El equipamiento de los militares ha variado de forma sustancial en pocos años. Medios, sistemas y materiales que sólo eran usados por unas pocas unidades selectas se han generalizado entre aquellos que están preparados para el combate terrestre. Se buscan aspectos como la supervivencia o la eficacia en la lucha. Hemos podido leer un reciente informe generado alrededor de la conferencia International Dismounted Soldier, que tuvo lugar a finales del pasado octubre en el Millennium Gloucester de Londres, espacio en el que distintos expertos han debatido sobre lo que define al combatiente de los ejércitos de hoy y sobre aspectos que se atisban ya que serán comunes en unos pocos años.
Nos ha llamado la atención de la documentación obtenida tras este evento, una infografía que refleja detalles sobre el dinero que hay que invertir para equipar, de la forma más adecuada, a cada uno de los militares que realizan actividades directamente relacionadas con el combate terrestre.
En la misma se afirma que cada vez más los combatientes a pie están equipados con nuevas y disruptoras tecnologías que les ayudan a mejorar su efectividad, seguridad y conectividad en el campo de batalla. Lo hacen con elementos y equipos que ya incluyen novedades como la ropa que se adapta a los diferentes climas o los medios de presentación situacional que funcionan en tiempo real e interconectan a determinados núcleos de combatientes.
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Los militares estadounidenses llevan y llevarán un equipamiento personal cuyo coste supera los 60.000 dólares. (International Dismounted Soldier Conference)
30.000 euros por soldado
Sobre el coste de equipar a cada soldado para el combate terrestre estiman que es necesaria una cifra que en términos generales podríamos situar en torno a los 30.000 euros.
En el caso en detalle, referenciado a un militar de Estados Unidos, esa cifra crece aún más si se tienen en cuenta, como detallaremos, algunos equipos que van a ser comunes en muchos de ellos en unos pocos años. Para el combate terrestre se requiere llevar un buen calzado, que serían unos 300 dólares, a los que habría que sumar otros tantos para el uniforme de tejido adaptable a los entornos y los protectores de rodillas que podrían o no estar integrados en el anterior. El armamento personal incluiría una semiautomática en una funda fijada al cinturón y anclada en el costado de la pierna, pues su empleo es secundario, y un fusil de asalto con visor diurno/nocturno, láser, linterna y media docena de cargadores, armas que requerirían sobre 10.000 $.
Al casco con comunicaciones integradas y presentador frontal de la situación táctica, el portaplacas/portaequipo y los protectores de los costados o al kit médico IFAK se destinarían otros 6.000, inversión a la que hay que sumar otros 30.000 más para la radio de comunicaciones tácticas, las gafas de visión nocturna que en el caso detallado serían las ENVG-B que fusionan el canal intensificador con uno térmico y hasta una pequeña tableta para facilitar el seguimiento de la situación en la que se participa.
Como se detalla, el combatiente terrestre requiere de unos materiales, sistemas y armas que no son nada económicos de adquirir y que cada vez le van a ser más necesarios en combates de alta intensidad que serán demandantes y exigentes y se desarrollarán contra adversarios cada vez más equipados y motivados. (Octavio Díez Cámara)







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