La Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF, United States Air Force) ha decidido apostar por una curiosa sinergia en sus esfuerzos económicos a futuro. Su presupuesto, en el que ya se contemplan aquellos programas que intentarán ser lo suficientemente disruptores para que pueda enfrentarse a las amenazas que se ciernen ahora sobre todo en la zona del Pacífico, contempla una panoplia de bombarderos en activo diferente de la actual.
Los famosos B-1B “Lancer”, con sus características alas de flecha variable, y el furtivo B-2 “Spirit”, que puede volar a larguísimas distancias para soltar su carga ofensiva sin que su presencia sea detectada, van a ir dándose de baja en los próximos años. La USAF plantea centrar sus capacidades de bombarderos en sólo dos modelos, una medida que va a permitir a corto plazo reducir los recursos económicos, que son especialmente elevados, asignados a mantenerlos en servicio y operativos.
Los B-52, con nuevos motores y sistemas, seguirán volando dos o tres décadas para llegar a cumplir un siglo de vida. (USAF)
En ese esfuerzo, en el que la USAF concreta que tanto el bombardero B-1B como el B-2 aún tienen vida activa en servicio, se centran en el esfuerzo económico que se requerirá durante los próximos cinco años en ellos. A partir de 2030 paree ser que no serán plataformas con capacidades creíbles y por eso se va a iniciar, si el Congreso de Estados Unidos no lo impide, su baja paulatina.
Potencial dual
Hoy la USAF sólo tiene 14 de sus 20 “Spirit” operativos y los “Lancer” se han ido, poco a poco reduciendo, de forma que son 45 los disponibles. Hasta, por lo menos, 2028 se seguirán inyectando grandes partidas económicas -unos 300 millones de dólares- para modernizar y mantener las capacidades de los B-2. A la vez que las destinadas al B-1 serán especialmente exiguas, aunque ya se sitúa que serían plataformas óptimas para los misiles hipersónicos AGM-183 ALRRW (Air-Launch Rapid Response Weapon).
Frente a esa decisión sobre dos de los tres tipos de bombarderos actualmente en servicio en la USAF se plantea hacer un relevante esfuerzo para que los antiguos B-52 “Stratofortress”, que por su capacidad de carga son vectores únicos para desplegar todo tipo de armamento ofensivo y hacerlo en una gran cantidad, sigan en servicio hasta una fecha que ahora se estima en 2050. Se les van a integrar, entre otras mejoras, nuevas turbinas, una aviónica mejorada y mejores equipos de auto supervivencia.
Los furtivos B-2, de los que sólo hay 14 operativos, serán dados de baja poco a poco y sustituidos por los B-21 (USAF)
A corto/medio plazo la USAF va a insistir en apostar por el novedoso B-21 “Raider”, su futuro avión furtivo que le servirá para el control del mar y de todos aquellos escenarios donde se tenga que actuar. Sus capacidades para evadir los sistemas de detección del adversario serán aprovechadas para obtener la mejor ventaja táctica y estratégica; por ello, desde una cifra inicial de 100 ejemplares del B-21 previstos ya se habla de que adquirirán 145 de ellos.
La USAF tiene claro que la unión de la tradición aportada por el B-52 con las tecnologías de los B-21 serán las que, en relación con los bombarderos, marcarán la diferencia en posibles enfrentamientos con China, Corea del Norte o cualquier otro país donde se produzca un conflicto como consecuencia de una crisis. (Octavio Díez Cámara)