A finales de este mes de junio se cumplirá el 40 aniversario de la entrega del primer bombardero estratégico Rockwell B-1B Lancer a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en la base aérea de Dyess, Texas.
El primer B-1B Lancer llegó a la base de Dyess el 29 de junio de 1985, el llamado “The Star of Abilene” se encuadraba en la 7ª Ala de Bombardero o 7 BW (7th Bomb Wing). Denominado oficialmente como Lancer (lancero) y BONE (por «B-one»), por los pilotos de combate americanos, se desarrolló primero con la designación de B-1A, un medio de lanzamiento de armamento nuclear altamente supersónico (capaz de superar Mach 2), pero finalmente entró en servicio en una versión modificada más lenta (pero aún supersónica), el B-1B, en los últimos años de la Guerra Fría.
Gran capacidad de carga
Tras el colapso de la URSS (Unión Soviética de Republicas Socialistas), la flota de B-1B se sometió a una serie de modificaciones para mejorar sus capacidades de ataque convencional, hasta que las limitaciones del nuevo tratado de control de armamentos START con Rusia eliminaron por completo la capacidad del bombardero para lanzar armas nucleares. Fue relegado entonces a una función de ataque convencional, una posición en la que destacaba gracias a su carga útil interna de 34.000 kg, la más pesada entre los bombarderos estadounidenses actuales. A esta carga podría sumar la que lleva en 6 puntos externos (restringidas por la normativa START I) en los que puede cargar 27 000 kg.
De hecho, con las capacidades de lanzamiento nuclear confiadas a las flotas B-52 Stratofortress y B-2 Spirit, el B-1B evolucionó hasta convertirse en un bombardero convencional multimisión con una velocidad, carga útil y flexibilidad inigualables. Estamos, de hecho, ante el bombardero de la USAF con mayor capacidad de transportar carga de armamento convencional, tanto guiado como no guiado, con lo que se ha convertido en un símbolo mundial de la capacidad de ataque de Estados Unidos.
Activo clave para Estados Unidos
"El B-1 es un avión increíble. Aporta a la lucha una versatilidad y una potencia de fuego inigualables", asegura el teniente coronel Ryan Stillwell, comandante del 9º Escuadrón de Bombarderos. “Aquí, en el 9º, hemos demostrado la capacidad del B-1 para lanzar rápidamente su carga de munición en cualquier lugar del mundo, desplegándose constantemente a favor de nuestros aliados y socios”.
Tras transferir en 2015 la 7ª Ala de Bombardero al Mando de Ataque Global de la Fuerza Aérea o AFGSC (Air Force Global Strike Command), el B-1B apoyó misiones continuas de presencia de bombarderos en Europa, hasta el lanzamiento del concepto BTF (Bomber Task Force) en 2018. Estos despliegues rotativos BTF permitieron a las tripulaciones del B-1B integrarse con los aliados, realizar salidas de varios días en diversos entornos y probar la capacidad de la aeronave para operar desde nuevos aeródromos utilizando técnicas de reabastecimiento en caliente. Entre las bases de despliegue de estos BTF está la española de Morón (Sevilla), donde los BONEs estuvieron por última vez en abril de 2024.
Con 40 años de experiencia operativa, el B-1 sigue siendo un activo clave en la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos. El Mando de Ataque Global de la Fuerza Aérea de Estados Unidos confía en el B-1B como el bombardero más rápido, de mayor carga y el único puramente convencional de la USAF.
Se espera que el B-1B sean sustituidos progresivamente por el futuro bombardero furtivo Northrop Grumman B-21 Raider, y los últimos Lancers de la actual Flota, cuya baja comenzó en 2021, deberían servir hasta 2036. (Julio Maíz)
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