En una reunión sin precedentes celebrada en la base del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos (USMC) en Quántico, el secretario de Guerra, Pete Hegseth, anunció un paquete de medidas que redefine los estándares físicos, estéticos y doctrinales de las Fuerzas Armadas. El eje central de su discurso fue la implementación del “estándar masculino más alto” para todos los miembros en puestos de combate, acompañado de una crítica directa a la presencia de “generales y almirantes obesos” y soldados con sobrepeso en las filas militares.
Ante cientos de altos mandos militares, Hegseth declaró que la era del liderazgo “políticamente correcto y excesivamente sensible” ha llegado a su fin. “Hoy, bajo mi dirección, cada servicio se asegurará de que todos los requisitos para cada combatiente se ajusten exclusivamente al más alto estándar masculino”, afirmó. Esta declaración marca un punto de inflexión en la política de personal del Pentágono, que durante años había promovido estándares inclusivos y adaptativos para un componente militar diverso.
El secretario Hegseth fue enfático al señalar que ya no quiere ver “soldados gordos” ni “generales y almirantes con sobrepeso” en las formaciones de combate. Para ello, ordenó que todos los miembros del servicio armado, sin importar su rango, deberán someterse a exámenes físicos y mediciones de peso dos veces al año.
Un giro radical en la cultura militar
Entre las diez directivas anunciadas por Hegseth se incluye la eliminación de las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), que según él han generado “división y distracción” dentro de las Fuerzas Armadas Estadounidenses. “No más cambio climático. No más delirios de género. Hemos terminado con esa basura”, sentenció, en una declaración que ha generado reacciones encontradas tanto dentro como fuera del ámbito militar.
El Hegseth también cuestionó los ascensos por motivos de género, raza o logros históricos, insistiendo en que en adelante solo se evaluará la capacidad física y de combate. “No quiero que mi hijo sirva junto a tropas que no están en forma ni en unidades de combate, con mujeres que no pueden cumplir con los mismos estándares físicos que los hombres”, agregó.
Además de los requisitos físicos, Hegseth anunció nuevos estándares de aseo personal que prohíben barbas, cabello largo y expresiones individuales. Estas medidas buscan reforzar la imagen profesional y homogénea de los servicios armados, eliminando lo que el secretario de Guerra considera “superficialidades” que afectan la disciplina y cohesión de las unidades. También se revisará la educación militar profesional, con el objetivo de eliminar cualquier contenido que promueva ideologías ajenas al “ethos del guerrero”. Esta revisión incluirá academias, centros de entrenamiento y programas de liderazgo.
Durante la reunión del Secretario de Guarra con los Mandos Militares estuvo presente el presidente Donald Trump, quien respaldando públicamente las medidas. Desde que asumió el cargo, Hegseth ha destituido a varios generales y anunció en mayo su intención de reducir en un 20 % el número de oficiales de cuatro estrellas. Esta “purga” busca depurar la cadena de mando y asegurar que el liderazgo militar refleje disciplina, eficiencia y preparación real para el combate.
Las medidas del secretario Hegseth han generado un intenso debate en el seno del Pentágono, donde algunos sectores aplauden el retorno a estándares más estrictos y centrados en la preparación física, otros advierten sobre el impacto negativo en la moral, la diversidad y la capacidad de adaptación de las Fuerzas Armadas Estadounidenses a los desafíos contemporáneos.
Expertos en defensa señalan que este giro podría afectar la participación de mujeres, minorías y oficiales que habían promovido políticas de inclusión en la última década. También se teme que la eliminación de programas DEI y la imposición de estándares físicos uniformes puedan reducir el número de candidatos aptos para ciertos roles especializados. (Bernardo de la Fuente)







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