El fantasma que se aparece por las noches a los almirantes chinos es un recuerdo de su pasado. Más concretamente la posibilidad de que Estados Unidos gane la batalla por el mar y repitan la estrategia de Japón en la guerra sino-japonesa de 1937-45, esto es, que se adueñen de todos los puertos por los que la nación exporta e importa bienes y materias primas. Pese a la India y Japón, la Marina de Guerra china está básicamente orientada a proteger las costas y puertos del país frente a la amenaza estadounidense. Su arma principal es el misil antibuque, ya sea rozaolas o balístico.
Mientras el Ejército de Liberación del Pueblo-Armada (ELP-A) siga existiendo como fuerza con cierta capacidad de combate, el peligro estará conjurado. Es por eso que en su Academia se da tanta importancia al pensamiento de Alfred Tyler Mahan, el teórico estadounidense de la fleet in being” (flota en potencia).
Dicha teoría sostiene, basándose en los recuerdos de la flota británica durante las guerras napoleónicas, que una marina, mientras disponga de la capacidad de desplegarse con fuerza a voluntad, puede influir en la actuación de otra. Para poner un ejemplo más cercano, está el acorazado Tirpitz de la Kriegsmarine, que, por su sola capacidad de atacar a los convoyes aliados a la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial, hizo que se destinara una parte desproporcionada de los recursos Aliados a la protección de los mismos y a su eliminación como peligro.
En ese sentido, la vida del Tirpitz fue un éxito, mucho mayor que la de su gemelo, más famoso, el Bismarck, que pasó a la fama, en su breve vida, por hundir al Hood, pero que no afectó al tráfico marítimo inglés, cosa que sí hizo el primero. Como el Cid después de muerto, ganó batallas sin estar presente, por ejemplo, el triste fin del convoy PQ-17, diezmado tras dispersarse a raíz de una falsa alarma de que las 56.000 ton. del acorazado alemán se dirigían hacia él. Mientras los SSBN sigan seguros en sus búnkeres reforzados de la base de Yantai, en la isla de Hainan, y haya suficientes cruceros Tipo 055 Renhai y algún portaaviones, junto con los bombarderos antibuque H-6K, no hay problema.
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El portaaviones “Fujian” (CV-18) durante una de sus pruebas en el mar.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que, pese a los 5.000 años de existencia de la nación china, son novatos en el mar. Su gran teórico de la guerra, el general Sun-Tzu, estaba acostumbrado a batallas y guerras en tierra, no en el mar, y la flota no tiene una experiencia en combates a vida o muerte en el medio marino. Para el Alto Mando chino se trata muchas veces de aplicar los pensamientos de Sun Tzu a la guerra en el mar o bien, alternativamente, aplicar las estrategias que hicieron al Partido Comunista de Mao Tsé Tung, ganar la guerra civil, pero no es tan sencillo.
En parte, tratan de aplicar las experiencias japonesas de la II Guerra Mundial, de ahí vienen las dos cadenas de islas, tan fundamentales en su estrategia.
Al igual que el almirantazgo japonés en dicho conflicto, su política es de defensa en profundidad, y de modo agresivo. Hay estudios (muy raros de ver fuera de china), prospectivos, que hablan de fijar una línea de defensa a 1.500 millas náuticas de China, donde una combinación de submarinos, buques de superficie armados con misiles, bombarderos con misiles de crucero y balísticos antibuque, darían el alto a la todopoderosa flota de Estados Unidos, mediante la combinación de ataques tout azimouth (desde todas direcciones).
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Infantería de Marina de Taiwan desembarcando en la playa de Qigong (foto Armada de China).
La situación estratégica
Tradicionalmente, el peligro para la China ha venido del Norte, de Mongolia o Manchuría. Es por eso que se construyó al Norte del país la Gran Muralla. La India, pese a su hostilidad presente, nunca ha sido motivo de preocupación, así como el hecho de que los países que comparten costa, excepto Corea y, brevemente, España, nunca hayan tenido marinas de guerra importantes que fuesen un peligro para los intereses chinos. En la actualidad, hay paz en el Norte, Mongolia ha sido dividida y Manchuría absorbida, y hay una firme alianza con Rusia que asegura la frontera.
Ahora el peligro viene del mar, de Washington y sus aliados, a no ser que Donald Trump tenga otros planes, como acabamos de comprobar hace apenas dos meses con respecto a la OTAN. El peligro para China se mostró en la guerra de Corea y en la crisis de Taiwan (1955).
Bastó la insinuación del uso del arma nuclear y un paseo de un Grupo de Tarea en torno a un portaaviones en las cercanías de la isla rebelde para que el Partido Comunista Chino plegase velas. Tras esto, llegó el rearme de Japón, si bien moderado, y el establecimiento de alianzas por parte de Washington, con todos los países hostiles a China en el Pacífico: Corea del Sur, Japón, como ya hemos dicho, las Filipinas, Taiwan, Borneo, Vietnam del Sur, Australia…la lista es larga.
Las alianzas establecidas por Estados Unidos rodean la costa china, pero tienen un punto fuerte y débil, Taiwan (la antigua Formosa portuguesa). La C que forman las islas del Pacífico tiene en Taiwan como punto débil, demasiado cercano a la costa, y con una potente industria del chip que aumenta las apetencias chinas.
Al igual que Gibraltar para los españoles, Taiwan impide la unión directa de las diversas flotas chinas, pero su conquista garantizaría la seguridad del país, pues tras ella sólo quedan como tapón las islas Filipinas, el país más débil de los que rodean a China.
Al Noreste, están Corea del Sur y Japón, con potentes flotas, y al Sur queda Vietnam, relativamente bien armado, pero hermano de política (ambos son comunistas); Borneo, apenas un límite geográfico; Malasia, y Singapur, la ciudad-estado, potentemente armado, pero neutral. Taiwan y las Filipinas son los dos pivotes centrales de estas alianzas, especialmente la última.
¿Por qué? Pues, aparte de la debilidad militar, está el Estrecho de Luzón de 250 km. de ancho que separa Taiwan de la isla de Luzón, en las Filipinas. Es una zona tormentosa, profunda y muy difícil para operaciones antisubmarinas, conectando el mar de las Filipinas y, a partir de este, está el acceso al Pacífico, con el mar de China Meridional.
Esto permite que los submarinos chinos, a partir de su base en la isla de Hainan, accedan seguramente al Pacífico sin ser molestados. Ni, aunque la US Navy hiciese que sus 35 submarinos nucleares en el teatro se pusieran allí, impedirían que los comandantes chinos llegasen al Pacífico.
Un tema que ha dificultado las cosas a los chinos para tener mejores relaciones con sus vecinos del balcón marítimo es la política de Beijing de no respetar los tratados internacionales de fronteras marítimas, por los cuales la zona de mar desde la costa a 200 millas es de cada país ribereño para la explotación de sus recursos. China ha hecho su ley.
Basándose en las actividades marítimas chinas durante el período de la Dinastía Ming, China ha decidido que buena parte de las aguas costeras de Malasia, Vietnam, Taiwan y las Filipinas son suyas, no dudando en enviar a la Guardia Costera a echar de allí a los (según las leyes internacionales) legítimos propietarios. Han aprovechado arrecifes que apenas afloran para rellenarlos con cemento y poner baterías de misiles antiaéreos y antibuque para hacer valer su ley. Así se las gastan.
Pero, claro, el resultado es que todo el mundo se ha dirigido a Washington para que les apoye frente a China, debilitando la política exterior del gigante y haciendo que sea visto por sus vecinos como el matón del barrio…hasta que llegó Trump y sus aranceles.
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Submarino “Kilo” chino.
La situación actual
A día de hoy, China tiene la flota más numerosa del mundo, pero la mayor parte de ella son lanchas rápidas lanzamisiles y corbetas antisubmarinas. Estados Unidos tiene menos barcos, pero la mayoría de ellos son de alta mar, sin contar con sus 11 portaaviones de 100.000 ton. cada uno frente a los 3 chinos, de menor tonelaje y capacidad. Para Washington, la tentación de actuar militarmente es cada vez mayor.
Las celdas verticales de lanzamiento de misiles, ya sean antibuque o antiaéreos, que es la medida actual de la capacidad de una marina, es de 100 estadounidenses frente a 52 chinas, lo que da un cierto equilibrio aparente, dado que Estados Unidos tiene que desplegarse en varios océanos, mientras que los chinos únicamente en el Pacífico.
Este es un equilibrio favorable a Washington, si se suman las flotas ribereñas aliadas y los ya mencionados portaaviones. Eso sin tener en cuenta el aporte europeo. Recientemente estuvo en el Pacífico el portaaviones Charles de Gaulle francés y en la actualidad hay un grupo de tareas británico.
El problema está en que los estadounidenses han vuelto a caer en el error de la II Guerra Mundial, como lo calificó el gran almirante Nimitz. Han descuidado gravemente la capacidad constructiva. Teniendo en cuenta que los aliados europeos están más preocupados con Rusia y que la actual Administración en Washington ha marcado distancias con ellos, su participación no sería muy grande en el mejor de los casos.
En la actualidad, 12 astilleros, de los cuales sólo 2 están preparados para barcos de altura, están a disposición de la US Navy para construir las nuevas unidades, con graves problemas de falta de personal y material, máquinas de producción viejas y un abandono general por trabajos mejor pagados.
Frente a esto, la República Popular China dispone también de 12 astilleros, pero para grandes unidades a partir de fragatas, y una miríada de pequeños, a los cuales encargar unidades menores, dotados con la mejor tecnología y sin problemas de reclutamiento de nuevo personal. Se calcula que, hacia 2030-40, China alcanzará el tonelaje de la US Navy, tanto en portaaviones, como cruceros, fragatas y submarinos, sin descuidar los auxiliares.
El tiempo corre en contra de Washington y de sus millonarios. El dólar se ha debilitado, China dispone de 960.000 millones de esa divisa en bonos del Tesoro norteamericano, con lo cual, si los pusiera a la venta de golpe, asestaría una puñalada mortal a la economía de Estados Unidos. Ahora es poderoso y pueden aplastar a la flota china, pero en cinco años las cosas empezarán a cambiar. Se han debilitado las alianzas tras el golpe sucio de Trump con los aranceles y la economía del país quizás no sea capaz de soportar una guerra total de aquí a cinco o diez años.
Como medida parcial para compensar la debilidad constructiva naval, el presidente Trump ha sugerido contratar astilleros europeos para que, al menos, se ocupen de barcos como fragatas (categoría abandonada por la US Navy y que ahora pretenden recuperar con la serie Constellation, de licencia italiana) y buques de apoyo, pero Trump cambia de opinión como cualquiera de camisa.
Además, China es muy influyente en Europa: ¿dejará, sin oposición, que se construyan barcos contra ellos? Basta recordar, en los años noventa, el intento frustrado de Taiwan de comprar submarinos holandeses. Muy discretamente, La Haya, tras ser presionada por Beijing, dio a Taipei su negativa y ahí acabó la historia.
Otro problema, esta vez debido a causas internas de la propia US Navy, es que, desde siempre, a sus almirantes les han gustado los barcos gold platted (chapados en oro). La Marina ha querido barcos con todos los extras. Esto se ve en las Constellation, dr ls cuales el cabeza de serie lleva un retraso de tres años, por los constantes requerimientos de añadir más equipo al que inicialmente estaba proyectado. Se ha detenido la construcción varias veces, hubo que rediseñar en muchas ocasiones el diseño inicial para poner el último grito en tecnología y es por eso, que, tres años después, piden un diseño mayor al original.
El diseño que propusieron los italianos de Fincantieri no estaba listo a nivel de detalle y solo cubría un 80 por ciento del total, con un coste inferior al real, sin incluir los costos por inflación y otros elementos, pero el retraso de tres años de un barco que la US Navy necesita imperiosamente se debe principalmente a causas originadas en el propio cliente, algo que no pasa en su contraparte china.
Si Estados Unidos quiere tener una oportunidad de repetir la estrategia japonesa de ocupación o anulación, mediante minas de los puertos chinos, previa eliminación de su flota, el tiempo se le acaba. ¿Nos vamos a acordar de 2025 como el año en el que el mundo se puso patas arriba y nos volvimos todos locos?
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Uno de los actuales portaaviones chinos. El cuarto será posiblemente nuclear (foto Armada del Ejército Popular de Liberación).
El último as en la manga
Pero Washington tienen un as en la manga, su flota fantasma. Se trata de los vehículos no tripulados de superficie y subacuáticos SUV (Suface Unmanned Vehicle) y UUV (Underwater Unmanned Vehicle) dotados con inteligencia artificial, con fines de exploración y búsqueda de sumergibles, de los que, actualmente, habrá algo así como un centenar.
Bastaría con dotar de sonar y 1 o 2 torpedos a un SUV para que se convirtiese en una amenaza letal para la flota submarina china. En la actualidad, Estados Unidos tiene superioridad en portaaviones, submarinos y capacidad de lucha antisubmarina en alta mar, mientras que, en el resto, son superiores o iguales los chinos.
Un aspecto que chinos y norteamericanos descuidaron es la guerra de minas ofensiva y defensiva. Una pesadilla para los almirantes de la nación asiática, centrados en la flota de superficie, es que un submarino se acerque a un puerto y siembre un campo de minas. La guerra en Ucrania inició la de medios no tripulados en el mar y el sector está en plena efervescencia.
Pero China también se ha introducido en ese mundillo. Hace poco realizó un ejercicio en el estrecho de Taiwan, en el que un crucero Tipo 055 Renhai protegido por vehículos no tripulados aéreos y de superficie era atacado por 8 fragatas Tipo 052 también apoyadas por esos sistemas, y ganó el Tipo 055. China también se está preparando para una guerra naval con vehículos no tripulados.
Pasemos a la táctica. ¿Cuáles son las de la ELP-A frente a los grupos de tareas de portaaviones de Estados Unidos, su gran temor? Los chinos, de acuerdo con Sun Tzu, primero se vuelven invencibles y después combaten. China ha procurado una robusta capacidad antisubmarina costera, con corbetas, aviones de patrulla y satélites para controlar las costas. En principio, los submarinos de la US Navy no son un peligro mayor, según su punto de vista. A lo que temen es a los 11 portaaviones nucleares y a conjurar ese peligro han destinado la mayor parte de los recursos.
Su arma de elección: el misil antibuque. Llevan años analizando y simulando el enfrentamiento con un grupo de tareas establecido en torno a uno de estos colosos. Normalmente comprende, el portaaviones, 1 o 2 cruceros Aegis Ticonderoga y 2 o 3 destructores de la Clase Arleigh Burke, más un submarino de propulsión nuclear en las inmediaciones, como guarda frente a otros sumergibles. Finalmente, han llegado a la conclusión, de que la mejor manera de enfrentarse a estos gigantes es como pelar una cebolla, capa a capa.
En principio, cuentan con atacar al grupo de tareas con una combinación de misiles antibuque rozaolas lanzados desde un barco o un submarino y misiles balísticos antibuque, pero, a diferencia de lo que podemos pensar, el blanco no sería el portaaviones, sino sus escoltas. Ningún buque puede, por muy dotado de Aegis que esté, en sobrevivir a un ataque masivo, ello sin tener en cuenta que el eje de la defensa antiaérea estaría basado en el buque insignia, no en un buque secundario. Supongamos que el grupo de tarea está en el mar de China Meridional y si pierde 1 o 2 Arleigh Burke se tiene que retirar.
El objetivo no es destruir el portaaviones, es anular el grupo de tareas. Desde la compra en los años 2000 de destructores Sovremnny rusos dotados del SS(N)22 Sunburn, conocidos en la US Navy como asesino de portaaviones, China ha dispuesto de un sistema de misiles superficie-superficie capaz de derrotar al Aegis que embarcan los escoltas. Lanzados a Mach 5 a 90 km. del blanco, son capaces de alcanzar a su víctima en menos tiempo del que se activa el sistema Aegis. Del SS(N)22 derivan en su gran mayoría los misiles chinos antibuque. Si, pese a todo, el grupo de tareas insiste, entonces sería el momento de los submarinos, actuando en equipo con los de la flota de superficie, hasta acabar con ellos.
Como dice el refrán chino, ni la más poderosa de las serpientes puede vencer a un ejército de hormigas. Cambiando de tema, los portaaviones chinos, en la actualidad, sirven para dar defensa aérea a la flota y actuar como cebos, siguiendo la estrategia japonesa de la II Guerra Mundial. Esto es una introducción a las tácticas y estrategias chinas basada en datos públicos, no conocemos los planes secretos de China, aunque para ellos está claro que consideran los grupos de tarea estructurados en torno a portaaviones como la gran amenaza. (Juan de la Cosa)






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