos solos más daños que los que podía causar un acorazado. Sin embargo, los Hombres-K gracias al tesón, audacia y camaradería que remaba entre ellos, lo lograron satisfactoriamente, aunque como bien afirma Bekker en su libro (“Atención Hombres-K “. Editorial Luis de Caralt.), las pérdidas que infligieron a los aliados pueden compararse con las molestias causadas por las picaduras de los insectos en la piel de un elefante.

Revista Defensa nº 14, junio 1979, J. L. Urgel Pinilla


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