El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, lanzó un contundente mensaje en el Foro OTAN-Industria celebrado en Bucarest, reafirmando la necesidad de acelerar la modernización defensiva de la Alianza ante el endurecimiento del contexto de seguridad global.

Ante más de 900 representantes de la industria, líderes políticos y militares de 26 Estados miembros y países socios, Rutte destacó la urgencia de preparar a la Alianza —y a su base industrial— para un periodo prolongado de confrontación estratégica, advirtiendo que los retos actuales no desaparecerán con el desenlace de la guerra en Ucrania, sino que seguirán, marcados por la presión de actores como Rusia, China, Irán y Corea del Norte.​​

El papel esencial de la industria

Desde el estrado del mayor foro de defensa-industria que la OTAN haya organizado, Rutte remarcó que los ejecutivos y empresas presentes constituyen un pilar “integral” de la disuasión aliada. “No hay defensa fuerte sin una industria fuerte; a veces, es así de simple”, resumió, apelando a la capacidad innovadora de las economías abiertas para mantener la ventaja tecnológica y la capacidad de respuesta. El secretario general instó al sector a mejorar los niveles de producción y acelerar el suministro de capacidades clave, superando el temor a posibles excedentes o a la volatilidad presupuestaria. “La demanda es real y constante: lo que produzcan será comprado”, garantizó.​​

El debate, en esta edición bajo el lema “Rearmar, innovar, acelerar, sostener”, giró alrededor de la modernización de la defensa y el fortalecimiento de la resiliencia ante amenazas convencionales, ciberataques y guerra híbrida. Rutte subrayó que rearmar no es una opción, sino una necesidad ineludible para la Alianza y sus socios, a la luz de “un contexto que obliga a hablar cada vez más de rearme”. Citando la reciente decisión adoptada en la cumbre de La Haya, recordó el objetivo aliado de invertir el 5% del PIB en defensa antes de 2035, un salto histórico en ambición presupuestaria que busca asegurar la capacidad de disuasión colectiva.​​

Compromiso de Rumanía, liderazgo regional

El foro sirvió para resaltar el compromiso de Rumanía, anfitrión del evento, que planea elevar el gasto en defensa al 3,5% de su PIB para 2030. Esta postura, reconocida por Rutte y otros líderes presentes, es clave en la estrategia aliada de reforzar el flanco oriental y la seguridad del entorno del Mar Negro, una zona especialmente expuesta ante la presión rusa y los vaivenes geopolíticos. Bucarest ha incrementado su protagonismo con programas de modernización militar y acogiendo ejercicios multinacionales de gran escala.​

Rutte hizo especial hincapié en el papel de la innovación. Enfatizó que las sociedades abiertas de la OTAN, donde el sector privado puede prosperar, ostentan una clara ventaja para transformar avances tecnológicos en aplicaciones de defensa. Invitó a la industria a usar la OTAN como laboratorio de pruebas, empujando la creatividad y adoptando nuevas soluciones para dotar a las fuerzas armadas de ventajas disruptivas frente a adversarios que no dudan en invertir en capacidades emergentes.​

El “dividendo de defensa”: crecimiento y empleo

Uno de los puntos destacados fue la alusión al “dividendo de defensa”: el ciclo virtuoso entre aumentar la seguridad, impulsar el crecimiento económico y crear empleo. Rutte insistió en que fortalecer la industria no sólo beneficia a la seguridad colectiva, sino también a las economías nacionales. La aceleración de la contratación y la apertura de nuevas líneas de producción repercutirá positivamente en el tejido industrial y en el empleo de toda Europa.​​

Frente a las amenazas, el secretario general reiteró la centralidad del principio “paz mediante la fuerza” y recordó que la unidad aliada sigue siendo la mejor garantía contra cualquier agresión. “En caso de ataque, 31 países acudirán en defensa de cualquiera de sus miembros: así funciona la OTAN”, reiteró durante su encuentro con el presidente rumano Nicusor Dan, subrayando que “la OTAN es imbatible” gracias a la cohesión de sus miembros.​

El reto ruso, la necesidad de resiliencia y conclusiones

Rutte fue claro: la guerra rusa en Ucrania es prueba de que la amenaza a la seguridad continental no ha desaparecido y que Moscú seguirá como factor desestabilizador incluso tras el conflicto. Por ello, la OTAN (con el respaldo de la industria) debe prepararse para un enfrentamiento prolongado y construir resiliencia para las futuras generaciones.​

La edición de 2025 del Foro OTAN-Industria se convierte así en plataforma clave para impulsar la cooperación tras la cumbre de La Haya, donde se sellaron decisiones históricas en materia de producción y adquisiciones. Los debates se centraron en cómo traducir esas decisiones en estrategias industriales, mejores prácticas y contratos que beneficien tanto a los países aliados como al sector privado, asegurando la viabilidad de la defensa común en la próxima década.​

El discurso de Mark Rutte y la discusión en Bucarest arrojan un mensaje inequívoco: en un ambiente geopolítico hostil e imprevisible, la fuerza de la OTAN dependerá en buena medida de la fortaleza y flexibilidad de su base industrial. Innovar, invertir y cooperar serán los pilares —económicos, tecnológicos y políticos— de una defensa capaz de responder a amenazas en rápida evolución y garantizar la estabilidad para sus ciudadanos.​​