En un entorno tecnológico en el que la Marina de los Estados Unidos (United States Navy) está impulsando sus capacidades aéreas embarcadas, con la llegada de los avanzados cazabombarderos de 5ª generación F-35B y F-35C Lightning II, se atisba en el horizonte la llegada del F/A-XX que será, si progresa convenientemente, un reactor embarcado de 6ª generación.
Desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos parece que estarían retrasando la decisión respecto de la obtención de este último para generar recursos que derivar a otros conceptos, como el Boeing F-47 de la Fuerza Aérea. Por ese motivo, la United States Navy buscaría obtener más capacidades con plataformas de combate que ya tiene en servicio y una buena solución es potenciar las misiones asignadas a su flota de reactores bimotores F/A-18E/F Super Hornet que son aparatos de la generación 4++.
La idea, difundida recientemente por el vicealmirante Daniel Cheever, comandante de las Fuerzas Aéreas Navales de la United States Navy, pasa por aprovechar mejor la llegada de la plataforma autónoma MQ-25 Stingray, que estaría especializada en cometidos de reabastecimiento en vuelo que darían más alcance operativo a los reactores basados en los portaaviones. Es una misión que han venido realizando los F/A-18E/F Super Hornet en una configuración ARS (Aerial Refueling System) con un depósito bajo su fuselaje y percha para reabastecer a terceros, tarea que les ha venido ocupando entre un 20 y 30% de su actividad total.
Por ese motivo parece ser la disponibilidad para cometidos propiamente de combate de este avanzado cazabombardero de líneas furtivas y gran tamaño será mayor. Es un aspecto que, según ha dado a conocer la United States Navy, estaría siendo aprovechado para potenciar tanto los F/A-18E/F Super Hornet como los E/A-18G Growler que están especializados en cometidos aéreos de apoyo electrónico.
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Varios cientos de F/A-18E/F figuran en los actuales activos de la United States Navy y son pieza clave de sus alas embarcadas. (Octavio Díez Cámara)
Se estudia ya, paralelamente a un proceso de mejora SLM (Service Life Modernization) que permitiría aumentar la vida útil desde las 6.000 horas de vuelo a una cifra cercana a las 10.000, cómo aplicar cambios y mejoras en estos dos últimos cazabombarderos de cara a que la United States Navy siga teniendo una ventaja técnica y táctica respecto de posibles oponentes. Su alcance operativo se beneficiaría de la llegada de los MQ-25, que se espera tengan en 2027 su IOC (Initial Operation Capability) dentro de las alas embarcadas en los portaaviones, y a los que también podrían asignárseles cometidos ISR (Intelligence Surveillance Reconnaissance).
La familia F/A-18E/F Super Hornet -los hemos visto recientemente armados con cuatro potentes misiles aire-aire AIM-174B derivados del antiaéreo naval SM-6- y E/A-18G Growler lleva algo más de dos décadas en activo y tendría, convenientemente actualizados a la versión Block III, un potencial que permitiría emplearlos de forma efectiva hasta los años 40.
En ese sentido, los planes actuales de la United States Navy contemplan actualizaciones que irían en la línea del proyecto Advanced Super Hornet que se conoció hace unos años que hasta podría incluir elementos para que pudiesen acompañarse de plataformas aéreas autónomas siguiendo el concepto de maned-unmanned team. (Octavio Díez Cámara)






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