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La cohetería de CETME, o cómo España buscó fabricar nuevos tipos de armas

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La creación de CETME (Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales) en la España de 1949 está relacionada con el cambio tecnológico acaecido en el armamento de los Ejércitos de Tierra durante la última contienda mundial.

La artillería clásica, que fue el arma predominante durante la Gran Guerra de 1914-18, demostró sus carencias en el enfrentamiento con los carros de combate y Ia Aviación en Ia de 1939-45. La actividad de CETME puede entenderse, desde el punto de vista del avance técnico, como el intento de superación de Ias limitaciones de Ia artillería, creando nuevos tipos de armas —muchas basadas en cohetes— para su producción por Ia industria militar española, controlada por los Ministerios militares en su mayor parte hasta Ia creación de Ia Empresa Nacional Santa Bárbara en 1960.

La importancia de los desarrollos en cohetería en CETME es difícilmente exagerable en el conjunto de sus realizaciones en el periodo considerado: primero, porque Ia actividad inicial que se llevó a cabo en el Centro fue un ciclo de conferencias del técnico alemán Dinner sobre Ia aplicación de Ia cohetería en Ia lucha anticarro desde tierra y aire. Después, por Ia petición formal del Comité Directivo del Centro respecto a un programa de cohetes al técnico alemán de CETME, W. Klein—jefe del grupo de trabajo de Armas Pesadas y Cohetería de Ia Sección de Balística y Proyectos—, a comienzos de 1950, lo que posibilitó introducir sus propuestas en el primer programa de trabajos de mayo de 1950. Además, por Ia creación dentro del organigrama de Ia Comisión de Cohetes, una posibilidad contemplada en el Reglamento de Régimen Interior y que no volvió a utilizarse durante el período considerado.

La Comisión estuvo formada por personal de todas las secciones—Química, Armas Automáticas, Metalurgia, Fabricación y por supuesto Ia de Balística y Proyectos—, a los que se sumaron técnicos no pertenecientes al Centro —Consejo Superior de Investigaciones Científicas o empresas privadas del sector de pólvoras y explosivos—. Por último, por Ia opinión solicitada por Ia Dirección a los técnicos alemanes y españoles que trabajaban en el Centro. En su mayor parte se inclinaron por el desarrollo de armaslo más modernas y potentes posibles y esto a Ia altura de 1950 pasaba por Ia cohetería, tratando de introducir el principio de potencia del arma sustituyendo al de cantidad de Ias mismas.

La industria española y el programa de cohetes

Como hemos visto, entre los objetivos perseguidos con Ia creación de CETME se encontraba el estudio y valoración de Ia capacidad industrial española para llevar a cabo el programa de rearme en que estaba embarcado el Ejército. Durante el año 1950 y en sucesivos viajes por Ias zonas industrializadas de España, en los que intervinieron buena parte de los técnicos extranjeros contratados y fundamentalmente los dos jefes de grupo —Heynen (armas automáticas) y Klein—, efectuaron una serie de informes sobre Ias instalaciones que reunían una cierta capacidad y organización del trabajo, siendo por tanto posible su concurso en Ia fabricación de nuevo armamento. Ni que decir tiene que incidieron sobre todo en Ias industrias militares y en Ias empresas dependientes del INI, incorporando también Ias fábricas de armas de Guipúzcoa y aquellas que fabricaron armamento durante Ia Guerra Civil.

La idea alemana cuajó en este 105, sin retroceso, con vocación de Artillería de Campaña. Abajo, se ve su utilidad y versatilidad, incluso en caminos de montaña.

Las conclusiones fueron que, en general, Ia industria española tenía el nivel suficiente para abordar el programa de rearme con garantías, consiguiendo un alto grado de nacionalización. Faltaba, como faltarían en cualquier país, algunos elementos asequibles mediante Ia importación de una cierta cantidad de máquinas no producidas en el interior y Ia compra de materias primas inexistentes en el país. La crítica principal de los técnicos alemanes y españoles al tejido industrial español fue Ia falta de una organización más racional de Ias tareas reflejada en una baja productividad, consecuencia de Ia falta de competencia en el sector.

Éste sería el principal problema para llevar a cabo el rearme y dotar a Ias instalaciones de un programa de trabajo de características industriales, superando Ia fase artesanal que todavía era Ia forma habitual de producción en Ias fábricas de armamento españolas.

Ciñéndonos a los cohetes, Ia dificultad más importante residió en Ias limitaciones de Ia industria química nacional, básica para todo y desarrollo armamentístico, puesto que los propulsantes de los cohetes tipo sólido se basaban en Ia producción de nitrógeno o de sus compuestos.

Las plantas militares que trabajaban en pólvoras y explosivos, en Ia opinión tanto de los técnicos alemanes, como del jefe de Ia sección de Química de CETME, Antonio Blanco, eran incapaces con Ias instalaciones que poseían y los métodos de trabajo empleados, de fabricar una pólvora viable, sobre todo por no poseer Ia homogeneidad requerida, lo que impedía obtener una combustión lineal y, por tanto, una propulsión eficaz.

EI primer programa de trabajos (mayo 1950)

Lo propuesto por Klein abarcó los siguientes tipos de armamento:

— Cañón cohete Hammer (martillo).

— Cohete Hammerchen (martillito), tipo Bazooka.

— Cohete de 55 mm. R-4M (aire-aire y contracarro).

— Cohete antiaéreo y su lanzador.

— Cohete de artillería de campaña y su lanzador.

Todos ellos se habían desarrollado, al menos inicialmente, en Alemania, en Ias postrimerías de Ia SGM. Por su novedad e interés pasamos a describirlos con cierto detalle.

El derivado del 105 de CETME descansa en el ENSB (Paracuellos, Madrid).

Hammer. Era más un cañón sin retroceso que un lanzacohetes. Pertenecía al tipo de armas que a distancias mayores que Panzerfaust alemán y el norteamericano Bazooka (lanzagranadas) alemán de 6 cm de calibre (del orden de los 1.000 metros, como máximo) y con un peso mínimo de montaje, debían permitir una defensa eficaz contra carros de combate.

Estas eran sus características:

Calibre 88 mm

Longitud del tubo 2.000 mm

Peso de proyectil 4,2 kg

Carga de propulsión 1,2 kg

Longitud (arma) 2.200 mm

Anchura del arma 650 mm

Altura (rodillera) 350-750 mm

Sector de puntería: en altura de - 100 a + 15°, en dirección -1+ 30°, libre 360°

Peso (sin ruedas) 44 kg.

Velocidad inicial 450 m/seg.

Hammerchen. Fue realizado este proyecto con vistas a utilizar el proyectil del arma Hammer en otra que resultase menos pesada y pudiese dispararse incluso desde el hombro. Estaba prevista para distancias de combate casi dobles de Ias del Bazooka norteamericano.

Un elemento que influyó en el retraso del desarrollo fue Ia falta de un cuadro completo de Ias características de todas Ias pólvoras fabricadas en España, consiguiéndose empero una mayor velocidad inicial por ser Ias pólvoras nacionales más vivas que aquellas de Ias disponibles en Alemania.

Calibre 88 mm

Velocidad inicial 250 m/s

Peso de Ia carga 0,69 kg

Peso del proyectil 4,2 kg

Alcance eficaz 350 a 500 m

Perforación 250 mm

Peso del tubo 13,6 kg

Peso del trípode 2,9 kg

Peso total del arma 16,5 kg

Altura de rodillera 400-500 mm

Cañón sin retroceso de 90 mm.

Dentro de Ias armas proyectadas por CETME dedicadas a Ia lucha contracarro merecen destacarse los cañones sin retroceso. Si bien éstos no se basan en cohetes constituían una alternativa viable para el tipo de cometidos mencionado. Se concretaron dos proyectos, uno por parte de los técnicos alemanes de 90 mm de calibre, y otro de 105 mm., anterior en el tiempo, proyectado por técnicos españoles, ambos de los llamados de toberas adelantadas, por encontrarse situadas delante de Ia recámara.

En cualquier caso, en Ias cuatro armas anteriores tenemos el origen de los lanzagranadas y cañones sin retroceso españoles.

Cohete filodirigido contracarro. Pocos meses después de presentarse el primer programa de trabajos, W. Klein propuso este nuevo tipo de arma. En principio tuvo tanto funciones contracarro como aire-aire. Sin embargo ya en Ia memoria remitida al AEM sólo se contempló Ia versión contracarro. Sin duda, tenía genes del X-7 Ropkäppchen.

Varios de los lanza granadas (lanzacohetes) ensayados en los años 40.

El alcance de Ia primera fase de desarrollo quedó en 2.000 m, previéndose una ampliación del mismo en sucesivas fases de perfeccionamiento.

El diámetro de Ia parte cilíndrica era de 170 mm, resultando para Ia carga hueca de 40 kg de explosivo un diámetro de 163 mm, con lo que se conseguía una capacidad de perforación de planchas acorazadas de hasta 450 mm. Las dimensiones principales de Ias cajas de transporte y de lanzamiento eran: envergadura unos 980 mm; longitud sin cohete de despegue unos 1.030 mm. El cohete de despegue se disponía por separado para no aumentar innecesariamente su tamaño.

Este último, cuya combustión duraba unos 0,8 segundos, debía desprenderse después de Ia combustión total, mientras que el encendido del cohete principal se llevaba a cabo a través de un conmutador a tiempos, 1,2 segundos después del disparo.

Las bobinas contenían más de 2.000 m. de alambre de acero de 0,22 mm de diámetro, el cual se desenrollaba con Ia misma velocidad de vuelo del proyectil, es decir 100 m/s.

El peso total del dispositivo de lanzamiento era el siguiente: afuste de lanzamiento con capacidad de sujeción para dos cohetes sobre guías de lanzamiento para el transporte, así como una lona, 40 kg., más dos cohetes 40 kg. En total 80 kg.

Lanzador antiaéreo múltiple a base de cohetes R4M. En el programa inicial de trabajos del Centro quedó contemplada Ia utilización del cohete alemán R4M (aire-aire, que armó a los cazas a reacción Me-262) en misiones terrestres y antiaéreas. Sin embargo su aplicación terrestre fue rechazada muy pronto por antieconómica, perviviendo Ia antiaérea para Ia cual estaba diseñado originariamente. Puede que se inspirara en el concepto del sistema alemán Taifum, un lanzacohetes que disparaba andanadas de 30 de calibre 100 mm.

Como hemos comentado anteriormente, el Centro se orientó hacia el desarrollo de nuevas armas que superaran Ias limitaciones de Ia artillería convencional (los técnicos de CETME habían descartado el perfeccionamiento del cañón antiaéreo de 88 mm —cañón de 88/72— al encontrarse en el límite de sus posibilidades operativas)

Las características del cohete R4M eran:

Peso total 4 Kg

Carga de propulsión 1 Kg

Velocidad teórica 550 m/s

Tiempo de combustión 0,8 s

En el dispositivo de lanzamiento el mayor problema residió en el mecanismo de giro para apuntar el arma por Ias grandes velocidades angulares que desarrollan los aviones a reacción, sobre todo a baja altura.

Cohetes de 216 mm., con lanzador L-211E-3 sobre camión Barreiros “Panter III”.

EI lanzador múltiple para R4M fue proyectado para 70 cohetes, los cuales serían cargados en otros tantos tubos de poco espesor de pared y de dos metros de longitud cada uno. El intervalo entre disparos era de 1,15 segundos aproximadamente. El sector de puntería en altura permitía elevaciones entre —10° y +85° y el de dirección de 3600 (giro completo).

Para Ia puntería en elevación y dirección estaba previsto el empleo de un visor análogo al utilizado en Alemania para fines semejantes, bien por reproducción de éste, si ello fuera posible, o bien proyectando uno por CETME sobre Ia base de aquel.

Para el suministro de Ia corriente eléctrica necesaria, fue prevista una dinamo accionada por pedal que evitaba Ia instalación de otras fuentes de energía y garantizaba, en cualquier momento, un seguro funcionamiento.

El peso del arma sin bastidor alcanzaba 1.300 kg.

Lanzador automático. de cohetes antiaéreos de 88 mm. Aunque este anteproyecto de 1952 nunca se materializó, por su estructura representó un tipo de arma completamente nueva.

El rendimiento balístico del cohete era similar al del proyectil antiaéreo de 88 mm. Debido al escaso efecto de la metralla contra aviones de bombardeo, el cohete iba dotado de una espoleta de percusión en lugar de tiempos, lo cual suprimía además el mecanismo de graduación. Tres o cuatro lanzacohetes formarían una batería dotada de una dirección de tiro común.

El lanzador lo componían dos alveolos gemelos, alimentados por un transporte automático de cohetes, lo que permitía obtener una cadencia de disparo cuatro veces superior a Ia del cañón. El peso del lanzacohetes al completo de munición no excedía los 2.500 kg, menos de Ia mitad del peso del famoso 8 con 8; esta liviandad hacía que Ia velocidad de puntería fuera más elevada.

Datos técnicos del cohete:

Calibre 80 — 88 mm

Peso total 9,5 kg

Peso cabeza explosiva 0,5 kg

Peso del propulsor 3,30 kg

Longitud total 1.050 mm

Velocidad al final de Ia

combustión 850—910 m/s

cadencia 120 dpm.

Para obtener esa velocidad de disparo cada uno de los sirvientes tenía que introducir en el dispositivo automático  de carga un peine de dos cohetes a intervalos de dos segundos. El lanzador disponía de un depósito con 48 cohetes, suficientes para 24 segundos de fuego continuo.

Un L-4C (Cabezón), junto a un 20/70 Oerlikon, expuestos en Ia Academia de Artillería.

EI disparo era eléctrico, desde el lanzador o Ia dirección de tiro, pudiendo interrumpirse en cualquier momento.

Características del lanzador:

Alcance máximo 12,1 km

Techo máximo 7,2 km

Peso del peine 21 kg

Largo del lanzador 4.500 mm

Puntería en altura 0° + 900

Puntería en dirección 360 0

Velocidad de puntería en altura: 5° por vuelta de volante

dirección: 10° por vuelta

Peso total cargado 2.500 kg

Sirvientes 4

Curiosamente, luego encontraremos un cohete similar de 80 mm de procedencia suiza. Para concluir, cabe decir que el desarrollo del cohete filodirigido, propuesto en 1950 como hemos visto, no estaba concluido a Ia altura de 1965, momento en que termina este estudio. El resto de Ias armas mencionadas —Hamer Hamerchen y los lanzadores de cohetes— fueron abandonadas en distintos momentos de la segunda mitad de Ia década de los 50.

Vicisitudes de Ia construcción de los prototipos

Además de Ias dificultades para encontrar tubos de metal de Ias características requeridas para cohetes y lanzadores, y Ias demoras habituales en Ia recepción de los pedidos, Ia obtención de pólvoras aptas para cohetes fue el principal escollo en el desarrollo del programa. Para superar este estrangulamiento se tomaron dos tipos de medidas: intentar llegar a un acuerdo con alguna empresa extranjera que estuviera dispuesta a fabricar Ia pólvora requerida para los cohetes de CETME, proporcionando éste Ia matriz o, en su caso, adoptar alguna de Ias pólvoras existentes españolas o extranjeras, solución complicada por el encaje tan delicado que precisaba, además de que llevaba implícita Ia realización de gran cantidad de experiencias y, por tanto, el empleo de unos recursos que no estaban a disposición del Centro. La otra solución fue adquirir alguna instalación semiindustrial en el extranjero que permitiera fabricar de Ia cantidad de pólvora idónea para efectuar Ias experiencias requeridas y que, gracias a éstas, pudiera irse definiendo Ias características finales del propulsante.

Todavía en calibre de 60 mm. Pero con varias mejoras este instalaza efectúa sus pruebas en 1951.

Durante 1950 y 1951 tuvieron lugar varios viajes por Suiza, Alemania, Francia y Bélgica, obteniendo mejores palabras que resultados. Se llegó a un acuerdo con una empresa belga y otra alemana pero el retraso en Ia construcción de los prototipos y en Ia realización de experiencias siguió acumulándose. Las dificultades por Ia falta de pólvoras adecuadas no pudo resolverse hasta el final de Ia década.

1953. Primeras dudas sobre Ia vialidad de los desarrollos en curso

EI gerente del INI, José Sirvent, que además participaba en Ia gestión del Centro como consejero del Comité Directivo y de Ia Comisión Permanente, expuso a mediados de 1953, la necesidad de redactar un informe sobre Ias posibilidades de terminación que ofrecían ciertos tipos de armas, teniendo en cuenta el grado de avance del proyecto y lo que razonablemente se tardaría en culminarlo, así como Ia posible obsolescencia del producto en el momento de su conclusión.

A pesar de esta primera llamada de atención, los desarrollos de CETME en cohetería, tal como aparecen en el Primer Programa de Trabajos, y Ias sucesivas ampliaciones, entre ellas Ias de un cohete de ayuda al despegue de aviones (JATO), siguieron por los mismos derroteros. No parece que tuviese lugar una disminución significativa en Ia variedad de los productos en estudio y construcción de prototipos. Tampoco Ia fecha de 1953, a pesar de su significación política como consecuencia de los acuerdos hispano-norteamericanos, no parece un punto de inflexión en Ia actividad desarrollada por CETME y tampoco por los otros dos Centros de Estudios del Instituto más o menos relacionados con fabricaciones aplicables al Ejército: CETA —vehículos militares—- y CEMA —Centro de Estudios de Motores de Aviación—, en realidad motores de reacción para aviones militares.

Pero lo que si debió influir, como ocurría en otros aspectos de lo que hoy llamamos industria de Defensa, fue Ia masiva llegada de material de guerra norteamericano, entre el que figuraban los cohetes aire-aire y aire-tierra, misiles antiaéreos, lanzagranadas y cañones sin retroceso. Con una visión a corto plazo, los escasos recursos fueron retirados de los tipos de armas que ahora se recibían en grandes cantidades.

Situación del programa en 1960

En aquel año ninguno de los programas de cohetes de CETME, pertenecientes a Ia primera planificación, estaban concluidos, a pesar de que según los informes de los expertos alemanes era posible materializarlos en diez años contando con el tejido industrial español y algunas importaciones. Fue la imposibilidad de realizar éstas últimas lo que impidió llevar a buen puerto el planteamiento inicial. De hecho, tal como veremos más adelante, fueron abandonados por otro tipo de cohetes que suponían la concreción de unos principios en que fundamentaron la actividad de CETME a partir de 1960. Eran los siguientes:

. Primero. Necesidad de disponer en todo momento de los elementos necesarios para el combate.

. Segundo. El programa debía estar adaptado a las modestas posibilidades de la industria española, por tanto quedaban abandonados, citamos literalmente, los cohetes de largo alcance, teledirigidos y armados con cabezas atómicas. Por lo tanto será necesario, por el momento, limitarse a pensar en un sistema de cohetes que comprenda únicamente modelos que podrían denominarse cohetes de campaña, es decir, aquellos que permitan realizar acciones de fuego dentro de la esfera táctica y, por tanto, de efecto inmediato en el combate. Dentro de ellos se estima obligado limitarse a los cohetes de propulsor sólido por ser de más fácil desarrollo y construcción, de precio inferior y aptos para ser fabricados en grandes series.

Los cohetes de campaña giroestabilizados debían estar incluidos en una línea de trabajo distinta, pues en junio de 1960 ya estaban operativos las primeras versiones de los R, S, C, E y D. Destaca sobremanera, entre otras cosas, esta primera referencia documentada a misiles balísticos con cabeza atómica.

El cohete de 80 mm. del lanzador bitubo antiaéreo, sin duda tuvo que con el de igual calibre de Oerlikon usado en Ifni-Sahara.

. Tercero. Debía ser un programa dinámico, que introdujese nuevos tipos y abandonase los que no se considerasen actos. También intentaba unificar los esfuerzos dispersos observados en distintas entidades estatales y privadas.

Tipos de cohetes en los que CETME trabajaba en 1960:

— MODELO I

Calibre 63,5 mm

Longitud 1.300mm

Peso de Ia cabeza 1,600 kg

Peso de Ia carga explosiva 900 g

Alcance 12.000 m

Carga propulsora 1 macarrón

Pólvora NSD de 48/10 x 780

— MODELO II

El mismo calibre y cabeza que el I.

Longitud 1.070 mm

Alcance 7.000 m

Carga propulsora 1 macarrón

Pólvora NSD de 48/10 x 595

Carga propulsora 1.600 g

— MODELO III: Igual cuerpo motor que el Modelo I.

Longitud cabeza

Longitud total

Peso de Ia cabeza

102 mm

1.350mm

6,5 kg

Peso carga explosiva 1,8 kg

Alcance 7.000 m

— MODELO IV

Calibre 93 mm

Longitud 2.375 mm

Peso de Ia cabeza 4,5 kg

Carga propulsiva 1 grano

Pólvora NSD de 83/1400 con taladro estrellado 10 kg.

Alcance 25 km

Cohete C.C. Dirigido por alambre

En este nuevo programa se dio entrada a un misil filodirigido con características similares al inicial: alcance 2.000 m, y de calibres y carga aún no definidas de forma concreta y con perforación del orden de 400 mm. También fue contemplada la posibilidad de desarrollos previa adquisición de licencias extranjeras. Sin embargo, el informe de la Dirección de CETME se mostró pesimista en cuanto a las capacidades que contaba para llevar a cabo dichas fabricaciones; decía textualmente: Los cohetes teledirigidos por alambre, de aplicación en la defensa contracarros, son por el momento de difícil realización por Ia industria española.

Oerlikon montado en un T-6

Según queda dicho, CETME no tenía en1960 en desarrollo ningún prototipo cuyo estudio y realización presentara problemas de difícil solución. Pero era más conveniente, en el orden práctico, ponerse en relación con alguna casa extranjera que ya huviese desarrollado un modelo aceptable y estudiar la posible colaboración para producir, y aún mejorar, el cohete en España, acudiendo en la medida estrictamente precisa, a la importación de algunos de los elementos constitutivos de tales cohetes. Esta misma solución también fue contemplada entre 1950-1951 iniciándose conversaciones con Oerlikon que nunca llegaron a materializarse (aparentemente, porque luego, como veremos, sí que se fabricarían cohetes Oerlikon en España en 1953).

En este sentido, con relación a los cohetes de gran calibre —tipo Honest John— no se tenía suficiente información en aquellos momentos para decidir si resultaría factible en España con elementos nacionales.

Literalmente decía el informe de CETME: Si nuestras autoridades considerasen interesantes los desarrollos de este tipo, CETME podría acometer los trabajos necesarios para estudiar Ia posibilidad de su realización y en qué medida habría de acudir a Ia colaboración extranjera.

Asimismo el tipo Sidewinder (aire-aire, de cabeza infrarroja) podría construirse con patente y ayuda técnica, como se hace en otros países, aunque el principio no fuese posible manufacturarlos al 100 por cien.

El Redeye (antecesor del Stinger) proyectado para hacer frente a los ataques aéreos de vuelo rasante, era (así lo describía CETME) un cohete dirigido por rayos infrarrojos que se disparaba apoyando el lanzador sobre el hombro, pues tenía 1,20 m de longitud, 76 mm de diámetro y sólo pesa 10 kg. Parece ser que no se encuentra completamente desarrollado todavía, y por el momento no se considera factible el acometer trabajos en España que pudieran conducir a Ia obtención de un cohete de este tipo.

El Mauler, que estaba en fase de desarrollo más retrasada que el Redeye, posiblemente reuniría mejores condiciones que aquél (decían los técnicos españoles), pero su desarrollo tampoco podría realizarse aquí en aquellos momentos.

Evidentemente Ia actividad de CETME, a pesar de lo anteriormente escrito, no se circunscribió a solo estos tipos. Hubo mayor actividad de innovación de Ia que se aprecia, como lo demuestra Ia existencia de proyectos, y algún prototipo, de cohetes de mayor alcance. En 1963, CETME envió al AEM un proyecto de cohete con propulsante sólido y de un alcance de 70 km. La memoria nunca fue devuelta por el organismo militar, abandonándose posteriormente.

Fue en ese momento cuando los esfuerzos de CETME en cohetería quedaron relegados hasta Ia década de los setenta, salvo casos concretos.

Un vehículo lanzacohetes alemán, fotografiado en agosto de 1944

Nacimiento de  CETME

CETME fue creado por Decreto Reservado de 17 de diciembre de 1949 —un tipo de legislación que no precisaba publicación en el “Boletín Oficial del Estado” para su validez—, después de las negociaciones establecidas entre el Alto Estado Mayor (A EM) y el Instituto Nacional de Industria (INI) iniciadas en el verano de ese mismo año.

La constitución del Centro dentro de la organización del Instituto no debe considerarse como una anécdota pues constituye un hecho que los fines perseguidos por el INI fueron fundamentalmente militares:

• Fabricación de nuevas armas con métodos modernos, creando la base económica necesaria para realizar el programa de rearme durante el periodo de paz o el sostenimiento de la guerra cuando ésta estallara, como puede apreciarse en la definición de objetivos del Instituto tal como aparecen en el artículo primero de su ley fundacional de 25 de septiembre de 1941.

• La creación y resurgimiento de las industrias, en especial de las que se propongan como fin principal la resolución de los problemas impuestos por las exigencias de la defensa del país o que se dirijan al desarrollo de nuestra autarquía económica.

El Programa de Actividades Industriales, presentado al Consejo de Administración del Instituto en 1941, incluía a la industria de armamento en el Grupo V del mismo, llamado Industrias de transformación de aplicación de carácter estrictamente militar. Bajo ese epígrafe se agruparon la mayor parte de los subsectores dedicados a la Defensa, desde la fabricación de corazas y elementos pesados hasta la de aparatos de comunicación militares. Esta preocupación por los asuntos de Defensa, además, quedó plasmada en la iniciación de los, copiamos literalmente, primeros estudios y gestiones para llegar a ejercer el control absoluto en las grandes industrias de armamento.

La necesidad de alcanzar el control total sobre estas actividades vuelve a reiterarse en la documentación elaborada por el Instituto: Según las circunstancias, la intervención en estos casos habrá de ser totalitaria o mayoritaria, teniendo en cuenta que, eliminada la competencia, siendo el único cliente el Estado, del que depende toda la iniciativa, y ante la indeterminación de los precios, magnitud e importancia de los asuntos, la existencia de inspecciones cerradas y la reserva y el secreto de estas fabricaciones muy especiales, están eliminadas las principales causas que aconsejan la intervención del interés privado, y más bien puede constituir éste una  dificultad perturbadora.

Los aviones blanco radio dirigidos (ABRO) “Cardinal” utilizaban cohetes de despegue JATO.

Los resultados de los estudios realizados por el INI durante el primer ejercicio aportaron una evaluación de la capacidad industrial para la fabricación de material militar en relación con los ambiciosos programas de rearme proyectados: en lo referente a los elementos de artillería necesarios para las tres armas, la capacidad era inferior a un tercio de la necesaria. La desproporción era aún mayor en lo tocante a la industria aeronáutica. No existían instalaciones dedicadas a la fabricación de carros de combate, ni dirección de tiro o elementos especiales.

Por otro lado, la creación de los Centros de Estudios Técnicos en la organización del INI —es decir, de centros de I+D (investigación y desarrollo)— fue una medida tardía. EI primero, el CETA (Centro de Estudios Técnicos de Automoción) se constituyó en enero de 1946, debido al fracaso de las negociaciones entre el INI y empresas de automoción extranjeras  fundamentalmente italianas y alemanas, pero también británicas y norteamericanas- a lo largo de la Segunda Guerra Mundial e inmediata posguerra.

Consideramos que la constitución de CETME obedeció también a la falta o al menos a la evidencia, constatada por los dirigentes del INI, de limitaciones importantes para la obtención de la tecnología de armamento y/o de la imposibilidad de adquirir sistemas de armas en el exterior.

Los objetivos encomendados a CETME fueron en su ámbito, parejos a los de CETA por lo que hace a la motorización del Ejército: diseño, desarrollo y construcción de prototipos de nuevas armas; evaluación de las capacidades de la industria nacional para fabricarlas, y por último perfeccionar Ias características de Ias armas existentes y de sus métodos de producción. Existió pues un equilibrio entre desarrollos de nuevas armas y aumento de capacidad en los tipos en fabricación.

Administrativamente, el Centro dependió del INI pero funcionalmente del Alto Estado Mayor del que recibió Ias órdenes de trabajo. Las relaciones entre CETME y el AEM fueron encauzadas a través de una Comisión creada al efecto denominada Comisión Directiva de Estudios de Armamento, de Ia que formaban parte representantes de los Ejércitos y del Instituto siendo los primeros mayoría absoluta.

En cuanto a Ia financiación corrió esencialmente a cargo de los presupuestos del INI, pero estaba contemplado, que a Ia hora de confeccionar el presupuesto de CETME se tuviera en cuenta Ias asignaciones consignadas al desarrollo de nuevos armamentos o mejora de los existentes en los presupuestos de los tres Ministerios militares de entonces, Ejército, Marina y Aire. La escasez de créditos en los mismos hicieron que el mantenimiento del organismo recayera en aportaciones del Instituto.

Una vez terminado el proyecto y si éste era objeto de fabricación, por Ias unidades vendidas CETME cobraría un canon.

Revista Defensa Extra 66, abril 2003, Miguel Ángel Martínez Sevilla


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