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La defensa aérea de Venezuela

Ayer noticia

(Revista Defensa nº 392, diciembre 2010) Con el mejor sistema antiaéreo del Subcontinente, Venezuela proyecta su defensa aérea en aras de negar la superioridad en el aire a cualquier enemigo potencial. De la mano de una de las mejores aviaciones de combate del área, el paraguas de protección cubre actualmente casi todos los niveles de su espacio aéreo, dándose casi por descontado que el siguiente paso en su estructura en este campo llegará a ser la compra del sistema 9k 81 S-300V “Antey 300” (S-300 PMU-1, versión de exportación) de gran alcance.

“Firmamos unos acuerdos con Rusia. Pronto comenzarán a llegar unos coheticos. Tú los pones aquí y lanzas el cohetico. ¿Sabes a cuantos kilómetros llega? 300 kilómetros de alcance, y no falla” (Hugo Rafael Chávez Frías)

Debido al bloqueo del cual es objeto Venezuela por parte de los Estados Unidos para adquirir material militar, componentes y repuestos, se ha visto en la obligación de reponer su armamento y sumar mayor disuasión en los únicos mercados que se encuentran fuera de la esfera de influencia norteamericana, es decir, Rusia, Bielorrusia, China e Irán, países con los que ha firmado contratos, además de España, por un valor superior a los 4.000 millones de dólares, anunciándose pocas semanas atrás nuevos contratos con Moscú por una suma cercana a los 5.000 millones. Y es precisamente de Moscú de donde provienen las últimas compras de defensa aérea venezolana, si bien se recuerda que, en 2008, se anunciaba la compra del sistema Tor M-1, del cual extraoficialmente se dice que se encuentran tres baterías en el país sudamericano, plenamente operativas y estratégicamente situadas.

Más recientemente, el 29 de abril de 2009, se presentaba oficialmente el 9K 338 Igla S (SA-24 Grinch) como nuevo sistema portátil antiaéreo MANPADS (Man Portable Air Defense System) del Ejército, que venía usando el sueco RBS-70MK1/2, aún operativo. La compra inicial fue de 200 misiles y sus respectivos lanzadores, teniendo un alcance de hasta 6.000 m., velocidad de 2.520 km/h. y capacidad de batir blancos que vuelen incluso a 1.440 km/h. Es liviano y pesa apenas 19 kg., por lo que puede ser transportado con comodidad por un solo combatiente. Es un misil autoguiado con mira infrarroja y visión nocturna, que será empleado en acompañamiento de unidades y fue adquirido en tres versiones (OG-7V antipersonal, TBG-7V termobárica –útil contra edificios, vehículos semiblindados y concentración de infantería– y el PG-7V, mientras el RBS-70 MK1/2 seguirá en la defensa de punto en un posible frente de campaña.

Especial interés le ha dado el Gobierno de Caracas a la Defensa Aérea y el fortalecimiento de su Aviación Militar de alto y mediano rendimiento (Su-30MK2 y K8 Kara­korum), a tal punto que Venezuela forma sus primeros especialistas en defensa antiaérea, con un primer curso de treinta y cinco cadetes de la Fuerza Armada Boliva­riana, integrada por miembros de los cuatro componentes de la FAN (Fuerza Armada Nacional). A día de hoy se encuentran en su tercer año de estudios de especialización de Defensa Antiaérea Espacial en la Academia Militar de Minsk (Bielorrusia). Vale la pena mencionar que esta formación está enmarcada, como uno de los setenta acuerdos de cooperación binacional, entre el régimen de Chávez y Alexander Lukashenko, en el transcurso de los últimos tres años.

foto: Sikorsky AH-60L “Arpía III” armado con “Delilah HL” de 250 km. de alcance, en la base colombiana de Palanquero.

La responsabilidad del espacio aéreo recae sobre el Comando Aéreo de Defensa Aeroespacial  Integral (CADAI) y, más específicamente sobre sus Regiones de Defensa Integral de la Nación (Occidental, Llanos, Central, Sur, Oriental e Insular) anterior Comando de Operaciones de la Defensa Aérea (CODA), unidad orgánica de la Aviación Militar (Fuerza Aérea), el cual realizó con éxito en 2009 la prueba de comunicaciones entre el satélite Simón Bolívar y la estación radar de Jeremba. Brinda una defensa escalonada, más o menos eficaz. Su Aviación Militar, en cuanto a artillería antiaérea, incorpora el cañón Breda Oto Melara 40L70 y el IMI (Israel Military Industries) TCM-20. Aquí es importante recordar que Venezuela uso el sistema Roland, adquirido entre 1984 y 1986, que se encuentra inactivo a la espera de una decisión gubernamental sobre su reemplazo o modernización. Incluso su radar Rasit Ground fue modernizado por Argen­tina a finales de la década de los ochenta.

Misiles

En cuanto a misiles se refiere, el primer anillo de protección o ofrecen en la Avia­ción Militar los MANPADS Matra Mistral Atlas, usados en conjunción con los radares de exploración y vigilancia Reporter y cuyos lanzadores están montados sobre vehículos tácticos, Toyota Land Cruiser y Cenereca Tiuna, pensados para objetivos de baja altura. En el rango medio, opera el israelí Rafael Barak Block III superficie-aire, de lanza­mien­to vertical como defensa de punto, habiendo adquirido tres lanzadores ADAMS (Air Defence Advanced Mobile System) en 1999, siendo sus misiles guiados por el sistema electroóptico Thales Nederland Fly­catcher MK2, con alcance efectivo de 12 km. Ha sido el principal sistema en este sector antes de la llegada del ruso Tor M1. Entre los directores de tiro y radares de vigilancia actualmente en servicio con la Aviación Militar están el radar de banda S de fabricación china CETEC JLY-3D, Thales Nederland Fly­catcher MK1 y MK2, Repor­ter y Mirador, Elta EL/M 2106, Westinghou­se TPS-43 y 63.

En relación con el Ejército, opera el MANPADS sueco Saab Bofors Dynamics RBS-70 MK1/2, con alcance efectivo de 7 km., incorporado en el año de 1990. Actualmente dos grupos de Artillería de Defensa Antiaérea (GADAA) disponen de este equipo y su radar táctico asociado Ericsson Giraffe 75, sobre una unidad de alta movilidad diseñada para la detección de aviones y helicópteros a muy baja altura en un ambiente saturado de contramedidas electrónicas. Al igual que la Avia­ción Militar, el Ejército los monta en vehículos ligeros 4x4. Fue probado en combate real durante el intento de golpe de estado de noviembre de 1992: una unidad de artillería antiaérea en la capital de la Repú­blica disparó uno contra un avión Rockwell OV-10E Bronco de los sublevados, siendo derribado y su piloto logró eyectarse. De la misma forma, y como se menciónó anteriormente, el Ejér­cito adquirió el ruso 9K 338 Igla-S (SA-24 Grinch), del cual se esperan más unidades para el acompañamiento de unidades en campaña, llegando recientemente su simulador.

Igual importancia merecen los sistemas de defensa antiaérea de dotación en la Ar­mada de la República Bolivariana de Vene­zuela. Incorpora en sus unidades de superficie de la clase Lupo/Mariscal Sucre el misil de mediano alcance Aspide, de la actual MBDA, y antigua Selenia, así como artillería antiaérea y antimisil con los cañones Oto Melara 127/54C Compact, 76/62 Compact, 40L70 Dardo y 30/70 Single, y el Oerlikon GAM B-01. Recientemente, con la incorporación de los POVZEE (Patrulleros Oceá­nicos de Vigilan­cia de la Zona Econó­mica Exclusiva) adquiridos a los astilleros españoles de Navantia, se instalaron cañones Super Rapid de 76 mm.

Futuro de la defensa aérea venezolana

Dada la importancia estratégica de la defensa aérea, y la prioridad que el Alto Mando venezolano le ha dado a las inversiones en este campo, previendo un supuesto ataque norteamericano vía Colombia, las adquisiciones ya ordenadas y planeadas permiten visualizar el futuro a corto plazo de la defensa escalonada del espacio aéreo, más o menos en tres niveles. El primero, de protección antiaérea, se da en secciones, integrado por compañías combinadas, tanto de artillería antiaérea de la Aviación Militar y la próxima incorporación del sistema ZU-23-2 para el Ejército, como los sistemas portátiles RBS-70, que estarían destinados a la defensa de punto, y los recién llegados Igla-S, para el acompañamiento de unidades. El segundo estaría integrado por el sistema Rafael Barak, que se usará, por lo menos, durante diez años más y los sistemas rusos Tor-M1 en las brigadas. Un tercer nivel estaría protegido por el Buk M1/2 frente al teatro de operaciones y finalizaría este escalón la compra, al cierre de esta edición se concretaba por sistemas S-300 PMU1 y Antey 300 cuyos propósitos son diferentes pero complementarios. El sistema S-300 PMU1 es una versión destinada a derribar objetivos supersónicos a Match 2.0, 3.0 y 4.0, en cambio el Antey es una versión dirigida a derribar objetivos balísticos de 2 a 4 km. por segundo, lo que no significa que no esté habilitado para derribar aviones o helicópteros, pero por costes no es lo idóneo. Es de resaltar que las unidades vendidas a Venezuela eran las destinadas a Irán, venta que fue cancelada por la resolución de la ONU respecto a la venta de armamento estratégico a dicha nación investigada por sus planes nucleares de carácter militar.

foto: Paraguas de protección de defensa aérea de Venezuela.

Como es sabido, una defensa efectiva del espacio aéreo tiene que proyectarse de forma escalonada y, en las actuales circunstancias, el sistema Tor M-1 para el CODA no es eficiente, debido a que, en la actualidad, está enfocado en la defensa de punto, donde, de necesitarse coyunturalmente, el Tor estaría cumpliendo esa función, siendo su rol de combate distinto y muy complementario al S-300, permitiendo hablar así de un plan de defensa aérea integral. En otras palabras, los roles serían de interceptación de aeronaves por parte del S-300, mientras el Tor se enfocaría a destruir la munición que sea lanzada por aeronaves atacantes, dada su flexibilidad. De hecho, fueron diseñados para esas tareas en su país de origen.

Se concluye que las baterías Tor son sistemas altamente eficaces, pero con limitaciones, siendo la principal su escasa cobertura. Su función principal no es enfrentarse directamente a la amenaza, sino a las municiones que estas disparen, y para ello cuenta con un excelente tiempo de reacción e inmejorable maniobrabilidad. Otra ventaja es que de los grupos de cuatro y un vehículo de mando y control, cada lanzador es independiente, lo que se traduce en que la destrucción de ese vehículo lanzador no impide la operación de los demás, incluyendo el de mando y control. Esta es una innegable fortaleza que minimiza la vulnerabilidad del sistema, necesitando el enemigo atacar cuatro blancos en cada unidad de defensa aérea.

Incluso las baterías Tor M1 y su hermano mayor en proyección de compra con la Aviación Militar venezolana, el Buk M1/2, tienen su punto fuerte frente a las amenazas que representan los misiles que buscan las emisiones electromagnéticas de los radares de las baterías de ingenios antiaéreos, y es que están pensadas, a diferencia de las convencionales, como la S-300, que enfrenta un amplio abanico de blancos aéreos, en la amenaza propia de las municiones que buscan neutralizarlas, como misiles antirradar o de precisión guiada lanzada desde aviones, UAV (Unmanned Aerial Vehicle), helicópteros o ingenios balísticos. De esta forma, Caracas busca completar y ampliar el radio de su defensa aérea con la inminente compra del Buk M1/2 y el S-300 y, así, al tener que enfrentar un blanco aéreo que por necesidad tiene que acercarse dentro del área de cobertura radar, se facilita la interceptación (así se manejen pocos km2. de cobertura, como es el caso del Tor M1).

Sin embargo, el Tor M1 también tiene sus limitaciones, como son su escaso alcance, tanto en distancia como altura, lo cual permitiría a un vector enemigo lanzar su munición desde distancia segura, como es el caso de los helicópteros AH-60L Arpia III de Colombia, armados con misiles Delilah HL de 250 km. de alcance y muy posiblemente la versión AL de los cazabombarderos Kfir. Aprovechando la dificultad técnica de detectar un blanco cerca del suelo, los pilotos colombianos usarían el terreno como cobertura y las capacidades stand-off y la versatilidad del helicóptero para atacar una batería de Tor M1 o S-300.

Realmente son complementarios los Tor M1 y S-300 en el caso venezolano, aunque otra de las limitantes del primero son los escasos km. de alcance de interceptación de las baterías, que permiten ser saturadas por municiones supersónicas, así como la limitación en la velocidad del blanco, alta para los parámetros occidentales (700 m/seg.) y normal e incluso baja para los rusos, lo que se traduce en la incapacidad de derribar blancos que vuelen más rápido.

Concluyendo, las prestaciones del sistema como tal, hace que su uso sea ineficaz frente a vectores modernos con municiones modernas, ya que éstas, ante una hipótesis de conflicto real, serían lanzadas desde medias y largas distancia, como se mencionó anteriormente, pero serían muy eficientes frente a blancos como los UAV y municiones de todo tipo, así como helicópteros que no vuelen a ras del suelo. Es precisamente por esta razón que el Gobierno de Caracas ha decido complementar un excelente sistema como el Tor M1 con la compra del Buk M1/2 y el S-300 de largo alcance. Queda pendiente en los planes el fortalecimiento de la red de radares y su respectivo enlace, así como aeronaves de alerta temprana.

Revista Defensa nº 392, diciembre 2010, Felipe Ríos


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