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Los programas de rearme: transparencia, fragmentación y orientación a capacidades

Una máxima resume el sistema político y jurídico de Europa: el fin no justifica los medios. Tiene el reto de sobrevivir y debe hacerlo siendo Europa. Nada de lo que representa debe sacrificarse para salvar lo demás. Nos equivocaremos si adujéramos razones de urgencia, fuerza o necesidad para saltarnos los principios básicos que rigen la forma como los estados deben proveerse de capacidades militares y hacerlo bajo la consideración europea, dando cumplimiento a la estrategia industrial de Defensa definida por los órganos correspondientes de la UE y promoviendo más Europa y no 27 naciones.

La Directiva 2014/24/UE comienza su exposición con un recordatorio de los principios de la contratación pública y su entronque con los tratados: La adjudicación de contratos públicos por las autoridades de los estados miembros o en su nombre ha de respetar los principios del Tratado de Funcionamiento de la UE y, en particular, la libre circulación de mercancías, la libertad de establecimiento y la libre prestación de servicios, así́ como los principios que se derivan de estos, tales como los de igualdad de trato, no discriminación, reconocimiento mutuo, proporcionalidad y transparencia. Esto significa que no hay empresas favoritas en la UE, ni porque tengan participación del estado, o se centren en un régimen de monopolio inducido, o sean más avanzadas o reúnan en su esfera de competencias más capacidades. Nadie tiene asignado ningún rol por decreto ley.

Cuando se van a invertir cientos de miles de millones, la ausencia o la no sujeción escrupulosa a estos principios no solo supondría la comisión de delitos, sino que afectaría al objetivo fundamental de la UE, que es dotarnos de la necesaria seguridad. Por mucho autoconvencimiento que haya, todo debe pasar el filtro de la libre concurrencia y la no discriminación.

Flaco favor se haría a la industria española si la privilegiamos en el mercado doméstico y luego sean incapaces de competir fuera. España no tiene presupuesto para tener empresas en el “Top 50” de la industria mundial de defensa, aunque pongamos todo en una. Resulta imprescindible que se cumplan escrupulosamente los principios básicos de la UE para que la política de Defensa europea no caiga en discriminación, favoritismo y sujeción a intereses diferentes de los perseguidos con cada contrato. Ahora que el Parlamento debe intervenir en el proceso de aprobación de los nuevos programas, ha de incidir más en ese punto, siempre que con la suficiente distancia de intereses particulares.

Los poderes adjudicadores tratarán a los operadores económicos en pie de igualdad y sin discriminaciones y actuarán de manera transparente y proporcionada. La contratación no será́ concebida con la intención de excluirla del ámbito de aplicación de la presente Directiva ni de restringir artificialmente la competencia. Se considerará que la competencia está artificialmente restringida cuando la contratación se haya concebido con la intención de favorecer o perjudicar indebidamente a determinados operadores económicos. La estrategia industrial de defensa europea establece 6 líneas de acción y nos fijaremos en 4 de ellas.

Líneas de acción

Primero, la acción colectiva en base a las necesidades colectivas incentivando la cooperación en la fase de adquisición de capacidades, es decir, que necesitamos más programas cooperativos de adquisiciones con presupuestos multilaterales. El FCAS es un buen ejemplo y la financiación debe ir dirigida mayoritariamente a estos programas europeos que estén bien definidos en cuanto a objetivos y estructura. La segunda es garantizar la disponibilidad de todos los productos a través de una base industrial más receptiva, más preparada. La tercera es garantizar presupuestos nacionales y comunitarios que apoyen la adaptación de la industria al nuevo contexto y la sexta profundizar en la cooperación transatlántica, pero incrementado la soberanía estratégica europea.

Las necesidades imperiosas de Europa no son industriales, sino de medios y capacidades y, si habrá que ampliar el marco de la cooperación dentro de la OTAN para acelerar entregas. El programa de rearme no se puede financiar con créditos del Ministerio de Industria, que obedecieron a la necesidad de compensar la falta de presupuestos suficientes en el pasado. En esta nueva etapa del orden del 2 por ciento del PIB, los préstamos de industria para financiar contratos son instrumentos que van en contra de lo señalado, ya que supeditan la transparencia, libre concurrencia, formación de capacidades y colaboración transatlántica a la concesión de instrumentos para el fomento de las capacidades nacionales industriales. El presupuesto es la mayor garantía de objetividad, eficiencia y transparencia. Conocer con antelación los programas, los contratos como se indican en los documentos presupuestarios que son discutidos y aprobados por el Congreso garantizan la total transparencia.

Todo lo demás va en detrimento de este principio básico. La UE ha constatado que la fragmentación de la industria europea es el principal hándicap y fomentar campeones nacionales va justo en la dirección contraria. Si cada país se empeña en crear gigantes industriales más grandes habrá fragmentación y situaciones de monopolio que conducirán a mayores costes y menos eficiencia. Los programas cooperativos entre grandes actores industriales se han demostrado extraordinariamente costosos y con plazos de entrega demasiado largos. En los mundos de la construcción, energía o farmacia el tamaño es muy importante.

¿Concentrar las adquisiciones nacionales para que sean más grandes y compitan en otros mercados es aceptable para la ciudadanía o la UE y redunda en beneficio de los objetivos? Durante décadas Europa se enfocó en potenciarse tecnológicamente frente a Estados Unidos. Se desarrollaron multitud de programas de I+D que concluyeron en programas como el Eurofighter. Si perdemos esta guerra, no tendremos futuro para disfrutar de esas tecnologías. No podemos inventar planes a diez años y distraernos del entorno en el que estamos.

Necesitamos que nuestras Fuerzas Armadas tengan medios, sin esperar a una estrategia política o empresarial. Hay que reforzar a los que ya tienen aviones, buques, radares, vehículos, munición para que aceleren la producción y compitan. Nuestras empresas tienen que ganar contratos fuera para participar en la construcción europea y esto puede generar que se pierdan otros en España.

Para lanzar los nuevos programas son necesarios reales decretos. Sin una discusión de objetivos, selección de adjudicadores, evaluación industrial y definición de productos, pensar que el Congreso puede dar luz verde a programas sin atenerse a los principios comunitarios es imposible. El procedimiento elegido no funciona y las prioridades señaladas no tienen en su mayor parte nada que ver con lo que necesitamos el año que viene y esta es la prioridad.

Lo contrario es iniciar la generación de capacidades que no tenemos y llevará una década su desarrollo, no financiar actividades que no terminen en un producto especificado y con una clara necesidad y mucho menos desplazar capacidades para imponer otras sin que se sepan los beneficios para los objetivos indicados ni el cumplimiento de la legislación europea. Pasarnos la vida analizando cómo saltarnos los principios comunitarios que hemos consensuado nunca será buena estrategia.

Enrique Navarro. Presidente MQGloNet


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