Hace unas semanas conocíamos la decisión del Ejército de Estados Unidos de reducir casi a la mínima expresión sus unidades de helicópteros de la Reserva, una voluntad que va a permitir reducir costes y personal y dedicarlos a otros ámbitos que ahora consideran más necesarios.
Se constata, y esa conclusión parece haber tenido mucho peso en esa decisión, que el helicóptero asociado a las tareas de combate, ya sea en los específicos de ataque como los de transporte, son especialmente vulnerables. Escenarios como el de la guerra de Ucrania han limitado mucho los movimientos y en las primeras fases del conflicto muchos helicópteros fueron derribados con aparente facilidad, un indicio claro de su declive aparente. Recientemente, un aparato de la Policía de Colombia fue derribado con un dron; recuérdese que un UH-1H del Ejército de Tierra español fue derribado de una pedrada en 1989 en la sierra norte de Madrid.
Los helicópteros, que suelen moverse a baja altura en entornos complejos para evitar su detección y neutralización con armas antiaéreas, que van desde sistemas de misiles a fusiles de asalto de los combatientes, llevan prestando servicios muy positivos desde su introducción masiva durante el conflicto vietnamita.
Se generalizaron desde entonces los modelos de transporte y ataque. Los primeros, necesarios para mover al personal y material, se caracterizan por no tener una protección antibala general y por ser máquinas complejas de mantener y operar. Los segundos son especialmente caros y, en los tiempos actuales, se demuestran plataformas en declive que podrán sobrevivir si se actualizan para operar conjuntamente con los UAS (Unmanned Aerial Systems).
Estos últimos están evolucionando con gran rapidez. Más pronto de lo inicialmente previsto surgirán modelos que podrán llevar personal y material, que se moverán con avanzados sensores de vigilancia del campo de batalla en profundidad o que incorporarán armas que lanzarán de forma autónoma o al ordenárselo el piloto operador. Por esos cambios, el helicóptero clásico está llamado a tener que evolucionar en el entorno militar si quiere sobrevivir a las amenazas actuales y futuras.
La evolución que llegue con los próximos modelos de helicópteros definirá de lo que son capaces y como se adaptarán a lo que se les requerirá. En todo caso, habrá que valorar si el coste de obtenerlos y operarlos es, en una situación de aparente declive, aún rentable y si no es ya necesario dar un paso decidido e inteligente para complementarlos con otras plataformas aéreas y en unas pocas décadas incluso llegar a sustituirlos por los más variados tipos de UAS.
Decisiones como la de Alemania de no modernizar sus Tigre, la de Corea del Sur de añadir UAS a sus helicópteros para que trabajen de forma conjunta o la mencionada al principio en relación con el United States Army son movimientos actuales que definen un futuro. ¿Sigue siendo válido ya hoy el helicóptero militar? La respuesta no es fácil pero, seguramente, habría que hacerse ya la pregunta para avanzar hacia lo que sea mejor y más conveniente en sólo unos años y que el cambio no nos pille desprevenidos. (Octavio Díez Cámara)






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