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Jueves, 28 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Ciudades y conflicto político en la era de la comunicación

Por Katarína Svitková

Según las estadísticas actuales, está claro el siglo XXI ha sido y seguirá siendo urbano. El número de personas que viven en ciudades ha crecido continuamente, alcanzando el 50 por ciento de la población mundial, o –lo que es lo mismo– 3.3 mil millones de personas, en el año 2007.

El Banco Mundial estima que, con la tasa de la urbanización a la que estamos asistiendo, no menos que 6.4 mil millones de personas vivirán en ciudades en el 2050. La inmensa mayoría de este crecimiento ocurrirá en las ciudades de Asia y África, mientras que en los países desarrollados, dos tercios del crecimiento urbano se deberán a la inmigración (legal e ilegal).

Dicha tendencia tiene unas implicaciones muy importantes en los ámbitos económico, social y político. Los mecanismos de cooperación internacional establecidos a lo largo del siglo XX se encuentran cada vez con más limitaciones; unos países emergentes con el crecimiento económico y demográfico espectacular exigen la revisión del sistema. Mientras tanto, a nivel local, se ven obligados a buscar salidas de problemas urbanos que, por su complejidad y escases de recursos disponibles, parecen no tener solución.

Seguridad en la ciudad

Es más, con el grado de inter-conexión entre naciones, ciudades y ciudadanos en todos los ámbitos concebibles, los riesgos y las amenazas de seguridad actuales afectan a cada vez mayor parte de la población mundial. A nivel urbano, éstos incluyen la violencia en forma de delitos de varios tipos, además de los desastres de origen natural o industrial que, debido a la densidad, afectan a la población y la infraestructura de manera multiplicada.

Sin embargo, los conflictos esencialmente políticos son aquellos que han atraído una atención académica y mediática considerable a lo largo de la última década. Las ciudades siguen siendo escenarios y objetivos de conflicto político en sus varias formas. El informe titulado “Cities, Conflict and State Fragility” de Crisis States Research Centre (CSRC) de 2011 ofrece una clasificación muy acertada de los conflictos que tienen lugar en zonas urbanizadas hoy en día.

A pesar de las diferencias en cuanto a la forma de dichos conflictos, el elemento que tienen en común es el papel sustancial de las nuevas tecnologías, sobre todo las de comunicación. El desarrollo tecnológico no sólo ha cambiado la forma de hacer la guerra, sino también ha influido en nuestra percepción de la misma.

Tres tipos de conflicto político en ciudades

a) Conflictos interestatales, internos-internacionalizados y contrainsurgencias

En referencia a conflictos entre Estados soberanos, los autores del informe apuntan que las ciudades sirven como escenarios de conflicto convencional. En este tipo de guerras, centros urbanizados (sobre todo, pero no exclusivamente, la capital) se convierten en nodos simbólicos para los beligerantes. Desde el punto de visa pragmático, las ciudades son lugares de concentración de población, recursos e infraestructura imprescindibles para alcanzar el control del territorio y, consecuentemente, la victoria militar. En muchas guerras a lo largo de la historia, las ciudades claves como la capital, los puertos y los nodos comerciales e industriales fueron objetivos prioritarios. Uno de los ejemplos más recientes de ello fue la invasión a Irak liderada por EEUU en Marzo de 2003.

Una vez terminada la fase inicial, el conflicto en Irak se convirtió en una guerra entre los ocupantes y los insurgentes, llevada a cabo sobre todo en ciudades. Las lecciones aprendidas desde el 2003 nos recuerdan que el combate urbano tiene sus complicaciones obvias sobre todo a nivel táctico ya que las insurgencias muchas veces utilizan las ciudades como santuarios a la hora de combate asimétrico.

Las dos batallas de Fallujah, a unos 58 kilómetros de Bagdad, sirven de ejemplos muy relevantes. El primer intento de capturar la ciudad fue liderado por las fuerzas estadounidenses en Abril 2004. La batalla empezó unos días después de un ataque insurgente que dejó muertos a cuatro contratistas de Blackwater (y veteranos de fuerzas especiales americanas), cuyos cadáveres fueron mutilados posteriormente. La elevada sensibilidad pública (sobre todo en EEUU) resultó en una amplia cobertura mediática de los hechos, con la presencia de un buen número de periodistas en el terreno de combate. Esto fue el caso sobre todo en la segunda operación, “Al Fajr”, llevada a cabo en meses de Noviembre y Diciembre del mismo año. La batalla fue evaluada como el combate urbano más intenso desde la guerra en Vietnam, y resultó en un número elevado de bajas tanto propias como las del enemigo; las fuerzas de coalición perdieron a 107 soldados y 613 resultaron heridos, mientras que el número de bajas entre los insurgentes fue más de 1400. Además hubo alrededor de 800 víctimas civiles, y la infraestructura de la ciudad de Fallujah quedó considerablemente destrozada.

b) Conflictos armados internos

Igual que en el caso anterior, las ciudades ofrecen numerosos incentivos a los actores de guerras civiles, como es la situación actual en Siria. Los datos disponibles hablan por sí solos: a finales de 2013, el número estimado de muertos fue alrededor de 120 mil, además de cinco millones de internamente desplazados, tres millones de refugiados y 130 mil desaparecidos o detenidos. Parece extremadamente difícil evaluar o cuantificar los daños causados a la infraestructura, la economía y la sociedad en su conjunto. La fragmentación de la sociedad siria en función del apoyo a distintos grupos beligerantes dificulta la resolución del conflicto.

La dimensión urbana de esta guerra civil queda muy clara. La capacidad de capturar y mantener el control de las ciudades es clave para todos los actores del conflicto, lo cual ha sido reflejado en la táctica. En enero de 2014, el periódico The Independent publicó varias fotos de unos barrios del norte de Damasco sistemáticamente bombardeados por parte de las fuerzas aéreas de Siria. Los barrios en cuestión han sido las bases de la oposición al régimen, situadas en proximidad a las rutas estratégicas de las fuerzas “rebeldes”. Las imágenes habían sido tomadas en diferentes momentos a lo largo del conflicto, y el grado de la destrucción ha sido más que evidente.

Borrando del mapa barrios enteros de la capital tal vez parece como una táctica eficaz a corto y medio plazo. Sin embargo, este grado de daños colaterales puede conducir a un resultado opuesto al deseado; el Human Rights Watch estima que solamente en el barrio de Qaboun en Damasco, una campaña de 50 días de duración arrasó a 1.250 tiendas y 650 viviendas, dejando a miles de personas sin hogar. No es de extrañar que, al ver a sus barrios destrozados mediante bulldozers y ataques aéreos por parte del régimen, muchos de los habitantes acaban simpatizando con los rebeldes.

Otra ciudad efectivamente paralizada por la guerra civil en Siria es Homs, situado en el oeste del país, a unos 160 kilómetros al norte de la capital. El barrio llamado la Ciudad Vieja ha estado bajo un asedio impuesto por parte del régimen sirio hace casi un año y medio. Se trata del último bastión de la resistencia en Homs, con las fuerzas rebeldes compuestas por unos 30 grupos diferentes. No se sabe el número exacto de los insurgentes y civiles atrapados allí; el acceso de estos últimos a recursos básicos ha sido discutido recientemente en los foros de Ginebra. El alto de fuego temporal con el fin de hacer llegar ayuda humanitaria fue interrumpido por un ataque contra los vehículos de la Media Luna Roja.

Mientras tanto, la presencia de los periodistas en el terreno posibilita que las imágenes de las hostilidades y los barrios arruinados de Homs aparezcan, en cuestión de segundos, en pantallas por todo el mundo. Además, el acceso a teléfonos móviles e Internet permite a los sirios mandar sus imágenes y vídeos a los medios de comunicación y compartirlos en redes sociales. Mediante ello afectan directamente a la opinión pública en muchos países que, a su vez, presiona a los líderes políticos para que busquen una solución.

c) Conflictos cívicos

Según el informe de CSRC, los factores como la densidad, la heterogeneidad, la desigualdad comprimida y la localización del gobierno convierten a grandes ciudades en escenarios de conflicto cívico. Protestas, manifestaciones, disturbios, revueltas o desobediencia civil son unos de los términos más utilizados en referencia a este tipo de conflicto. Su objetivo suele ser de naturaleza esencialmente política, aunque también entran intereses muy específicos. El denominador común es la incapacidad de las autoridades (nacionales o locales) de gobernar en interés de la ciudadanía. Los iniciadores de este tipo de conflictos normalmente no aspiran a tomar el poder político. Lo que persiguen es llamar la atención del gobierno y la sociedad sobre un problema que consideran importante.

El año 2013 demostró la variedad de las motivaciones iniciales que conducen a conflictos cívicos en ciudades; en el caso de Estambul, fueron los planes del gobierno para convertir un parque público en una zona comercial. En Sao Paulo, fue la iniciativa de subir los precios del transporte público. En ciudades egipcias, fue el golpe militar que derrocó al Presidente Morsi. En Bangkok, fue el proyecto de la ley de amnistía para el ex-primer ministro tailandés. Finalmente, en Kiev, fue la decisión del Presidente Yanukovich a rechazar el pacto de integración entre Ucrania y la UE.

Aunque las causas inmediatas de las manifestaciones sean eventos únicos, las reclamaciones se ven ampliadas y profundizadas por parte de la ciudadanía. Una queja lleva a otra, y la gradual movilización popular muchas veces resulta en manifestaciones en contra de la gestión pública en general. Las exigencias de los manifestantes a menudo tienen un componente local, sobre todo en relación con la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones y la gestión de recursos. Mientras tanto, lo que para los gobiernos constituye una protesta ilegal y ocupación de espacio público, para los manifestantes significa el derecho de reunión y la libertad de expresión. Como consecuencia, a lo largo del año pasado, varias ciudades en prácticamente todas las regiones del mundo se convirtieron en zonas de combate.

Los conflictos cívicos se desarrollan a nivel de la sociedad, y sus participantes se juntan de una manera más o menos espontánea. Las diversas herramientas de comunicación, sobre todo Internet y teléfonos móviles, se han convertido en los instrumentos principales de la movilización social. Las redes sociales virtuales sirven de plataformas para organizar su acción y comunicar su causa a sus simpatizantes en la ciudad, en el país y alrededor del mundo.

Los tradicionales medios de comunicación juegan un papel muy importante a la hora de difundir el mensaje a nivel global. La intensidad de la cobertura mediática aumenta sobre todo en caso de que las unidades antidisturbios utilizan unos medios violentos contra los manifestantes. Las armas habitualmente utilizadas por parte de las autoridades incluyen a gases lacrimógenos, cañones de agua y balas de goma; en el futuro próximo, es probable que se utilicen armas no letales más sofisticadas debido a la reciente innovación y el desarrollo tecnológico en este ámbito.

Además de las manifestaciones violentas, en la categoría de los conflictos cívicos también cabe la actividad de grupos del crimen organizado y bandas armadas cuyo objetivo es tomar el control de ciertos barrios o partes de ciudades. Estos actores se aprovechan de la incapacidad de las autoridades legítimas de gobernar dichas zonas, y muchas veces sustituyen al gobierno en proveer los servicios básicos para ganarse la población local. El ejemplo más popular de este fenómeno son las favelas de Brasil y el papel de bandas armadas dentro de las mismas. La reciente campaña de retomar y “pacificar” dichos barrios por parte del gobierno ha sido una parte importante de los preparativos para la próxima Copa Mundial y los Juegos Olímpicos.

Conclusión

La mayor parte de la población mundial hoy en día reside en ciudades, densas e inter-conectadas, y por ello vulnerables a disrupciones de todo tipo. Sin que la urbanización en sí conduzca a la inseguridad, los conflictos políticos en ciudades afectan directamente a sus habitantes. En guerras inter-estatales, guerras civiles y conflictos cívicos, las ciudades se convierten en auténticas zonas de combate. Es cierto que la compleja naturaleza de los conflictos actuales imposibilita una categorización clara; conforme un conflicto evoluciona con tiempo, su forma puede cambiar. Hipotéticamente, el conflicto en Egipto podría transformarse de uno cívico en una guerra civil; una intervención internacional en Siria, aunque improbable en este momento, añadiría una dimensión inter-estatal al conflicto civil, etc. Mientras tanto, la “permeabilidad” de dichas categorías de conflicto posibilita que en cualquiera de ellas aparezca la insurgencia, el terrorismo o la actividad de varios grupos armados. En todo caso, la cobertura mediática de los conflictos urbanos actuales y el activismo ciudadano han asumido un papel decisivo. Gracias a las tecnologías de comunicación, va cambiando la forma y la percepción pública de los conflictos de hoy, con implicaciones importantes para el futuro.

Katarína Svitková es ayudante de investigación del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI).


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