Dicen que no hay mal que cien años dure y este refrán se concretó, una vez más, por lo que hace al tema que estamos tratando. En efecto, tras Ias penurias provocadas por Ios duros años que siguieron a Ia Guerra Civil, primero, a consecuencia de Ia segunda contienda mundial, después, y, acto seguido, por el bloqueo decretado por las Naciones Unidas contra la España de Franco, las cosas fueron enderezándose.
Naturalmente cuando, como consecuencia del enfrentamiento entre el bloque del Oeste y el del Este, el primero cesó en su actitud hostil contra el Gobierno de Madrid, lo que supuso una apertura a Ias importaciones tecnológicas; incluyendo Ias de Defensa.
foto: En el arranque de los años 50 los desfiles resultaban, en buena parte, un patético amasijo de medios obsoletos.
Después, gracias al tejido industrial español creado en los años de Ia autarquía y que emprendió -con mejor o peor fortuna- proyectos ambiciosos.
Los cincuenta. La inflexión
1953 fue el punto de Inflexión de Ia política militar española de los últimos cien años; una fecha mágica en Ia que, después de Ia “travesía del desierto, los acuerdos con Ia primera potencia del planeta plantearon un nuevo escenario en todos los órdenes de Ia vida española en esa época.
Aunque el “Tío Sam’, o si se quiere “Mister Marshall”, llegó tarde con respecto al resto a otros países europeos -mucho más castigados que España por Ia recién terminada guerra mundial, al final de Ias vacas flacas llegó, y en cualquiera de los casos, fue bienvenido por toda una generación de españoles, acostumbrados a privaciones y estrecheces, sufridas desde tiempo atrás con gallardía, pero con el ansia de alcanzar -algún día- un nivel de vida equivalente al de nuestros vecinos del norte.
Es evidente que uno de los colectivos más beneficiados por Ia “ayuda americana” fueron los Ejércitos de España que vieron, poco a poco, como los escuálidos medios de combate con los que bregaban a diario, pasaban a mejor vida (chatarra, museos...), y comenzaban a recibir en cantidades apreciables, vehículos, carros, barcos o aviones de los mismos modelos que tenían en servicio los propios norteamericanos y sus aliados en Europa, Asia, América u Oceanía.
Pero estas soluciones a los gravísimos problemas existentes eran una golosina envenenada. Pan para hoy y hambre para mañana en lo que respecta a Ia iniciativa industrial nacional, y aunque inevitables por su necesidad manifiesta en aquellos momentos, no fueron más que una cortina de humo que contentó al estamento militar y maquilló Ia situación de inanición de un material -sobre todo el automóvil, el blindado y el acorazado- que se caía a pedazos.
Los años sesenta. El comienzo de una aventura
De todas formas, y aunque en los años cincuenta ninguna empresa española asumió el papel de diseñadora o fabricante de material blindado, no dejó de haber cierta sensibilidad por parte de algunas firmas ligadas a los estamentos militares, que mantuvieron Ia llama de Ia innovación y ya en los años sesenta pergeñaron algunos proyectos para dotar a nuestras Fuerzas Armadas de ingenios autóctonos, más o menos agraciados o basados en modelos foráneos, cuyo único mérito fue llegar a estar plasmados en papel, gracias a lo cual han llegado hasta nosotros.
foto: Prototipo del tractor Z-DC de orugas. Pegaso inició su desarrollo en 1947.
Es el caso de dos proyectos curiosísimos, de los que hasta hoy nada se había sabido desde que salieron de los tableros de dibujo del Departamento de Vehículos Especiales creado al efecto por Ias empresas Material y Construcciones S.A. (MACOSA) e Internacional de Comercio y Tránsito S.A. (INCOTSA), donde nacieron y murieron casi simultáneamente, pero que gracias a Dios hemos podido salvar para disfrute de todos los aficionados, además de dejar constancia de los pocos “pinitos” emprendidos por Ia industria española de Ia época.
Los blindados “General Yagüe” y “General Monasterio”
EI primero de los vehículos, destinado a servir en el Arma de Infantería, había sido bautizado Vehículo Blindado de Combate de Infantería VBCI-1E/”General Yagüe”, en homenaje a este gran militar, que fue pieza importantísima en Ia sublevación militar de 1936 en Marruecos, donde se puso al mando de Ia Legión, y que alcanzaría puestos de relevancia a lo largo del conflicto y en Ia inmediata posguerra -como ministro del Aire o capitán general de Ia VI Región Militar (Burgos)-. Dicho blindado, de 13 tons. de peso, tenía un gran parecido con otro norteamericano, el M-113. Más que de un vehículo de combate se trataba de un vehículo de transporte de un pelotón de Infantería, con Ia protección de un cañón automático de 20 mm. montado en una torreta giratoria, manejado por el jefe de carro, y con Ia posibilidad de que los soldados transportados dispararan desde el interior del vehículo mediante ocho troneras, cuatro a cada lado.
foto: M-114 estadounidense. El VBRC-E1 “General Monasterio” lo hubiera recordado demasiado. Del M-114 se construyeron muy pocos ejemplares. Era más pequeño que el M-113 y poseía una rueda de rodaje menos4
Para su motorización se pensó montarle un diesel Pegaso 9156/8, con una potencia de 352 cv., y para su blindaje, se emplearían planchas de acero aleado con un espesor máximo de 10 mm. La disposición del vehículo, como hemos comentado, recordaba muchísimo al norteamericano M-113, con Ia cámara de motor en Ia parteMdelantera derecha, Ia de conducción en Ia delantera izquierda, y Ia de combate utilizando los dos tercios traseros del vehículo, donde se ubicaban el jefe de carro y los ocho infantes que podía transportar, cuatro mirando a cada lado, y sentados espalda con espalda. Muchos detalles del vehículo, como los grupos ópticos, el puesto del conductor (con sus periscopios y su escotilla), Ia proa con su hoja rompeolas para vadear, o el gran portón situado en el techo, eran copias exactas del vehículo estadounidense.
La torreta del jefe de vehículo era un diseño totalmente autónomo y español; tenía forma de cono truncado, y disponía de seis periscopios que le proporcionaban 1800 de visión. Era capaz de montar un cañón automático de 20 mm., aunque en el proyecto no se indicaba que modelo de arma se utilizaría. Esta iba desplazada lateralmente con respecto al eje longitudinal de Ia torre, para así permitir el alojamiento del jefe-tirador, que disponía de su correspondiente asiento.
EI Vehículo Blindado de Reconocimiento de Caballería VBRC-1E/ “General Monasterio” era más pequeño que su homólogo de Infantería, alcanzando un peso total de 9 tons. Su tripulación también era más reducida, incluyendo sólo al jefe de carro, conductor y tirador. Tenía un gran parecido con el vehículo blindado norteamericano M-114, con el motor –un Pegaso diesel 9156/8 de 352 cv.- situado en el tercio trasero; el tirador, ubicado en una torre armada con un cañón de 20 mm. -idéntica a Ia citada en el “General Yagüe”-, ocupando Ia parte central, y el conductor y el jefe de carro, en tandem, situados en Ia zona delantera. Su velocidad máxima en todo terreno era de 40-45 km/h., tenía capacidad anfibia y su blindaje era el mismo que el de su homólogo de Infantería, planchas de acero aleado de 10 mm. de espesor. Como extras, al igual que el “General Yagüeu, podía montar botes lanzahumos para ocultación, equipo de infrarrojos para conducción y sistema de protección NBQ.
Los proyectos fueron presentados al Ejército español, que no los consideró viables y desechó Ia posibilidad de fabricación, siquiera de un prototipo. Quizás su sospechoso parecido con los vehículos oruga norteamericanos, echó para atrás a Ias autoridades españolas a Ia hora de Ia evaluación del anteproyecto, pues un conflicto de intereses con el socio estadounidense, no entraba en Ias expectativas de los militares ni de los políticos españoles de Ia época.
El Blindado de Transporte Táctico (VBTT E4) y sus variantes
Fue diseñado por el Departamento de Vehículos Especiales de INCOTSA como vehículo de ruedas con blindaje ligero que aseguraba Ia proteccióncontra el fuego de armas de pequeño calibre, metralla y, en cierto grado, de manera opcional, de los efectos de armas NBQ (Nuclear, Bacteriológica, Química).
foto: El parecido entre el “non nato” blindado “General Vague” y el M-113 norteamericano, al que vemos en Ia foto para que nos hagamos una idea de como hubiera sido aquél, abortó el proyecto
La característica fundamental del vehículo era que Ia totalidad de sus elementos mecánicos era de procedencia nacional, con grupos ampliamente experimentados en Ia industria civil de Ia época, lo que aseguraba Ia calidad y Ia fiabilidad del vehículo, simplificando, a Ia vez, Ias operaciones de mantenimiento y reparación en los distintos escalones, a Ia vez que evitaba Ia formación de personal especializado para dicho mantenimiento.
Su distribución interna permitía el transporte de doce hombres dotados del armamento y equipo correspondiente. En Ia parte posterior existían rótulas-troneras para hacer fuego desde el interior del vehículo. Una doble puerta trasera de gran amplitud facilitaba Ia entrada y salida rápida del personal, a Ia vez que proporcionaba protección lateral. Además disponía de otras dos puertas de acceso a ambos lados del blindado. Su ejecución en dos ejes y neumáticos superdimensionados, garantizaba Ia máxima maniobrabilidad en todo terreno, aún en condiciones extremadamente difíciles y una gran velocidad en carretera, completaban el conjunto de características.
foto: El T-26 era un blindado de otros tiempos pero en algunas unidades todavía estaba más o menos operativo al comenzar Ia quinta década del siglo XX.
INCOTSA diseñó, además del vehículo básico portapersonal, un vehículo de mando, un portamorteros de 81 mm., un vehículo con torre de 20 mm., uno con torre de 90 mm. y un blindado contracarro armado con montaje lanzamisiles TOW. La disposición constructiva de Ia barcaza estaba basada, tanto en conseguir una gran protección balística de sus ocupantes, como en su comportamiento como vehículo todo terreno, con ángulos de entrada y salida de 450, altamente reforzada Ia defensa rompedora frontal. El blindaje estaba constituido por chapa normalizada para blindajes, con espesor máximo de 12 mm. en Ia parte frontal, y de 8 mm. en el resto de Ia barcaza con refuerzos en el piso de Ia cámara de personal. El puesto del conductor disponía de ventanillas frontales y laterales, y en el costado, una ventanilla con protecciones abatibles de chapa blindada y periscopio de seguridad. La torreta estaba dotada de giro ilimitado de 360°, gracias a un gran rodamiento de rodillos dobles, teniendo accionamiento a mano. Su estructura blindada disponía de mirillas con cristales antibalas y una escotilla situada en Ia parte superior permitía Ia salida de emergencia, quedando totalmente estanca al cerrarse con pestillos de seguridad. En Ia torre se alojaban una ametralladora MG-42 de calibre 7,62 mm y un lanzagranadas de 40 mm. El montaje de Ia ametralladora tenía un sector de tiro de entre +60° y -8°. El operador de Ia torre efectuaba el tiro en Ias mejores condiciones y para ello disponía de un asiento donde se acomodaba. El motor era un Pegaso 9100/40, fabricado por ENASA. Se trataba de un motor diesel de cuatro tiempos y seis cilindros en línea, refrigerado por agua, de reducido peso y poco volumen, potente, seguro, de larga vida y fácil entretenimiento, con una extraordinaria relación potencia/ peso. La potencia era de 170 cv. SAE a 2.000 r.p.m. Disponía de dos depósitos de 260 litros de combustible.
También se pensó estudiar este vehículo incorporando el motor Mercedes 0M-352, de 168 cv. A 2.800 r.p.m. Pero lo cierto es que, al igual que los anteriores, no pasó de los tableros de dibujo de INCOTSA.
Tampoco tuvieron suerte el blindado 4X4 “Cobra” (Luis Morales, SA., en 1982-83) y el “BLU” (un Land-Rover blindado por MACGSA, Land-Rover y Santa Bárbara en 1980-83). (Col. José María Manrique)
Foto de portada: Curioso prototipo del M-113 dotado de un lanzallamas que nunca se llegó a construir en serie. Quién sabe si el “General Yagüe” habría seguido, de concretarse, esta senda.