El reloj marca minutos más tarde de la media noche, el silencio reina y la luna es la única que ilumina la oscuridad del terreno cuando un avión C-295 del 353 Escuadrón del Ejército del Aire y del Espacio ejecuta una toma de máximo esfuerzo sobre la pista del aeropuerto de Teruel. De él descienden operadores del Mando de Operaciones Especiales (MOE) del Ejército de Tierra y de la Fuerza de Operaciones Especiales (FOE) del Ejército Portugués, los cuales aseguran la zona y corren por las calles de rodadura del aeropuerto hasta alcanzar el edificio objetivo: la terminal, donde se oculta un objetivo de alto valor al que tendrán que capturar o matar. Estas líneas son parte de la misión final del ejercicio 'Mobility' 2025 del MOE. Para llegar hasta este momento hay mucho trabajo detrás, del cual hablaremos a continuación.
Como hemos contado anteriormente, el escenario del ejercicio ‘Mobility' 2025 del MOE incluyó un conflicto de alta intensidad y una escalada de tensión en una zona fronteriza que llevó al despliegue de un Special Operations Task Group (SOTG) hispano-luso compuesto por varios equipos operativos en una Forward Operating Base (FOB o base de operaciones avanzada), que a efectos reales era el CENAD de San Gregorio (Zaragoza). Desde allí se lanzaron varias misiones de acción directa contra un enemigo de iguales capacidades que incluyeron una emboscada a un convoy de vehículos blindados o la destrucción de un puesto de mando enemigo con un cruce de línea enemiga previo, todas estas en zonas no permisivas.
Ahora, para la misión final del ejercicio, informes de inteligencia alertan sobre la reunión en próximos días de un objetivo de alto valor o HVI (High Value Individual) en un aeropuerto del país aliado al que el enemigo busca invadir próximamente, el cual forma parte de la zona permisiva del despliegue del SOTG. El objetivo es un líder de un grupo paramilitar que lleva acabo acciones de guerra híbrida o zona gris para desestabilizar a otros países.
Así pues, la estructura entera del SOTG hispano-luso empieza a trabajar sobre la denominada operación ‘Safe Heaven’ (refugio seguro), cuyo objetivo será capturar o eliminar a dicho HVI, además de recopilar más información que pueda servir para futuras operaciones mediante las acciones TEO (Technical Exploitation Operation).
Los movimientos inician varios días antes de la acción directa con el despliegue en los alrededores del aeropuerto de Teruel de una Patrulla de Reconocimiento Especial (PRE) compuesta por un reducido grupo de operadores del MOE, entre los que hay tiradores de precisión y un JTAC (Joint Terminal Attack Controller). Tienen la dura misión de establecer vigilancia continua sobre el edificio objetivo pasando desapercibidos, y reportar a la estructura de mando del SOTG cualquier actividad que se produzca en el mismo. Y así sucede, por la terminal comienzan a aparecer hostiles armados que parecen ser el equipo de seguridad del HVI. El último informe de inteligencia afirma que la reunión se celebrará la noche del día 9 de julio.
Con esta última información, en la FOB, el resto del SOTG comienza la parte más exigente de la misión: el planeamiento de la misma. Para su ejecución, y dado que el aeropuerto forma parte de una zona permisiva bajo control de las fuerzas aliadas, deciden que el medio de inserción y extracción será un avión C-295 (T.21 en denominación militar) del 353 Escuadrón de Operaciones Especiales que a su vez forma parte del Ala 35 del Ejército del Aire y del Espacio, el cual también apoyará al MOE con un MQ-9 Predator del Ala 23 que orbitará la zona a gran altitud para retransmitiendo imágenes en directo de todo lo que sucede en ella, y aviones F-18 que permanecerán en la zona por si fuese necesario su apoyo. Así se infiltrará en el objetivo una Patrulla de Combate (PATCOM) para ejecutar la acción directa.
En este tipo de misiones nada puede quedar al azar, por ello en el SOTG analizan cada detalle de la zona del aeropuerto de Teruel, cada salida de la pista a la calle de rodadura, cada puerta de la terminal. Analizan los planos del edificio una y otra vez para interiorizarlos y localizar la sala donde con muchas probabilidades tendrá lugar la reunión. También establecen un plan de recuperación de personal en caso de que algo salga mal.
Así llega el día 9 de julio, en el que está previsto que se celebre la reunión del HVI en el aeropuerto de Teruel. La PRE desplegada sobre el terreno informa que cada vez hay más actividad en la zona, la cual parece indicar que dicha reunión se celebrará esa misma noche, y desde el SOTG tienen, por fin, un plan.
La PATCOM, compuesta por un grupo de operadores del MOE y de la FOE, saldrá de la FOB después de cenar, con ropa de civil y a bordo de un autobús no militar para evitar llamar atención hasta la cercana base aérea de Zaragoza, un trayecto de unos 20 minutos. Una vez allí, los operadores se cambiarán de ropa y se equiparán con todo lo necesario para la misión.
En dicha base aérea estará en alerta la tripulación de un C-295 del 353 Escuadrón del Ala 35. Una vez que la PRE diga la palabra clave por radio que confirma la presencia del HVI en la terminal, la PATCOM embarcará en el avión y despegará hacia el aeropuerto de Teruel en un vuelo táctico a bordo del T.21 (C-295 en nomenclatura militar), el cual ejecutará una toma de asalto bajo la total oscuridad de la noche en la pista e insertará a la PATCOM en la calle de rodadura más próxima a la terminal para posteriormente despegar y proceder a una zona segura de espera.
Los operadores portugueses correrán hasta el edificio y ejecutarán la entrada inicial con técnicas de breaching mientras sus colegas españoles les dan seguridad unos metros atrás. A continuación, “limpiarán” de enemigos la planta 0 de la terminal y, cuando esté despejada, darán la señal al grupo español para que ingrese en el edificio y suba las escaleras para “limpiar” la planta 1, donde está la habitación en la que se celebra la reunión del HVI. Una vez capturado o eliminado, la PATCOM al completo abandonará la terminal tras contactar con el avión para que les recoja en el mismo punto donde desembarcaron minutos antes. El MQ-9 del Ala 23 supervisará toda la operación desde un nivel de vuelo superior y transmitirá imágenes en tiempo real al SOTG y al capitán jefe de la PATCOM, además de servir de enlace con aviones de combate F-18 del Ala 15 que permanecerán en la zona por si fuera necesario su apoyo mediante una acción CAS (Close Air Support o Apoyo Aéreo Cercano).
Con el HVI ya capturado o eliminado, el avión ejecutará otro vuelo táctico de vuelta hasta la base aérea de Zaragoza, donde la PATCOM desembarcará y abordará nuevamente el autobús hasta la FOB, en la que pondrán bajo custodia militar al HVI en caso de haberlo capturado con vida. A su vez, la PRE también retornará a la FOB por sus medios. Cuando todos hayan vuelto, la operación ‘Safe Heaven’ habrá finalizado.
Para ejecutar una operación de esta envergadura es necesaria la aprobación previa de una autoridad superior, en este caso del coronel jefe del GOE IV. Por ello, el capitán al mando de la PATCOM prepara una amplia presentación con el planeamiento de la operación paso a paso, detalle a detalle. En la mañana del 9 de julio el capitán expone la denominada operación ‘Safe Heaven’ al coronel y, tras responder a sus dudas, recibe el visto bueno para llevarla a cabo.
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El capitán de la PATCOM que ejecutará el asalto exponiendo la operación. (foto: Esteban Maiza)
Mientras el capitán exponía a sus superiores la misión, el resto de operadores de la PATCOM, tanto españoles como portugueses, ensayan una y otra vez las acciones de entrada y limpieza en la terminal para no dejar nada al azar. Repiten una y otra vez los movimientos clave como las entradas en las diversas habitaciones o el ascenso de la primera a la segunda planta. Cuando el capitán comunica que tienen aprobación para actuar esa noche, todo el equipo lo celebra. Ahora sí, ya no hay vuelta atrás, la operación ‘Safe Heaven’ está en marcha.
A las 22:00 hora local, todavía con los últimos rayos de sol de un día veraniego, los operadores se juntan para repasar toda la operación por última vez y abordan el autobús que los llevará a la base aérea. El viaje por las carreteras de la provincia de Zaragoza dura unos 25 minutos, tiempo suficiente para que cada uno siga su propio ritual: algunos escuchan música con auriculares, otros ven fotos con sus familiar y seres queridos… en estos momentos de calma tensa uno recuerda que detrás de cada miembro de un equipo operativo del MOE, nuestros mejores hombres, hay una persona humana de carne y hueso que siente y padece.
Al llegar a la base aérea, los miembros del equipo se cambian a la ropa militar, se equipan, preparan munición y el capitán habla brevemente con la tripulación del C-295 para ultimar detalles del asalto. Toda la PATCOM se reúne en un hangar de la base aérea para comprobar comunicaciones de las radios. Aún deben esperar a que la PRE confirme que el HVI está en el objetivo antes de iniciar la operación. Los minutos pasan en medio de una tensa espera que aumenta la ansiedad de todos los miembros del equipo. ¿Y si la reunión se ha cancelado? ¿Y si la información de inteligencia era errónea o alguien ha avisado al HVI para que no acuda? ¿Tanto trabajo para nada? Cuando los nervios empiezan a consumir a los miembros del equipo, suena por la radio la palabra clave
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Los miembros de la PATCOM comprobando últimas comunicaciones antes de la misión. (foto: Esteban Maiza)
A las 00:14 horas la calma absoluta del aeropuerto de Teruel se ve bruscamente interrumpida por la toma de máximo esfuerzo del avión, que utiliza la pista 18 para reducir al mínimo la distancia a recorrer hasta la calle de rodadura donde desembarcará la PATCOM. Al instante de tocar tierra, los supervisores de carga del avión abren la rampa para agilizar la operación. Al llegar a la intersección marcada, los operadores portugueses descienden en primer lugar y establecen un perímetro de seguridad para el avión. Entonces el equipo español desembarca y corre a toda velocidad hasta una señal de la calle de rodadura que les sirve para cubrirse. En ese momento, el equipo portugués, que está siendo cubierto por sus colegas españoles, da un salto de unos 200 metros hasta la entrada de la terminal y establece posiciones para ejecutar la entrada, eliminando a un centinela que vigilaba la puerta y a otro que estaba en la azotea del edificio. Para ese momento, el C-295 está ya de nuevo en el aire y procediendo a hacer patrones de espera en una zona segura cerca del aeropuerto, pues el MQ-9 ha confirmado la ausencia de sistemas antiaéreos.
Una vez eliminados los dos centinelas del edificio objetivo, el equipo español corre hasta las inmediaciones del mismo y espera fuera. Los portugueses ejecutan una apertura mecánica en la puerta de la terminal y entran en la misma. Apenas poner un pie dentro, un hostil se abalanza encima del primer operador del equipo portugués y lo derriba. La situación se vuelve crítica porque sus compañeros no pueden abrir fuego sin hacer blanco en ambos mientras se revuelcan en el suelo. Tras unos 30 segundos interminables, el operador portugués logra someter al enemigo y eliminarlo con dos disparos de su pistola.
El equipo portugués avanza por la planta 0 de la terminal eliminando a dos hostiles más. Cuando alcanzan las escaleras que dan acceso a la planta 1 avisan por radio al capitán del equipo español para que ingresen y suban.
El equipo español sube lentamente por las escaleras. Al llegar a la planta 1, comienzan la limpieza de habitaciones puerta por puerta, sin encontrar a nadie hasta llegar a las dos últimas. El capitán del equipo, que tiene acceso a las imágenes del MQ-9 en directo, se da cuenta de que hay al menos dos hostiles más agazapados en la azotea del edificio, que también tendrán que limpiar cuando terminen con la planta 1.
Justo antes de que un operador abriese la penúltima puerta, sale de ella un hostil armado que le dispara en el cuello antes de ser eliminado por el resto del equipo. “Paramédico arriba, tenemos una baja”, grita otro miembro del equipo, pero desde dentro de la habitación siguen abriendo fuego contra ellos. Antes de empezar a atender a su compañero herido, que grita del dolor en el suelo, los operadores españoles tienen que ganar el tiroteo.
Aprovechando un momento en el que el fuego parece haberse detenido, un miembro del equipo lanza una granada aturdidora en la habitación y dos más entran abriendo fuego en contra de un enemigo. Una vez que se ha roto el factor sorpresa, como en este caso, las acciones del equipo deben ser todo lo rápidas y violentas que sea posible. El enemigo que abría fuego cae abatido y un segundo hostil levanta las manos en señal de rendición. Uno de los operadores confirma que el enemigo muerto es el HVI objeto de la misión. No ha sido posible capturarlo con vida dado su nivel de hostilidad. Otros operadores suben a la azotea, donde eliminan a los enemigos restantes.
Los operadores le atan las manos al enemigo que se ha rendido y le tapan la cara antes de empezar con su identificación e interrogatorio en busca de más información. Empieza entonces una nueva fase dentro de la misión, conocida como TEO, en la que el equipo tiene que llevarse todo lo que considere que puede ser de utilidad para labores de inteligencia futuras y obtener toda la información posible del enemigo capturado con vida.
Mientras dos operadores del MOE interrogan al enemigo y lo identifican con sus huellas digitales, el paramédico hace todo lo que puede por el operador herido en la entrada a la habitación. Su pronóstico es grave y el disparo en el cuello le ha causado una hemorragia con gran pérdida de sangre. Otros miembros del equipo registran al HVI abatido y lo preparan para llevárselo con ellos. Que no tenga vida no significa que puedan permitirse dejarlo allí. El capitán del equipo español le recuerda a sus hombres que: “Cuando los americanos mataron a Bin Laden, se llevaron el cuerpo, como debe ser. Al capturado también nos lo llevamos. Preparadlo todo y salimos del edificio en 5 minutos, voy a contactar con el avión”.
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Operadores del MOE durante las acciones TEO de identificación del enemigo capturado en la terminal. (foto: Esteban Maiza)
La PATCOM al completo, con todo el equipo español y portugués, se reúne nuevamente en la planta 0 de la terminal dispuesta para salir a la pista a abordar el avión, que ha notificado estar a 5 minutos de la toma. En ese momento las imágenes del MQ-9 muestran que un grupo de vehículos enemigos se dirigen a la terminal. El enemigo ha activado su fuerza de respuesta. El capitán de la PATCOM ordena: “Ahora no podemos salir, vamos a quedarnos dentro del edificio en posiciones defensivas”. Al mismo tiempo, el JTAC de la PRE coordina una acción CAS (Close Air Support o apoyo aéreo cercano) con los F-18 que se mantenían en patrones de órbita muy por encima de toda la operación, los cuales ejecutan un ‘Strike’ (ataque) y eliminan a los vehículos enemigos. En este punto cabe reseñar la enorme coordinación para mantener en tres niveles de vuelo distintos al C-295, al MQ-9 y a los F-18.
La PATCOM al completo sale de la terminal. Los operadores españoles transportan en dos camillas distintas a su compañero herido y el cadáver del HVI abatido, además de conducir al enemigo capturado. Sus colegas portugueses les dan seguridad hasta el punto de recogida, que es el mismo donde habían desembarcado del avión minutos antes. De la más absoluta oscuridad surge la figura del C-295 de nuevo, con todas las luces apagadas, que se detiene en el punto establecido para embarcar a la PATCOM y rodar hasta la cabecera de pista, desde donde efectúa un violento despegue táctico evasivo. En el avión los miembros de la PATCOM jadean de máximo esfuerzo. A la tensión de la operación hay que sumar la paliza física de cargar con todo el equipo personal, con su compañero herido, y con el cadáver del HVI. Son las 01:03 horas, y todo el mundo está fuera de la zona de la operación, excepto los miembros de la PRE que replegarán por sus medios de bajo perfil, al igual que desplegaron.
Apenas 20 minutos más tarde, a las 01:23, el C-295 aterriza en la base aérea de Zaragoza por la misma pista 30L y rueda hasta la plataforma sur, donde desembarca primero la camilla del operador herido, luego el cadáver del HVI y por último el detenido, que pasa a custodia militar. El herido es evacuado directo a quirófano a bordo de una ambulancia de Soporte Vital Avanzado que ya lo esperaba. Los operadores de la PATCOM se quitan el equipo poco a poco para volver a subir al autobús que los llevará de vuelta a la FOB, sin dejar de pensar en su compañero. “¿Se recuperará?”, le preguntan al paramédico del equipo, que ha conseguido entregarlo con vida, pero que responde “No tiene buena pinta, solo queda confiar en él y su fortaleza”. Todos suben de nuevo al autobús, algunos se quedan dormidos en el camino de vuelta a la FOB por la bajada de adrenalina posterior a la misión. La operación ‘Safe Heaven’ ha concluido con éxito.
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Operadores portugueses y españoles conducen la camilla con el cadáver simulado del HVI tras bajar del avión. (foto: Esteban Maiza)
Este relato es parte de la misión final del ejercicio ‘Mobility 2025’, en el que quien estas líneas escribe estuvo empotrado con el equipo que ejecutó el asalto aéreo al aeropuerto de Teruel desde el inicio hasta el final de la operación, una más que demuestra el enorme nivel de preparación y adiestramiento de las unidades de operaciones especiales españolas en general, y del GOE IV del MOE en particular. (Esteban Maiza)






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