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China: o cómo lograr capacidad de combate aéreo con tecnologías tomadas de otros

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Muchos, y sobre todo en los ámbitos económicos y del comercio mundial, están percibiendo los esfuerzos del Gobierno de China para, con actuaciones como las que afectan a las criptomonedas o a determinadas compañías de su país, seguir manteniendo un crecimiento sostenido en sus exportaciones y en el   control global de los mercados. Otro movimiento, más sutil y no conocido por la mayoría, es el que afecta al proceso de potenciación de las capacidades militares del país, con la introducción de armas tan estratégicas como el bombardero furtivo Xian H-20, del que parece ser que pronto conoceremos sus formas definitivas, o con la sustancial ampliación de los silos destinados a alojar misiles nucleares de muy largo alcance.

La realidad presente es que las tres ramas principales de las Fuerzas Armadas chinas están creciendo en cantidad y en calidad, pues últimamente les están entregando sistemas de armas que, en apariencia, están a la par en lo que a prestaciones se refiere de los que producen naciones con industrias de defensa tan avanzadas como Estados Unidos, Rusia o Francia. Sin dejar de lado el hecho de que algunos equipamientos pueden tener unas capacidades reales alejadas(1) de lo que aparentemente se percibe de ellos, lo que sí que queda cada vez más consolidado es que en ese crecimiento propio han hecho uso de tecnologías y de capacidades obtenidas de terceros, de una forma que en algunos casos puede no ser especialmente lícita, ni se encuadra con las prácticas que asumen la mayoría de los países.

Alguna de las naciones líderes en la producción de armas y de sistemas a ellos asociados pueden, de forma directa o indirecta, haber sido el punto de partida que ha servido a los chinos para avanzar de forma especialmente rápida, sobre todo en la última década, en el diseño y producción de buques de superficie, carros de combate o plataformas aéreas de última generación. Al proceso que afecta a estas últimas, ya sea tanto en su configuración pilotada como en aquella que es controlada a distancia o incorpora algún tipo de  autonomía operativa, le vamos a dedicar estas páginas, en las que, teniendo en cuenta que algunos datos no son totalmente demostrables y se podrían incluir en lo que son conjeturas industriales, ahondaremos en cómo se han aprovechado distintos diseños en beneficio de los que la propia industria de China propone ahora para sus ejércitos y para la exportación a otros potenciales usuarios.

Hace unos meses, cuando visitaba las instalaciones del Museo de Vuelo que se encuentra en el aeropuerto de la californiana Torrance, quien me acompañaba, al ver que fotografiaba con profusión el prototipo del avión de combate furtivo YF-23A Black Widow II desarrollado por Northrop Grumman(2), me informó de que en los últimos años el avión había sido visitado por otros que, identificados como asiáticos, se habían colado bajo la estructura o introducido en las toberas para lograr algunas imágenes de puntos muy concretos de aquel diseño. Esa realidad me recuerda otra que afecta más a España, de épocas en las que delegaciones chinas visitaban algunas conserveras de pescado para conocer procesos de manufactura que luego copiarían; o incluso a los intentos que han hecho para producir jamones casi ibéricos en su territorio.

A copiar

Esa forma de proceder para tener acceso a los máximos detalles de lo que otros diseñan, producen o fabrican es internacional­mente conocida y por ello en algunas ferias de Defensa de alto renombre se prohíbe la toma de determinadas imágenes, una voluntad que con la proliferación de los teléfonos móviles, mucho más discretos, podría soslayarse con facilidad. Sea como fuere, está claro que en la evolución de las capacidades industriales que caracterizan hoy a China se han tomado prestados y sin pagar royalties(3) procedimientos y diseños de otros países, actuación nada seria que han complementado con acuerdos empresariales que les han llevado primero a fabricar bajo licencia determinados sistemas para tomar esos conocimientos y, aprovechando sus excelentes capacidades de ingeniería inversa, avanzar hacia otros que, claramente, son sus copias o su evolución.

foto: Sabemos que personas asiáticas se han interesado mucho en los últimos años por los detalles que caracterizan al furtivo YF-23 (foto Octavio Díez Cámara).

Ese, en el ámbito aeronáutico del que aquí les hablamos, sería el caso de acuerdos como el que llevó a construir en empresas locales cientos de aviones de transporte civil de pasajeros diseñados por Airbus, esfuerzo que, además de conocimientos precisos de procesos y materiales fácilmente derivables al ámbito militar, les ha permitido poner a punto un proyecto propio, que ahora trata de competir tanto con el fabricante europeo como con la estadounidense Boeing. A ese proceder, que podíamos calificar de bien planificado y organizado desde sus inicios, añadiríamos otros acuerdos más específicos que incluirían el suscrito con la francesa Aérospatiale (hoy Airbus) hace ahora más de cuatro décadas para montar en las instalaciones de la Harbin Aircraft Manufacturing Corporation medio centenar de AS365 Dauphin con piezas en su mayor parte aportadas por el fabricante original(4), aunque con los años pudieron lograr que la variante local Z-9B volase empleando algo más de un 70 por ciento de sus componentes fabricados por ellos mismos.

No acabó ahí el proceso y un helicóptero de tipo medio eminentemente civil y con aplicaciones en el entorno naval, que se beneficiaba del uso de avanzados materiales compuestos o de una concepción con la hélice de cola encastrada en una estructura llamada Fenestron, acabó entrando en servicio en distintos ámbitos militares chinos como plataforma multipropósito, de lucha naval, transporte,.., en un número considerable, que lo ha generalizado y que incluso ha servido para poner en servicio versiones armadas o rediseñarlo para dar lugar al aparato de ataque y reconocimiento biplaza WZ-19, que conserva similitud con el Z-9 en casi todo, menos la cabina doble delantera y determinados equipos internos. La aparición de este modelo específico de ataque, que emula algunos diseños occidentales ampliamente difundidos, se beneficia de la fabricación local de sus propulsores.

China, como hablaremos en el caso de los cazabombarderos que también produce, ha aplicado un proceso de fabricación local de las turbinas Turbomeca Arriel francesas para llegar a productos propios, evolucionados en lo que son las potencias finales y su funcionalidad, como las Liming WZ-8 y WJ-9. El uso de diseños galos, en el que tuvieron mucho que ver acuerdos precisos con Aérospatiale y compañías como Singapore Aerospace, va más allá. Aprovechando la compra de una docena de los helicópteros pesados SA321 Super Frelon de guerra naval(5) se animaron a fabricarlo localmente bajo licencia y con la designación de Z-8. Su tamaño, potencia y la introducción de algunos sistemas adicionales les llevaría a avanzar hacia los Z-8S y Z-8JH navales más especializados.

Incluso han puesto a punto una variante para el Ejército chino especializada en el transporte de personal y material, un esfuerzo que ha servido a Harbin para rediseñar el fuselaje frontal y, con turbinas más potentes, dar lugar al más versátil y capaz Z-18. A esos helicópteros, algunos los cuáles son producidos por la Chengdu Aircraft Industry Corporation (CAIC), se añaden casos curiosos recientes, como el del novedoso Harbin Z-20, que es un derivado del aparato de transporte estadounidense Black Hawk, del que adquirieron 24 S-70C a mediados de la década de los ochenta. Lo han calcado e incluso armado -como ya habían hecho con helicópteros obtenidos de Rusia- con el misil KD-10, que es un clon del AGM-114 Hellfire. Por cierto, también se ha presentado el Z-20F adaptado al rol de combate naval, que en buena medida emula al conocido Seahawk.

Más capacidad

Lo que ha llevado a China a tener la Fuerza Aérea más importante de Asia y la que algunos califican como la segunda del mundo, por sus más de 1.600 aparatos de combate, ha sido un proceso meditado, constante, preciso y económicamente bien dotado, que podría ser el fruto de una bien definida planificación de su Gobierno y se apoya en distintas aportaciones. Una se sustentaría, y así lo incluyen varios informes de la CIA (Central Intelligence Agency), en diferentes acuerdos rubricados con Israel desde los años ochenta del siglo pasado para obtener desde refrigeradores miniaturizados usados en sistemas de misiles con capacidades electro-ópticas avanzadas, para ser aprovechados en desarrollos locales.

foto: El “Super Frelon” francés es un diseño que en China ha evolucionado hacia propuestas especialmente elaboradas, aparentemente fabricadas sin autorización de su diseñador (foto Ministerio de Defensa de China).

También, y aunque las presiones de Estados Unidos han dado al traste con la previsión de los hebreos de rubricar acuerdos directos de venta a los chinos, se habla de transferencias tan relevantes como la de capacidades de radares de detección aérea AEW (Airborne Early Warning) o incluso de las propias de cazas polivalentes de cuarta generación tan avanzados como con el monomotor Lavi, que fue desarrollado por Israel Aircraft Industries y cancelado antes de entrar en producción. Sus líneas, en buena medida similares a las de los F-16 Fighting Falcon estadounidenses, las encontramos ahora en el novedoso Chengdu J-10, caracterizado por muchas reminiscencias de ambos, un aspecto del que hacen mención tanto analistas como otras fuentes de carácter abierto. Fabricado en un número próximo al medio millar y con variantes mejoradas B y C, se confirma la participación, tras un acuerdo rubricado en 2006, del Russian Siberian Aeronautical Research Institute (SibNIA).

Otra aportación, ésta mucho más clara, se inscribe en todo lo relacionado con los diseños rusos adoptados por los chinos primero de forma directa y después indirecta. Hace ya muchas décadas que los primeros comenzaron a suministrarles en gran número aparatos de combate MiG-15, MiG-19 o MiG-21, clonando este último para fabricar en Shenyang Aircraft Corporation (SAC) más de 500 J-7 y no menos de 150 de su derivado J-8. Ha sido un proceso en el que lo que hicieron primero fue rubricar acuerdos de compra directa, para avanzar después a contratos en los que se incluía alguna contraprestación de producción local, esfuerzo que aprovecharon en fases posteriores para, tanto por retroingeniería como por copia directa, construir lo que podríamos calificar como meros plagios, que van siendo evolucionados y optimizados para generar versiones más actuales, capaces y mejor adaptadas a lo que los propios conocimientos industriales les permiten –en una evolución que ha sido constante y progresiva en las últimas décadas- obtener.

Ejemplos de ese proceder los encontraríamos en la incorporación de cazabombarderos Sukhoi Su-27, primero adquiridos directamente a Rusia, luego construidos bajo licencia con partes importadas del diseñador original y, finalmente, tras argumentar deficiencias en el diseño original, copiados para dar lugar a los SAC J-11B y J-16 en los que se ha ido introduciendo, entre otras mejoras, aviónica y armamento chino, aunque sus propulsores siguen sufriendo muchos problemas que hacen que tengan que inspeccionarse mucho más a menudo que los originales soviéticos. Asimismo, se ha copiado el entrenador avanzado Yak-130 ruso, dando lugar al Hongdu L-15 Falcon, que ahora se intenta promocionar en otros mercados como un aparato de combate ligero de altas prestaciones y precio contenido.

Aprovechando situaciones

Es importante señalar que, aprovechando el colapso económico de Rusia de hace unos años, los chinos derivaron hacia ellos ingentes sumas de dinero para sustentar algunos desarrollos de sistemas de armamento y nuevas tecnologías, de las que firmas como SAC se han beneficiado. También lo han hecho con el Shenyang J-15 de uso embarcado(6) que producen y que se deriva del Su-33, aprovechando acciones inusuales, como la compra de uno de los prototipos que tenían los ucranianos para proceder a su despiece y estudiar a conciencia sus componentes.

foto: En un gran desfile que tuvo lugar en Beijing en 2019 se mostraron sistemas tan avanzados como este UAV de combate inspirado en el “Predator” de Estados Unidos (foto Ministerio de Defensa de China).

Dentro del proceso de obtención de tecnologías de terceros podría incluirse el robo de determinados documentos secretos de Boeing y de datos de determinados programas prioritarios para la USAF por parte del ciudadano chino Su Bin, que por ello fue condenado a cuatro años de prisión. Los diseños, ficheros informáticos y otra información obtenida sobre el F-22 Raptor y el F-35 Lightining II habrían acabado derivándose a los dos diseños furtivos más recientes de China, el bimotor Shenyang J-31, que emularía al F-35 y del que poco se conoce aún, y el espectacular Chengdu J-20(7), que está considerado como el primer cazabombardero multipropósito de quinta generación que se diseña fuera de Estados Unidos.

El proceso emprendido por China para dotarse de diseños y tecnologías de otros no acaba ahí y, además de bombarderos como el H-6, que no es más que un Tupolev Tu-16 optimizado, se han presentado copias locales más o menos fidedignas de los UCAV (Unmaned Combat Aerial Vehicle) X-47B o MQ-1 Predator; de los aviones de transporte Antonov An-12, que se designan Shaanxi Y-9; y hasta del tetrarreactor de transporte estratégico C-17 Globemaster III que fabrican desde 2016 como Xian X-20. Como apunte final, señalaremos que China ha sabido, en un proceso de muchas décadas de esfuerzo continuado y de alta inversión económica, generar primero copias de otros diseños para avanzar en la obtención de tecnologías que imitan a las propuestas por diferentes países, objetivo que ahora les llevará a afrontar una fase en la que se van a convertir en líderes innovadores, para ser capaces, previsiblemente a partir de la siguiente década, de poner a punto sus propias propuestas basadas en soluciones tecnológicas revolucionarias.

Si todo sigue como lo han programado, antes de mediados de siglo serán autosuficientes y competitivos, con diseños que estarán a la par de los estadounidenses, rusos o europeos o, incluso, podrían ser mejores, aunque, como contrapunto, hay que dejar claro en el hecho que de momento no han conseguido grandes exportaciones de sus diseños más recientes, porque aspectos como fiabilidad, mantenibilidad, integración,…, pueden no estar resueltos al nivel que lo que está disponible en otros países.

Notas:

(1) Es amplia la experiencia mundial usando productos chinos fabricados de forma muy económica, pero frágiles y de prestaciones mediocres.

(2) En ese lugar hay otros muchos detalles de maquetas y diseños relacionados con la tecnología stealth.

(3) Durante una visita al FBI de Las Vegas, hace ya unos años, me informaron que buena parte de su trabajo estaba relacionado con espías chinos que buscaban tecnologías estadounidenses.

(4) Alguna información habla de que incluso los franceses podrían haber vendido la patente a los chinos.

(5) Fue el primer aparato chino capaz de operar desde buques de superficie.

(6) Incluye alas que se pliegan para su mejor ubicación en la cubierta y hangares de los portaaviones.

(7) Datos tomados del F-117 estadounidense derribado en Serbia podrían haber acabado aplicándose a este diseño.

Revista Defensa nº 522, octubre 2021, Octavio Díez Cámara


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