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La compleja destrucción de las armas químicas de Libia

Análisis GESI

Introducción

El pasado mes de julio, el Consejo Ejecutivo de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y el Consejo de Seguridad de la ONU autorizaban, de forma extraordinaria, la eliminación fuera del territorio de Libia de los remanentes de sus precursores de armas químicas. Esta medida extraordinaria ya se había adoptado previamente en el año 2013 con Siria y, al igual que en el caso de Libia, se justificaba por la situación de inestabilidad y por el riesgo de que organizaciones terroristas pudiesen acceder a este armamento.

En los próximos días, 496,30 toneladas de precursores de armas químicas procedentes de Libia llegarán a Alemania para ser destruidas mediante procesos de incineración y neutralización. Finalizará así un complejo y engorroso proceso que se iniciaba hace más de doce años, cuando en 2004 Libia se adhería a la Convención para la Prohibición de Armas Químicas (CAQ).

 

El programa de armas químico libio

El interés de Libia por obtener armas químicas surge en los años setenta para incrementar su influencia en el continente africano y en Oriente Próximo, sobre todo tras las informaciones aparecidas durante el conflicto árabe-israelí del Yom Kippur, según las cuales Israel disponía de este armamento[1]. A principios de los años ochenta, Libia ya había desarrollado una rudimentaria capacidad de producción carente de autonomía, pues no disponía de medios propios para la producción de precursores y dependía de la importación. Esto hizo que su programa químico fuese muy vulnerable a los servicios de inteligencia extranjeros.

Entre 1986 y 1987 se denunció el empleo de armamento químico por parte de Libia en las operaciones militares en Chad[2]. Sin embargo, el armamento utilizado habría dado malos resultados, llegando en algún caso a afectar a las propias tropas libias durante su manipulación, lo que le llevó a recurrir a munición química suministrada por Irán.

Las declaraciones de las autoridades libias sobre su capacidad química siempre fueron ambiguas, negando por un lado su existencia, a la vez que por otro destacaban la importancia de disponer de este armamento por su importante poder disuasorio[3]. Así, por ejemplo, rechazaban las denuncias de EE. UU. de poseer plantas de producción de armas químicas en Rabta y Sebha, manifestando que únicamente fabricaban medicamentos.

 

Fotografía, tomada en enero de 1989, de una de las instalaciones de producción de armas químicas en RabtaFotografía, tomada en enero de 1989, de una de las instalaciones de producción de armas químicas en Rabta

 

En abril de 1996, el secretario de Defensa de EE. UU., William Perry, denunciaba, durante una visita a Egipto, que los servicios de inteligencia norteamericanos habían detectado actividades relacionadas con la fabricación de armas químicas en una instalación en Tarhunah[4]. Libia negaba estas afirmaciones y respondía que esta planta formaba parte del programa denominado «Gran río hecho por el hombre», cuyo objetivo era llevar agua a distintas poblaciones en el desierto. El presidente de Egipto, intentando mediar entre ambas partes, envió un equipo de investigadores a Tarhunah que no encontró ningún tipo de material relacionado con la producción de armamento químico. Todo apunta a que, tras las denuncias norteamericanas, los trabajos en Tarhunah finalizaron. El caso de Tarhunah es un ejemplo de cómo la labor de los servicios de inteligencia, sobre todo de EE. UU., impidió que varias instalaciones de producción de armas químicas en Libia llegasen a ser operativas, a pesar de la inversión económica realizada por el gobierno libio[5].

 

El final del programa

La caída de la Unión Soviética y la presión internacional fueron decisivas para que en los años noventa Libia finalizase su colaboración con el terrorismo internacional. El hijo de Muammar al-Gaddafi, Saif al-Islam Gaddafi, expresaba así la actitud de su padre: «Si tienes el apoyo de Occidente y EE. UU. conseguirás en unos pocos años lo que no pudiste conseguir en cincuenta»[6]. En el año 2003, Libia inició conversaciones con EE. UU. y el Reino Unido, tras una operación de interceptación marítima que abortó su intento de poner en marcha un programa de armamento nuclear[7]. En una declaración coordinada con EE. UU. y el Reino Unido, Libia renunciaba públicamente el 19 de diciembre de 2003 a las armas de destrucción masiva y se comprometía a no poseer misiles balísticos con alcance superior a 300 kilómetros, mostrando su intención de adherirse a los tratados internacionales vinculados a este armamento.

A principios de 2004, Libia se adhería a la CAQ, que entraba en vigor en su territorio el 5 de febrero de ese mismo año. En marzo, declaraba a la OPAQ poseer 24,7 toneladas de iperita (también conocida como «gas mostaza») almacenada en contenedores –menos de las 100 toneladas que la comunidad de inteligencia había estimado[8]–, unas 1.400 toneladas de precursores de agentes vesicantes y neurotóxicos, y 3.563 bombas de aviación no cargadas[9]. Declaró, además, no haber transferido nunca armas químicas, aunque en 1989 se le acusó de suministrar armamento químico a Somalia y Sudán.

Como instalaciones de producción de armamento químico, Libia declaró dos plantas farmacéuticas en Rabta y una instalación con unidades móviles denominadas STO-001 en Trípoli. La declaración no incluía las instalaciones sospechosas en Sebha y Tarhunah, que fueron inspeccionadas por EE. UU. y el Reino Unido sin que se encontrasen indicios de producción de armas químicas.

 

El inicio y bloqueo de la destrucción de las armas químicas

La adhesión de Libia a la CAQ suponía que tenía que proceder a la destrucción del armamento químico y de las instalaciones de producción declaradas, según lo establecido en las disposiciones de la Convención[10]. Las bombas de aviación, al no estar cargadas con agentes químicos, fueron rápidamente destruidas y el 3 marzo de 2004 la OPAQ confirmaba que sus inspectores habían concluido la verificación de su inutilización de forma irreversible, como establece la Convención[11].

 

Bombas de aviación químicas destruidas a principios de 2004. Se emplearon excavadoras para aplastar las carcasas vacías e inutilizarlas de forma irreversibleBombas de aviación químicas destruidas a principios de 2004. Se emplearon excavadoras para aplastar las carcasas vacías e inutilizarlas de forma irreversible

 

En noviembre de ese mismo año, y a petición del gobierno libio, la OPAQ autorizó que las instalaciones de producción de Rabta, en vez de ser destruidas, fuesen modificadas para fines pacíficos, en concreto, para la producción de medicamentos y vacunas.

Más compleja sería la destrucción de la iperita y de los precursores, ya que la CAQ no permite su vertido en una masa de agua, enterramiento o incineración a cielo abierto, prácticas que llevaron a cabo algunos países antes de la entrada en vigor de la Convención. Por motivos de seguridad, se decidió trasladar estos stocks a una zona desértica en Ruwagha, en la región de al-Jufra y a unos 600 kilómetros al sur de Trípoli, donde se construiría una instalación de destrucción mediante procedimientos permitidos por la CAQ.

La destrucción, mediante un proceso de neutralización, de la iperita almacenada en contenedores se inició en octubre de 2010 pero, debido a problemas técnicos y al inicio de las revueltas en el país, tuvo que suspenderse en febrero de 2011. Entre septiembre de 2011 y enero de 2012, las nuevas autoridades libias hicieron público que se habían descubierto instalaciones de almacenamiento de armas químicas que no fueron declaradas en el año 2004, y que contenían 1,6 toneladas de iperita cargadas en bombas, proyectiles y cartuchos de bombas [ 12]. En febrero de 2012, después de que los inspectores verificaran estos nuevos stocks y fuesen trasladados a Ruwagha, la cantidad total de iperita declarada por Libia se elevaba a 26,34 toneladas. El 18 de abril, la OPAQ aprobaba el plan de destrucción presentado por el nuevo gobierno libio, según el cual la iperita que quedaba por destruir tenía que ser eliminada en el año 2013.

 

Interior de la instalación de destrucción de iperita en RuwaghaInterior de la instalación de destrucción de iperita en Ruwagha

 

No fue hasta abril de 2013 cuando en Ruwagha se pudo reanudar la neutralización de las 8,82 toneladas restantes de iperita en contenedores, que finalizaría en el mes de mayo[13]. Posteriormente, entre noviembre de 2013 y enero de 2014, se destruyeron por incineración 2,45 toneladas de iperita polimerizada en botes de plástico y las 1,6 toneladas de iperita cargada en municiones. Esta última fase de destrucción de la iperita en la instalación de destrucción de Ruwagha contó con apoyo técnico y financiero de Alemania, Canadá y EE. UU.[14].

Además de la iperita, Libia declaró unas 1.400 toneladas de precursores de armas químicas de Categoría 2[15], en concreto: 2-cloroetanol, alcohol pinacolílico, cloruro de tionilo, fluoruro sódico, isopropanol, sulfuro sódico, tributilamina y tricloruro de fósforo[16]. Estos precursores, al igual que la iperita, se almacenaron en la instalación de destrucción de Ruwagha.

 

Instalación de destrucción de armas químicas en RuwaghaInstalación de destrucción de armas químicas en Ruwagha

 

Cuando la OPAQ aprobó el plan de destrucción de 18 de abril de 2012, Libia ya había destruido por cementación la totalidad del fluoruro sódico y del sulfuro sódico, de modo que quedaban restantes 846,152 toneladas de sustancias de Categoría 2 que deberían ser eliminadas antes de diciembre de 2016[17]. Pero a principios de 2016, Libia informaba a la OPAQ que, debido a problemas técnicos y a la situación existente en el país, le sería imposible cumplir esa fecha y que solo había podido destruir el alcohol pinacolílico y el isopropanol. Además, solicitaba al Director General de la OPAQ que se considerase la posibilidad de transportar las 712,792 toneladas de las cuatro sustancias químicas restantes fuera del territorio libio para su destrucción. Debido a que los contenedores originales estaban dañados y presentaban fugas, en marzo de 2016 se realizó el trasvase a contenedores ISO nuevos, comprobándose que se habían evaporado o derramado unas 216 toneladas. Por este motivo, Libia enmendó su declaración y la cantidad de sustancias químicas de Categoría 2 pendientes de destruir pasó finalmente a ser de 496,30 toneladas[18].

La CAQ en su artículo I sobre «obligaciones generales» establece que cada Estado Parte en la Convención «se compromete, cualesquiera que sean las circunstancias, a no desarrollar, producir, adquirir de otro modo, almacenar o conservar armas químicas ni a transferir esas armas a nadie, directa o indirectamente». Esto supone que, en principio, la opción de transferir armas químicas para su destrucción a territorio de otro Estado Parte estaría descartada. Sin embargo, existe un precedente, ya que en el año 2013 se autorizó a Siria a transferir sus armas químicas para que fuesen destruidas fuera de su territorio. La Decisión del Consejo Ejecutivo de la OPAQ y la Resolución 2118 (2013) del Consejo de Seguridad de la ONU de 27 de septiembre de 2013, indicaban que esta medida se adoptaba de forma «extraordinaria», debido a la situación de Siria, pero que no suponía ningún «precedente para el futuro»[19]. Pero ya en un documento de opinión del Instituto Español de Estudios Estratégicos publicado en aquel momento se planteaba la duda sobre lo que podría ocurrir en caso de que se volviese a dar una situación con circunstancias similares en un futuro cercano[20].

 

Sede de la OPAQ en La HayaSede de la OPAQ en La Haya

 

Reactivando la destrucción siguiendo el modelo sirio

El 20 de julio de este año, el Consejo Ejecutivo de la OPAQ adoptaba, de forma extraordinaria, la decisión EC-M-52/DEC.1 para solicitar asistencia internacional a los Estados Parte para destruir el remanente de precursores de Categoría 2 fuera de territorio libio. El día 22, el Consejo de Seguridad de la ONU mediante la resolución 2298 (2016) respaldaba la decisión del Consejo Ejecutivo de la OPAQ y autorizaba la transferencia de este stock fuera de Libia con el fin de llevar a cabo su destrucción de la forma más rápida y segura posible, teniendo en cuenta el riesgo de que estas sustancias pudieran caer en manos de actores no estatales. Nuevamente, se indicaba que esta medida era «extraordinaria» y que no suponía ningún «precedente para el futuro»[21].

El 27 de agosto, las 496,30 toneladas de precursores de Categoría 2, almacenadas en 23 contenedores homologados ISO con dispositivos de localización GPS y precintos de la OPAQ, salieron del puerto de Misrata en el buque danés Ark Futura –que ya participó en la transferencia de armas químicas sirias– con destino a Alemania22]. Las operaciones de destrucción se deben completar en un plazo no superior a quince meses desde su llegada a la instalación de destrucción en Münster[23]. El 2-cloroetanol y la tributilamina serán destruidos por incineración en horno a alta temperatura, mientras que el cloruro de tionilo y el tricloruro de fósforo se destruirán por neutralización y posterior eliminación de los residuos generados.

 

Operación de embarque de los precursores de armas químicas en el puerto de MisrataOperación de embarque de los precursores de armas químicas en el puerto de Misrata

 

Consideraciones finales

Como era de prever, el caso de las armas químicas en Siria no resultó ser tan extraordinario y en menos de tres años nos encontramos con la adopción de medidas similares para la destrucción de armamento químico fuera del territorio de un Estado Parte en la CAQ. Si bien resulta preocupante la inestabilidad de Libia, prácticamente un Estado fallido donde el Daesh intenta afianzarse y expandirse por su posición estratégica en el litoral mediterráneo, esta situación no parece comparable a la de Siria a finales del año 2013.

La composición del arsenal sirio cuando se adoptó la decisión de destruirlo fuera de su territorio en 2013 incluía unas 20 toneladas de iperita y 540 toneladas de difluoruro de metilfosfonilo (DF), un precursor o componente «clave» de agentes neurotóxicos, como el sarín, mediante la reacción con el alcohol correspondiente[24]. La peligrosidad de estos stocks de Categoría 1 no es ni mucho menos comparable con la que presentan las sustancias de Categoría 2 de Libia. De hecho, ningún Estado Parte quiso recibir la iperita y el DF sirios en su territorio, por lo que se decidió destruirlos en alta mar en un buque norteamericano.

Aunque el acceso por parte de una organización terrorista al material libio de Categoría 2 le supondría un gran impacto mediático y propagandístico, difícilmente le permitiría activar la producción propia de agentes químicos de guerra a no ser que dispusiese de otros precursores de más difícil obtención. Todo esto sin tener en cuenta que la producción de armas químicas a gran escala es un proceso complejo que requiere de instalaciones especiales y de un equipo multidisciplinar de personal con el conocimiento explícito y tácito, es decir, con el know-howadquirido a través de la investigación aplicada.

Parece, por tanto, algo exagerada la medida adoptada de transferir urgentemente por vía marítima los precursores de Categoría 2 fuera de territorio libio para su destrucción siguiendo el precedente en Siria. Asimismo, y al igual que ocurrió con las armas químicas sirias, todo apunta a que esta destrucción será costeada por el resto de Estados Parte en la CAQ y no por Libia.

El análisis del caso libio arroja además un hecho que resulta incluso más relevante que los precursores de Categoría 2 aún pendientes de destruir, y es el descubrimiento durante la guerra civil de 2011 de instalaciones con municiones cargadas con iperita que no fueron declaradas a la OPAQ en su momento. Esto plantea la posibilidad de que puedan existir otros restos de armas químicas que hubiesen sido abandonadas o que quedaran sin control, y que podrían caer en manos de actores no estatales. Si bien el empleo de esta munición como arma de destrucción masiva –con el fin de causar un elevado número de víctimas– estaría muy limitado y condicionado por su estado de conservación y por la disponibilidad de los vectores de lanzamiento, no se debe descartar el aprovechamiento que podría darle una organización terrorista consciente de su importante efecto psicológico y mediático.

 

El Teniente Coronel René Pita es jefe del Departamento de Defensa Química de la Escuela Militar de Defensa NBQ.

El Teniente Coronel (reserva) Juan Domingo es especialista en Defensa NBQ y editor de la página web cbrn.es.

 

Referencias

 [1] Sinai, Joshua (1997), «Libya´s pursuit of weapons of mass destruction», The Nonproliferation Review, vol. 4, núm. 3, pp. 92-100.

[2] Ibídem; Burck, Gordon M. y Flowerree, Charles C. (1991), International handbook on chemical weapons proliferation, Westport, Connecticut: Greenwood Press, pp. 269-272; Croddy, Eric (2002), Chemical and biological warfare: a comprehensive survey for the concerned citizen, Nueva York: Copernicus Books, p. 48; Moodie, Michael L. (1999), «The chemical weapons threat», en Drell, Sidney D. et al (eds.), The new terror, Stanford: Hoover Institution Press, pp. 5-38; y Spiers, Edward M. (2000), Weapons of mass destruction, Hampshire: Macmillan Press, p. 37.

[3] Burck y Flowerree (1991), op. cit., pp. 267-326; Croddy (2002), op. cit., pp. 48-49; Sinai (1997), op. cit.; Adams, James (1997), «The dangerous new world of chemical and biological weapons», en Roberts, Brad (ed.), Terrorism with chemical and biological weapons: calibrating risks and responses, Alexandria, Virginia: Chemical and Biological Arms Control Institute, pp. 23-42; Gannon, John C. (1999), «The US intelligence community and the challenge of BCW», en Drell, Sidney D. et al (eds.),The new terror, Stanford: Hoover Institution Press, pp. 123-137; Lundin, S. J. (1989), «Chemical and biological warfare: developments in 1988», en SIPRI yearbook 1989: world armaments and disarmament, Oxford: Oxford University Press, pp. 99-128; Lundin, S. J. y Stock, Thomas (1991), «Chemical and biological warfare: developments in 1990», en SIPRI yearbook 1991: world armaments and disarmament, Oxford: Oxford University Press, pp. 85-112; y Stock, Thomas y De Geer, Anna (1994), «Chemical weapons developments», en SIPRI yearbook 1994, Oxford: Oxford University Press, pp. 315-342.

[4] Zanders, Jean Pascal et al (1997), «Chemical and biological weapon developments and arms control», en SIPRI yearbook 1997: armaments, disarmament and international security, Oxford: Oxford University Press, pp. 437-468.

[5] Gannon (1999), op. cit.; y Sinai (1997), op. cit.

[6] Citado en Byman, Daniel (2005), Deadly connections: states that sponsor terrorism, Cambridge: Cambridge University Press, p. 297.

[7] Guthrie, Richard et al (2004), «Chemical and biological warfare developments and arms control», en SIPRI yearbook 2004: armaments, disarmament and international security, Oxford: Oxford University Press, pp. 659-696; y Hart, John y Kile, Shannon N. (2005), «Lybia´s renunciation of nuclear, biological and chemical weapons and ballistic missiles», en SIPRI yearbook 2005: armaments, disarmament and international security, Oxford: Oxford University Press, pp. 629-648.

[8] Cirincione, Joseph et al (2002), Deadly arsenals: tracking weapons of mass destruction, Washington, Distrito de Columbia: Carnegie Endowment for International Peace, p. 308. Los servicios de inteligencia de EE. UU. también estimaron que Libia había producido pequeñas cantidades de sarín, pero de baja calidad debido a las dificultades que tenía para estabilizarlo. Además, la CIA detectó la presencia de «varios cientos» de expertos en armas químicas y biológicas iraquíes en Libia. The Commission on the Intelligence Capabilities of the United States Regarding Weapons of Mass Destruction (2005), Report to the President of the United States, 31 de marzo de 2005, p. 254, disponible en https://www.gpo.gov/fdsys/pkg/GPO-WMD/pdf/GPO-WMD.pdf (consultado el 18 de agosto de 2016).

[9] Hart y Kile (2005), op. cit.; y «Libya and “dual use”», The CBW Conventions Bulletin, núm. 65, 2004, pp. 1-3.

[10] El texto de la CAQ está disponible enhttps://www.opcw.org/fileadmin/OPCW/CWC/CWC_es.pdf (consultado el 9 de agosto de 2016).

[11] Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (2004), «Initial inspection in Libya completed», 22 de marzo de 2004, disponible en https://www.opcw.org/news/article/initial-inspection-in-libya-completed/ (consultado el 10 de agosto de 2016).

[12] Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (2012), «OPCW inspectors verify newly declared chemical weapons materials in Libya», 20 de enero de 2012, disponible enhttps://www.opcw.org/news/article/opcw-inspectors-verify-newly-declared-... (consultado el 12 de agosto de 2016); y Sperry, David (2012), «Moammar Gadhafi had undeclared weapons, monitors say», 20 de enero de 2012, disponible enhttp://worldnews.nbcnews.com/_news/2012/01/20/10198064-moammar-gadhafi-h...(consultado el 12 de agosto de 2016).

[13] Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (2013), «Libya completes destruction of its bulk sulfur mustard stockpile», 6 de mayo de 2013, disponible enhttps://www.opcw.org/news/article/libya-completes-destruction-of-its-bul... (consultado el 10 de agosto de 2016).

[14]Organisation for the Prohibition of Chemical Weapons (2014), «Libya completes destruction of its Category 1 chemical weapons», 4 de febrero de 2014, disponible enhttps://www.opcw.org/news/article/libya-completes-destruction-of-its-cat... (consultado el 10 de agosto de 2016).

[15] A los efectos de la destrucción de armas químicas, la CAQ establece 3 Categorías. La Categoría 1 se refiere a las sustancias químicas incluidas en la Lista 1 del Anexo de Verificación de la Convención, así como sus piezas y componentes; siendo la Lista 1 la que incluye sustancias químicas tóxicas y precursores que se han desarrollado, producido, almacenado o empleado como armas químicas, que tienen escasa o nula utilidad para fines no prohibidos por la Convención y que suponen un alto riesgo para el objeto y propósito de la misma, debido a su elevado potencial de empleo en actividades prohibidas. La Categoría 2 se refiere a todas las demás sustancias químicas, sus piezas y componentes. La Categoría 3 se refiere a municiones, dispositivos no cargados y equipos concebidos específicamente para su utilización directa en relación con el empleo de armas químicas. Para más información véase Domingo, Juan (2016), «De tres en tres», cbrn.es, 9 de mayo de 2016, disponible en http://cbrn.es/?p=504 (consultado el 11 de agosto de 2016).

[16] El alcohol pinacolílico, el cloruro de tionilo y el tricloruro de fósforo son precursores incluidos en la Lista 3 de la CAQ. A efectos de inspecciones de verificación, el Anexo de la Convención contiene 3 Listas. La Lista 3 incluye sustancias químicas tóxicas y precursores (no incluidos en las Listas 1 y 2) que se han producido, almacenado o empleado como armas químicas y que, aunque se producen en grandes cantidades comerciales para fines no prohibidos, suponen un riesgo para el objeto y propósito de la Convención debido a que poseen tal toxicidad letal o incapacitante y otras propiedades que podrían permitir su empleo como arma química y emplearse en la síntesis de sustancias químicas de la Lista 1 o de la Lista 2. El resto de sustancias químicas declaradas por Libia no están incluidas en las Listas de la Convención, aunque el 2-cloroetanol, el fluoruro sódico y el sulfuro sódico figuran en la lista del denominado Grupo de Australia. Para más información véase Domingo (2016), op. cit.

[17] Véase https://www.opcw.org/fileadmin/OPCW/CSP/C-19/es/c19dg16_s_.pdf (consultado el 11 de agosto de 2016).

[18] Domingo, Juan (2016), «Libia quiere lo mismo que Siria», cbrn.es, 12 de agosto de 2016, disponible en http://cbrn.es/?p=664 (consultado el 12 de agosto de 2016).

[19] Decisión EC-M-33/DEC.1 del Consejo Ejecutivo de la OPAQ.  Resolución 2118 (2013) del Consejo de Seguridad de la ONU .

[20] Domingo, Juan y Pita, René (2013), «Siria reescribe la Convención de Armas Químicas», Documento de Opinión 90/2013 del Instituto Español de Estudios Estratégicos, 1 de octubre de 2013, disponible en http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2013/DIEEEO90-2013_Siri... (consultado el 12 de agosto de 2016).

[21] Decisión EC-M-52/DEC.1 del Consejo Ejecutivo de la OPAQResolución 2298 (2016) del Consejo de Seguridad de la ONU.

[22] Harissi, Mohamad Ali (2016), «Libya says last chemical weapons stocks shipped out», Yahoo News, 30 de agosto de 2016, disponible en https://www.yahoo.com/news/last-chemical-weapons-stocks-shipped-libya-09... (consultado el 30 de agosto de 2016).

[23] Véase https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUK...(consultado el 20 de agosto de 2016).

[24] Componente clave es aquel que desempeña la función más importante en la determinación de las propiedades tóxicas del producto final.

 

 

 


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