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Martes, 19 de marzo de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Un gran programa industrial: El VCR

El programa VCR (Vehículo de Combate de Ruedas) es el del mayor importe de la historia del Ejército español, por encima de los 235 carros “Leopard”, aunque este contrato se firmó hace veinte años. Sin embargo, en términos industriales y tecnológicos presenta una serie de novedades que adelantan un cambio de tendencia en la política del Ministerio de Defensa.

Sobre la base de la plataforma Piraña V se ha diseñado un nuevo vehículo basado en los requerimientos del Ejército español, mucho más complejos al tratarse de una plataforma que tendrá muy diferentes aplicaciones. Se incorporan elementos muy novedosos, como la transmisión, los sistemas de protección, las estaciones remotas y la arquitectura de mando y control. Estos cambios, financiados por el Estado a través de un programa de I+D, han servido para diseñar un nuevo medio, muy superior a todos los que concurren en el mercado en la actualidad.

Desde el punto de vista del impacto en el empleo, el programa dará trabajo directo a 754 personas y de forma indirecta a 1.170 de empresas subcontratistas. Más de doscientas compañías formarán parte de la cadena de suministro del VCR. Este contrato ha llegado en un momento crítico para los proveedores, que están siendo tremendamente golpeados por el colapso del sector aeronáutico y que ahora ven con esperanza el comienzo de un proyecto industrial que les dará continuidad en su trabajo para décadas.

En cuanto al impacto empresarial, el consorcio industrial que gestionará el contrato constituye la columna vertebral del sector de la automoción militar en España. El indudable liderazgo de General Dynamics European Land Systems (GDELS) como integrador y autoridad de diseño de la plataforma, no sólo reafirma su posición como la principal empresa europea de vehículos militares, sino que garantiza su continuidad en España.

Para Indra, ante las dudas y retrasos que implican los programas aeronáuticos europeos esenciales, su llegada es esencial para mantener el liderazgo en la industria española de defensa; una empresa que tras años de cotizar en bolsa debe ya normalizar su situación generando dividendos para sus sufridos accionistas, que apuestan por la piedra angular de la tecnología del Siglo XXI en España. El Gobierno no debería desaprovechar los nuevos contratos navales y éste, para, partiendo de su posición de accionista de referencia, abordar la creación de una gran compañía de defensa que pudiera recuperar incluso algunas capacidades perdidas, como la de motores de aviación.

SAPA ha realizado un esfuerzo de innovación como muy pocas empresas en el sector han hecho, teniendo en cuenta sus recursos y dificultades. Su aportación al programa es uno de los aspectos más novedosos y que producirá efectos a medio y largo plazo en otros programas internacionales, especialmente en el mercado norteamericano. Finalmente, Escribano representa quizás la historia de éxito más fulgurante de la reciente historia de la industria española de defensa. Ha pasado de ser un excelente taller de mecanizados en Mejorada (Madrid) hace apenas doce años a no sólo codearse con los grandes en España, sino con una capacidad de innovación e internacionalización, que le señalan como una de las empresas más atractivas para invertir ante la previsible salida de su socio financiero el año que viene.

El Gobierno, como señalaba se ha enmendado la plana respecto de los errores en la política industrial cometidos a finales de la década pasada, cuando se decidió dejar el futuro de nuestra industria a unas reglas de mercado europeo que sólo podrían, por nuestras circunstancias, perjudicarnos. Este programa se vio tremendamente afectado por la crisis financiera de 2009; justo el año en el que se lanzó la RFI (Request for Information) para una competición internacional.

Era una solución que nos condenaba a buscar un proveedor extranjero, renunciando a una estructura industrial nacional. Las circunstancias actuales no son más sencillas, pero la decisión de optar por una solución nacional permite justificar una inversión que, de otro modo, en las actuales circunstancias, nadie hubiera entendido. Sin embargo, no podemos otra vez condenar a nuestro Ejército a esperar veinte años para disponer de los medios básicos de su operación. Los enemigos no suelen esperar tanto para aprovecharse de nuestras debilidades.

Otro aspecto esencial del programa y en su gestión futura es que el mantenimiento de esta capacidad industrial depende de la exportación del vehículo y eso pasa por una acción coordinada y decidida de Gobierno y empresas para maximizar la inversión no recurrente acometida; pero también por una estructura industrial de mantenimiento. No podemos terminar de hacer la inversión y considerar que podemos reducir el nivel de disponibilidad de los vehículos, ni hay que buscar soluciones de taller de polígono para sostener una plataforma de tan alta complejidad.

Una vez marcada la línea de trabajo, toca esperar que el Ministerio de Defensa continúe practicando esta política en relación las capacidades industriales nacionales. La actualidad industrial es muy diferente de la de hace treinta años, cuando nuestras empresas no eran competitivas y forzaban a las Fuerzas Armadas a despilfarrar recursos para mantener estructuras ineficientes. Hoy todas exportan y son competitivas, por lo que no se entendería que se mirase hacia otro lado a la hora de comprar equipos ellas venden en terceros países. Sólo de esa manera las haremos más competitivas y con más futuro.

Son muchas las necesidades que todavía deben cubrirse, la artillería autopropulsada, la defensa de costa, la antiaérea, la modernización de los carros Leopardo y los sistemas no tripulados. Todos ellos constituyen necesidades que no pueden esperar veinte años, ni siquiera diez, pero ahora hay una estrategia y un camino claro que seguir, así que solo hace falta incidir en un modelo que fue de éxito durante décadas y que volverá a serlo. No somos menos europeos por defender nuestros intereses, sino muy al contrario, cuanto más fuertes seamos, más podremos contribuir a los intereses de la Política de Defensa y Seguridad Común. Esta debería ser la idea nuclear de nuestra política. Fortaleciendo nuestras capacidades contribuimos a una Europa mas fuerte.


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